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Vivimos frente a un río. Frente al río. Hay gente de Madrid que me pregunta ¿qué río? ¿En serio? ¡El Éufrates! ¿Cuántos ríos hay en Madrid? No se toman en serio a su propio río. Aparte de que el Manzanares está muy bonito desde hace unos años, es también una frontera económica, política e ideológica, con su ribera izquierda y su ribera derecha. En mi lado la renta media anual es tres mil trescientos euros superior a la del otro lado. Durante la alocución del rey, cuatro días después de la declaración del Estado de Alarma, en nuestra orilla sonaban pocas sartenes. En la otra había un estruendo. Así que lo primero que pensé es que probablemente los únicos apoyos que le queden a la institución sean los de los sectores más privilegiados y conservadores de la sociedad. No tiene mucho sentido ser conservadora si no tienes nada que conservar. Y me acordé de un día de principios de año, íbamos por la carretera, por la Puebla de Sanabria, volviendo a Madrid, y escuchábamos el debate de investidura de Pedro Sánchez. La defensa que se escenificó de la monarquía y de la figura del rey, con vivas extemporáneos y todo, llevó a un prudente Pablo Iglesias a apercibir a la bancada carpetovetónica de que flaco favor le hacían a la institución si se presentaban como sus únicos y genuinos valedores. Se quedaron callados un ratito, como diciendo la hemos pifiado. Aunque enseguida se les olvidó, son como niños.
Pero el día del discurso del rey yo puse atención. Tenía el propósito de ver quién había detrás de la máscara, qué clase de tipo estaba al frente del Estado. La única novedad era que el rey estaba de pie, que tenía un atril delante y que gesticulaba. En un momento dado se llevó incluso una mano lánguida y con menos pulso que una anchoa a una zona de la corbata que quedaba muy por debajo del corazón. Muy mal en anatomía, majestad.
Aquella noche intenté ver quién estaba hablando, de verdad, no soy monárquica ni nada de eso, pero también me subo a escenarios e intento que una o dos ideas pasen a habitar cerebros que no sean el mío. Escudriñé los gestos del tipo, los ojos. Parecía que hurtaba la mirada a la cámara, es decir, miraba a la cámara, pero tratando de hacerlo sin intensidad. Lo vi viejo, prematuramente avejentado, un tipo que apenas me saca dos años y que no ha pasado hambre jamás. Igual la vida en palacio es muy dura, no es una ironía, a lo mejor es una carga emocional tremenda, con disgustos todo el rato. Todos sus gestos eran maquinales, como una coreografía aprendida y ejecutada sin convicción. Quizás estaba pensando en otra cosa, en que a él le daba igual todo pero quería asegurar el puesto de trabajo de su hija, las personas hacemos esas cosas. Si finalmente su padre muere y él renuncia a la herencia, esta pasa automáticamente a sus hijas, esto no es un secreto y lo sabe todo el mundo. Al final tal vez solo sea un padre que quiere lo mejor para sus hijas. Lo suponemos inteligente porque eso es lo que nos han vendido siempre, con sus espectaculares logros académicos en programas de estudios diseñados ex profeso para él, pero a lo mejor es una persona más bien normalita, con una inteligencia que le da para unas cosas pero no para otras, como nos pasa a todo el mundo. En siete minutos me dio penita, que es una forma embrionaria de empatía. Es de mi generación. Tiene una foto dándole la mano con cariño a un dictador sanguinario, bajo la mirada sonriente de su padre, y yo no, eso también es verdad. Mi padre nunca me llevó a saludar con cariño a dictadores sanguinarios, nunca estuvo en su mano, éramos una familia decente. ¿Es responsable de toda esa herencia impresentable? Me pongo en su lugar y me imagino que yo hubiera hecho algo, un gesto, alguna condena por mi cuenta a todo eso, apoyar con mi dinero a alguna fundación para la exhumación y el reconocimiento de víctimas de la represión franquista, la rehabilitación de la memoria de los represaliados, algo que lavara un poco mi alma. ¿Por qué no puede hacer eso? Pues porque a lo mejor no es capaz, a lo mejor no le da la conciencia para tanto, Alicia, a lo mejor cree en un designio divino, una España eterna, que lo mismo que le hizo rey dispuso que las cosas ocurrieran de esa manera y feo sería enmendarle la plana a la providencia. O es un cínico irredento que disfruta con la iniquidad que le mantiene en una vida de lujo y lejos de preocupaciones materiales. O ha jurado lealtad a algo que ni siquiera somos capaces de sospechar.
Aquella noche me fui a la cama con la convicción de que España ya era una república, independientemente de que este señor ostente durante algún tiempo más la jefatura del Estado
Lo que vi fue un pobre hombre, algo desorientado, pero con la retorcida tranquilidad que debe conferir la certeza de que quienes te están complicando la vida al menos son los tuyos, lo que siempre es indicativo de que tus auténticos enemigos no están siendo capaces de representar un problema. Todavía.
Aquella noche me fui a la cama con la convicción de que España ya era una república, independientemente de que este señor ostente durante algún tiempo más la jefatura del Estado. Eso es secundario. Ya ha perdido el apoyo y el respeto de la mayoría de la población. Conserva casi intacto el de la minoría que tiene poder de decisión, mientras no haya un referéndum, pero esta podredumbre de comisiones, empresas offshore, cuentas en Suiza y activos ocultos a la hacienda pública no va a remitir, no se va a sanar, va a seguir recociéndose en sus propias supuraciones hasta que no haya quien lo soporte. Y más ahora que su padre admite simbólicamente su responsabilidad anunciando su ¿exilio?, ¿huida?, ¿marcha?, ¿retiro?
Creo que Leonor no va a ser nunca reina de nada.
Vivimos frente a un río. Frente al río. Hay gente de Madrid que me pregunta ¿qué río? ¿En serio? ¡El Éufrates! ¿Cuántos ríos hay en Madrid? No se toman en serio a su propio río. Aparte de que el Manzanares está muy bonito desde hace unos años, es también una frontera económica, política e ideológica, con su...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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