CORRER LIBRES
De María Torremadé a Caster Semenya: la intersexualidad en el deporte
La atleta catalana batió numerosos récords. En la posguerra, tras un diagnóstico de malformación genital, cambió de sexo. El régimen franquista usó su caso para prohibir el atletismo femenino porque “masculinizaba a las mujeres”
Ricardo Uribarri 24/10/2020
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El debate sobre la participación en las competiciones de deportistas intersexuales, aquellas personas que presentan características de hombre y mujer en proporción variable, y trans, cuyas identidades son diferentes a las que se les asignó al nacer, sigue de plena actualidad debido, entre otros, al caso de Caster Semenya. La atleta sudafricana, dos veces campeona olímpica y tres mundial en los 800 metros, ha competido siempre como mujer pese a carecer de genitales internos femeninos, teniendo en su lugar testículos, internos y funcionales, lo que le genera un alto nivel de testosterona.
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La Federación Internacional de Atletismo (IAAF) estableció en 2018 nuevos criterios de elegibilidad para las atletas con altos niveles de testosterona, impidiendo su participación en las pruebas que van desde los 400 metros a una milla, a menos que tomen medicamentos para reducir sus niveles por debajo de cinco nanomoles por litro. Después de que tanto el Tribunal de Arbitraje Deportivo como el Tribunal Supremo Suizo dieran la razón a la IAAF tras los recursos presentados por Semenya, esta se plantea ahora acudir al Tribunal Europeo de Derechos Humanos. La repercusión y trascendencia de este asunto nos hace recordar otro que fue muy famoso en la España de la posguerra y que tuvo importantes consecuencias.
En el barrio barcelonés de Guinardó nació María Torremadé Martínez en enero de 1923. En el momento de su nacimiento fue asignada como mujer, debido a su síndrome de Morris, una condición genética presente en las personas con cromosomas XY (los del sexo masculino) en la que las hormonas encargadas de desarrollar las características físicas masculinas no son asimiladas por las células. Esto hace que el cuerpo se desarrolle con una apariencia total o parcialmente femenina. Según fue creciendo, María encontró en el deporte una vía de escape para dar rienda suelta a su vitalidad. Empezó a jugar al baloncesto en el Laietá, el mejor equipo de la época en Cataluña, donde destacó por su altura –medía 1,73– y por su fortaleza física. Llegó a tener un promedio de 15 puntos por partido, muy alto para la época. También fue guardameta en el equipo de hockey hierba del SEU. Pero donde realmente llamó la atención fue en el atletismo.
Entre 1940 y 1941, Torremadé, que competía con el equipo del RCD Espanyol, se proclamó campeona de España, con récord nacional incluido, de 100 metros (12 segundos.), 200 metros (27 segundos.), 800 metros (2:29.5), salto de altura (1,42 metros) y salto de longitud (5,09 metros). Además, durante el campeonato provincial de Barcelona de 1941, batió el récord de Europa de los 60 metros, haciendo una marca de 7,71, quedándose a cuatro décimas del récord mundial. Antes, en 1938, había llegado a participar en París en el prestigioso Cross de L’Humanite, donde, recordaba Torremade, la saludó Leon Blum, y a su vuelta fue recibida por Lluís Companys.
El veto a que las mujeres practicaran atletismo en competición estuvo vigente nada menos que 20 años, hasta que las protestas hicieron revocar la orden
Sin embargo, la felicidad que le daban los éxitos deportivos no podía evitar la desazón que sentía por dentro y que fue en aumento con el paso de los años. Su instinto le decía que era un hombre y no una mujer. A pesar de la oposición de sus padres, consultó su caso a especialistas médicos que determinaron que sufría una malformación genital. Así, con 19 años, se sometió a una intervención quirúrgica para cambiar de sexo. De esa manera, María Torremadé se convirtió en Jordi Torremadé, nombre con el que se registró en el registro civil.
Jordi Torremadé
El diario Informaciones conoció los hechos y el 13 de febrero de 1942 publicó que “María Torremadé, conocida atleta catalana, va a cambiar de condiciones en el Registro Civil, con lo que será desposeída de las marcas y títulos conquistados en distintas pruebas atléticas. La plusmarquista es en realidad un hombre que ha estado compitiendo travestido”. La publicación tuvo drásticas consecuencias. Sus marcas fueron invalidadas, aunque Torremadé confesó años después que nunca se lo comunicaron oficialmente. La Sección Femenina de la Falange aprovechó la noticia para impulsar la prohibición de que la mujer pudiera practicar atletismo al considerar que “masculinizaba a las mujeres”. Una circular en 1943 dejó a las claras la mentalidad de la época: “La mujer española sólo practicará los deportes que no perjudiquen su función específica: la maternidad”. El veto a que las mujeres practicaran atletismo en competición estuvo vigente nada menos que 20 años, hasta que las protestas hicieron revocar la orden.
Con su nueva condición de hombre, Jordi siguió durante algún tiempo disputando pruebas atléticas, llegando a proclamarse campeón de Cataluña en la prueba de 4x100. Tras abandonar el deporte intentó llevar una vida alejado de las polémicas, pero su pasado le perseguía y no siempre lo consiguió. La relación con sus padres, que no aceptaban su cambio de sexo, ya no fue la misma. En 1952 se casó con una vecina de su barrio, Catalina Pons Bofill, que no contó con el beneplácito de sus padres para esa unión, lo que le valió que la desheredaran, un hecho corregido por sus hermanos cuando sus progenitores fallecieron. En 1959 fijaron su residencia en París al lograr Jordi un trabajo como inspector de ventas en una multinacional relacionada con el transporte ferroviario francés. Allí nadie los conocía y no tuvieron problemas. Jordi y Catalina regresaron en 1969 a Barcelona, donde él murió el 2 de noviembre de 1990, a los 67 años, a consecuencia de un paro cardiaco. Durante sus últimos años de vida apareció en varios programas de televisión contando su historia. Catalina se volvió a casar y a sus 90 años vive en Sant Esteve Sesrovires (Barcelona).
Entre 1972 y 1984 hasta 13 atletas fueron descalificadas de diferentes pruebas por padecer el síndrome de Morris
Desde 1966 el atletismo ha venido realizando distintos controles de verificación de sexo a las deportistas, bien mediante exámenes físicos o pruebas de cromosomas, que estuvieron vigentes hasta 1996. Entre 1972 y 1984 hasta 13 atletas fueron descalificadas de diferentes pruebas por padecer el síndrome de Morris. Por ese mismo problema, la española María José Martínez Patiño fue excluida en 1985 de la Universidad de Kobe (Japón). Tras hacerse público su caso, perdió su beca y su plaza en la residencia deportiva donde se alojaba. La exitosa aparición de Semenya tuvo como consecuencia que en 2009 se introdujeran pruebas de testosterona, que han sido catalogadas por diversos expertos como humillantes, innecesarias y discriminatorias. El presidente de la Asociación Médica Mundial, el alemán Frank Ulrich Montgomery, pidió a los médicos que no participen en el cumplimiento de las reglas para reducir la tasa de testosterona de atletas hiperandróginas con medicamentos porque vulnerarían códigos éticos. “No hay nada patológico en la situación de esta atleta. Lo siguiente sería pedir a los jugadores de básquet de más de 2,25 metros que reduzcan quirúrgicamente su altura porque, por supuesto, tienen ventaja sobre los jugadores más bajos. Así que, ¿dónde establecemos el límite?”.
Tras los últimos fallos recibidos en contra de su pretensión, puede parecer que la suerte está echada para Semenya y el resto de deportistas en su misma situación. Sin embargo, ella no lo ve así. “Un hombre puede cambiar las reglas, pero ese hombre no puede regir mi vida. Seguiré luchando por los derechos humanos de las atletas, tanto dentro como fuera de las pistas, hasta que todas podamos correr libres como nacimos”.
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El debate sobre la participación en las competiciones de deportistas intersexuales, aquellas personas que presentan características de hombre y mujer en proporción variable, y trans, cuyas identidades son diferentes a las que se les asignó al nacer, sigue de plena actualidad debido, entre otros, al caso de Caster...
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Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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