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La bandera de España que decora la mascarilla de Abascal no está bien cosida. Lo sé porque en mi primer día en el Congreso lo he hecho todo mal, me he perdido varias veces y, al colarme por donde no debía, me he chocado de frente con el líder de Vox. Sesión de control en el Congreso de los Diputados. Mi intención en este rincón de CTXT no es contarles los grandes titulares (techo de gasto, presupuestos, la foto de Rufián sobre Felipe VI), que pueden leer en los medios generalistas y en las redes sociales minuto a minuto, sino descubrir algunos de los diamantes en bruto que se esconden en el órgano que nos representa a tod@s (o al menos debería).
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La verdad es que hoy gran parte de esos diputados y diputadas que elegimos en las urnas se han centrado en defender los intereses de una persona en particular: el rey Felipe VI. En el PP, en Vox y en Ciudadanos están muy preocupados porque al rey no le invitaron a Barcelona. Da la sensación de que la derecha siente como si no hubieran invitado a su hijo a un cumpleaños de un compañero de clase. Y en realidad es un poco eso lo que les pasa. Si tuvieran que elegir entre los reyes y los ciudadanos, no tengo ninguna duda de que acabaríamos pagando nosotros todas las fiestas de cumpleaños.
Teodoro García Egea, ese regalo que nos hicieron cuando le quitaron el escaño a Rafa Hernando (siempre en nuestros corazones), es un rapero encerrado en un ingeniero de Telecomunicación –carrera que estudió– al que ya se le ha pasado la época y se ha quedado atrás con las rimas. Su último single, dedicado a Pablo Iglesias, titulado “El PP y Pablo Casado son la esperanza de España. Ustedes hablan de tender la mano pero son más de ‘levantar la mano’ a la policía, como su compañero Alberto Rodríguez. Más PCR y menos CDR”, ha pasado demasiado desapercibido teniendo en cuenta que incluso rima.
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Estoy escribiendo a toda prisa todo lo que pasa en la sesión para que mis compañer@s no crean que soy una infiltrada, pero ahora me doy cuenta de que, en un momento de la transcripción, he escrito: “Espinosa de los Monteros y sus locuras”. A saber.
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De no ser porque al principio ha tomado la palabra, ni siquiera me hubiera dado cuenta de que Pedro Sánchez estaba aquí. Los motivos del hartazgo en su mirada pueden ser dos: que está harto de madrugar todas las semanas para escuchar cómo le ponen a parir, o que ayer vio Masterchef Celebrity porque, como yo, está enganchado a Celia Villalobos.
Ya que ha salido el tema, os cuento. Celia Villalobos –exdiputada del PP, exministra, exalcaldesa de Málaga y ex muchas cosas– ha entrado a un reality de cocina. De momento cocina regular –en el último programa se enfadó porque hizo mal un salmorejo– pero lanza puyas mientras pica cebolla: “Ya que veo por ahí tantos chorizos, ahora voy a hacerlos”. Ella es así de sutil.
Anoche, Villalobos le explicaba a un niño que decía querer dedicarse a la política que hay diferentes tipos de políticos. Gente que va para hacerse millonaria, gente que va para salir en los periódicos y gente que, como ella, ha estado en política en todos los partidos “por el bien común y por trabajar”. A lo que el niño –aún no tengo claro si dándose cuenta de que era ella o no–, le respondió que “también los hay que juegan al Candy Crush”. Efectivamente, en el hemiciclo los hay que están pensando en la lista de la compra, los hay que juguetean con la tablet de una página web a otra completamente abstraídos de sus funciones y los hay que se pasean buscando a alguien de prensa que escuche lo que tienen que decir y que, con un poco de suerte, publiquen algo sobre ellos.
No querría llevar la contraria a Celia Villalobos, pero diría que la realidad no tiene tantas caras. Simplificando, hay dos tipos de políticos: los que dejan hablar y los que no. Y eso lo sabía muy bien quien hizo mi, desde ahora, detalle favorito del Congreso.
Hoy Pablo Casado exigió a la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, que actuara en defensa de la corona (ya os he contado que estaban muy indignados porque no invitaron al niño al cumpleaños). Batet recordó que, como presidenta, al no haber imputaciones delictivas, prima la libertad de expresión en estos casos y, por tanto, denegó la petición del presidente del PP, que se enfadó y se sentó. Pero en todas las batallas hay un giro dramático, y aquí entra en escena Inés Arrimadas, a quien le toca el turno de palabra justo después y que, es de sobra conocido, suele destacar por su insistencia. La líder de Ciudadanos comienza su intervención –que en teoría iba dirigida a preguntar sobre la supervivencia de la hostelería–, así: “Gracias, señora presidenta porque estaba quedando usted muy mal al defender a Rufián y no dando la palabra a una diputada que lo pide. Simplemente tengo una pregunta muy fácil para ust”.
No es que me haya cansado de escribir, es que Batet, que ha perdido a lo tonto ya diez minutos de sesión con el tema y, a pesar de la mascarilla, se le nota en la mirada la impaciencia, la ha puesto en silencio. Hay un botón al lado derecho de la presidenta de la Cámara que permite silenciar al diputado/a para así hablar sin ser interrumpida. Me parece de lo mejor y más necesario que hay en el Congreso.
Tras un largo tira y afloja –recordemos lo de la insistencia de Arrimadas, cuyo tesón es capaz de hacer colgar a un teleoperador de los que te quieren vender más megas a mejor precio– Batet, visiblemente cansada, usa el poder del botón para pedirles a tod@s “saber escuchar al discrepante y un poco de educación”.
No creo que la educación abunde mucho en el Congreso. De ser así, no habría políticos y políticas con sueldo público que hacen aspavientos desde la tribuna, o que gritan para defender a alguien que no necesita ser defendido –porque creo que en el presupuesto de la Casa Real también nos incluyen su departamento de prensa así como su seguridad– o que acaban siendo humillados en un programa de televisión por un niño de 10 años. De ser así, en definitiva, no existiría el botón de la Batet.
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La bandera de España que decora la mascarilla de Abascal no está bien cosida. Lo sé porque en mi primer día en el Congreso lo he hecho todo mal, me he perdido varias veces y, al colarme por donde no debía, me he chocado de frente con el líder de Vox. Sesión de control en el Congreso de los Diputados. Mi intención...
Autora >
Marina Lobo
Periodista, aunque en mi casa siempre me han dicho que soy un poco payasina. Soy de León, escucho trap y dicen que soy guapa para no ser votante de Ciudadanos.
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