La loba feroz
El regreso de Albert Rivera: de político a ‘coach’
Ponerse delante de una pantalla para contar que no tiene pensado volver a la política y a la vez decir que no quieres ser un “jarrón chino” para C’s no parece muy sensato. Veremos si el jarrón desaparece o espera a que lo ‘vintage’ vuelva a estar de moda
Marina Lobo 14/05/2020
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Mientras escribo esto, la mayoría de las personas que conozco se está echando a la calle en busca de un paseo diario que probablemente no les satisfaga pero que al menos puede que consiga traerles un recuerdo de la cada vez más ansiada libertad.
Las expectativas altas tradicionalmente suelen acabar en grandes decepciones. Cuando supimos, hace ahora poco más de una semana, que podríamos salir a pasear y a hacer deporte, e incluso en algunas comunidades sentarnos a tomar una cerveza a dos metros de distancia de nuestros acompañantes, much@s cogimos aliento. Estábamos rozando un objetivo con los dedos, prácticamente podíamos oler la primavera, recorrer nuestra calle favorita, recordar qué había más allá del súper de la esquina.
Pero, cuando salimos, nos dimos cuenta de que los paseos estaban sobrevalorados. Salir un rato con alguien con quien llevas ocho semanas conviviendo las 24 horas a recorrer las calles sin destino concreto y abarrotadas de ojos que acechan por encima de las mascarillas no es muy placentero. Las conversaciones con tu pareja, tu familiar o tu compañer@ de piso se reducen a comentar que hay que ver la cantidad de gente que hay en las calles, criticar a l@s que no llevan mascarilla o indignaros juntos cuando veis que dos o más personas se encuentran y, probablemente más por inercia y poca costumbre que por desobediencia premeditada, se saludan muy cerca o se dan la mano. A muchos hoy les gustaría formar parte de una ‘brigada antiabrazos’ y tocar el silbato hasta que apareciera Fernando Simón y les soltara una buena reprimenda.
El hastío, que me producen este confinamiento y esos paseos de la nostalgia, es el que me ha empujado a seguir en directo la vuelta de Albert Rivera. Expectativas altas, lo sé. Cual influencer que se debe a sus fans para compartir sus recetas de real fooder y su morning routine, el ahora exlíder de Ciudadanos ha reaparecido en una especie de ‘entrevista’ organizada por Thinking Heads (los que se vieron todas las charlas TED).
Me hubiera gustado tener a mano unas palomitas para acompañar este ansiado reencuentro pero, como much@s, estoy a dieta para perder el peso que he ganado durante el confinamiento (hacerse una experta repostera tenía trampa: había que comerse las tartas después). Y ahí estaba él, sin corbata, en una habitación blanca como si se acabara de despertar en un hospital sin recordar quién es ni cómo llegó allí, sin ventanas a la vista y con una luz led blanca francamente terrible. Albert, como yo, tampoco se ha hecho las cejas en los últimos dos meses, cosa a priori sin importancia pero que me reconforta.
Lo primero que dijo es que no se arrepiente de la decisión que ha tomado y que no tiene pensado volver a la política –aunque su sonrisa de humildad forzada parecía dibujar lo contrario–. Primera decepción. Pero entonces, ¿qué hace aquí?, ¿nos querrá vender algo?, ¿una colonia?, ¿quizás un reloj con esfera negra y correa de cuero para los empresarios de éxito? Pues no. Parece ser que “mucha gente” –fórmula habitualmente utilizada también por l@s influencers– le está preguntando por su opinión sobre los recientes acontecimientos y él, como ciudadano (nunca mejor dicho), se ha visto en la obligación de responder.
A decir verdad, respondió a medias, lo que parece indicar que efectivamente sigue pensando en términos políticos, midiendo sus declaraciones, calculando la repercusión de las palabras. Que la actual gestión del Gobierno en esta crisis “debe de ser muy difícil” (guiño al Gobierno) pero que “no podemos caer en el autoconformismo” (pulla al Gobierno), que “la política tiene que estar a la altura de la sociedad española” (pulla dos al Gobierno) y que no quiere opinar sobre el apoyo de Ciudadanos a la prórroga del estado de alarma porque “no voy a entrar a decir si me parece bien, mal o regular”. Aunque después dijo que él creía que estaría bien ponerle límites al estado de alarma, así que se podría decir que le parece regular.
Albert es una de esas personas que tiene la capacidad de decir más con gestos o con frases a priori improvisadas que con palabras de discurso –no en vano fue un jovencísimo campeón de la Liga de Debate universitario–. “Pues hombre, si podemos ir a tomar una cerveza podremos ir a trabajar también”, simplificaba Rivera con rotundidad dejando fuera los términos en los que se puede tomar una cerveza –distancia de seguridad, 1/3 del aforo de la terraza– y que no se podrían cumplir en la mayoría de los puestos de trabajo.
Otra cosa a la que acostumbraba mucho el expresidente de Ciudadanos cuando subía a la tribuna del Congreso era a citar frases de otros autores –y a sacar objetos de todo tipo–. “Cuando viene un tsunami tienes dos opciones: o intentar surfear la ola o quedarte parado y paralizado”, decía Rivera aludiendo a la gestión del actual gobierno en la crisis del coronavirus. Una frase que bien podría venir en una taza de desayuno o en un libro de coaching. Perdónenme, pero yo vi Lo Imposible y tengo serias dudas de que ese tsunami se pudiera surfear.
Tras las últimas versiones de Rivera (el que sacó un adoquín durante un debate televisado, el que olió a un perro para rascar votos, el que citó a Kant sin haberlo leído…) el exlíder de Ciudadanos intenta mostrarnos ahora una faceta más mansa, más calmada. Incluso tuvo buenas palabras para el ingreso mínimo vital, “siempre y cuando sea algo temporal mientras la persona encuentra trabajo”, observó. Se agradece el apunte, porque seguramente haya mucha gente deseando subsistir el resto de su vida con 462 euros al mes.
En definitiva, ponerse delante de una pantalla para contar que no tiene pensado volver a la vida política, responder a preguntas que han mandado periodistas y al mismo tiempo decir que no quieres ser un “jarrón chino” para Ciudadanos no parece muy sensato. Veremos si el jarrón desaparece o simplemente espera a que lo vintage vuelva a estar de moda.
Mientras escribo esto, la mayoría de las personas que conozco se está echando a la calle en busca de un paseo diario que probablemente no les satisfaga pero que al menos puede que consiga traerles un recuerdo de la cada vez más ansiada libertad.
Las expectativas altas tradicionalmente suelen acabar en...
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Marina Lobo
Periodista, aunque en mi casa siempre me han dicho que soy un poco payasina. Soy de León, escucho trap y dicen que soy guapa para no ser votante de Ciudadanos.
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