1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.340 Conseguido 91% Faltan 16.270€

Literatura

Contra la vanidad de las grandes palabras

A propósito de ‘Werra’, la última novela de Federico Jeanmaire

Rubén A. Arribas 28/11/2020

<p>Federico Jeanmaire.</p>

Federico Jeanmaire.

Juan Guy Jeanmaire

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Nadie escribe como Federico Jeanmaire.

Basta abrir su última novela, Wërra (Anagrama, 2020), y leer una página cualquiera para darse cuenta de que está pensada, escrita y hasta diseñada con la devoción de un artesano. Al lector primerizo quizá le parezca raro el estilo; sin embargo, cualquier lector devoto de Jeanmaire reconocerá enseguida algunas marcas insoslayables: las rupturas gramaticales, el modo de cortar los párrafos o la manera que tiene de empezar y terminar algunos capítulos. También encontrará una página donde cada línea representa una oportunidad de escritura y donde los párrafos –muchos de una sola oración, incluso de una sola palabra– no solo construyen el ritmo, sino que ejecutan algún movimiento dentro de ese gran tablero de juego que es la novela. Bastan dos o tres capítulos para apreciar que ahí palpita un escritor que entiende la literatura más como un arte que trabaja con la lengua y la tradición literaria que como un hecho intelectual.

La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí 

En ese aspecto es donde se ve con mayor claridad la singular manera en que este autor argentino se ha apropiado de las enseñanzas de su admirado Cervantes. Después de casi una veintena de novelas y algunos ensayos, la obra de Federico Jeanmaire (Baradero, 1957) puede leerse como el intento –exitoso– de construir una personalísima lengua literaria, y dejarse impregnar por ella hasta las últimas consecuencias, sea cual sea el tema del que hable. Así se desprende de Una lectura del Quijote (Seix Barral, 2004), donde analiza de manera primorosa la infinidad de recursos técnicos que empleó Cervantes para inventar la novela moderna. Uno de ellos, tal vez el mayor, fue crear una lengua artificial y reconocible para esos dos artistas del dialogar monologando que son Sancho y don Quijote.

En el caso de Jeanmaire, el artificio es una voz cuyo fraseo y melodía remiten a la oralidad argentina. O mejor dicho: al oído de un escritor de provincias fascinado desde su juventud universitaria por cómo la gente de la capital utiliza los nexos, la puntuación o el énfasis en aras de captar la atención ajena y hacer más atractiva una historia cualquiera, sin importar lo más mínimo la ortodoxia gramatical y ortográfica. En la vida cotidiana, viene a decirnos Jeanmaire, la noción de estilo está omnipresente: todos empleamos decenas de recursos –algunos muy poco ortodoxos– con tal de lograr que los demás nos escuchen un rato. Si a eso le sumamos la tradición literaria que une a escritores como Julio Cortázar, Antonio di Benedetto o Domingo Faustino Sarmiento, y le añadimos nueve o diez horas diarias para limpiar de costuras cada página, obtendríamos algo así como la fórmula magistral del estilo Jeanmaire. Una voz que resuena dúctil, ágil y juguetona, y que aspira línea por línea a ponerle difícil al lector el momento de cerrar el libro.

Lejos del prototipo del escritor-ventrílocuo, que modula voces distintas para cada novela, Jeanmaire prefiere dejar que la suya lo ocupe todo y dé vueltas y vueltas alrededor de cualquier asunto

Además, da igual si Jeanmaire escribe sobre la compleja identidad argentina, el Quijote o su época hippie viajando por Europa y América del Sur; o si lo hace sobre su pasado familiar, la guerra en las Malvinas, el amor o sobre su estética literaria; o si, como en el caso de Wërra, escribe sobre la Operación Chariot, un episodio de la II Guerra Mundial. Da igual. Indefectiblemente, este cervantinísimo escritor argentino lleva el tema a su terreno, deja que su estilo lo fagocite y lo devuelve, por así decirlo, jeanmairizado. Lejos del prototipo del escritor-ventrílocuo, que modula voces distintas para cada novela, Jeanmaire prefiere dejar que la suya lo ocupe todo y dé vueltas y vueltas alrededor de cualquier asunto, por trivial o profundo que sea este.

Dos anécdotas muy poco académicas

A pesar de ser un reconocido especialista cervantino y de haber estado incluso becado en la Biblioteca Nacional de España, su rebelde y desinhibido espíritu literario se resiste a escribir en lenguaje académico. De hecho, a finales de los ochenta, se le hizo tan cuesta arriba redactar la tesis doctoral que prefirió dedicar ese esfuerzo a perpetrar una divertidísima autobiografía apócrifa, Miguel, con la que fue finalista del Premio Herralde en 1990, y que en su interior lleva el subtítulo Phantasmata Speculari, una alusión a la frase de Giordano Bruno, “Pensar es especular con imágenes”, una máxima que parece encerrar su modo de entender la literatura: una máquina imparable de producir significados. No uno solo, sino muchos; cuantos más, mejor. De ser posible, una catarata.

Más adelante, volvería a ocurrirle algo similar. Cada vez que se proponía escribir sobre el Quijote fracasaba: ni las notas a pie de página ni las bibliografías interminables ni el plúmbeo fraseo académico eran lo suyo. Nunca lo han sido. Al final, tardó más de 25 años en convencerse de que la única posibilidad de que existiera Una lectura del Quijote era escribirlo a su aire, es decir, dejando que el fondo y la forma pudieran dar cuenta de cómo había asimilado las enseñanzas de su gran maestro. ¿El resultado? Un ensayo único en su estilo e indispensable para cualquiera que quiera saber por qué Cervantes fue un escritor superlativo y merece la pena estudiarlo si se quiere ser un novelista digno de este oficio.

Curiosamente, Wërra es un libro donde la parte dedicada a la Operación Chariot recuerda a Una lectura del Quijote. Y lo hace al menos por dos razones.

Una es el estilo, por supuesto, que se apropia con absoluta naturalidad del relato sobre cómo un grupo de comandos ingleses atacó el 28 de marzo de 1942 el puerto de Saint-Nazaire, ocupado entonces por los nazis. Por el camino de las casi 400 páginas, la voz que narra encontrará el momento oportuno para hablar de la táctica seguida, detallar los modelos de las ametralladora utilizadas o aportar testimonios de quienes participaron en la operación. No falta un solo detalle de cómo los ingleses planearon y ejecutaron la voladura del dique seco de ese puerto francés ni de las represalias que tomaron las autoridades nazis (que promulgaron un edicto donde amenazaban con fusilar –sin juicio previo– a la décima parte del barrio donde ocurriese un atentado similar...). Si uno quiere, puede saltarse los capítulos dedicados al padre, la guerra de Malvinas o la identidad argentina, y solo leer la parte de la Segunda Guerra Mundial... Y aprenderá mucho sobre el asunto.

La segunda razón va unida con la primera: en ambos libros, impresiona el trabajo realizado para conseguir que la exhaustiva documentación no se traduzca en un aburrido engendro de tono solemne, estilo farragoso o erudición abrumadora. El resultado de la maniobra es inédito e inesperado para el lector. Además, consigue algo que Jeanmaire alaba de Cervantes: la habilidad de producir hechos narrativos que puedan ser disfrutados por públicos de saberes diversos, casi irreconciliables. Si la literatura es una discusión infinita, ese debate debería estar abierto a todo el mundo.

Chip Saunders vs. Jacques Tati

En Wërra asoman muchos de los elementos temáticos y formales que caracterizan la obra de Jeanmaire. Al calor de la narración de la Operación Chariot, recupera dos temas esenciales para él: la difícil relación con su padre y la necesidad de reflexionar sobre la identidad argentina. Sobre ambas cuestiones ya había escrito largamente en sendas novelas autobiográficas de título inequívoco: Papá (Sudamericana, 2003) y La patria (Seix Barral, 2006).

En la primera leemos que la escritura de Jeanmaire nace de un profundo sentimiento de  incomunicación con su padre, que fue un militar frustrado. Si bien no es la única fuente que lo inspira, sí es una de las primordiales. En Papá, su progenitor aparece retratado como una persona autoritaria, silenciosa y poco dada a mostrar afecto por los demás, y cuya voz imponía respeto y miedo incluso cuando pedía el salero en casa. Era alguien que se relacionaba con la realidad a través de certezas que expresaba de manera muy rotunda. Quizá la más importante y dolorosa para su hijo fue que consideró que la patria estaba antes que la familia. También que “Dios era el único que podía parar a los comunistas” y el “único que podía salvar a la patria”.

No debió de ser fácil relacionarse con un padre así.

Nada fácil.

O no al menos para un Jeanmaire de 9 años que vio cómo aquel hombre poco dado a la efusividad celebraba, whisky en mano, el golpe militar del general Onganía en 1966. Y que unas semanas después ejercía como alcalde de Baradero y obligaba a su hijo a vivir bajo el estigma de ser el hijo de. Tampoco debió de serlo a los 12 años, cuando suspendió a propósito el examen de ingreso en el Liceo Militar General San Martín, donde su padre quería que estudiase. Y más difícil debió de ser aún cuando llegó el golpe militar de 1976 y su padre aceptó de nuevo ser alcalde, y entonces los guerrilleros del Ejército Revolucionario del Pueblo secuestraron el coche familiar y lo quemaron en un descampado como parte de su estrategia de lucha contra la dictadura.

Tampoco debió de ser fácil estudiar en la facultad de Letras en unas circunstancias así.

Un horror, más bien.

Tanto que, a esa altura, Jeanmaire solo esperaba cumplir la mayoría de edad –21 años en aquella época– para distanciarse de “la mirada implacable” de su padre y de un país donde sospechaba que jamás sería libre. Por eso, irse de Argentina en 1979 y llegar al madrileño barrio de Malasaña en plena Movida fue algo liberador. Fiel al espíritu de la época –y a su aspecto de hippie con pelo largo–, trabajó de cualquier cosa con tal de automantenerse y no regresar. Así, fue músico callejero, lechero y vendedor de bocatas de tortilla en la plaza del Dos de Mayo, artesano de pulseritas en Ibiza, vendimiador en Francia o conductor de autobús en Holanda. Todo le valía con tal de no ceder ante el ímpetu de las jerarquías y el estamento militar, fueran estos en el ámbito doméstico o en el nacional. De esa experiencia europea nacería, sobre todo, una actitud ante la vida que luego impregnaría toda su literatura: la libertad.

Libertad aplicada a los contenidos y libertad aplicada a las formas.

La digresión viene a cuenta de un capítulo de Wërra donde Jeanmaire contrapone dos personajes cinematográficos: el sargento Chip Saunders (de la serie Combate) y Monsieur Hulot (el alter ego de Jacques Tati). Es su forma de explicar no solo la distancia que existió entre su padre y él, sino dos visiones del mundo antagónicas. También la incapacidad que solemos demostrar para ponernos en el lugar del otro.

Mientras que su padre disfrutaba con el valiente y siempre victorioso sargento Chip Saunders, él se identificaba con el patoso Jacques Tati de Las vacaciones del sr. Hulot. Si bien el hijo acompañó al padre viendo en la tele la serie entera de Combate –por aquello de hacer algo juntos–, este no actuó de manera recíproca. De ahí que el capítulo de Wërra termine con una pregunta bumerán: “¿Por qué mi padre nunca me acompañó a ver una película de Monsieur Hulot?”.  A sus 63 años y habiendo escrito ya tanto sobre su viejo, la pregunta, más que como un reproche o una duda, puede tomarse como una reflexión sobre su propia paternidad. Acaso como un recordatorio sobre la importancia de ser él mismo un padre presente, afectuoso y dialogante.

La pelea por las grandes palabras

Pese a venir a Europa, los militares siguieron teniendo una presencia notable en la educación sentimental de Jeanmaire. Primero tropezó aquí con el intento de golpe de Estado del 23-F, pocos días después de haber cambiado su guitarra acústica por una máquina de escribir en el barrio de Cuatro Caminos, y aceptar así que la vocación es aquello contra lo que no hay manera de oponerse. En su caso, eso resultó ser la escritura, y no la música. Un año después, con la guerra de Malvinas, le tocó vivir que su padre, que había sido sargento de joven, pidiera a los 55 años reintegrarse al Ejército argentino. Por suerte, la solicitud fue denegada.

A la vista de este breve extracto biográfico, resulta fácil comprender por qué la incomunicación es uno de los temas que atraviesa la obra de Jeanmaire. En sus novelas, en general, nadie se entiende del todo bien con nadie. A veces, eso es divertido y da lugar al delirio o el absurdo, como en Prólogo anotado (Norma, 1993), Montevideo (Norma, 1997), Los Zumitas (Norma, 1999) o Amores enanos (Anagrama, 2016), obras donde uno tiene la sensación de que la literatura nace del malentendido y que esa es la excusa perfecta para enhebrar un disparate tras otro.

La incomunicación es uno de los temas que atraviesa la obra de Jeanmaire. En sus novelas, en general, nadie se entiende del todo bien con nadie

Otras veces, como en Tacos altos (Anagrama, 2016), la incomunicación tiene que ver con obstinarnos en leer la realidad encerrados en nuestro pequeño mundo de ideas, un camino bastante recto, todo sea dicho, hacia el dolor que causa no comprender y no ser comprendidos. De ahí la importancia de salirse de las cárceles mentales donde nos clausuramos y, a través de la literatura, aprender a pensarnos desde la perspectiva ajena.

Otra idea fundamental es la importancia que tiene reflexionar sobre palabras como libertad, paternidad, valentía, autoridad, patria o amor.  Palabras grandes y ampulosas donde las haya, y que sin embargo son un montón de verdades y mentiras que heredamos a modo de punto de partida, y sobre cuyo significado algo deberíamos decir. Algo que sea coherente con nuestra experiencia vital, se entiende. Algo que demuestre que su definición no la estamos dejando en manos de quienes buscan apropiarse de ellas y vaciarlas de sentido. En esa clave puede leerse, por ejemplo, el epígrafe de Juan José Saer que abre Wërra: “Yo pienso, como Samuel Johnson, que la patria, en tanto que abstracción, es el último refugio del sinvergüenza”.

Por último, hay una concepción de la literatura como territorio donde jugar y ser absolutamente libre. Una literatura que, según Jeanmaire, debe volver a los elementos que la originaron: el escritor arma un juego y el lector construye significados, y cuantos más mejor. Algo parecido a lo que sucede en la segunda parte del Quijote, donde todos los personajes parecen haber leído la primera y tienen una opinión personal.

En ese aspecto, quizá su libro más emblemático sea La virgen peronista (Norma, 2001), una especie de road movie en carromato donde Armando busca a su hermana monja que está encerrada en un convento. La novela no logró poner de acuerdo a peronistas y antiperonistas sobre si era contra los unos o contra los otros. Esa calculada polisemia es una forma típicamente jeanmairnesca de oponerse al autoritarismo que percibe en las novelas que admiten una sola lectura y que no estimulan que cada lector construya su propio sentido.

Guerra al exceso de certidumbres

En el conjunto de su obra, Wërra supone una sorprendente incursión en la novela histórica, casi en lo documental, podría decirse. Es más: podría leerse como el reverso de Montevideo, una desmesurada fabulación alrededor de las obsesiones de Sarmiento, el prócer argentino por excelencia. Pese a que en la contraportada la crítica argentina Beatriz Sarlo aclaraba que el autor no pretendía “reconstruir la historia, sino inventarla”, muchos lectores tomaron por documento histórico lo que era una imaginativa y disparatada novela. Ahora el movimiento es el inverso: Wërra sí que pretende reconstruir fidedignamente un acontecimiento histórico.

Esto, por sencillo que parezca, es toda una decisión estética en una extensa bibliografía que, entre otros, incluye títulos tan desopilantes como Amores enanos, una novela que comienza una y otra vez, como si, además de contar la historia de los dos enanos strippers que la protagonizan, necesitara reflexionar sobre la tiranía del inicio in media res, un procedimiento narrativo que se ha estandarizado, como tantos otros. Si algo ha caracterizado la carrera de Jeanmaire es que abunda en detalles así: le gusta escribir la novela que nadie espera de él.

Difícilmente puede leerse el libro como algo distinto de lo que es: un sólido, argumentado y vehemente manifiesto antimilitarista

En el caso de Wërra, por ejemplo, sorprende que haya renunciado a su clásico juego de potenciar la multiplicidad de sentidos. Si bien hay tres finales y varios planos de significación, difícilmente puede leerse el libro como algo distinto de lo que es: un sólido, argumentado y vehemente manifiesto antimilitarista que define la guerra como el peor de los inventos humanos (y acaso el más lucrativo de los negocios). Tampoco ofrece muchas dudas la crítica que hace al papel de la escuela, en su calidad de “gran constructora de la nacionalidad argentina”, por haber instalado dos ideas sobre la soberanía nacional con las que está en desacuerdo. Una es enseñar que las Malvinas son argentinas, algo que supuso que la mayoría del país no percibiese el desembarco de su ejército como una invasión, y por tanto como una declaración de guerra. La otra tiene que ver con afirmar que una gran parte de la Antártida es argentina, algo que no figura en el Tratado Antártico y que puede ser la semilla de un futuro conflicto bélico.

Ahora bien, por encima de todo, Wërra aspira a ser una reflexión sobre el modo en que contamos la guerra. Siguiendo la estela de Montaigne, Jeanmaire concluye que debemos ponernos a salvo de la vanidad de las palabras. Por desgracia, todavía hoy muchas personas hablan de la guerra como si fuera “una franca contienda entre héroes”, esto es, como si fuera un disputado partido de rugby del que se habla mientras se toma una cerveza en el bar. Incluso algunos soldados y civiles que vivieron la Operación Chariot diluyen lo dramático y, en aras de buscar la empatía lúdica del lector o del oyente, relatan de manera festiva, fanfarrona o despreciativa la muerte ajena. Y es que, al encerrar al otro en la etiqueta de enemigo, este queda desprovisto de su condición de ser humano y entonces parece importar poco ya si tenía familia, amistades o proyectos vitales.

Por eso mismo, no existe discurso más antiliterario que el bélico: a fuerza de subrayar las diferencias, termina borrando cualquier rastro de semejanza con el otro y lo convierte en un objetivo que eliminar. En estos tiempos donde se habla tanto de guerra cultural y el espacio público está saturado de discursos ricos en metáforas bélicas que incitan al odio, libros como este nos ayudan a construir una mirada perpleja y dubitativa; una mirada más proclive al humor, el hedonismo o lo artístico ante un mundo que, como ya cantó Jorge Drexler, está como está por causa de las certezas. Wërra, en definitiva, nos invita a resignificar la valentía como el arte de parecernos más a Jacques Tati y menos al sargento Chip Saunders. 

La pandemia ha golpeado duro a CTXT. Si puedes, haz una donación aquí o suscríbete aquí 

Nadie escribe como Federico Jeanmaire.

Basta abrir su última novela, Wërra (Anagrama, 2020), y leer una página cualquiera para darse cuenta de que está pensada, escrita y hasta diseñada...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí