Negacionismo
Magufos, conspiranoicos y covid-19
Las consecuencias de lanzar teorías que resten gravedad a la situación son el avance de la enfermedad y el incremento del número de víctimas
Francisco Castejón 16/11/2020
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Cada vez con mayor frecuencia la humanidad se enfrenta globalmente a desafíos para los que no está preparada. Ni los sistemas políticos o de gobernanza, ni las economías ni los sistemas científico-tecnológicos están listos para enfrentar algunas de las crisis que nos han golpeado.
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El cambio climático es probablemente el ejemplo más claro de gran desafío global al que la humanidad debe hacer frente. Sin embargo, los sistemas políticos y económicos oponen grandes resistencias a acometer los cambios necesarios, debido sobre todo a los intereses de quienes se benefician del actual statu quo. La ciencia se va abriendo camino en el conocimiento del fenómeno como tal y de la predicción de los cambios que cabe esperar, ampliando lo que se sabe de los complejos fenómenos que gobiernan el clima. Este avance no está exento de problemas e injerencias externas.
Ahora nos enfrentamos a una nueva plaga que está ocasionando miles de muertos en el mundo y un quebranto de las economías, motivado por las medidas antipandemia que se están tomando. Este nuevo virus ha mostrado las debilidades humanas frente a este tipo de amenazas. Para empezar nos traslada una nueva alarma sobre la insensatez de nuestras relaciones con el medio ambiente. El salto del virus de una especie animal a los humanos tiene que ver con la pérdida de biodiversidad y con las relaciones que tenemos con las especies salvajes. La biodiversidad y variedad de especies suponen un verdadero muro de protección frente a estos microorganismos que se verían obligados a realizar más mutaciones para llegar a ser nocivos para los humanos. El uso de especies salvajes para la alimentación, por ejemplo, tiene severos impactos sobre los ecosistemas, pero además nos acerca microorganismos que antes teníamos lejos en la cadena evolutiva. En pocas palabras, nuestro desprecio por el medio ambiente, los ecosistemas y la biodiversidad tiene efectos nocivos inesperados, como la irrupción de la covid-19.
El desconcertante comportamiento de este virus ha permitido que quienes ponen en duda el conocimiento científico lancen sus extrañas teorías
La globalización basada en los viajes físicos, el turismo y la economía presencial sufren un gran golpe que se nota en los PIBs de los países que más dependen de estos factores. Los sistemas públicos de sanidad quedan en entredicho en los países en los que son más débiles y lo mismo cabe decir de los sistemas de protección social.
Además, la covid-19 ha puesto en evidencia el desconocimiento que todavía tenemos sobre estos microorganismos que son los virus. Nos enfrentamos a uno nuevo del que poco se conoce, y cuyo tratamiento se va aprendiendo sobre la marcha. No se sabe a ciencia cierta cuánto tiempo puede vivir fuera del huésped, ni siquiera si puede transmitirse por vía aérea o sólo por las gotículas emitidas por las personas al hablar. Se va aprendiendo sobre la marcha; también sobre los tratamientos eficaces y sobre la sintomatología y se trabaja en el desarrollo de una vacuna. Es decir, la ciencia y la técnica no están listas para protegernos de este virus, a pesar de los avances en biología molecular y biofísica que se han producido en los últimos tiempos.
Este hecho tiene profundas implicaciones sobre la política, la gobernanza y la toma de decisiones. Por ejemplo, la ausencia de una vacuna eficaz obliga a los gobiernos a tomar medidas ancestrales como el confinamiento y la limitación de la movilidad para reducir la extensión de la pandemia.
No hay nada como la incertidumbre científica para que encuentren hueco los magufos y las teorías conspiranoicas. El desconcertante comportamiento de este virus ha permitido que quienes ponen en duda el conocimiento científico o sospechan de las explicaciones oficiales lancen sus extrañas teorías. Pero, en este caso, las consecuencias de abrazar estas ideas son más graves que las de creer, por ejemplo, en los chemtrails: las consecuencias de lanzar teorías conspiranoicas que resten gravedad a la situación (el virus no existe, es un invento de Bill Gates, lo crearon los chinos para desestabilizar a EE.UU., es un invento de poderes ocultos, las mascarillas no sirven para nada,…) son el avance de la enfermedad y el incremento del número de víctimas.
Siempre hay gentes que viven en el mundo de las pseudociencias y que critican lo que ellos llaman la ciencia oficial. Por ejemplo, pondrán en cuestión la vacuna anti-covid cuando aparezca. Pero hay gente mucho menos inocente que persigue conseguir sus fines particulares, ya sean políticos o económicos. Uno de los principales escépticos es el líder del todavía más poderoso país de la tierra: Donald Trump. Ni siquiera haber sufrido la enfermedad le ha hecho cambiar de actitud. Él quiere aumentar su fortaleza política, no debilitar la economía, machacar a los débiles que cuidan de la salud pública,… No hay más que ver cómo ha sido su salida del hospital. La ha convertido en un hecho triunfal en lugar de pedir disculpas por sus errores nada bienintencionados. A la sombra de Trump se colocan otros líderes como Bolsonaro o el primer Boris Jonhson, mostrando que, en efecto, Trump es un líder que puede enviar a una buena parte del mundo hacia el precipicio.
En España estamos viendo también un aprovechamiento partidista de la pandemia. Podemos ver convertidos en paladines de la libertad a personas del ámbito de la extrema derecha y del entorno de Vox, que defienden nada menos que a Franco, que no se caracterizó precisamente por permitir opiniones discrepantes. En estas manifestaciones se mezclan los que sostienen que la covid es una invención con quienes creen en el virus pero no en que valga la pena sacrificar la economía para combatirlo. Todos ellos coinciden en querer desestabilizar al Gobierno. Pero el PP estatal, y sobre todo el de la Comunidad de Madrid, están también tensando la situación y polarizando la política con el mismo objetivo. Todo esto hace casi imposible un debate sereno y sensato sobre lo acertado o equivocado de las medidas a tomar.
El conocimiento científico, aun siendo incompleto, es la mejor respuesta a una pandemia como esta. Es una pena tener que salir hoy, en pleno siglo XXI, a defender el rigor y el conocimiento científico, que son las mejores opciones para hacer frente a este tipo de problemas. La ciencia aún no nos da todas las respuestas, pero nos da las de mejor calidad. Por eso, en esta situación de pandemia, resulta temerario ponerlo en duda. Pero también es dañino hacerlo cuando no estemos en medio de una crisis, porque minamos la credibilidad de la ciencia abrimos paso a conspiraciones inexistentes, que nos obligarán a defendernos de amenazas que no son tales.
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Cada vez con mayor frecuencia la humanidad se enfrenta globalmente a desafíos para los que no está preparada. Ni los sistemas políticos o de gobernanza, ni las economías ni los sistemas científico-tecnológicos están listos para enfrentar algunas de las crisis que nos han golpeado.
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Francisco Castejón
Es Doctor en Físicas y es especialista en temas de energía. Es consejero del CSN. Investigador Titular de OPI con el cargo de director de Unidad. Cuenta con más de 150 publicaciones en revistas internacionales. Es autor de ¿Vuelven las Nucleares?, publicado por Talasa en 2004, Claves del Ecologismo social (2013), Alta Tensión (2015).
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