GANAS DE QUEMAR COSAS
Ser una mala persona no te convierte necesariamente en una mala persona
Alicia Ramos 4/11/2020
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Llevo un tiempo viendo gente que se molesta porque la miren mal por ir con mascarilla. O por ir sin ella, da igual para el caso que nos interesa aquí. Lo que les indigna es que les miren mal. Ni siquiera que les insulten o les agredan, con una mirada torva les basta para indignarse. O gente que rechaza que les llamen racistas porque han tirado piedras contra un centro en el que se alojan personas migrantes. “¿Cómo puede ser que me llamen racista por poner primero a los de aquí?” Al partido neofranquista le molesta que le llamen ultraderecha, lo sé porque así lo ha manifestado públicamente, que otro vínculo no tengo. Estas personas se manifiestan muy dolidas por la incomprensión que reciben del resto de la sociedad.
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El artefacto más acabado de esta tendencia es la lucha contra la superioridad moral de la izquierda. Es un apartado obligatorio, un punto del orden del día justo debajo de “plantear oposición al marxismo cultural” y en el mismo bloque que “ridiculizar el buenismo”. Porque si admitimos la superioridad moral del adversario tenemos por fuerza que ser mala gente. Y a nadie le gusta ser mala persona, cualquier cosa antes que mala persona. Es el mismo mecanismo de los “Médicos por la Verdad”, que sugiere que el resto de la profesión aboga por la mentira, o de quien emprende algo “por España”, entendiéndose que las demás iniciativas deben de ser por Singapur o Malí.
Hasta hace poco había una pintada en la calle de la Encomienda, en Lavapiés, que venía a decir algo así como, y cito de memoria, “la industria del queso esconde explotación sufrimiento y muerte”. No como los invernaderos de pimientos, tomates, calabacines o berenjenas, que son el paraíso en la Tierra.
Aunque su veracidad no está acreditada, es célebre el episodio que desencadenó la postración definitiva de Nietzsche en 1889: movido por la más profunda piedad se abrazó al caballo al que un cochero estaba castigando con dureza en la Piazza Carlo Alberto de Turín. Buen tipo, ¿eh? Una cosa es un caballo indefenso y otra un malvado proletario que se reúne con otros para ver qué puede hacerse para mejorar las condiciones de vida de la clase obrera, no vas a comparar.
A poco de mudarse Nietzsche a Basilea, tuvo lugar allí un congreso de la Internacional Socialista. “No hay nada más terrible que una especie de esclavos bárbaros que ha aprendido a considerar su existencia como una injusticia y que se prepara para vengarse en nombre de todas las generaciones”, escribió. Creo que así Nietzsche formuló, aunque fuera involuntariamente, la idea de que ser una persona egoísta, aristocrática e indiferente al sufrimiento de quienes trabajan para mantener tu nivel de vida no te convierte necesariamente en una mala persona. Y tuvo éxito porque hay un montón de gente que lo que quiere es ejercer sus privilegios sin ser señalada.
Quienes cuestionaban el cambio climático hasta hace poco simplemente negaban y ya, se tapaban las orejas con las manos y gritaban mientras movían la lengua, “dldldldld, ¡no te oigo!” Ahora es más difícil porque las evidencias nos caen en la cabeza en forma de pedrisco, lluvia torrencial, plagas o incendios. El discurso ha mutado de forma sustancial, ahora se admite que el clima cambia, pero que eso no significa que yo sea responsable, mis patrones de consumo no tienen nada que ver con esta historia.
Pero dejó de bastar con eso. Hacía falta una filosofía que explicara que ser una mala persona no te convierte necesariamente en una mala persona.
En La mente reaccionaria, Corey Robin recuerda una entrevista de Ayn Rand con Mike Wallace en la que se declara la pensadora viva más creativa. “Eso lo dijo en 1957, cuando Arendt, Quine, Sartre, Camus, Lukákcs, Adorno, Murdoch, Heidegger, Beauvoir, Rawls, Anscombe y Popper estaban trabajando”.
Ayn Rand lo que propone es que “si queremos que la civilización sobreviva debemos rechazar la moral altruista”. Y tan pancha.
Con esto debería bastar para que portavoces de grupo parlamentario defenestradas se sintieran plenamente legitimadas para ejercer el egoísmo como si fuera una virtud teologal, pero ya se sabe cómo es el mundo de las ideas, siempre en constante movimiento y evolución y todo esto ha ido un paso más allá. Estamos asistiendo al nacimiento de una ética que exige ser déspota, insultar y desautorizar sin pruebas de entrada, porque “la sinceridad es lo primero” y “es mi opinión y hay que respetarla”, y luego ya iremos viendo. La gente amable ya no es de fiar.
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Llevo un tiempo viendo gente que se molesta porque la miren mal por ir con mascarilla. O por ir sin ella, da igual para el caso que nos interesa aquí. Lo que les indigna es que les miren mal. Ni siquiera que les insulten o les agredan, con una mirada torva les basta para indignarse. O gente que rechaza que les...
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Alicia Ramos
Alicia Ramos (Canarias, 1969) es una cantautora de carácter eminentemente político. Tras Ganas de quemar cosas acaba de editar 'Lumpenprekariat'. Su propuesta es bastante ácida, directa y demoledora, pero la gente lo interpreta como humor y se ríe mucho. Todavía no ha tenido ningún problema con la Audiencia Nacional ni con la Asociación Española de Abogados Cristianos. Todo bien.
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