medioambiente
España es el país de la UE que más plásticos arroja al mar, con cerca de 126 toneladas diarias
Un informe de la organización OCEANA señala que más del 90% de las aguas del país son de gran profundidad, lo que hace casi imposible la retira residuos en los fondos marinos más accidentados
ctxt 2/12/2020
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Gracias a la profundidad de sus mares, España cuenta con numerosos enclaves marinos ricos en biodiversidad. Sin embargo, la presencia habitual de cañones, escarpes y montañas submarinas en estos ecosistemas también convierten a nuestras aguas en un espacio especialmente vulnerable ante una de las grandes amenazas medioambientales de nuestro tiempo: la contaminación de los plásticos. Esto es lo que asegura un reciente estudio publicado por la ONG Oceana, donde se alerta que más del 90% de los fondos marinos de España son de gran profundidad, lo que hace prácticamente inviable la retirada de residuos.
Pese a esto, la proliferación de estas trampas de plásticos no es un problema que se limite a la compleja geomorfología de nuestros mares. Según la organización, el carácter semicerrado del Mar Mediterráneo –que favorece la retención de residuos– y, sobre todo, la alta urbanización de litoral, también están disparando la susceptibilidad de unas aguas que, ya de partida, sufren sobremanera los embates de la acción humana: España es el país de la Unión Europea que más plásticos arroja al mar, con cerca de 126 toneladas diarias.
“Las aguas profundas son zonas particularmente vulnerables al impacto de la basura marina, ya que la ausencia de luz solar y agentes erosivos, además de las bajas temperaturas, ralentizan considerablemente su tiempo de degradación”, detalla sobre esta circunstancia el informe. Es decir, si bien en aguas superficiales los plásticos generan daños que pueden durar siglos, en las aguas profundas el deterioro perdura durante todavía más tiempo.
Hasta el 80% de los plásticos que se vierten en nuestras aguas tiene origen terrestre y son transportados al mar “a través del sistema de alcantarillado
Y si se atiende a nuestro entorno marino, este extremo se convierte en la norma: el país, que cuenta con el doble de superficie marina que terrestre, tiene las segundas aguas más profundas de la UE, con una hondura media de más de 3.000 metros. Una vez que los residuos alcanzan estos enclaves, asegura el estudio, “es prácticamente imposible retirarlos por medios mecánicos” –bien por motivos logísticos bien por el alto coste–, e incluso hacerlo puede convertirse en una práctica contraproducente para los ecosistemas más sensibles o más accidentados.
Pero, ¿cómo llegan todos estos residuos a los fondos marinos? Según explica el documento, hasta el 80% de los plásticos que se vierten en nuestras aguas tiene origen terrestre y son transportados al mar “a través del sistema de alcantarillado, arrastrados por tormentas cercanas o empujados por el viento desde vertederos o entornos urbanos”.
Este último punto, el referente a los espacios altamente urbanizados, es fundamental para entender por qué nuestros mares se encuentran entre los más vulnerables de la Unión Europea: hasta un tercio de la población del país vive en zonas costeras, y el 80% de los millones de turistas que llega de visita todos los años lo hace para quedarse en el litoral.
De la misma forma, es muy importante la función paralela que cumplen los ríos como canales de arrastre de todos los residuos y plásticos que se generan en el interior pero que terminan llegando a las desembocaduras, los estuarios y las bahías de nuestras costas. Una situación que, según el estudio, resulta muy preocupante en toda la vertiente del mar Mediterráneo, “donde se encuentran algunas de las principales ciudades españolas y las desembocaduras de ríos como el Ebro, el Turia, el Júcar o el Segura”.
Aquí, Oceana destaca zonas especialmente vulnerables como el área que cubre el archipiélago balear y el parque nacional de Cabrera, así como las costas de Murcia y el mar de Alborán. Otros puntos calientes de nuestros mares donde están proliferando las trampas de plásticos son el noroeste de Galicia en la vertiente atlántica y los alrededores de la isla de Tenerife, donde proliferan los cañones marinos tras la desaparición de la plataforma continental.