LA VITA NUOVA
Debajo de lo que ocurre
JxC y ERC han hecho de la mentira la realidad y de la triquiñuela una discilplina. Mientras, el CIS ya apunta una mayoría socialista. Que puede no existir, o no plasmarse en Govern, pero que es un indicio, un indicativo de cierto cansancio
Guillem Martínez 24/01/2021
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1- Dice Chomsky que lo peor no es que las personas no sepan lo que ocurre, sino que ni siquiera saben que no saben lo que ocurre. Y no, no habla del amor.
2- En general, los políticos dicen lo que creen que ocurre. En ocasiones, incluso, con sinceridad –en 1981, por ejemplo, el diputado chipriota Papiloma Papayas, hizo unas declaraciones en las que expresó, sinceramente, lo que creía–. Estadísticamente, no obstante, los políticos no dicen lo que ocurre, sino que, más y mejor, son lo que ocurre.
3- Cat. Elecciones. ¿Qué ocurre? ¿Qué ocurre debajo de lo que se cree que ocurre?
4- Recordemos, hermanos, que por un arranque de incompetencia, o de habilidad orientada hacia el yuyu, el Govern perdió toda oportunidad de solucionar un problema aún no creado, lo creó y, yupi, cedió toda solución posible a los tribunales. Nadie se había complicado tanto la vida en tan poco tiempo, si exceptuamos un día que el amigo de un amigo confundió el pote de lubricante con el de loctite, doctor. El miércoles, el TSJC abrió la boca de la cara: que las elecciones serían el 14F. El viernes, el oráculo del TSJC volvió a hablar a los niños y niñas de Cat, dando pie y pábulo al punto 5.
La única posibilidad de aplazamiento de las elecciones consistiría no en un aumento de la gravedad de la pandemia, sino en un aumento en las disposiciones legales
5- Básicamente, el TSJC no hizo leña de ese árbol, levitante, que es el Govern. No entró a valorar el decreto dadá, no habló de categorías democráticas sino que, con carácter más ecuménico, amplio y sin entrar al detalle, habló de la incompetencia del Govern. El Govern, en fin, no fue descrito, ni descalificado, sino, mucho peor, fue tratado como algo/alguien del que no se espera mucho, salvo que no se mee encima. Con un voto particular, el TSJC tira para adelante las elecciones del 14F, en modo aún-no-lo-sé –sí, no es buena idea traspasar a la Justicia la convocatoria de unas elecciones–, y reservándose la decisión final para el 8F. Todo apunta, y los precedentes parecen confirmarlo, que con cautelarísimas en marcha no habrá cambio en la decisión del tribunal. La única posibilidad de aplazamiento de las elecciones consistiría no en un aumento de la gravedad de la pandemia, que a efectos legales ya da igual, sino en un aumento en las disposiciones legales ante él. En la declaración del estado de alarma, vamos. Y, con él, otro confinamiento, que delimitara los desplazamientos a los colegios electorales. No creo que se pueda realizar un confinamiento sin estado de alarma, al menos. Y hoy eso es algo poco probable en una economía que está a dos medidas gubernamentales de un Mad Max.
6- El futuro, no obstante, queda abierto hasta el 8F. Hasta esa fecha el TSJC irá respondiendo a los recursos planteados ya por varios partidos. Y, a los que puedan ir cayendo. Esto, en fin, puede ser un no parar. Como bien saben los pobres, no es bueno estar en manos de la Justicia. Hace imprevisible el futuro. En todo caso, y si el TSJC se levanta flamenco, aún se pueden aplazar las elecciones en mitad de campaña. Algo que no sería un gran problema vital: desde hace 10 años la sociedad Cat vive campañas electorales interrumpidas por campañas electorales, en lo que es la campaña electoral más larga del mundo. El problema sería económico. El decreto de los XXXXXXX supondría, en caso de que el TSJC acabara aplazando la cosa, un gasto electoral de 25-30 millones €. Más de lo gastado en rastreos Ferrovial –19 millones–, y con idéntico resultado final. Ninguno. Y, claro, el otro gran problema sería democrático y funcional.
7- Cientos de miles de personas perderían, zas, el derecho al voto, por enfermedad o cuarentena. Y amplias capas de la sociedad se lo pensarían dos veces antes de ir a votar. Como los ancianos. Lo que afectaría más al procesismo que a otras opciones, por cierto. Por otra parte, se espera un escaqueo descomunal para los cargos de mesa electoral, que pueden desaparecer como ninjas, zas, con justificante. La Gene ha empezado a asegurar que las medidas de los colegios serán de aúpa, y que para algunos trámites se proveerá a las mesas de trajes EPI, que vendrían a sustituir el habitual traje de Blas. Lo que nos lleva al punto 8, y a la pregunta, ¿qué ocurre debajo de lo que parece que ocurre?
Amplias capas de la sociedad se lo pensarían dos veces antes de ir a votar. Como los ancianos. Lo que afectaría más al procesismo que a otras opciones
8- El Govern ha perdido el dominio de la situación, un tanto gratuitamente. Con el decreto eligió muette, pudiendo haber elegido chusto. Y, con las únicas herramientas de las que dispone –medios de comunicación–, se enfrenta a un dilema. Hacer a) campaña a favor de las elecciones, de que son salubres, de que son posibles, de que son tan realizables como, por ejemplo, una semana blanca en las escuelas, de la que se habla para esas fechas, en las que los niños y niñas irían a esquiar como posesos, y así crear algo de gasto keynesiano en los telesillas. O b) apostar porque las elecciones son insalubres, un abuso de la Justicia esp sobre el modo de vida cat. Un abuso modulado por una conjura del Estado, formulada por el TSJC y el PSOE, para que Illa sea Presi de la Gene, ocupe nuestros palacios, y fría sardinas en el suelo.
9- No es un problema baladí. Un sistema propagandístico y complejo, y con medios de comunicación propios, como el cat, puede hacer mucho. Pero no puede hacer dos cosas. Los sistemas propagandísticos son buenos para canalizar hacia un marco todo lo que ocurre. Pero no pueden apostar por dos marcos contradictorios. Lo contradictorio: a) apuestas porque las elecciones, que organizas tú, son inmaculadas y bien calculadas, o apuestas por b) levantar sospechas sobre ellas, por una conjura trumpista que invalide los resultados. No puedes apostar por a) y por b). Como dijo el creador de la moderna propaganda: o cañones, o mantequilla. O somos competentes para organizar unas elecciones y ganarlas, o el TSJC nos chulea, por lo que perdemos unas elecciones que no debían haberse celebrado. O a) ya lo dije, o b) ya lo dije.
ERC, en fin, desde 2012 no ha parado de emitir malos cálculos. Y de quedarse con el muerto. Lo que debería hacerle meditar
10- El procesismo está, además, desunido. JxC, en cualquier momento, podría –debería; esto es una campaña electoral, un momento de agresividad descomunal, en el que nadie conoce a su padre, imagínate, como es el caso, a tu hijo– desmarcarse del decreto, decir que fue una chapuza. O apostar en solitario por la conjura, por la validez del decreto y por la invasión de la Justicia. ERC se quedaría, en todo caso, con el muerto. ERC, en fin, desde 2012 no ha parado de emitir malos cálculos. Y de quedarse con el muerto. Lo que debería hacerle meditar. En 2012 participó con CiU en la austeridad. En vez de reírse de la consulta de 2014, denunciarla como fraude propagandístico y distanciarse de CDC, participó de su ficción. En 2015, en vez de buscar un discurso individual frente a la propaganda, se sumó a ella e incluso participó de la lista electoral de CDC. En 2017 fue y organizó y se responsabilizó públicamente de otra consulta, de la que solo se sabía que no se realizaría. Se expuso al fracaso, del que solo le salvó la desproporción del Estado en su respuesta ante una manifestación. Lo que, con el paso del tiempo, y con una solución al abuso sobre los presos, puede acabar siendo poco ante tanto volumen de deshonestidad propagandística. El 27O, una chica ERC, con lágrimas en los ojos por la emoción, engañó a su sociedad, explicando una DUI que no era cierta. Un fake.
11- La propaganda no es una disciplina para genios. Es más técnica que inteligencia, si no la negación de eso último. Es un inevitable, una herramienta usual en la política. Lo patológico es cuando la propaganda se convierte en política, una seña esp y, mucho más aguda, cat. Como decía Olof Palme, el mayor error político es prometer aquello que no puedes cumplir. Es decir, que hacerlo no sólo es un error político, sino que te ubica, además, lejos de Palme. ¿Qué ocurre debajo de lo que se cree que ocurre y que no se sabe que ocurre? Un partido trumpista, JxC, imprevisible, reducido a propaganda, vertical, en el que un líder se mueve por impulsos ya ilógicos, como Trump-last-days. Y ERC, un partido familiarizado con la mentira, que la ha usado con anterioridad al procés, con el que –se quejan de ello el resto de partidos– se temía llegar a acuerdos, pues te podían sorprender no cumpliéndolos. Ambos partidos han hecho de la mentira la realidad. Y de la triquiñuela una discilplina. El resultado es la ilegalidad. No la ilegalidad pretendida y vociferada –frente al Estado, frente a la CE78–, sino ante su sociedad. Ilegalidad en la tramitación de la Renda Garantida de Ciutadania, al abandonar la Sanidad al valor y entrega de sus sanitarios, al no hacer un decreto de elecciones ya no bajo criterios democráticos, sino bajo criterios de Barrio Sésamo. Ilegalidad, disfunción en el autogobierno y, vía la incompetencia resultante, fortalecimiento del Estado, y aplazamiento llamativo de opciones como el federalismo o la indepe. Ilegalidad cotidiana que conduce a la crispación social, a la ruptura de la unidad social. Se trata, todo ello, de una originalidad en el Occidente europeo, ya maltrecho. Una originalidad esp, incluso, cuando no gobierna PP.
12- Si no hay intervención salvaje, desproporcionada, política, del Deep State, el decreto puede ser el fin de todo esto. La implosión de 10 años de propaganda, esa ilegalidad con la sociedad. Sobre la intervención del Deep etc: siempre es posible. Esta semana, la Justicia, colapsada en pandemia, que sólo acomete casos graves, como cargos de homicidio, ha encontrado un momento para condenar a un Conseller a inhabilitación, por su participación en el 1-O. Es decir, por una manifestación.
Illa, en todo caso, es una operación emitida por un partido que entiende el Estado y que ha elaborado una lista para ganar, no para enfrentarse ritualmente con el catalanismo conservador
13- En todo caso, el CIS ya apunta una mayoría socialista. Que puede no existir, o no plasmarse en Govern. Pero que es un indicio, un indicativo de cierto cansancio. Más si pensamos en el Illa que conocemos. Un político que no ha corregido barbaridades MAD o Cat, que no ha evitado accesos propagandísticos e inhumanos, MAD y Cat, a la pandemia. Pero que no ha creado problema territorial, que no ha gritado, que no ha entrado en las dinámicas clásicas que MAD y Cat le proponían. Illa, tal vez, es solo un tono. Y, por lo que sea, un tono escuchado.
14- ¿Illa es una operación de Estado? En este momento –a la espera de lo que haga Illa con el concepto Constitucionalismo, por el que no hay mucha afición en Cat, ni en los votantes del PSC– más bien es una operación del PSC y del PSOE. Uno, uno y medio, o dos partidos de Estado. Por aquí abajo, y esto es una originalidad, la tendencia del mayor partido de izquierdas es responsabilizarse antes del Estado que de las sociedades. Illa, en todo caso, es una operación emitida por un partido que entiende el Estado –algo inusual en Cat; su originalidad–, y que, por primera vez desde el Pujolismo, ha elaborado una lista para ganar, no para enfrentarse ritualmente con el catalanismo conservador. Por primera vez, por tanto, no se asume el Pujolismo como una mole a respetar y con la que convivir a cambio de pactos y política, dos cosas que no se producen en 10 años. En esta ocasión puede ser, incluso, sencillo. No habría que hacer nada. Literalmente. Ni un Estatut, ni una Consti, ni el pino-puente. Tan solo no gritar. Tan solo hacer decretos no surrealistas.
15- Ya veremos.
1- Dice Chomsky que lo peor no es que las personas no sepan lo que ocurre, sino que ni siquiera saben que no saben lo que ocurre. Y no, no habla del amor.
2- En general, los políticos dicen lo que creen que ocurre. En ocasiones, incluso, con sinceridad –en 1981, por...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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