Rosa Bonet / Primera árbitra del fútbol español
“Peleé durante nueve años para que las mujeres pudiesen arbitrar cualquier categoría”
Ricardo Uribarri 10/02/2021
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Por primera vez en la historia de la Copa Mundial de Clubes masculina de fútbol, que se ha disputado en Catar, uno de los equipos arbitrales ha estado compuesto íntegramente por mujeres. Ha sido el formado por la brasileña Edina Alves Batista, como jueza principal, y su compatriota Neuza Black y la argentina Mariana de Almeida como auxiliares. Es posible también que en la Eurocopa de selecciones que se va a disputar el próximo verano veamos a una mujer arbitrando un partido. De hecho, ha habido dos, la francesa Stephanie Frappart y la ucraniana Kateryna Monzul, en el último curso realizado por la UEFA para los colegiados del grupo Elite (los de máximo nivel), de los que saldrán los elegidos para esa cita. La propia Frappart ha dirigido en los últimos tiempos destacados encuentros de hombres, como la final de la Supercopa de Europa de 2019 o el choque entre la Juventus y el Dínamo de Kiev de la fase de grupos de la Liga de Campeones. Una situación que también se da en otros continentes. La japonesa Yamashita ya ha pitado encuentros de una competición asiática por equipos.
Lo que parecía algo excepcional, que una mujer arbitrara un partido de hombres, está poco a poco dejando de serlo. Se puede pensar que es la consecuencia del aumento, lento, pero sin pausa, en el número de colegiadas que hay en el mundo. Según datos de la FIFA, hay 80.545 árbitras a nivel internacional, un 10% del total. En España hay unos 14.000 árbitros, de los que 700 son mujeres, el 5%. Entre ellas, destaca Guadalupe Porras que ha sido asistente en partidos de Primera división y de la Liga Europa en el equipo de Xavier Estrada Fernández.
Para que ahora se esté dando este progreso, fue imprescindible que hace muchos años otras mujeres abrieran el camino y se enfrentaran a las múltiples dificultades que encontraron. Una de ellas fue Rosa Bonet, una madrileña que en 1979 se convirtió en la primera árbitra en España. En CTXT hemos hablado con ella para conocer el difícil camino que tuvo que recorrer.
¿Cómo empezó su afición por el arbitraje?
Desde que tenía 12 años iba al Calderón, porque mi padre era aficionado del Atleti y nos hizo socias a mi madre, a mi hermana y a mí. Y aunque me gustaba ver a los jugadores y tenía mis ídolos, me llamaba especialmente la atención la figura del árbitro. Me parecía que tenía un papel muy importante, a pesar de que todo el mundo lo despreciaba mucho. Y empecé a pensar que me gustaría hacer eso.
¿Cuándo dio el paso de ir al Colegio de Árbitros para informarse y darse de alta?
En 1979, cuando tenía 16 años, decidí que quería ser árbitra. Conseguí la dirección del Colegio de Árbitros de Madrid y me presenté allí acompañada por una amiga para informarme de los requisitos que pedían. Entré a la oficina y había un señor y un chaval joven. Les dije: “Vengo para saber qué hay que hacer para ser árbitro”. El señor le indicó al chico: “Dale a la señorita una instancia, pero de todas maneras tiene que venir el interesado”. Y le contesté: “Es que la interesada soy yo”. Me miró como si le hubiese dicho una barbaridad. La contestación fue: “Espere un momento, porque yo no sé que haya ningún problema al respecto, pero lo voy a consultar”. El señor, que era el vocal de capacitación, volvió y me dijo que efectivamente no habían encontrado nada en la reglamentación que impidiera que una chica pudiera ser árbitro, pero que, como era un caso excepcional, el presidente me quería conocer. Entré a verlo y me dijo: “¿Cómo se te ocurre querer ser árbitro?”. Yo le dije: “Pues no sé, porque me gusta, me apetece…”. La contestación que me dio fue: “Tú sabes que a los árbitros les pegan, ¿no?”. Yo le contesté: “Pues sí”. Y a continuación me soltó: “¿Y si a ti te violan?”. Mi respuesta fue: “Bueno”, como diciendo, si viene con ello qué le vamos a hacer. Fíjate qué conciencia tenía yo del tema. Él, lo único que pretendía, era desanimarme, quizá pensando que yo estaba buscando publicidad. En aquel momento, ni siquiera sabía que era la primera que se había interesado por ello. Creí que habría más mujeres que arbitraban en categorías modestas.
Una vez que se inscribió, ¿cómo fueron sus primeros pasos?
Con tal de quitarme de en medio, empezaron a sacar normativas, como la que impedía que las mujeres pudieran ascender a partir de juveniles. Primero había que hacer un cursillo y unas prácticas. Te llevaban a la ciudad deportiva del Real Madrid o a San Cristóbal de los Ángeles, donde tenían la escuela los equipos inferiores del Atlético, y pitabas partidos, con unos profesores corrigiéndote. Pero esas prácticas no contaban. Lo importante era que aprobaras el examen técnico y ya te ponían a pitar infantiles. Pero a mi me suspendieron el práctico. Por primera vez en la historia hicieron algo así. Como no había forma de que me desencantara, me suspendieron. Me dio igual, porque no pensaba rendirme. Volví a hacer el cursillo y finalmente me aprobaron y me dieron el carné, que lo firmaba el presidente del Comité Nacional de Árbitros, que en esa época era José Plaza y que llegó a llamar a mi casa, porque había trabajado con mi padre. Plaza le dijo: “Vamos a ver, Juan. ¿Tú qué tienes, un hijo o una hija?”, pensando quizá que yo debía ser muy marimacho. Y le dijo que quería conocerme. Entonces, yo, que nunca me había pintado, ese día que fui al Comité, me pinté, me puse una minifalda y tacones y cuando me recibió le dije: “¿Le parezco un chico?”. Intentó desviarme al fútbol sala o al fútbol femenino, cuando no había aún una competición formada. Yo le dije que quería pitar fútbol masculino y que no intentara sacarme de ahí.
¿En su casa nunca intentaron quitarle la idea de la cabeza?
A mí el arbitraje me costó dinero. Precisamente por el intento de que me cansara, de que me aburriera y lo dejara, me daban partidos que estaban muy lejos de mi casa
No, al contrario. En mi casa me apoyaron siempre. Al principio se sorprendieron, pero después vieron que lo tenía claro, que quería ser árbitro, y no les pareció mal porque, además, les gustaba mucho el fútbol. Hombre, les preocupaba porque mis padres iban a verme y tenían que aguantar los típicos insultos, pero nunca intentaron disuadirme.
Su primer partido creo que levantó mucha expectación en los medios.
Era cuando estaba haciendo las prácticas y fue uno del torneo social del Real Madrid en la antigua Ciudad Deportiva. Me acuerdo que me llamó Juan Manuel Gozalo, de TVE, para decirme que si podía ir con las cámaras al partido. Le dije que no, porque iba a estar muy nerviosa, y me dijo: “Bueno, pero tú no lo puedes impedir porque las instalaciones son del Real Madrid y si el club da el permiso…”. Le contesté: “Entonces no sé para qué me pregunta”. Imagínate un partido al que tú vas para que te vayan corrigiendo y tienes que estar pendiente de tus monitores y te encuentras 18 periodistas, cámaras de televisión… No era lo más adecuado.
Hubo un partido donde no la dejaban pasar porque no se creían que era la árbitra.
Fue también en la Ciudad Deportiva del Real Madrid. Llegué con el coche, me dejaron pasar, y cuando voy al vestuario, el señor que controlaba el acceso me dice: “¿Dónde va?”. Digo: “Al vestuario, que soy la árbitra del partido”. Su respuesta fue que no podían entrar mujeres. Y le contesté: “Que venga inmediatamente un superior porque el partido no se va a celebrar si yo no me cambio”. No concebía que una mujer pudiera ser la que arbitrara el partido. De ese tipo he tenido más de una. Al final, me dejaron entrar.
Estuvo varios años dirigiendo partidos de alevines, infantiles y juveniles, pero no la dejaban pasar a categorías superiores.
Y juveniles me los dieron después de cuatro años. Tuve que ir a hablar con Plaza otra vez y decirle que por qué no me daban juveniles. Al final me los dieron y estuve cuatro años en esa categoría. En todo ese tiempo yo intentaba saber el motivo de que hubieran creado una normativa dictada por el Comité Técnico en 1980, un año después de cuando empecé, que impedía a las mujeres arbitrar más allá de juveniles. Era la circular número 20. Creo que ellos pensaron que yo iba a durar cuatro días, pero cuando vieron que no me cansaba, decidieron que había que cortar el tema de alguna manera. Y su explicación fue que la regla estaba basada en que lo prohibía una normativa de la FIFA. Les decía que me la enseñaran, pero nunca lo hacían. Conseguí la dirección de la FIFA y junto a una chica de Bilbao, que también quería dedicarse a esto, escribimos una carta diciendo lo que pasaba en España y que queríamos saber si había alguna normativa que impidiera a las mujeres ascender a partir de juveniles. Y nos contestaron que de ninguna manera. Que no tenían ningún reglamento donde dijera que había esa discriminación para las mujeres. Con eso en la mano, me fui al Comité y no les quedó más remedio que derogar la normativa. Llegué a amenazar a Plaza con poner un recurso al Constitucional, porque era una clarísima discriminación por razón de sexo.
Usted entonces fue la responsable de que las mujeres tuvieran el derecho de arbitrar partidos de cualquier categoría.
Yo aparecí en la portada de El Caso. Al lado de uno que había matado a la suegra y a la mujer, otro que no sé qué, y yo en medio
Claro. Me costó lo mío porque estuve nueve años hasta que conseguí que derogaran esa norma. De no hacerlo, eso se hubiera quedado ahí y ya la mujer que entrara hubiera sabido que no podía pasar de juveniles. En este momento, tal y como está la normativa, no hay ningún impedimento. Aunque luego a nivel real si lo hay.
Toda la carrera que desarrolló la hizo por afición, porque en aquella época y en las categorías más modestas, apenas se ganaba con el arbitraje.
A mí el arbitraje me costó dinero. Precisamente por el intento de que me cansara, de que me aburriera y lo dejara, me daban partidos que estaban muy lejos de mi casa. De hecho, cuando empecé, el Colegio Castellano abarcaba parte de Castilla-La Mancha. Por el partido me daban a lo mejor mil pesetas y 200 de dietas. Pero no solo yo, la mayoría de los árbitros lo hacía por afición. Ganaban dinero los de Primera y algo los de Segunda. Cuanto te apuntabas, incluso, te exigían que declararas si estudiabas o trabajabas, para dejar claro que no era algo de lo que ibas a depender.
Tuvo que convivir con titulares en prensa del tipo de “Una dama con pito”.
Yo aparecí en la portada de El Caso. Al lado de uno que había matado a la suegra y a la mujer, otro que no sé qué, y yo en medio. Lo de la primera dama con pito fue en Interviú. Me hicieron una entrevista para EFE y salí en 80 periódicos del mundo. A mí me parecía una locura, pensaba que a quién le importaba esto. Con la perspectiva del tiempo, me doy cuenta de que ser la primera mujer árbitro fue algo importante, pero entonces no me parecía relevante.
Usted ejerció en una época difícil para los árbitros en la que las agresiones eran frecuentes.
Nosotros íbamos al Colegio de Árbitros los lunes a entregar las actas y había semanas que siete u ocho habían sufrido agresiones, y alguno que otro de tener que ir al hospital. No era algo infrecuente. En los campos de Regional era el pan nuestro de cada día. Eso, afortunadamente, ha cambiado bastante.
¿Alguna vez pasó miedo?
Con los juveniles tuve el doble de problemas que en Tercera Regional. Son chavales de 18 años que tienen que demostrar ante papá y la novia que son los mejores y los más chulitos
A mí me decían insultos machistas, pero no me decían más insultos que a mis compañeros. A ellos les decían otras cosas y a mí me mandaban a fregar. A los jugadores les llamaba la atención que les arbitrara una mujer cuando se enteraban al llegar al campo, pero a los cinco minutos del partido se les había olvidado, aunque sí hubo momentos de tensión. Pasé un mal rato en la Colonia Velázquez, porque expulsé a un jugador y la madre me quería pegar. En el campo de Cotorruelo eché a uno. Se arremangó y vino a por mí. Me sacaba medio cuerpo. Le dije: “Tú haz lo que te dé la gana, pero si me pones un dedo encima no vuelves a jugar en tu vida”. Se dio la vuelta y se marchó. Hubo otro encuentro de juveniles en La Fortuna, en el que perdió el equipo local, y cuando salí del vestuario estaban los jugadores haciéndome un pasillo. Yo iba en moto y siempre la dejaba lejos del campo por si acaso. Salí andando muy digna con mi bolsa y de repente alguien a mi espalda dijo: “Pero qué hija de puta”. Pensé que si echaba a correr me iban a inflar a bofetadas. Me di la vuelta y dije: “No sé si alguien se ha dirigido a mí, pero el que me tenga que decir algo que me lo diga a la cara para que le pueda contestar”. Se callaron, nadie dijo nada y yo me fui andando cada vez más deprisa. Con los juveniles tuve el doble de problemas que en Tercera Regional. Son chavales de 18 años que tienen que demostrar ante papá y la novia que son los mejores y los más chulitos. Como yo estuve cuatro años en esa categoría, todos los partidos más difíciles me los daban a mí, que era la que más experiencia tenía.
Después de tantos años de lucha, cuando por fin estaba en Tercera Regional, las secuelas de un accidente de moto la obligaron a retirarse.
El accidente lo tuve dos años antes de llegar a Regional, me recuperé y seguí pitando. Pero la rodilla no estaba bien y finalmente lo tuve que dejar. Para mí fue terriblemente duro, hasta el punto de que me di de baja por teléfono, porque no era capaz de volver al Colegio de Árbitros.
¿Cuáles eran sus características como árbitra? ¿Cómo se definiría?
Yo tiraba a severa. El Mateu Lahoz que le toca en el hombro a todo jugador no me va. Yo soy la árbitra, yo soy la que digo cómo se hacen las cosas. Muy dialogante no era, sinceramente. Tal vez por el hecho de pensar que me tenía que imponer más que otros. Mido 1,50, y siendo muy jovencita, imagínate. Tenías que demostrar que no te iban a chulear.
Cada vez vemos a más mujeres en todo el mundo que pitan partidos masculinos. ¿Cómo ve el panorama actual de la mujer en el arbitraje?
A mí hay una cosa que no me gusta nada. Es el hecho de que siguen desviando a las mujeres, siguen haciendo lo que me hacían a mí, pero de una manera más sutil. Guadalupe Porras ha llegado, afortunadamente, y espero que lleguen muchas más. Pero a estas alturas ya debería haber alguna árbitra pitando partidos en Primera división. Cuando vi a la francesa Frappart dirigiendo a los chicos, me pareció maravilloso, pero por otro lado me sentó fatal. Estoy segura de que yo empecé antes que los franceses. Me da mucha rabia porque aquí han adoptado la postura de que cuando llegan a Tercera división, las hacen internacionales, pero para pitar partidos femeninos. A mí eso me parece una injusticia. Si eres internacional, eres internacional para todo. Esa es una manera de que se conformen. Y no es justo. Yo no digo que si hay 20 árbitros en Primera tenga que haber 10 mujeres. Porque vamos con muchísimo retraso. Pero sí que hubiera dos o tres. Las mujeres deberían promocionarse más. Para pitar no necesitas unas condiciones diferentes. La capacidad física que requiere se puede tener perfectamente.
¿Considera que falta aún tiempo para que veamos a una mujer en España dirigiendo partidos de Primera división masculina?
Yo a corto plazo no lo veo. Y eso que el actual presidente del Comité de Árbitros está cambiando para mejor muchas cosas. Y ya era hora, porque es un estamento que va súper retrasado en todo, siempre lo ha estado. Pero en cuanto al tema femenino no lo sé.
¿Cree que la sensibilidad hacia las árbitras ha mejorado respecto a su época?
Pues no lo creas. Todavía se han visto casos por ahí, que han salido en prensa, de que les siguen diciendo los mismos insultos que me decían a mí. Lo de vete a fregar. Y han pasado 40 años. Es algo que no tiene que ver ni con el fútbol, es una cuestión de educación, una cuestión social, de que sigue existiendo machismo y de que, mientras no mejoremos en ese sentido a nivel general, va a costar.
¿No ha tenido la oportunidad de hablar con alguna de las árbitras actuales para compartir experiencias?
He coincidido con alguna en entrevistas, pero ¿sabes qué pasa? Al Comité no le gusta nada que traten conmigo. He sido muy rebelde y siempre he pensado en contra de la norma. Como se suele decir, soy políticamente incorrecta. En un programa de TVE querían que coincidiera con Guadalupe o con otra. Yo les dije, intentadlo, pero no os van a dejar. Y, es más, les dije, a ellas no las presionéis, porque las perjudicáis. Al final, dijeron que no, pero no porque ellas no quieran, sino porque les han dicho que no lo hagan.
¿Con el paso del tiempo le queda la satisfacción de haber facilitado el camino a las que llegaron después?
Pues sí, ahora sí. En aquel momento no pensé que estaba haciendo nada fuera de lo normal, sino simplemente cumplir un sueño, algo que me apetecía. Visto con la perspectiva del tiempo, dices, sino hubiera sido porque a mí se me ocurrió pelear durante nueve años para que derogaran aquella circular, quizá no habría ahora una asistente en Primera y otra pitando en Segunda B. No sé si habría venido alguna con la fuerza, las ganas y el aguante que yo tuve entonces. En ese programa de TVE estaba la actriz Blanca Portillo, y cuando me la presentaron le dije: “Encantada de conocerte, porque te admiro mucho como actriz”. Y me dijo: “Más te admiro yo a ti”. Respondí: “Hombre, no compares”. Su respuesta fue: “No, no compares, no. Lo que hago yo lo hacen muchas, mejor o peor, pero lo hacen muchas. Lo que has hecho tú no lo puede hacer nadie más”. Eso me produce cierto orgullo, la verdad.
Por primera vez en la historia de la Copa Mundial de Clubes masculina de fútbol, que se ha disputado en Catar, uno de los equipos arbitrales ha estado compuesto íntegramente por mujeres. Ha sido el formado por la brasileña Edina Alves Batista, como jueza principal, y su compatriota Neuza Black y la argentina...
Autor >
Ricardo Uribarri
Periodista. Empezó a cubrir la información del Atleti hace más de 20 años y ha pasado por medios como Claro, Radio 16, Época, Vía Digital, Marca y Bez. Actualmente colabora con XL Semanal y se quita el mono de micrófono en Onda Madrid.
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