Salud
Europa, a la cola del mundo en descenso de consumo de tabaco entre las mujeres
En 2018 las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón en mujeres fueron más altas que las de cáncer de mama en un tercio de los países europeos. Según la OMS, ellas están casi ausentes en los ensayos clínicos para dejar de fumar
ctxt 17/02/2021
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El consumo de tabaco, una de las epidemias más extendidas del mundo, está descendiendo de forma continuada, pero lo hace de forma mucho más lenta entre las mujeres. Y si una región destaca por sus preocupantes cifras en el punto donde confluyen género y adicción, esa es Europa. Esto es lo que lo asegura un reciente estudio de la OMS, donde se advierte que el continente será el único lugar del mundo donde no se conseguirá reducir un 30% el consumo de tabaco entre las mujeres para el año 2025, un objetivo establecido por la organización allá por 2010 en su plan contra las enfermedades no transmisibles.
Según los cálculos recogidos por la OMS, a cierre de 2018 todavía había cerca de 67 millones de mujeres que fumaban tabaco en Europa, una cifra que duplica los ratios que existen en el resto del mundo y que apenas supone un descenso de cuatro puntos respecto de los datos de hace dos décadas.
Para explicar este estancamiento, la OMS pone el foco en el inquietante desequilibrio que aún existen en las lecturas de género que se realizan del fenómeno del tabaquismo: al tiempo que las políticas de control de los gobiernos y las autoridades sanitarias han demostrado poca sensibilidad para distinguir los efectos del consumo sobre las mujeres en los últimos años, la multinacionales del tabaco han tomado el camino contrario, poniendo en práctica estrategias cada vez más sofisticadas para llegar a distintos grupos de población.
“La industria tabacalera está encontrando formas innovadoras de promover sus productos mortales entre las mujeres, como el uso de influencers en las redes sociales o la financiación de grupos de mujeres”, advierte el estudio, donde se acumulan duras críticas contras las prácticas de captación y venta más nocivas. Entre otras, la OMS censura campañas como las basadas en promover el consumo de tabaco como símbolo de emancipación; la cooptación, con fines de lucro, de los movimientos de empoderamiento y progreso de las mujeres; o, incluso, la insistencia en relacionar el consumo de tabaco con cánones de belleza sobre delgadez.
La situación es aún más preocupante si se atiende a que muchas de estas prácticas de la industria para fomentar la adicción se dirigen, según la OMS, a las mujeres jóvenes y las niñas. Un dato ilustra con elocuencia el punto de estancamiento en el que se encuentra Europa: cerca de un 12% de las niñas de entre 13 y 15 años consume tabaco en la región, una cifra muy superior al 8% que se registra de media en el resto de regiones que cubre la organización internacional.
Lejos de mejorar, las proyecciones de la Organización Mundial de la Salud señalan que la prevalencia del tabaquismo entre las mujeres europeas apenas bajará del 19% que se registra en la actualidad al 18% que se prevé para el año 2025, lo que significa que Europa se que quedará a casi cuatro puntos del objetivo marcado por la organización hace más de una década.
A nivel global, por su parte, cerca de un 12% de las muertes de personas mayores de 30 años se pueden atribuir a patologías derivadas del consumo del tabaco. Y aunque la tasa es más baja para las mujeres (7%) que para los hombres (16%), el descenso más lento que se está registrando entre las mujeres europeas –con aumentos en varios países– y el hecho de que ellas comiencen más tarde a fumar dibujan, a ojos de la organización, una realidad alarmante en términos de salud pública en el continente.
Sin ir más lejos, en 2018 las tasas de mortalidad por cáncer de pulmón en mujeres fueron más altas que las de cáncer de mama en un tercio de los países europeos. El continente también es la región donde mayor presencia del tabaco se registra durante el embarazo, un problema que además se entrelaza con otras inequidades de carácter estructural: “Las mujeres jóvenes, las de los grupos socioeconómicos más bajos y las que tienen ocupaciones manuales y bajos niveles de educación tienen más probabilidades de fumar durante el embarazo”, dice la investigación.
Al igual que ocurre con muchos condicionantes de la salud, las barreras que impone el género a la hora de controlar y tratar el tabaquismo también son perceptibles, según la organización, en la subrepresentación que sufren las mujeres en los ensayos clínicos y en los ensayos de medicamentos para dejar de fumar, donde ellas tienen “1,5 veces más probabilidades de desarrollar reacciones adversas a la medicación debido a las diferencias en las respuestas”.
Algo similar ocurre con las enfermedades cardiovasculares, que pese a representar la principal causa de muerte de las mujeres en Europa, sigue siendo visto como un problema masculino: ellas apenas representan el 35% de las muestra en los estudios relacionados con estas patologías.