Ahora que la vacunación contra la covid-19 se ha convertido en la principal esperanza para la vuelta a la normalidad, la tercera ola del virus está golpeando, una vez más, los sistemas sanitarios de muchos países, sobrepasados durante el último año por la explosión de la pandemia. Y el de España afronta un calendario de vacunación exigente y supeditado a los caprichos de la enfermedad en desventaja, al menos en términos económicos, con el resto de socios comunitarios. Esto es lo que se desprende de los datos que acaba de actualizar Eurostat sobre inversión en medicina preventiva, una de las áreas más importantes de los programas de salud pública y el ámbito donde se desarrollan los principales planes de vacunación ante enfermedades.

Según el portal estadístico, España apenas destina un 2,13% de su gasto sanitario a la prevención, un ratio que nos deja en el vagón de cola de la Unión Europea, donde de media se invierte un 2,8% del presupuesto en salud. Las cifras, correspondientes al cierre de 2018, apenas un año antes del inicio de la pandemia, colocan a España como el décimo octavo país de la región comunitaria en gasto prevención, y nos alejan considerablemente de otros países del entorno.

En Alemania, Países Bajos o Suecia, por ejemplo, el gasto en salud preventiva representa más del 3% de la inversión total, tanto privada como pública, que se realiza en sanidad, mientras que otros países como Italia o Finlandia doblan el esfuerzo presupuestario que se hace desde España para prevenir enfermedades y sus consecuencias.

Según los informes del Ministerio de Sanidad de gasto sanitario, la prevención y la salud pública fue uno de los ámbitos más deteriorados por los fortísimos recortes de presupuesto que se aplicaron sobre los servicios esenciales hace una década. En 2014, el gasto en servicios de salud pública se había reducido un 17% respecto de los presupuestos de 2007. Y las cifras de Eurostat, lejos de recoger una mejoría a partir de los años de recuperación, indican un retroceso de la inversión en el ámbito de la prevención.

En 2014, el gasto en servicios de salud pública se había reducido un 17% respecto de los presupuestos de 2007

En 2009, el gasto en este ámbito alcanzaba el 2,8% de la inversión total que se realiza en salud, cerca de medio punto más que en la actualidad. Si se atiende al gasto total en millones de euros, la cifra es aún más preocupante: a cierre de 2018 se invirtieron cerca de 400 millones de euros menos en prevención que durante el año 2009, justo cuando comenzaron los recortes.

En los datos que ha hecho públicos el portal estadístico, nuestro país también sale mal parado si se comparan las cifras de inversión por habitante, que de nuevo nos sitúan en el segundo escalón europeo y a bastante distancia de los estándares de la región. Durante 2018, España gastó en prevención 49 euros por persona, frente a los 82 euros de media que se destinaron en los 26 países comunitarios restantes.

De nuevo, varios países destacan por situarse a mucha distancia de España en esta medición: Italia, Luxemburgo, Irlanda y Dinamarca superan los 100 euros de gasto anual en medicina preventiva por habitante. Mientras, Países Bajos, Alemania, Finlandia y Suecia rondan los 150 euros de inversión por persona.

Durante el pasado mes de septiembre, la OMS ya pidió a los países miembros que aumentaran la inversión en salud pública y los servicios de prevención y detección. La organización también ha insistido, en el contexto de la pandemia de Covid-19, en el refuerzo de la atención primaria, otro de los ámbitos donde más se desarrollan las labores preventivas y que en España había sufrido un recorte de cerca del 13% en la última década, según un reciente informe de Amnistía Internacional.