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Bosque cercano al glaciar Davidson, en Alaska.
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Se conoce como timidez biológica a un comportamiento vegetal. Consiste en que las copas de los árboles, en contacto próximo, evitan su colisión, encuentro y tacto. Los árboles, así, nacen, crecen, se reproducen y, en lo que es una proeza, se evitan unos cuantos centímetros, con la misma decisión innegociable con la que nacen, crecen o se reproducen. Con ese paso atrás favorecen su fortaleza mutua. Una selva, 18 capas de techos arbóreos en contacto íntimo, cambia su descripción cuando pensamos en la timidez biológica. Son 18 capas de techos arbóreos, densas, apelmazadas, pero en lucha constante y absoluta contra su roce. La fuerza, el muro inapelable de la selva que impide la luz y el paso, no es más que la inteligencia milenaria y cotidiana de la distancia. La selva y el bosque negro es el resultado de su propia timidez, de la voluntad férrea y constante de la distancia. Sin ella la selva sería, paradójicamente, diminuta. Un torrente de energía desperdiciada y perdida y sacrificada. Un jardín domesticado por su propia furia. Tal vez un desierto, esa lluvia de fuego, el paisaje más furioso. Si la timidez biológica es un sello de la vida, su contrario, la intromisión, la desvergüenza, el arroyo del otro, debe serlo de la muerte. El griterío, la orden, la agresión, una identidad feroz que debe ser mostrada y rozada e impuesta, la invasión y el asalto del otro, son signos inequívocos, por tanto, de los muertos. Conforme avanza el desierto, avanza ese otro desierto por el que avanzan millones de muertos atropelladamente, que ignoran que lo son, en comunión, con las gargantas al rojo vivo, y sin espacio entre ellos para la timidez. No cabe. Y con esa ausencia, no caben los paisajes sobrecogedores.
Se conoce como timidez biológica a un comportamiento vegetal. Consiste en que las copas de los árboles, en contacto próximo, evitan su colisión, encuentro y tacto. Los árboles, así, nacen, crecen, se reproducen y, en lo que es una proeza, se evitan unos cuantos centímetros, con la misma decisión...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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