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Éste es el dilema. Las urnas catalanas han hablado y lo que han dicho complica la formación de un gobierno que responda a los deseos expresados por los votantes. No hay ninguna duda sobre las preferencias mayoritarias. Las propuestas de la izquierda, de un modo claro, han ganado las elecciones. Pero los partidos de izquierda en Cataluña son varios, con sus matices, sus prioridades, su zona social, incluso geográfica y sus posibilidades, como corresponde a un país desarrollado, con un perfil muy definido, un alto grado de libertad de opinión y una tradición democrática histórica, fuertemente arraigada. El triunfo espectacular del PSC, por encima de los condicionamientos regionales y más allá de la personalidad de su candidato Illa y de su imagen, es la mejor prueba de una elección conscientemente motivada, sustentada por la razón y no por el sentimiento. Hay algo, en el programa electoral del PSC, que ha encontrado eco en una parte importante del pueblo catalán. Los motivos del éxito de los otros dos grandes ganadores son fácilmente explicables, por lo esperado y por lo confirmado. Aparte de las consideraciones estrictamente políticas, hay en los miles de votos que los han llevado a encabezar, junto al PSC, la lista de los preferidos por el pueblo catalán, un componente sentimental, como es el derivado del deseo de independencia, frente a España. Y ya tenemos armado el lío para encontrar un gobierno, fiel a las urnas. Hay dos formas de enfrentarse a esta peliaguda cuestión. Una, hacer un gobierno de izquierdas, como corresponde al número de votos, y otra, hacer un gobierno independentista, apoyado también por una gran parte de los votantes, que ponen de relieve la fuerza y la convicción del sentimiento separatista. Pero las cosas se enredan más, por las irreconciliables diferencias entre Esquerra Republicana, a la izquierda, y JxCat, a la derecha, motivadas por cuestiones racionales, que no tienen en cuenta los sentimientos, su poderosa razón de ser. La presión de la CUP, también con la cabeza y el corazón en sus orígenes, introduce otra dificultad en el problema. Como suele decirse, el corazón tiene razones que la cabeza no entiende y también se dice que al corazón no se le manda. En fin, que Dios reparta suerte.
Éste es el dilema. Las urnas catalanas han hablado y lo que han dicho complica la formación de un gobierno que responda a los deseos expresados por los votantes. No hay ninguna duda sobre las preferencias mayoritarias. Las propuestas de la izquierda, de un modo claro, han ganado las elecciones. Pero los partidos...
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Luciano G. Egido
Es escritor y periodista. Autor de numerosas novelas y ensayos por los que ha obtenido diversos premios.
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