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Esta es una parte del dilema. El verdadero dilema que se va a dilucidar el 4 de mayo. No es “comunismo o libertad”, como le gusta repetir a la derecha, porque es un dilema incongruente, anticuado y desemantizado. Propaganda de hace cien años. Hoy de lo que se trata es de situaciones concretas, de conflictos vividos, día a día. No se trata de frases hechas o de vieja dialéctica retórica, que huele a naftalina, de la antigua caja de los truenos del franquismo de la nostalgia. Lo que se va a elegir en las próximas elecciones de la Comunidad de Madrid es algo muy conocido y muy concreto. Todo el resto es ganas de marear la perdiz. Justicia social o abusos económicos. Infierno cotidiano o paraísos fiscales. Seres humanos conflictivos o dinero fácil, a pedir de boca. No llegar a final de mes o vivir de “la mordida”. Jornal honrado o dinero negro. Libertad democrática o herencia del pasado remoto. Derechos laborales o desamparo del trabajador. Bajar impuestos a las mayorías o subírselos a las minorías. Más españoles y menos España. Respeto por el paisaje o destrucción del paisaje. Seres humanos u objetos económicos. Paz y no guerra social. Solidaridad o explotación. Contratos dignos o contratos basura. Tiempo libre o pluriempleo. Política de precios y no de ganancias. Derechos femeninos o discriminación por sexos. Pensiones dignas o pensiones mínimas. Empleo juvenil o desempleo juvenil. Medicina pública o medicina privada. Enseñanza pública o enseñanza privada. Hechos o palabras, etc.
El dilema no es “comunismo o libertad”, como repite, con tanto gusto, Isabel Díaz Ayuso ( igual a Miguel Ángel Rodríguez). El comunismo no es precisamente un ejemplo que garantice ni la convivencia social, ni la eficacia económica. Hace muchos años que ha demostrado sus insuficiencias políticas y sus errores morales. La historia reciente es la historia de su fracaso. Sartre, hace más de medio siglo, calificó sus carencias. Oponerlo al disfrute de la libertad no solo es un error manifiesto, sino una mentira histórica. Son dos conceptos incongruentes entre sí. La libertad es la gran aspiración de la condición humana, plurisemantizada, mientras que el comunismo es un episodio con fecha de caducidad, concreto, fruto de una determinada situación y de unas circunstancias especiales. Usarlo hoy, como arma arrojadiza, es una aberración política y una frivolidad literaria. Criminalizarlo es convertirlo en un punching, para descargar los malos humores. Usarlo como un insulto forma parte del legado franquista de sus fieles devotos, instalados en el tópico. Pero, la libertad sigue siendo la tentación permanente. La auténtica esencia del hombre. Unamuno codificó más de dos docenas de definiciones de la libertad, tratándola, entre otras perspectivas, como un proceso más que una realidad.
Al fin y al cabo, nuestro mito nacional más universal es Don Quijote, un hombre símbolo, un hombre libre, un personaje que educa su voluntad para la justicia y no para el dinero o el poder, entre otras razones porque nunca pasó hambre, como puntualmente nos hace saber Cervantes.
Esta es una parte del dilema. El verdadero dilema que se va a dilucidar el 4 de mayo. No es “comunismo o libertad”, como le gusta repetir a la derecha, porque es un dilema incongruente, anticuado y desemantizado. Propaganda de hace cien años. Hoy de lo que se trata es de situaciones concretas, de conflictos...
Autor >
Luciano G. Egido
Es escritor y periodista. Autor de numerosas novelas y ensayos por los que ha obtenido diversos premios.
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