OLGA NOVO / POETA, PREMIO NACIONAL DE POESÍA 2020
“Mi obra proviene de una cultura popular, ágrafa y oscurecida por la Historia”
Esther Peñas 30/07/2021
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Con versos biselados, tan sencillos que arden de belleza por claros, prendidos por momentos con el fruto de un surrealismo aldeano, como si destilasen a Cunqueiro por el norte y a Breton por el sur. Así es Felizidad, de Olga Novo (Vilarmao, Pobra A do Brollón, 1975), editado por Olifante, traducido al castellano por Xoan Abeleira y ungido por el Premio Nacional de Poesía. Un libro extenso lleno de aperos de labranza y afectos, a caballo entre la despedida a un padre y la llegada de una hija.
Aunque parezca un sinsentido, ¿cómo se reconoce la auténtica felicidad?
Creo que solamente podría decir que quien la probó, lo sabe. Como sucede en cualquier experiencia profunda, radical y auténtica.
“Que no hay amor si no se hace”. Entre otras cosas, el poemario resulta un recorrido por afectos, muchos de ellos engarzados. ¿Qué se requiere para que perduren en el tiempo, más allá de la muerte?
Amor, nada más, y nada menos, porque en efecto, y como bien dice un verso del poeta Claudio Rodríguez Fer, “non hai amor, senón probas de amor”, así que, no existe el amor más que en su praxis.
¿Cómo se contrarrestan que dos amores tan fuertes como una hija y un padre “caminen en sentido inverso por la vida”?
El verso se refiere al ciclo completo de la existencia, representado aquí por la criatura que llega al mundo y el anciano que transita por el final de su vida. El aparente sentido inverso por el que caminan se resuelve en el encuentro feliz de ambos, resolviendo las escisiones con el resultado final de la esfera.
“La armonía humilde de una gota de esperma entrando en el umbral de la música”. La maternidad, ¿radicaliza la vida? ¿Conforma un tercer movimiento, más allá de la sístole y la diástole?
La maternidad se enraíza en lo más profundo de la lección biológica y por lo tanto necesariamente radicaliza la vida. Pero es además una gran revolución hormonal, corporal y mental, pues es energía transformadora, cambia nuestras prioridades poniendo por delante el cuidado, el amor, la protección, el instinto, el caudal emocional. Es un tercer movimiento, en efecto, y para mí una etapa que se revela como una feliz edad.
¿Con qué se mide el “diámetro de la pureza”?
Con la poesía. Con la poesía entendida como un modo de estar en el mundo, una mirada desde la delicadeza, el respeto, la sensibilidad. Sabemos con Rimbaud que se puede perder la vida por delicadeza. Esa es precisamente la medida de la pureza: la desmesura en amor.
Libertad, belleza, amor. ¿Lo demás es –más o menos– prescindible?
Personalmente siempre he suscrito la gran divisa vital del surrealismo: “Poesía, Amor y Libertad”. La poesía profunda es siempre amor y nace de un impulso radicalmente libertario. Y la libertad engendra amor que es, en el fondo, poesía. Todo lo demás es, ya sabemos, literatura…
¿Cuál es el grado de belleza que podemos soportar?
Rilke transitó por el filo de lo sublime con esta pregunta, y William Carlos Williams señaló todo cuanto depende de una carretilla roja brillante por la lluvia entre unas gallinas blancas. A veces he pensado en Stendhal mientras arrojaba unos granos de trigo a las gallinas y se me han llenado los ojos de sus lágrimas.
Pienso en el poema ‘La valkiria de las vacas’. ¿Cómo se le contesta a un muerto?
Con amor.
¿Qué nos ofrece “aquello que viene del envés de la vida”?
La revelación.
Temáticamente, ¿todo cabe en el labrantío del poema?
Por supuesto, pero a cada personalidad poética se acercarán husmeando unos temas u otros a través de los cuales vertebramos el conocimiento. Lo que verdaderamente importa es la autenticidad: solamente el poema es verdad cuando somos uno/a con él.
Sus poemas hacen un juego especular de repetición de versos que recuerda –a mí, al menos– al rito, a la rutina. ¿Hay algo de ceremonioso en el escribir?
Sí, hay en efecto, un cierto ritual y ritornello que proviene, en mi caso, del encuentro en la infancia con la poesía popular, con el romancero tradicional, la balada y la oración cristiana. Pero obviamente, en el momento de la escritura nada de ello se manifiesta de modo consciente sino que estructura el texto de un modo musical inconsciente, subterráneo casi, antropológico incluso.
¿Qué clausura y qué inaugura el poema?
Lo inauguran una emoción y un instinto musical. Transita por la revelación y el placer y lo clausura, quizás, la intuición del fin de un ritmo.
“(…) abreva a diario en un enigma que da sed”. ¿Qué tal se lleva Olga Novo con el misterio?
Pienso que la poesía es siempre una posición de apertura al misterio, porque es creación, procede de la nada, surge del enigma, revela lo hasta entonces velado o desconocido. Etimológicamente el misterio se refiere a la iniciación. Todo poeta es pues un iniciado en un conocimiento otro.
¿Cuánto de inteligencia y cuánto de azar cuando se escribe?
Creo que hay grandes poetas de la inteligencia y grandes poetas de la intuición. Pienso en Borges y en André Breton. Pero en el fondo, si la intuición es una forma de conocimiento, en ella interviene también la inteligencia, y del mismo modo el intelecto encuentra sus hallazgos a menudo en el azar. Así que quizás en mayor o menor medida inteligencia y azar intervienen en el proceso de creación, aunque tal vez en distintos momentos o intensidades según el o la poeta.
“En la zona impracticable donde el sueño y la realidad”. ¿Desde ahí hay que vivir?
Hay que vivir en la libertad y el placer de vivir, procurando evitar la confrontación “realidad o deseo” para transformar la disyuntiva en una oración copulativa y que la realidad sea el deseo. No es fácil, ya sabemos, en el mundo en que vivimos, persistir en la utopía. Su formulación es, para mí, irrenunciable.
¿Qué reporta un premio como el Nacional de Poesía?
Visibilidad. En mi caso, no solo a una obra individual sino a la creación en una de las lenguas minorizadas del Estado, el gallego, y por lo tanto simbólicamente a la cultura gallega. Quiero creer que, además, cuando hablamos de cultura, no nos referimos solamente a la mal llamada “alta” cultura o cultura académica, sino también a la cultura popular, ágrafa y oscurecida por la Historia, de la cual en el fondo proviene toda mi obra.
Con versos biselados, tan sencillos que arden de belleza por claros, prendidos por momentos con el fruto de un surrealismo aldeano, como si destilasen a Cunqueiro por el norte y a Breton por el sur. Así es Felizidad, de Olga Novo (Vilarmao, Pobra A do Brollón, 1975), editado por Olifante, traducido al...
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