Tour de Francia
El ciclista que venció al Mont Ventoux de forma inesperada
Hace 27 años, Eros Poli se impuso a Pantani e Induráin en la etapa de ascenso a la gran montaña de la Provenza. Este miércoles 7 de julio, la ‘Grande Boucle’ vuelve a pasar por las mismas carreteras
Xabier Rodríguez 6/07/2021
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Cada vez que el Tour de Francia se acerca al Mont Ventoux es imposible no hacer una pequeña mueca, una media sonrisa y recordar la hazaña del italiano Eros Poli, uno de los triunfos de etapa más épicos e inesperados de toda la historia de la prueba francesa, ocurrido hace 27 años.
Aquel 18 de julio de 1994 la caravana del Tour salió de Montpellier con 231 kilómetros por delante hasta llegar a Carpentras. Era un día muy caluroso, en mitad de una carrera que se estaba haciendo especialmente dura. La víspera había abandonado Gianni Bugno y antes lo habían hecho Chiappucci o Rominger. Induráin marchaba cómodamente en cabeza con ocho minutos de ventaja sobre Virenque y De las Cuevas. Los aficionados franceses confiaban en la victoria de alguno de sus mejores escaladores, mientras en Italia seguían lamentándose por el penalti fallado por Roberto Baggio la víspera en la final del Mundial de fútbol.
Los primeros kilómetros de la carrera empezaron a un ritmo bastante fuerte, con los habituales intentos de escapada y sin que ninguno llegara a tener éxito. Pasado un tiempo el pelotón se dio un descanso, uno de esos descansos en los que se aprovecha para mear y preparar el avituallamiento. Justo antes del punto en el que se reparte la comida atacó el italiano Davide Cassani, el típico ataque que impide una digestión tranquila y que no es recomendable intentar si quieres hacer amigos en la carrera. Irritado, Eros Poli aceleró el ritmo para volver a la cabeza de un pelotón que ahora marchaba en fila india y a alta velocidad. Una vez que Cassani fue absorbido volvió a bajar el ritmo en cabeza, pero Poli seguía indignado y no estaba dispuesto a frenar. En un acto irracional, casi infantil, decidió atacar. Quedaban más de 170 kilómetros y la ascensión al temible Mont Ventoux por delante.
Nadie en el pelotón pareció inquietarse por el ataque. Poli era un ciclista respetado, valorado por su capacidad para poner el pelotón a más de 60 kilómetros por hora, lanzar el sprint y hacerse a un lado a poco más de cien metros de meta para que su líder se lleve los laureles, pero en una etapa de alta montaña no suponía ninguna amenaza. Era el ciclista de más altura en aquel Tour, un corredor de gran potencia cuyo fichaje figuraba entre las condiciones que ponía Mario Cipollini a cada uno de sus equipos. Ese mismo año una dura caída de Il Bello en la Vuelta lo había apartado del Tour y había dejado al equipo Mercatone Uno sin una estrategia clara y con la libertad para sus corredores de intentar cualquier escapada.
Poli se encontró repentinamente solo y al frente de la carrera, con cien kilómetros llanos hasta llegar al pie del gigante. Empezó a hacer cálculos buscando la manera de que aquella escapada pudiera tener algún sentido. Estaba acostumbrado a marchar en el autobús, ese gran grupo de ciclistas que se forma a la cola de las etapas de montaña y cuyo único objetivo es hacer el mínimo esfuerzo para no llegar fuera de control. Poli era experto en mantener ese ritmo trotón que permitía a Cipollini pasar la montaña y llegar a meta en el tiempo justo. Valiéndose de esa experiencia calculó que necesitaría 25 minutos de ventaja a pie de puerto. A partir de ahí, si perdía un minuto por cada uno de los 22 kilómetros de ascensión al Mont Ventoux, tendría margen suficiente como para afrontar el descenso y llegar a meta en solitario.
Mientras en su cabeza no paraba de sonar “I feel good” de James Brown, Poli seguía avanzando en solitario por las largas rectas que formaban la primera mitad de aquella etapa. Atrás el pelotón no se mostraba inquieto. Hacía demasiado calor como para preocuparse por la osadía de un gregario que, en el mejor de los casos, caería en las duras rampas del Ventoux. Esta despreocupación permitió que la ventaja de Poli fuera subiendo minuto a minuto ante la indiferencia de los rivales y de los comentaristas de todas las televisiones del mundo, acostumbrados a relatar escapadas intrascendentes en las horas en que la audiencia aprovecha para echar la siesta.
Al llegar a la población de Bedoin empezó a cambiar el desnivel de la carretera. Poli llevaba ya más de dos horas de escapada, el cansancio se acumulaba y ante él esperaba el Mont Ventoux, una de esas montañas cuyo nombre provoca temblores en los ciclistas. Aparece imponente, solitario, en mitad de la Provenza francesa. A la dificultad de sus 1909 metros de altitud se le añade la fuerza del viento, golpeando implacable sobre su cima y dándole esa característica apariencia de paisaje lunar. Es esto lo que hace de esta una montaña temida por muchos y deseada por quienes quieren ver su nombre escrito junto al de los más grandes escaladores. Bobet, Poulidor, Merckx o Pantani figuran en la reducida lista de quienes se han impuesto en su cima.
Poli comenzó la ascensión tranquilo, confiando en los cálculos que había hecho. A pie de puerto la ventaja sobre el pelotón era de 23 minutos, por lo que, si ascendía a 12-13 kilómetros por hora, podría ser suficiente para lograr la hazaña. Su preocupación creció cuando vio que su cuentakilómetros marcaba dígitos de una sola cifra y tenía grandes dificultades para aumentar el ritmo.
Por detrás Pantani era el primero en reaccionar, con un ataque al que sólo respondía el francés Leblanc. Poli ya sabía que habían empezado las hostilidades y que su rival no era precisamente el más deseado. Pantani tenía solo 24 años, pero ya se había exhibido ese mismo año en el Giro, terminando en segunda posición, por delante del propio Induráin.
Poli llegaba a la altura del Chalet Reynard con menos de 14 minutos de ventaja con respecto a Pantani y Leblanc y un minuto más respecto al grupo de favoritos. A partir de ese punto quedaba atrás la zona boscosa, desaparecían los árboles y la vegetación, para entrar en un paisaje de tierra seca y piedra calcárea. El viento de mistral se añadía al fuerte calor para hacer la ascensión aún más dura. Poli mantenía un ritmo lento, acompañando cada pedalada por un movimiento ladeado de los hombros, impulsando su cuerpo a golpe de riñón. En el grupo de favoritos Induráin asumía el mando de la persecución, imponiendo un ritmo que estiraba el grupo e iba descolgando corredores. Cuando Pantani consiguió dejar atrás a Leblanc, la distancia de Poli se había reducido a poco más de diez minutos, con seis kilómetros de ascensión todavía por delante. Atrás, sólo Pascal Lino, Virenque, Conti y De las Cuevas eran capaces de seguir el ritmo de Induráin.
Según se aproximaba a la cima, Poli sintió muy cerca la presencia del helicóptero de carrera. Pensó que Pantani no debía andar lejos. Miró para atrás y vio su figura a la altura del monumento a Tom Simpson, el ciclista inglés fallecido en 1967 en plena ascensión. En ese momento Poli empezó a creer que podía lograrlo. Sabía que, en el descenso, su altura y peso jugarían a su favor. Pantani pasó por la cima cuatro minutos y medios más tarde. Había hecho la que, a día de hoy, sigue siendo la ascensión más rápida al Mont Ventoux en una etapa del Tour.
Poli se lanzó en el descenso y, a falta de cinco kilómetros, mantenía la ventaja sobre Pantani. Era el momento de disfrutar de la hazaña. Entró en la localidad de Carpentras aguantando las lágrimas, consciente de que su familia estaría viéndolo por televisión. Levantó los brazos a más de cien metros de meta, se quitó la gorra, hizo una reverencia al público y cruzó la línea como vencedor. Después de una larga trayectoria como gregario al servicio de Baffi o Cipollini, a sus treinta años, lograba su primer triunfo como ciclista profesional, nada menos que una etapa del Tour de Francia.
Este miércoles 7 de julio la Grande Boucle vuelve a pasar por las mismas carreteras. Igual que en 1994 la etapa incluye un largo descenso, para terminar, esta vez, en la localidad de Malaucène. Eros Poli ya demostró que los grandes puertos no son coto privado de los escaladores. El Mont Ventoux espera a quien quiera desafiarlo.
Cada vez que el Tour de Francia se acerca al Mont Ventoux es imposible no hacer una pequeña mueca, una media sonrisa y recordar la hazaña del italiano Eros Poli, uno de los triunfos de etapa más épicos e inesperados de toda la historia de la prueba francesa, ocurrido hace 27 años.
Aquel 18 de julio de...
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Xabier Rodríguez
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