FICCIONES Y REALIDADES
El caso de Laetitia y el patriarcado
Rayo Ruano 2/08/2021
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No sé si os pasa, pero en cuanto aparece en la pantalla “basada en hechos reales”, a mí me han ganado. Hay algo magnético en crear una ficción que tiene su base en la realidad; si lo piensas, todas las ficciones están basadas en la realidad, hasta la ciencia ficción no es igual ahora que en los años 70, porque tiene su base en el momento que se cuenta, desde la historia hasta el maquillaje o el vestuario.
La ficción, tanto en teatro como en audiovisual, hace de lupa. Una puede saber algo, pero si lo ves en un escenario o en una pantalla la cosa cambia. Para mí el ejemplo más claro de esto es B de Bárcenas. En la prensa habíamos visto los papeles de Bárcenas, teníamos una ligera idea de lo que este señor del que usted me habla, había contado, pero verlo en un escenario le daba otra dimensión, igual que verlo en la película.
A veces sirve para lo contrario, es el caso de los biopics que se crean para hacer revisionismo histórico. Desde La dama de hierro no he podido volver a ver una película de Meryl Streep sin recordar aquel engendro, en plena ola de recortes mundial, ensalzando a la hacedora del neoliberalismo, madre del capitalismo salvaje desregulado, que tantas vidas se ha llevado por delante con sus doctrinas del shock; entre golpes de Estado, guerras, hambre y suicidios.
Hay una frontera entre hacer de Hitler (véase El hundimiento) y contarte que, en realidad, Adolf era un tipo cálido, que amaba a los animales y vivía con pasión su relación con Eva Braun. Nadie se ha atrevido a hacerlo todavía, pero al paso que vamos no me extrañaría ver antes esta historia que la de la Pasionaria.
Basada en hechos reales es la francesa Laetitia, o el fin de los hombres. Esta serie, que se puede ver en Filmin, es la que me lleva a escribir estas letras.
Es una historia creada a partir de hechos contrastados.
No nos habla solo de una mujer asesinada. Lo más escalofriante, tanto del fabuloso libro como de la serie, es la violencia ejercida contra la mujer de manera sistemática; dos niñas que sufren la violencia machista desde su más tierna infancia, y una de ellas durante toda su vida hasta encontrar su propia muerte. Devastador. Este caso dejó en evidencia a todo un sistema que tiene incorporada la violencia hacia la mujer como base de su protección. Sería algo así como: te protejo con más violencia.
El sistema, incapaz de hacer un análisis de lo que está pasando y dando por hecho que el problema no es la violencia machista, intenta desviar el mensaje y el presidente de la República –Sarkozy en esa época– acaba echándole la culpa a los jueces por dejar a un delincuente en libertad. La judicatura francesa hizo historia, aquel febrero del 2011, con una huelga histórica, alegando que el problema no eran ellos sino la falta de medios.
Nadie duda de que la judicatura tuviera razón, la falta de medios en todo lo importante, (no así en los presupuestos de defensa que la OTAN nos obliga a aumentar en una espiral sin fin de tanques y cazas) es algo común en los países europeos. Esos recortes que sufre la sociedad de manera proporcional: cuanto menos tienes más los sufres.
El que acierta en el análisis de lo que pasó es Ivan Jablonka, autor del libro en el que se basa la serie. No se le escapa nada. El culpable no es solo el que la violó, mató y descuartizó; los culpables no son solo los jueces; el culpable es un sistema patriarcal que destruye por igual a mujeres y hombres. El autor, en una entrevista en la que habla de su siguiente libro, Hombres justos –lo tengo pendiente–, señala que “el patriarcado nos envenena tanto como a las mujeres”.
Solo alguien capaz de ver el panorama completo se dará cuenta de que puedes cambiar una ley, puedes encerrar al agresor de por vida, puedes incluso matarlo, pero lo único que acabará con la violencia machista es la caída del patriarcado, con sus hombres blancos al frente de todo, y sus mujeres apuntaladoras del sistema, incapaces de ver más allá de su libertad individual, conseguida con unos esfuerzos titánicos.
Una vez más, la ficción, en este caso basada en hechos reales, da en el clavó de una problema social que va más allá de las partes y que, si no se ataca como un todo, nunca se acabará.
No sé si os pasa, pero en cuanto aparece en la pantalla “basada en hechos reales”, a mí me han ganado. Hay algo magnético en crear una ficción que tiene su base en la realidad; si lo piensas, todas las ficciones están basadas en la realidad, hasta la ciencia ficción no es igual ahora que en los años 70, porque...
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