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Mazahua y otomí, la desaparición de dos mundos
Los habitantes de estos dos pueblos originarios de Michoacán se enfrentan a la pérdida de sus idiomas debido a la discriminación y el olvido institucional. Con ellos, se van también su historia, su cosmovisión, sus tradiciones y su memoria
Liliana David 4/08/2021
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Resulta inquietante pensar en toda la gran diversidad étnica que, de cara al resto del mundo, se ha ocultado debajo de la identidad mexicana, así como en la incesante pérdida de hablantes en lenguas originarias. Este es un fenómeno que si bien comenzó desde la llamada Conquista en 1521 –que encabezaría Hernán Cortés a su llegada al lugar donde habitaban los antiguos aztecas y cuya lengua principal era el náhuatl–, sigue hoy en día un proceso cada vez más acelerado.
Además de la lengua originaria del náhuatl, los españoles se encontraron con nativos que hablaban las lenguas p´urhépecha, mazahua y otomí, entre otras. Todas ellas se usaban desde la época prehispánica y aún hoy en diferentes zonas localizadas a lo largo y ancho de la geografía de México, un país conformado actualmente por 31 estados, entre los que se encuentra Michoacán.
A 500 años del arribo de Cortés por tierras aztecas aún siguen resistiendo varios grupos representantes de estas lenguas originarias en el estado michoacano, entre las que se halla la lengua mazahua, en peligro de perderse, y la otomí, que está en proceso de extinción desde 2009, de acuerdo con un pronunciamiento hecho por funcionarios de las Naciones Unidas.
Así lo refiere en nuestra entrevista Gerardo Sánchez Cayetano, director de la radiodifusora indígena XETUMI, y nativo de la sierra de Tuxpan en Michoacán. Desde allí se transmite la señal de dicha estación, un espacio que no solo ha funcionado en la defensa de la visibilización de la diversidad indígena y cultural de México, sino que también ha jugado un importante papel como interlocutor en la tarea de traducción, del español al mazahua, entre los habitantes de su comunidad.
“La radio ha venido articulando una función social clave pero que se enfrentó a una mayor responsabilidad desde que comenzó la pandemia, pues la situación mundial que generó la emergencia del covid 19 ha sido y sigue siendo un acontecimiento que afectó a los pueblos indígenas. Desde que comenzó esta urgencia sanitaria hemos tenido que interpretar todos los mensajes emitidos por el gobierno mexicano para transmitir en los propios términos de la comunidad, de su concepción, lo que conlleva esta enfermedad”, refiere Sánchez Cayetano.
Los pueblos mazahua y otomí siguen siendo portadores de una historia, un idioma, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literatura
Si bien a partir de esta situación la radio indígena ha ido ganando cada vez un mayor respeto entre las comunidades, esta no es la panacea, ni mucho menos, ante una serie de problemáticas que viven estos dos pueblos indígenas, el mazahua y el otomí, lingüísticamente pertenecientes al mismo tronco común y asentados en el oriente de Michoacán. Los habitantes de estas comunidades no solo se enfrentan a la falta de intérpretes en su propia lengua, sino también a la pérdida de su idioma original y, con él, de todo su mundo, de toda una cosmovisión propia. “Se pierde así todo el conocimiento, toda la sabiduría y tradiciones contenidas en estos pueblos. Costumbres que abarcan desde una organización comunitaria, su medicina tradicional, los saberes ancestrales”, señala el locutor.
En efecto, estos pueblos indígenas siguen siendo portadores de una historia, un idioma, tradiciones orales, filosofías, sistemas de escritura y literatura, además de que dignifican dentro de su organización comunitaria a una serie de personajes, quienes en sus diferentes roles posibilitan la preservación y transmisión de su forma de ver el mundo a futuras generaciones. Pero “la radio no puede asumir todo el trabajo que se requiere para frenar la pérdida de la lengua. Hace falta mayor interés por parte de los tres niveles de gobierno para implementar estrategias de conservación frente al idioma dominante, el español” refiere el jefe de la radio xhtumi, que depende del Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).
En ese inminente proceso de desaparición de las lenguas mazahua y otomí, también ha contribuido la emergencia sanitaria, ya que el covid 19 ha ocasionado la muerte de miembros de la comunidad que habían sido importantes en la transmisión de ciertas manifestaciones artísticas y culturales, entre ellas algunas músicas regionales y danzas. “El covid nos ha arrebatado a personas muy importantes para la región, músicos que sabían tocar el banjo, un instrumento tradicional que se utiliza mucho en las expresiones artísticas del pueblo mazahua. Así que no solo los hablantes de la lengua materna han sido las víctimas de la pandemia, sino también, de forma más concreta, algunos músicos relevantes para el sostén de la vida comunitaria. Y esto lo vemos con mucha preocupación porque dentro de las instituciones culturales, escuelas o centros educativos estos oficios y artes no se enseñan”.
Para Gerardo Sánchez Cayetano, las lenguas originarias desempeñan un papel crucial en la vida cotidiana de su comunidad, ya que estas no son únicamente un instrumento de comunicación, educación, integración social y organización, sino sobre todo las depositarias de una identidad, historia cultural, tradiciones y memoria. En este sentido, esta radio indígena ha querido servir, en los 22 años que lleva en funciones, a esas dos comunidades indígenas, procurando mensajes de sensibilización a una población mayoritariamente compuesta por hablantes en lengua original, pero también influyendo en el resto de la sociedad respecto de los temas apremiantes entre los indígenas. “Aquí tratamos de concientizar respecto de los roles comunitarios, que nos toca a cada uno, llámese cargueros (encargados de la fiesta principal de la comunidad), mayordomos (responsable igualmente de las ceremonias religiosas) y autoridades civiles”. Esto es parte del programa que mantiene esta radiodifusora junto con otras pequeñas emisoras comunitarias e indígenas que hay en México, pero que igualmente están en riesgo de desaparecer a causa de los recortes presupuestarios que cada año hace el gobierno.
Entre 1930 y 2015 la tasa de hablantes de lenguas indígenas de cinco años de edad o más se redujo del 16 al 6,6 por ciento
Esta multiplicidad de factores provoca que la historia de olvido y marginación hacia los pueblos indígenas continúe frente a una débil y desinteresada política social por parte del Estado mexicano. “Estos pueblos siempre han sido marginados por la cuestión de su lengua; apenas se piensa en traductores o intérpretes para el ámbito de la justicia, pero no existen, por ejemplo, para el sector de la salud. Hay gente monolingüe que decide no acudir a ninguna instancia de gobierno porque nunca los van a entender, ya que los funcionarios no han procurado tener un traductor en las presidencias municipales. Estamos hablando de que no hay un diálogo. Ellos se excusan de no poder entender a la gente de la comunidad porque no hablan su lengua, pero el mensaje es que tampoco les interesa. Si el municipio no tiene o no pone a nadie en la lengua materna, la comunidad no participa; entonces, estamos frente al desconocimiento total de la cosmovisión de los pueblos”.
Otra exclusión es la que, desde instancias gubernamentales y de cara a la historia social y cultural de las comunidades originarias de la zona, ha acabado diferenciando a los nativos de lengua mazahua y otomí de los hablantes en lengua p´urhépecha, la comunidad indígena más grande en Michoacán y la más explotada por el imaginario global del negocio turístico. En Michoacán, durante el año 2010, la Comisión Estatal para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas, en consonancia con el Censo de Población y Vivienda, informaba que las lenguas p´urhépecha (o tarasca) y náhuatl agrupaban al 89,7% de los hablantes en lengua indígena de dicha entidad. El resto pertenecían a la minoría de hablantes en lengua mazahua y otomí, que conviven en los municipios vecinos de Zitácuaro y Ocampo. Ambos grupos siguen siendo en la actualidad los más excluidos y olvidados del territorio michoacano. Igualmente, de acuerdo con los censos históricos que proporcionó en 2020 el Instituto Nacional de Estadística y Geografía de México (INEGI), entre 1930 y 2015 la tasa de hablantes de lenguas indígenas de cinco años de edad o más se redujo del 16 al 6,6 por ciento. En este complejo escenario, la preservación de las 362 lenguas prehispánicas o variantes lingüísticas con las que todavía cuenta México, “sigue siendo una tarea pendiente del gobierno mexicano con los pueblos indígenas”, concluyó Gerardo Sánchez Cayetano. Sin duda, hoy los pueblos mazahua y otomí también sufren la decadencia que les ha causado el olvido y la marginación prolongada de sus vidas.
Resulta inquietante pensar en toda la gran diversidad étnica que, de cara al resto del mundo, se ha ocultado debajo de la identidad mexicana, así como en la incesante pérdida de hablantes en lenguas originarias. Este es un fenómeno que si bien comenzó desde la llamada Conquista en 1521 –que encabezaría Hernán...
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Liliana David
Periodista Cultural y Doctora en Filosofía por la Universidad Michoacana (UMSNH), en México. Su interés actual se centra en el estudio de las relaciones entre la literatura y la filosofía, así como la divulgación del pensamiento a través del periodismo.
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