NO FUTURE? (I)Rocío / enfermera
“Me cuesta imaginar el futuro; voy sin expectativas”
Elena de Sus 10/08/2021
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Rocío (Zaragoza, 1995) es enfermera. Empezó a estudiar el grado en la Universidad de Zaragoza, pero se fue a la Autónoma de Madrid con una beca Séneca y decidió terminar la carrera allí. Tras encadenar una serie de contratos breves en diversos centros sanitarios públicos, se incorporó a su primer puesto de larga duración en la UCI de un hospital madrileño en marzo de 2020. Este texto es la primera entrega de la típica serie en la que preguntamos a unos cuantos jóvenes sobre sus expectativas de futuro, la precariedad del presente, etcétera. En este caso, la primera pregunta es obligada.
¿Cómo fue empezar a trabajar en una UCI en pleno estallido de la pandemia?
Fue horrible, la verdad. Había mucha gente malísima, fallecían muchos y todavía no estaba claro lo que había que hacer para evitar los contagios, para trabajar bien, entonces fue como empezar en plena guerra. No había suficiente material, se ponían camas en pasillos, en bibliotecas, porque no cabía la gente enferma. Moría un paciente y había que limpiar corriendo para ver si se podía meter a otro. Yo venía de trabajar en consultas y fue un cambio radical.
Todo era ansiedad, no podía dormir, no podía comer. No era capaz de descansar, y estaba agotada, pero era tal el nivel de estrés, que no podía ver más allá. Salía de trabajar, me inflaba a llorar y volvía al día siguiente.
No puede ser que pases tantos años sin una plaza fija, con contratos que de un día para otro te cambian de un servicio a otro que no tiene nada que ver
¿Cuándo mejoró la situación?
En el momento en que empecé a controlar cómo funcionaba una Unidad de Cuidados Intensivos, a conocer a los compañeros, cómo se organizan y cómo son los pacientes críticos. Es un trabajo en el que siempre tienes que estar al 100%, pero cuando ya lo conoces, vas de otro modo a trabajar.
Luego, en junio de 2020 se fue controlando la pandemia un poco. Y luego ya en verano hubo otra ola, y bueno, ya vamos por la quinta.
¿Qué te parecían los aplausos?
Tengo sentimientos encontrados. En su momento lo agradecías como una muestra de apoyo, un detalle. Pero los aplausos me dan igual cuando necesitamos cosas de verdad y no se están llevando a cabo.
¿En qué sentido? ¿Crees que vuestro trabajo no se ha reconocido?
Siento impotencia porque parece que ya no hay nada. Ahora mismo es como si no hubiera covid para muchas personas.
¿Y lo hay?
Sí, nunca ha dejado de haber. Ahora vuelve a crecer. En el trabajo vuelves a encontrar ese tipo de pacientes, a vivirlo todo, y es frustrante, da mucha rabia.
Por parte de la Administración, creo que algunas cosas se podrían haber gestionado de otro modo, pero tampoco quiero decir nada porque yo misma no lo tengo claro.
Deberían mejorar las condiciones de los sanitarios, porque no puede ser que pases tantos años sin una plaza fija, con contratos que de un día para otro te cambian de un servicio a otro que no tiene nada que ver. Tan pronto puedes estar en una UCI como en pediatría o en consultas. Creo que habría que favorecer más la especialización.
Tú tienes un contrato que puede durar dos días, te llaman el día anterior y muchas veces no te dicen ni en qué servicio vas a empezar ni qué turno vas a llevar, y si no dices que sí, te penalizan y están varios meses sin llamarte.
Y necesitas esa experiencia y formación, aparte del examen, para optar a una plaza en una oposición. Yo tengo expectativas de conseguir una plaza fija, pero creo que aún me quedan unos años para ello, bastantes.
¿Cómo vives la pandemia como persona joven, aparte del trabajo?
Me he quedado sin hacer muchos planes. He evitado quedar con la gente que me parecía que no hacía las cosas bien. Cuando iba a ver a mi familia, comía sola, mantenía la distancia, llevaba mascarilla, porque me daba miedo pegarles el covid a mis familiares, no quería que les pasase algo de lo que yo había visto y vivido. Esto fue así durante muchos meses.
Luego, a veces no iba a comer o a cenar con mis amigos si no era en espacios abiertos. Si iba a sus casas, era con mucho cuidado.
Creo que me ha quedado algo en la cabeza, un recuerdo traumático, que también debo pulirlo yo. Sé que hay cosas que ahora mismo ya son de otro modo, pero me cuesta mucho ir a un sitio cerrado y ver a la gente cerca de mí sin mascarilla.
¿Qué le contarías a esa gente?
Pues que esto no se ha acabado, que sí que se está avanzando mucho, las cosas ya no están como estaban hace un año y medio, pero todavía queda, aunque se hayan levantado algunas medidas de contención, y que las personas vacunadas pueden seguir contagiándose y contagiando.
La gente, en general, está un poco hasta el moño.
Claro, pero los sanitarios también lo estamos, lo está todo el mundo.
¿Cómo imaginas tu futuro?
Ahora mismo me cuesta mucho imaginármelo, voy sin expectativas. Con todo lo que ha pasado, no quiero hacer planes a largo plazo, quiero vivir el día a día, pero por ejemplo, yo me imagino priorizando mi calidad de vida, trabajando de lo mismo, porque me gusta mucho, la verdad, y estoy muy contenta, y viviendo en un sitio tranquilo.
Tengo un recuerdo traumático del estallido de la pandemia
¿Te gustaría irte de Madrid?
Sí. No me veo en Madrid en unos años. Ahora mismo sí, porque creo que es una ciudad para aprovecharla cuando eres joven, pero después, según cuáles sean tus expectativas… Por ejemplo, es una tontería, pero a mí me gustaría mucho vivir en una casa, y una casa en la ciudad de Madrid, con lo que cobra una enfermera, es imposible. Yo creo que me iré.
¿A Zaragoza?
No, tampoco. No sé dónde, me apetece probar. Me apetece mucho un sitio con costa, y con calma, sobre todo calma.
¿Vivimos peor que nuestros padres?
Uy. Es un poco complicada esa pregunta, depende…
Es cierto. ¿En tu caso?
No. A mi hermana y a mí nunca nos ha faltado de nada. Mis padres querían que nos formásemos para tener un trabajo, aunque no fuese estudiando una carrera, que fuésemos felices y que tuviésemos un futuro. Las dos hemos acabado estudiando, y trabajando, así que muy bien.
Mi madre no pudo estudiar y ha trabajado muchísimo, mi padre es funcionario, tampoco tiene estudios universitarios. Para ellos, que seamos jóvenes con carrera y trabajo es una satisfacción y un alivio, poder pensar que sus hijas tienen el futuro encaminado y se van a valer por sí mismas, no van a depender de nadie.
Pero es verdad que yo he tenido mucha suerte, porque ahora en enfermería no falta trabajo. Hay mucha gente que, habiendo estudiado una carrera también, está cobrando muy poco y trabajando todo el día, y no tienen opciones de trabajar en lo que han estudiado. Poder independizarte, comprarte una casa, está complicado.
En general, yo creo que es una época distinta. Hay cosas que están mejor y otras peor. Hay más posibilidades, más opciones. En el ámbito social se ha evolucionado mucho, la gente es más abierta de mente, gracias a Dios.
También me parece que el respeto se está perdiendo un poco. Hay gente que ataca a la mínima, saca las cosas de quicio, de contexto… Igual también tiene que ver con la expansión de los medios de comunicación y las redes sociales: mucha más gente opina, mucha gente contesta. Claro, antes no había esa opción.
Rocío (Zaragoza, 1995) es enfermera. Empezó a estudiar el grado en la Universidad de Zaragoza, pero se fue a la Autónoma de Madrid con una beca Séneca y decidió terminar la carrera allí. Tras encadenar una serie de contratos breves en diversos centros sanitarios públicos, se incorporó a su primer puesto de larga...
Autora >
Elena de Sus
Es periodista, de Huesca, y forma parte de la redacción de CTXT.
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