Diario itinerante
Ayuso Emperadora
Un mexicano chol responde a la presidenta madrileña en el debate sobre “la conquista”
Andy Robinson 30/09/2021
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La mejor respuesta que se me ocurre a las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de que España llevó el catolicismo –y, por tanto, la civilización y la libertad– a las Américas es la de un pasajero de la etnia chol con el que hablé durante un largo viaje en transporte colectivo desde Palenque a San Cristóbal de las Casas en Chiapas hace dos años.
La historia se cuenta en este libro, Oro, Petróleo y Aguacates, las nuevas venas abiertas de América Latina (Arpa 2020) que pronto se pondrá a la venta en Argentina y ya tiene ediciones en inglés y alemán [disculpen la autopromoción pero las ventas en España son “un goteo”, según el editor. El libro puede ayudar a entender tal vez la relación entre el saqueo permanente de América Latina e individuos de la alt-right iberico-hispana católico-evangélica como Jair Bolsonaro, Álvaro Uribe y, tal vez, Isabel Díaz Ayuso o, al menos, su mentor y consejero de multinacionales de minería de oro presentes en América Latina, José María Aznar].
Llevaba horas sentado al lado de mi compañero de viaje chol –otra sociedad maya con fama de ser una de las más combativas de los pueblos mesoamericanos– mientras recorríamos una carretera llena de baches en la que los ciudadanos locales cerraban el paso cada 500 metros colocando “topes” en la calzada para detener los autocares, vender un tamal y recordar a los turistas que aún existen mayas vivos más allá de los que se encuentran en las tumbas de las pirámides de Palenque y Chichen Itzá.
Aparentaba unos 50 años, aunque probablemente tendría 40, y venía de visitar a su familia atrapada en la zona fronteriza con Guatemala, donde las caravanas de migrantes centroamericanos topan con el ejército mexicano. Tras mantener una conversación sobre la crisis del campo en Chiapas, me hizo una pregunta inesperada: “¿En España hay muchos museos?”. “Pues sí…”, respondí. “Está el Prado, tiene muchos Velázquez, Goya…, ya sabes”.
Pero me di cuenta enseguida de que no era eso a lo que se refería. Así que saqué el librito del Museo de América en Madrid, que, casualmente, llevaba en mi mochila. Le enseñé la foto de una de las figuras de oro de la valiosa colección de los Quimbaya, (cuya presencia en Madrid, dicho sea de paso, está ya en disputa). Era un cacique sentado en una postura mayestática, esculpido en un precioso oro color plateado. Ojeamos también una página ilustrada con una escultura en cerámica de una mujer y un niño, de la cultura totonaca de Veracruz, y después, la reproducción del cuadro La conquista de México, de 1676-1700, realizado con la técnica del enconchado por Juan y Miguel González entre otros artistas, en la que se ve a Cortés con su armadura, montado en un caballo blanco, a escasos metros de una hoguera, en la que el conquistador ha mandado quemar todos los ídolos de los indígenas infieles (excepto los de oro, claro, que serían fundidos después y mandados a Sevilla).
El pasajero chol miraba el libro con interés mientras nuestra miniván pasaba delante de un cartel zapatista adornado con el famoso eslogan de Emiliano Zapata: “La tierra para quien la trabaja”. Luego me hizo otra pregunta sorprendente: “¿Quién hace el trabajo en el campo en España?” Tras pensar unos momentos respondí que principalmente inmigrantes: marroquíes, africanos subsaharianos o jornaleros del este de Europa, de Bulgaria, Rumanía… “¡Ajá! ¡Así que les fue bien a los españoles con saquear!”, resumió, y una sonrisa se extendió por un rostro que hasta ese momento solo había mostrado gestos de melancolía.
¡Cuánto me gustaría que aquel campesino chol fuese presidente de la región en la que yo he elegido vivir, en lugar de Isabel Díaz Ayuso cuya versión de la conquista de los mexica ni tan siquiera reconoce un “encuentro” de civilizaciones! Para la nueva derecha bannoniana madrileña, la civilización llegó de la mano de la espada y la cruz de Hernan Cortés. Pero si incluso Bernal Díaz del Castillo –un buen castellano, como el asesor presidencial Miguel Ángel Rodriguez–, oriundo de Medina del Campo, que acompañó a Cortés en su viaje sin retorno a México hace exactamente 500 años– reconoce en Historia verdadera de la conquista de la Nueva España que la ciudad esplendorosa de Tenochtitlán era parte de una sublime civilización, por difícil que le resultara entenderla. Para Ayuso, en cambio, España “a través de las misiones, llevó el catolicismo, y, por tanto, la civilización y la libertad al continente americano”.
Eso de que el catolicismo es sinónimo de civilización, por no decir nada de la libertad, es una idea muy atrevida, sobre todo para una presidenta de una región europea en el siglo XXI. Ya en el siglo XVI, Díaz del Castillo señalaba que la llegada a América supuso el encuentro de dos civilizaciones. El premio Nobel francés J. M. Le Clézio destaca en su libro El sueño interrumpido de México que la obra de Díaz del Castillo es “el relato del final de una de las últimas civilizaciones mágicas”. No sabemos si Díaz Ayuso ha leído o no a ninguno de los dos. Bernal Díaz del Castillo entendía que “no es de Cortés ni de sus acciones temerarias de donde nace la grandeza; es del mundo mexicano que él se ensaña en destruir”.
La historiadora estadounidense Camilla Townsend, cuyo nuevo libro, Quinto sol, una historia diferente de los aztecas (Universidad Rutgers, Nueva Jersey), se basa en fuentes náhuatl del siglo XVI, responde lo siguiente a la pregunta de si la llegada de Cortés representa un encuentro de dos civilizaciones o fue una pérdida, en una entrevista publicada en La Vanguardia: “Creo que ambas cosas. Hubo un encuentro y destrucción. Generó riqueza que ayudó a financiar la revolución industrial; el intercambio de ideas y bienes ayuda a la humanidad. Pero hubo también una monumental destrucción. Tardaron bastante tiempo en someter a los pueblos indígenas. Jamás destruyeron su cultura pero impusieron un sistema para extraer un porcentaje elevado de la riqueza indígena. Hay muchos factores que ayudan a explicar la pobreza relativa de América Latina, pero yo diría que la conquista es el factor número uno”.
Y como saben tanto el amigo chol como Eduardo Gaelano, la pobreza de unos es la riqueza de otros.
La mejor respuesta que se me ocurre a las declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso, de que España llevó el catolicismo –y, por tanto, la civilización y la libertad– a las Américas es la de un pasajero de la etnia chol con el que hablé durante un largo viaje en transporte...
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Andy Robinson
Es corresponsal volante de ‘La Vanguardia’ y colaborador de Ctxt desde su fundación. Además, pertenece al Consejo Editorial de este medio. Su último libro es ‘Oro, petróleo y aguacates: Las nuevas venas abiertas de América Latina’ (Arpa 2020)
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