La vita nuova
¿Quién le pone el cordón democrático al gato?
Ver esta crisis del PP como un suceso interno y pintoresco, y no como un indicio de la mayor y más determinante disfunción de la democracia, no invita a pensar que las reformas necesarias se vayan a producir
Guillem Martínez 19/02/2022

Cloacas.
J. R. MoraEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
1- Hola. Esto iba a ser sencillo. Se trataba de un articulete sobre la imposibilidad en la democracia Esp de crear la figura del cordón democrático en torno a Vox. Pim-pam. Y a otra cosa. Pero, en eso, no han parado de pasar sucesos, que han paralizado la realidad y organizado el azar, esa cosa que no existe, en una dirección. Esos sucesos, como ya habrán adivinado, no son otros que a) la aparición de una sentencia del TJUE, acotando a la extrema derecha –si bien, snif, no siempre, no en todas sus formas ni biotopos; no se pierdan el punto 11–, y el inicio de la ya tradicional, amena y periódica b) matanza de San Valentín en el PP. Por lo que, en aras de reducir la emisión de CO2, intentaré integrar todo eso en un solo artículo. Será una superproducción, al punto que, para el punto 2, he fichado a Marinetti, que, por primera vez en su trayectoria profesional, ha accedido a aparecer desnudo en un show.
2- “Hola. Soy Marinetti y me han pagado una pasta para, en este punto 2, salir en pelotas y decirles mi gran frase: la guerra es la higiene del mundo”. Muy bien, Marinetti. Ahora váyase al guano, que sigo yo. “Grazie. Posso giocare con la PlayStation?”. Dele. La guerra, prosigo, no es la higiene del mundo, como el mundo sabe. Pero es lo más parecido a la higiene cuando sucede en un partido leninista esp, esa cosa opaca y sometida a sus propias tensiones. Permite, al menos, ver cómo funcionan esas cajas negras. El funcionamiento es la ideología. La ideología no sucede en la boca, sino en el cuerpo. La guerra del PP es, así, la radiografía de un cuerpo. Un chollo. Un lujo. Si bien no aporta nada que no se supiera, aporta su intensidad. Aporta un momento ahá, un instante Rociíto.
Mad es una perturbación, una amenaza, incluso en el neoliberalismo esp, que, en tanto que esp, debería velar para que el Mad-max-ismo no arrase todo el Estado
3- No todos los partidos son iguales. Quien crea eso debería ser visitado por el tipo chungo que penaliza a los camareros que creen que todas las cervezas son iguales. Los grandes partidos del arco esp –dos– son diferentes entre sí, si bien mantienen parecidos razonables. Mantienen una cultura común –que les orienta sobre lo que es normal, anormal, deseable, indeseable–. Una idea del Estado, de su funcionamiento, de las reglas, de los límites. Del alquiler, del desahucio. Sometida, y aquí empieza el cacao, a la erosión de lo que no tienen en común PSOE y PP. El constitucionalismo. El constitucionalismo vino a comer aparte. Angulas.
4- Y vino en 1996. Supuso –sigue suponiéndolo– el punto de unificación de las derechas esp. También de las extremas. Desde 1996 estuvieron en unidad hasta C’s y Vox. C’s nació en el constitucionalismo, desde un cálculo, poco calculado, del desgaste del PP. Vox nació, a su vez, desde el PP, para reformular el constitucionalismo y otra futura unidad, en otro sitio. No le va mal. En 2000, sea como sea, el constitucionalismo ya era el actual objeto, compartido en el tiempo por tres partidos –PP, Vox y C’s–. Es, por tanto, un objeto serio, y más antiguo que la socialdemocracia, que, así a pelo y con matices, no existe como opción esférica de gobierno. ¿En qué consiste el constitucionalismo? Sí, ya, es un corpus interpretativo no solo de la CE78, sino de la política, de la comunicación, de la Justicia, etc. También es el punto de contacto de la extrema derecha local con la extrema derecha USA –Vox, constitucionalista como una casa, se ha especializado en contactar también con la extrema derecha europea; Vox es constitucionalismo I+D–. Pero, si bien es la intensificación, épica y democrática, de mitos esp predemocráticos, de la Restauración –unidad nacional, catolicismo, Destino Predeterminado de una nación, que dicen en los USA–, no es más que una interpretación del neoliberalismo. Salvaje. Que se traduce también en una idea de la capitalidad hispano-americana de Mad, fundada por Aznar y no desmentida por nadie. Esa idea se traduce en un Mad financiero –es el récord esp de inversión financiera; los fondos principales vienen de Luxemburgo; glups–. Es un Mad receptor de capital sudamericano inquietante –los chicos y chicas no-Mad se pierden unas cadenas de fast food de capital venezolano que no existen en el resto del Estado; son una metáfora, una punta de iceberg–. El resultado es, también, la desplanificación del territorio. Un Mad desregularizado, abandonado a sí mismo, que comporta más abandonos. Un potente absorbente de posibilidades económicas y de población. Un agujero negro. Un paraíso fiscal interno –reconocido como tal por la OCDE–. Una perturbación, una amenaza, incluso en el neoliberalismo esp, que, en tanto que esp, debería velar para que el Mad-max-ismo no arrase todo el Estado. No, al menos, tan rápido.
5- El PPMad es otra causa y consecuencia de todo ello. Es un PP diferente. Incluso a cualquier otro partido del Estado. La corrupción estructural catalana –iniciada, con conocimiento y orden, en 1981, que ya es decir–, suponía un monto lirondo, que se dividía, según fiscalía, entre el partido y la Familia Real –de Cat–, si bien era, solo por costes de oportunidad, calderilla, si se compara con las posibilidades Mad, topos con otra escala de la obra pública y en contacto con la gran empresa financiera. Eso crea un partido local rico, abierto a grandes posibilidades personales, y a grandes cambios biográficos en su staff. Y en colisión periódica con el PP. Sencillamente, por eso mismo. Entre el PPMad y el PP pasa lo mismo que entre la CAM y cualquier otra autonomía. Hay cacho, pero no hay color. El PP, una bestia de la política extractiva, según determinan ya sentencias, posee otra bestia en su interior. Más rica y más extractiva. Y más salvaje. Y eso es una tensión inaudita. De niña, corrupta, de El Exorcista.
Para el constitucionalismo, el enemigo, interno o contrincante, debe ser políticamente exterminado. Lo que indica que esto del PP es un/otro combate a muerte
6- Ese enfrentamiento periódico –es decir, perpetuo– entre PP y PPMad no se traduce en un combate político. Las periódicas matanzas PP en Mad no son un combate entre neoliberalismo y liberalismo –ay, que me meo; “Bisogna una Tena-lady?”; demasiado tarde, Marinetti–. John Major, un poeta, decía que el enemigo está en el partido, y fuera de él, el contrincante. Eso es aplicable al constitucionalismo, si bien con matices. El principal: para el constitucionalismo, el enemigo, interno o contrincante, debe ser políticamente exterminado. Lo que indica que esto del PP es un/otro combate a muerte. Entre aparatos. Esos combates no son un enfrentamiento entre visiones del mundo, sino entre intereses. Lo que dibuja a la commonwealth PP –diversos PP, el PP en Mad, y el PPMad–, como algo alejado de los conceptos commom y wealth. Como una comunidad de intereses. Personales. Dicho así, se parecen a los Latin Kings.
7- Meditación. El PP, ese partido que dedica muchos esfuerzos a no ser un partido Mad enfrentado a otros territorios, en un combate que impediría la hegemonía del PP en ellos, precisa ser dirigido por un gallego. Esto es, alguien que distinga entre ver y mirar, y que sepa cuándo mirar a otra parte. Que no se meta en política, que la delegue en la Justicia, la información y el mercado. Que si se le ofrece un sobre, lo coja, pero que no sacrifique los beneficios de Esp, sostenibles, regulares, por los pelotazos individualizados de Mad. Tal vez ese sea el destino del PP. Y, en general, del constitucionalismo. Ese destino es, por tanto, un barranco: mantener, sin que tenga el liderazgo político, sin que se salga de madre, las originalidades del PPMad, que, a su vez, determinan desequilibrios insostenibles en TODO el territorio. Este punto 7 igual es un spoiler a lo que está pasando en Mad. Por lo que no estaría mal proseguir desautomatizando lo que está pasando.
8- El combate, personal, entre aparatos extractivos permite ver el funcionamiento del constitucionalismo. Es una serie de mecanismos, compartidos ya por más de una generación, aprendidos, naturalizados, en NN.GG. Las juventudes, en fin, son donde los niños ven trabajando a los mayores, y los imitan. Este sistema de formación y promoción de líderes-niño indica que los líderes-niño no se forjan a través del conocimiento –“Un’altra Tena?”; mejor una fregona, Mari, porque puedo llamarte Mari, ¿no, Marinetti?–, sino a través de la selección negativa, un proceso de selección, promoción y aprendizaje que normaliza patologías. Incluso delictivas.
9- El combate consiste en algo improbable en otra cultura. Un secretario general –que no ha acreditado grado y máster–, que investiga a la jefa del PPMad –que, en otra cultura política y judicial, debería haber abandonado la política por un posible caso de alzamiento de bienes de cajón–, no para demandarla a la Justicia, sino para extorsionarla, cual vulgar ladrona de cremas hidratantes. No es una vulgar ladrona. O, al menos, no es vulgar. Es –otra vez la selección negativa– la presidenta del territorio europeo con más defunciones –esto es, con menor capacidad y voluntad de planificación– en primera ola de la pandemia, que estuvo viviendo, en aquel momento, en un apartamento ofrecido de forma gratuita por una empresa, y que favoreció a empresas y personas en la adquisición de obra y materiales. Su principal política en pandemia fue, de hecho, la obra pública, el estraperlo del siglo XXI.
Aznar, la unificación de la derecha con patas, la gran autoridad interpartidos constitucionalistas, ya advirtió que el lugar de Vox no son los gobiernos
9- El combate ha obligado a unos medios de comunicación que han defendido que lo de Ayuso no era corrupción, sino libertá, a defender ahora lo contrario. Por mucha menos tensión, el ordenador Hal 9000 se volvió majara. Pero ese no será el caso de nuestros medios y profesionales. Lo que explica una profesión. El constitucionalismo, como cualquier otra extrema derecha contemporánea, no se sustenta en la violencia, sino en el fake, esa violencia. Requiere, donde es gobierno o donde quiere serlo, una industria del fake. Recompensada a través de criterios de selección negativa periodística. En este caso concreto, la emisión de información respecto al caso PP permite la visualización de dos cosas. Cosa a) ver que la corrupción, o cualquier otro delito político, no es corrupción o cualquier otro delito político, sino lo que señala un político y, con él, los medios. Cosa b) ver cómo los medios son el lugar de la política en Esp. El lugar hacia donde se deslocaliza, antes o después de que se deslocalice en la Justicia. El punto en el que se crean las cosmovisiones. Si careces de esas cosmovisiones, los medios son, por tanto, un lugar prescindible. Por cierto, viendo la poética de medios, parece ser que está ganando Casado. Esto es, que el periodismo Mad confía más para su futuro personal en el PP que en el PP Mad. Veremos. El domingo hay una mani procesista. A favor de Ayuso. A ver lo que pueden conducir y hacia dónde.
10- Nos encontramos ante un cisma. Un cisma no es una ruptura. Es la división, siempre momentánea, de un objeto sin el abandono de una fe común. Una serie de problemas personales. Recordemos que Occidente vivió, simultáneamente, la existencia de tres Papas, que creían en lo mismo desde tres locales diferentes. En este caso no tiene por qué ser un cisma histórico, en tanto que el pifostio es recurrente y responde a una tensión –el hecho Mad– que no puede ser solucionada sin romper el juguete. El abanico es amplio. Posibles posturas futuras, o PP-sutra: a) un nuevo partido en Mad, ese nuevo Estado-nación; b) menos probable, un nuevo partido en Esp, c) entrada de Ayuso en Vox –poco probable; antes de estos festejos, en alusión a C&L, Aznar, la unificación de la derecha con patas, la gran autoridad interpartidos constitucionalistas, ya advirtió que el lugar de Vox no son los gobiernos; es una casilla antes, como en Mad, Andalucía o Murcia–. Pero también puede ser d) un vamos-a-llevarnos-bien. En ese sentido, puede ser rápido y barato un abrazo de Vergara, pactar varios cadáveres en PP –García Egea– y en PPMad –MAR–. En ese sentido, el expediente abierto a Ayuso en el PP es informativo, no disciplinario. Tiene vuelta atrás. O no. Pero también puede pasar z). Esto es, cualquier cosa. Que C’s solvente su futuro cuando no lo tenía. O que Vox aumente su intención de voto, incluso de manera indeseable para un partido que se sabe de no-Gobierno. En cualquier caso, todos esos caminos y posibilidades conducen, tarde o temprano, a un gallego. Conducen también, como sucedió en Cat con un objeto muy parecido, a su refundación, a un cambio de nombre y a la venta de su local.
El cordón democrático, inexistente, improbable, imposible, debería desarrollarse en otro punto, alejado de los Gobiernos constitucionalistas. Ese punto son las reformas potentes
11- ¿Un cordón democrático en C&L? Es imposible. El constitucionalismo, que es la extrema derecha 2.0, y que se ha dibujado a sí mismo en esta crisis como una suerte de Forum Filatélico que funciona, ya está en las instituciones. Y estará. Y con él una prensa. Y con ella la aceptación de pulpo, corrupción, libertá, o lo que nos digan, como animal de compañía. La cultura constitucionalista tiene, por otra parte, componentes que, en igual o menor grado, comparten más partidos. El neoliberalismo, la selección negativa y la política de extracción son los más divertidos. La diferencia, la originalidad, del constitucionalismo –y de otros partidos, como JxC– es su carácter iliberal. Un trazo peligroso por fin acotado por el TJUE, si bien de manera poco operativa. El TJUE ha abierto la puerta a penalizar económicamente –lo más para las extremas derechas– a Estados que se salgan del trade-mark liberal. Algo que es poco probable que suceda en Esp. En Esp lo iliberal no cambia leyes en la lógica iliberal. Las desarticula negándoles presupuestos. El rol de un Vox es, precisamente, participar de ese vaciado de presupuestos, desde fuera de los gobiernos.
12- El cordón democrático, inexistente, improbable, imposible, debería desarrollarse en otro punto, alejado de los Gobiernos constitucionalistas. Ese punto son las reformas potentes. En la Justicia, en la policía, en lo territorial, en la regularización. Derogar la Ley Mordaza. Impedir desahucios, regularizar el alquiler, penalizar el fake. Trazar una línea férrea, efectiva, dramática, entre el constitucionalismo y el resto. Saberse resto. Ver esta crisis del PP como un suceso interno y pintoresco, y no como un hecho cotidiano del constitucionalismo, no como un indicio de la mayor y más determinante disfunción de la democracia, no invita a pensar que eso se produzca. Ni que tan solo se perciba.
1- Hola. Esto iba a ser sencillo. Se trataba de un articulete sobre la imposibilidad en la democracia Esp de crear la figura del cordón democrático en torno a Vox. Pim-pam. Y a otra cosa. Pero, en eso, no han parado de pasar sucesos, que han paralizado la realidad y organizado el azar, esa cosa...
Autor >
Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí