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Cierto pesimismo rodea al periodismo contemporáneo. La crisis económica, tecnológica, social que afecta a todos los sectores pega especialmente en una profesión que mira con nostalgia una época dorada que ni siquiera sabemos si alguna vez existió. Congresos, encuentros de medios, homenajes a periodistas heroicos se parecen bastante a esas reuniones de exalumnos que cuarenta años después recuerdan lo bien que lo pasaban en la escuela, exaltando una memoria de unas épocas que en ese momento no se sentían tan buenas.
Pero así como los periodistas idealizan el pasado, suelen ser implacables con el presente. “El periodismo, en vez de ser una especie de sacerdocio, se ha convertido en un medio en manos de los partidos; de medio ha pasado a ser un negocio; y, como todos los negocios, no tiene ni credo ni ley. Todo periódico es una tienda en la que se venden al público palabras del color que éste quiere”. La actualidad de este párrafo resulta más asombrosa cuando se descubre que es parte de Las ilusiones perdidas, una novela que escribió Balzac en la primera mitad del siglo XIX. La profesión que tomó forma a la par que las grandes instituciones políticas y económicas de la modernidad sigue luchando con los mismos obstáculos. De entonces subsisten cabeceras como La Brújula, La República, La Verdad, The Times, O Globo, El Universo, que imponen metáforas que marcan una visión del mundo que, si excede a sus portadores, siempre estuvo fuera del alcance del periodismo.
Esa tensión se vuelve en contradicción entre un modelo canónico de periodismo en las aulas y ese se-hace-lo-que-se-puede de las redacciones, me llevó a escribir sobre el periodismo y las metáforas que lo definen en los últimos dos siglos. Con la excusa de la presentación de Las metáforas del periodismo (Ampersand), en la librería Crazy Mary, del Barrio de las Letras en Madrid, abrimos un debate con Martín Caparrós, escritor y periodista, y Omar Rincón, profesor de la Universidad de los Andes, de Colombia. Aquí un extracto de ese encuentro.
Omar Rincón. Hay que matar la metáfora porque la metáfora está matando el periodismo. Hay un exceso: periodismo oenegero, de investigación, ambiental, periodismo de soluciones, de fake news. El periodismo parece bueno o malo dependiendo de con quien está casado, con una metáfora machista. Periodismo ambiental: ¡qué bonito!; periodismo de derechos humanos, ¡qué divertido!; periodismo político, no, ese está mal, es militante. Lo que habría que hacer es matar la metáfora. De pronto necesitamos un periodismo que diga brutalmente lo que pasa.
Adriana Amado. No sé si habría que matar la metáfora pero sí repensar las que usamos automáticamente. Por ejemplo, no podemos seguir pensando que las investigaciones van adelante exclusivamente por el periodismo. El descubrimiento de las fiestas presidenciales durante la cuarentena de Boris Johnson, recientemente, y de Alberto Fernández en 2021, hablan más de la pérdida de poder de estos líderes que del fortalecimiento del periodismo, que vehiculiza lo que ya estaba en la discusión ciudadana. Una metáfora nueva para este periodismo sería la de DJ, un periodismo que toma informaciones que ya existen y las combina en una nueva cosa.
Martín Caparrós. Esta mañana, en un programa de radio, empezamos hablando del informe de Oxfam que habla de que el 1% más rico del mundo duplicó sus fortunas mientras que el 99% restante perdió dinero en los dos últimos años de la pandemia. Y del informe de Cáritas que mostraba la precariedad laboral. Hablábamos de una sucesión de desastres espantosos que supuestamente nos incluyen y complican de muchas maneras y en un momento dije qué cosa que pase todo esto y sin embargo no pase nada. Podemos contar todo lo que queramos, pero si a nadie le parece que valga la pena hacer algo con eso que escucha va a seguir siendo totalmente inútil.
Omar Rincón. Eso se parece a lo que decía Balzac en 1837, que citas en el libro. Pensamos que al periodismo le importaba a mucha gente, pero creo que nunca le importó a tantos.
Martín Caparrós. Los grandes diarios nunca estuvieron hechos para mucha gente. El País en España en los años ochenta era un medio hegemónico como creo que no hubo en ningún otro lugar del mundo que yo conozca. Tenía un prestigio importante en esa época pero en los días buenos vendía cuatrocientos mil ejemplares en un país de cuarenta millones de habitantes. Eso quiere decir que el buen periodismo nunca fue mayoritario. Lamentablemente. Ojalá lo fuera. Pero entonces el problema es que con toda esta locura del clic, los editores de los medios pierden de vista que no están trabajando para millones, sino que están trabajando para una minoría.
Omar Rincón. …pero la minoría que toma decisiones.
Adriana Amado. Eso lo veo acá en España incluso más que en Argentina. La mayor parte de las noticias de política, de economía, se escriben para la élite más informada que, como dice Omar, es la que toma de decisiones. Entonces, el presidente lee una columna que no leyó la mayoría de la ciudadanía y toma una decisión a partir de lo que salió en el periódico. Ahí creo que se genera una burbuja de importancia, pero que, quizás, el periodismo no tenga tanta.
Omar Rincón. Digamos que también tenemos que hacer un poco de autocrítica porque le echamos la culpa a la gente, pero el periodismo que hacemos es malo, feo…
Adriana Amado. Siempre las limitaciones del periodismo se han proyectado al poder, que no nos deja investigar, o a la gente que no nos lee. Pero en la autocrítica también habría que incluir la academia. La currícula del periodismo siempre se organizó por la herramienta: periodismo radial, periodismo audiovisual, ahora periodismo digital. Pero estaría siendo hora de salir de ese fetichismo tecnológico y pensar en qué es lo que debería enseñarse en las escuelas de periodismo.
Omar Rincón. Hace veinte años que soy profesor en la facultad de comunicación y periodismo y reconozco que fracasamos. No hemos aprendido a enseñar periodismo. Pongo un ejemplo elemental: en clase criticamos los noticieros de televisión, pero llega el examen final y ¿qué pedimos? Hacer un noticiero de televisión. La formación antes tenía una ventaja y era que la sala de redacción formaba, pero, hoy en día, no forma la universidad y no forma la sala de redacción.
Adriana Amado. …porque tampoco hay sala de redacción; porque la mayor parte comparte tareas o colabora para distintos medios a la vez.
Martín Caparrós. Yo me formé, si es que alguna vez me formé como periodista, con el mismo sistema medieval del aprendiz y ese fue el sistema de formación del periodismo durante buena parte de su existencia. Esa forma de enseñar se perdió cuando las redacciones dejaron de ser lugares donde se compartían cosas. Y eso, en prepandemia, cuando todavía quedaban redacciones donde había gente. Esa forma de transmisión medieval de la profesión ya no existe y, por otro lado, las escuelas lo transmiten mal porque no hay nada que enseñar en el periodismo.
Adriana Amado. Ahí se agrega otra cuestión porque la transformación tecnológica invierte también el rol del aprendiz porque en muchos casos son los más jóvenes quienes tienen las herramientas tecnológicas, la lectura de lo que es la novedad, de la interacción con la gente. Pero ocurre que cuando entra un joven a la universidad o a una redacción, se convierte en su abuelo, automáticamente. Abandona esa naturalidad con que vive el ambiente digital porque hay que hacer las cosas como se hicieron siempre. ¿No es una inmensa falta de humildad?
Omar Rincón. Yo quedo pegado a lo que dijo Caparrós de la enseñanza del periodismo. Si, como dice, no hay mucho que enseñar, ¿qué sería lo que habría que enseñar?
Martín Caparrós. Cuando yo veo algunas de las cosas que ahora se discuten con respecto al periodismo me da la sensación de que yo no tenía ganas de aprender cómo se maneja una imprenta. Yo lo que quiero saber es cómo escribir algo bueno y que después haya alguien que lo lleve a la imprenta.
Adriana Amado. Acá hay otra transformación en que el periodismo, como el propio nombre indica, tenía la lógica de la periodicidad y dependía de la actualidad. Una profesión que siempre se definió por lo temporal ¿qué cuenta ahora que la actualidad está en las redes y el periodismo la toma de ahí, y ya está dicha?
Martín Caparrós. Cuenta de dos tipos de cosas. Cuenta historias más trabajadas, que la actualidad les pasa por el costado. Y piensa, analiza y usa el hecho de que tiene más información y más herramientas que la mayoría de los tuiteros para poder hacer sentido con aquello que sucede de una manera confusa y precipitada.
Omar Rincón. El periodismo es un artefacto narrativo, con lo que deberíamos ser narradores mutantes, capaces de encontrarle la forma a contar la historia. Que no le impongamos a la realidad la crónica ni la noticia, ni el clic ni el youtuber.
Martín Caparrós. Con respecto a las mutaciones que tú referías, hablamos poco de la mutación más notoria que yo veo en el periodismo y es el paso del individuo al grupo. Pensando en un premio clásico en Latinoamérica, desde hace dos o tres años cada vez que el locutor decía “el ganador es” daba unos nombres que hacían que quince personas subieran al estrado. Quiero decir que el noventa por ciento de los trabajos prestigiosos en América Latina eran trabajos del grupo. Porque para hacer ese tipo de trabajo, que implica vídeo, texto, hipervínculos, infografías, esto y lo otro, se necesita gente que tuviera habilidades distintas, que pudiera coordinarse. Cosa que ahora es posible coordinar de forma inmediata y que hace diez años hubiera sido un caos. Eso sí creo que es un cambio importante con relación al viejo mito del periodista lobo solitario que se juega la vida con sombrero e impermeable.
Adriana Amado. También pasa que hay mucho de ese trabajo colectivo que se publica simultáneamente en varios medios a la vez, con colaboración cruzada, donde cada medio hace algo y luego se publica en todos a la vez. Ahí hay una mutación de la autoría.
Martín Caparrós. Es interesante si se puede constituir una mirada no individual. ¿Cómo es el proceso por el cual se constituyó la mirada no individual de un grupo?
Adriana Amado. Hay muchas iniciativas en Venezuela, por ejemplo, el periodismo colaborativo ha sido una forma de luchar contra la presión del poder porque cuando son muchos en una nota también es más difícil perseguir a alguien en particular. Justamente, cuando hablo de la ética gamer hablo de personajes como Ibai Llanos que tienen integrada nuestra idea de juntarse para hacer algo sin siquiera pensar en el protagonismo. En los canales de streaming no siempre su titular es el que protagoniza la transmisión.
Omar Rincón. Una preocupación es cómo hacemos para hacer que el público pueda conversar mínimamente alrededor de lo que hace el periodismo. Cómo tener incidencia minimalista. La segunda preocupación es, como profesor en la universidad, preguntarme en qué cosas hemos fallado y cómo reinventarnos. Por ejemplo, la enseñanza del contexto en una nota, que hoy es un fracaso absoluto. Una nota tiene sentido en un contexto, y no es automático. Hay cosas de las que estamos haciendo con las que de verdad tenemos que ser autocríticos los profesores y los periodistas.
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Adriana Amado es especialista en temas de comunicación y periodismo. Investigadora del grupo global Worlds of Journalism y profesora de posgrado en Iberoamérica. Es doctora en Ciencias Sociales por FLACSO y licenciada en Letras por UBA. Participa como activista cívica en organizaciones dedicadas a la transparencia y la calidad de la información desde la dirección de Infociudadana y Poder Ciudadano. Colabora en diversos medios de comunicación como columnista de temas de su especialidad y es activa divulgadora en las redes sociales donde es @LadyAAmado.
Cierto pesimismo rodea al periodismo contemporáneo. La crisis económica, tecnológica, social que afecta a todos los sectores pega especialmente en una profesión que mira con nostalgia una época dorada que ni siquiera sabemos si alguna vez existió. Congresos, encuentros de medios, homenajes a periodistas heroicos...
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