NOTAS DE LECTURA (XX)
Contra la historia, la técnica y el subrayado
Leyendo el soberbio díptico que forman ‘Experiencia’ y ‘Desde dentro’, las más de mil páginas de Martin Amis, uno se pregunta qué sentido tienen las categorías que suelen aplicarse a los textos literarios
Gonzalo Torné 4/03/2022
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La salsa del clásico. Existen dos rutas para leer un clásico: la reconstrucción de las condiciones que lo vieron aparecer, y la indagación de lo que nos sugiere a los lectores contemporáneos. No son rutas incompatibles, y parece aconsejable compatibilizarlas, pero cuanto más remotas sean las condiciones artísticas, económicas, sociales y políticas que envolvieron al texto, más riesgo corremos al recrearlas de olvidarnos de inspeccionar qué nos dicen ahora. Y al fin y al cabo si decidimos leer una obra antes que otra del mismo periodo, es porque tiene “valores” e “intereses” que trascienden al entorno que le vio nacer. Kyd, Middleton, Rowley y Webster no suman un Shakespeare. Pero hay más. El “clásico” no solo nos pide ser leído según lo que nos sugiere a nosotros, los lectores vivos, sino que agradece que lo pongamos en relación con las lecturas de nuestro tiempo. Por dos motivos, en primer lugar porque un clásico no deja de ser un texto escrito por un muerto que se resiste (¡que se empecina!) en ser nuestro contemporáneo; de manera que nada nos parece más justo y natural que relacionarlo con “los suyos”. Pero hay otro motivo, los clásicos se asfixian y se secan pegados a las interpretaciones del pasado. Por un fenómeno inverso e igual de misterioso al que hace envejecer a las traducciones, los clásicos retienen su interés alterando de manera imperceptible pero notoria su sentido, o por lo menos sus implicaciones. Quien desatiende las lecturas de su tiempo, pierde también a esos clásicos que tanto aprecia, pues como ya nos advirtió Borges, no conoce ni a sus precursores.
La unidad. En los libros de cuentos la unidad temática desempeña un papel parecido al del descubrimiento del asesino en las novelas de crímenes: decisivo cuando el escritor es entre flojo y pasable, y un entretenimiento agradable cuando es bueno.
Crítica y taxonomía. Leyendo el soberbio díptico que forman Experiencia y Desde dentro, las más de mil páginas que Martin Amis ha escrito a distancia de décadas sobre el paso del tiempo y sus relaciones (las suyas y las del tiempo) con su padre, sus mentores literarios (Bellow, Larkin...) y su amigo Hitchens, uno se pregunta qué sentido tienen las categorías que suelen aplicarse a los textos literarios. Las taxonómicas y las técnicas. ¿Son novelas? ¿Son realistas? ¿Estás escritas en primera persona? ¿Cuál es el narratario? ¿Serán autoficciones? ¿Encajan con lo escrito por su generación? La respuesta llega sola. Las preguntas son inanes y las respuestas una birria. Todo este amasijo de irrelevancia académico-técnica ni siquiera rozan el esfuerzo (gozoso y tierno) de Amis por replicar la vida (o algunos de sus aspectos centrales), lo que “reclama” es una respuesta crítica que tratase de explicar lo específico de estos dos libros, la manera como explican el tiempo, la vida y la literatura. No diré lo contrario, pero sí un tipo de escritura, alejada (alejadísima) de la taxonomía, las clasificaciones, y los rudimentos técnicos, que en literatura apenas son un poco menos que nada.
Contra el subrayado. Puestos en la obligación de tener que releer un libro (una violencia de la memoria intelectual, y de la ¡sentimental!) creo que lo mejor es procurarse por lo menos un ejemplar nuevo. En primer, lugar para no encontrarse con los subrayados viejos, que en el mejor de los casos, como sucede con las fotografías y los viajes, son intensificadores de la lectura, útiles en el momento de avanzar por el libro, pero que no se consultan en años. En el peor de los casos afloran residuos de atención que pueden llegar a ser vergonzosos o incomprensibles: aquel sintagma subrayado a media página, ¿una arroba, un signo de dólar?, ¡la flecha ondulada como un hilo telefónico! No, mucho mejor un ejemplar nuevo, otra cosa sería como volver a una ciudad, e ir comprobando con las viejas fotos (tomadas hace diez o veinte años) que ya pasamos por allí, y pensamos y sentimos algo.
La salsa del clásico. Existen dos rutas para leer un clásico: la reconstrucción de las condiciones que lo vieron aparecer, y la indagación de lo que nos sugiere a los lectores contemporáneos. No son rutas incompatibles, y parece aconsejable compatibilizarlas, pero cuanto más remotas sean las...
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Gonzalo Torné
Es escritor. Ha publicado las novelas "Hilos de sangre" (2010); "Divorcio en el aire" (2013); "Años felices" (2017) y "El corazón de la fiesta" (2020).
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