
El jugador del Atleti João Félix en el transcurso del partido contra el Rayo Vallecano.
Atlético de MadridEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La física nos dice que la inercia es esa propiedad que tienen los cuerpos para permanecer en el estado relativo en el que se encuentran. Es decir, una especie de resistencia a cambiar la situación en la que estás, y que es más fuerte cuanto más tiempo permaneces en ese estado. Para lo bueno y para lo malo. Si la inercia negativa era lo que explicaba la situación de colapso que parecía haber adoptado el equipo de Simeone –yo así lo creo–, la inercia positiva es lo que ha hecho que hoy el cuadro rojiblanco haya ganado tres puntos en un partido en el que seguramente haya sufrido más de lo que hubiese necesitado. Y sería interesante pararse a reflexionar un poco sobre esto. Si uno amplía el foco, e intenta evitar los efectos alucinógenos que provoca el empacho de rabiosa actualidad, es fácil darse cuenta de que la inercia ganadora del Atlético de Madrid en los últimos diez años, (ojo: ¡diez años!) había sido tan espectacular que parece hasta ridículo el que hubiera personas haciendo mohines por tener unas semanas de bajón. Piénselo. Desgraciadamente, como decía Aldous Huxley, el hábito es precisamente lo que convierte los placeres suntuosos en necesidades cotidianas.
Simeone decidió no tocar la alineación que triunfó en Manchester, práctica que no era muy común a principio de temporada, pero que personalmente aplaudo. El equipo, otra vez, respondió en el campo. A pesar de que quizá las estadísticas no señalen una primera parte fuera de lo común, las sensaciones sí que lo fueron. El Atleti no sólo salió concentrado y metido en el partido, lo que ya es toda una novedad respecto a lo que venía ocurriendo en esta Liga, sino que tácticamente entendió muy bien la forma en la que había que jugar sobre un campo tan complicado como el de Vallecas. Las reducidas dimensiones del terreno hacen que el juego tenga que ser vertical sí o sí, con lo que cualquier error se amplifica. De Paul, Koke y Herrera ocuparon bien el centro del campo, y eso dio opción a que João Félix y Griezmann pudiesen jugar más arriba. El francés fue el que más se prodigó en el remate, aunque sin demasiada suerte de cara al gol. Primero con un remate con la izquierda tras una magnífica prolongación de cabeza de su compañero portugués, que Dimitrievski salvó en línea de gol sin demasiada dificultad. Después, mucho más claro, con un remate en boca de gol (habilitado otra vez por João), que marró como no suele hacer.
El Atleti, eso sí, fue de más a menos. El despliegue inicial fue calmándose a medida que lo hacían las fuerzas de los futbolistas, y el Rayo fue cogiendo oxígeno y terreno, que sin embargo no se tradujo en fluidez. Las principales llegadas al área de los vallecanos, pocas y de poco peligro, vinieron siempre de jugadas a balón parado. Los últimos minutos antes del descanso fueron de cierto descontrol por parte de ambos equipos, y eso transformó el partido en una sucesión de faltas y balones largos que provocaron más tarjetas que goles.
Hay una verdad en el mundo del fútbol, a la que recurrimos muchas veces, que dice que cuando un partido está igualado son los buenos jugadores los que lo desequilibran. Es cierto, y el Atleti tiene a Griezmann y a João Félix. El primero es un excelente jugador. Completo, generoso en el esfuerzo y con mucho fútbol en los pies. Sin estar todavía al cien por cien, ha vuelto a completar un gran partido. Jugando de todo, entendiendo este deporte como nadie y siendo futbolista por encima de todo lo demás. Y el segundo, que sigue estando en formación aunque no lo parezca, es ahora mismo el miembro de la plantilla más influyente. Cada vez que el balón pasa por él ocurre algo ,y eso no lo tienen muchos deportistas. El gol que da los tres puntos al Atleti es otro prodigio de calidad por su parte. Un pase de primeras al interior del área que Koke remató con la maestría de los que saben jugar a esto.
Con el marcador a favor, el Atleti intentó gestionar el partido con mejor manejo del balón de lo que suele ser habitual, o esa sensación me dio, pero por desgracia duró muy poco. Y ahí está el principal ‘pero’ de este nuevo Atleti renacido. Poco a poco el equipo se fue olvidando de mirar a la portería contraria y eso dio alas a un Rayo Vallecano que, además de ser uno de los equipos más valientes de primera división, entendió que podía ganar el partido.
Simeone intentó reaccionar metiendo jugadores de refresco y no funcionó. Mientras que Kondogbia sí logró encajar, más o menos, Luis Suárez y Correa no consiguieron mejorar lo que había en el campo. Todo lo contrario, en realidad. Especialmente chocante fue lo del argentino que si ya había pisado el césped con una actitud insólita (y preocupante) terminó expulsado por insultar (presuntamente) a un colegiado que sí, seguramente tuviese ese día la piel particularmente fina.
Los últimos minutos fueron de agonía, porque ganando por un único gol, con un jugador menos y con los dos equipos jugando en el mismo área, cualquier rechace, cualquier falta o cualquier error pueden suponer una desgracia. No ocurrió así, porque el Atleti, además de tener a Oblak, tuvo también la suerte que no había tenido otras veces.
El Atleti se va al parón de selecciones con los deberes hechos, entre los ocho mejores equipos de Europa, ocupando posiciones de Champions y las mejores sensaciones de toda la temporada. Quedémonos con eso, porque eso es lo verdaderamente relevante. Ahora vienen días en los que el campo mediático estará abonado a los debates peregrinos de siempre, pero es muy buen momento para dedicarse a hacer cosas más interesantes.
La física nos dice que la inercia es esa propiedad que tienen los cuerpos para permanecer en el estado relativo en el que se encuentran. Es decir, una especie de resistencia a cambiar la situación en la que estás, y que es más fuerte cuanto más tiempo permaneces en ese estado. Para lo bueno y para lo malo. Si la...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí