
Concierto en homenaje a Antonio Núñez 'Chocolate' en el Polígono Norte de Sevilla.
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Ante la pregunta de Spivak:
¿Puede hablar el sujeto subalterno?
El poeta responde:
¿pero es que acaso le escuchan?
P.S: El subalterno habla
pregunten a los siglos
Mi abuela no ha leído a Marx, Helios Fernández Garcés.
La noche cae en el Polígono Norte sevillano y se palpa un clima de expectación. Una ronda de martinetes coloca a las personas asistentes ante la que será una velada que muchas recordarán por distintos motivos. Por ejemplo, Paqui, porque es la plaza a la que acude cada tarde con sus vecinas y familiares a pasar el rato, no cabía en alegría y se sincera diciendo que realmente no se esperaba la afluencia de público. O María, de la Asociación Manos Abiertas, que lleva muchos años trabajando en el barrio impulsando la educación en valores; algunas de sus alumnas le preguntan qué hace allí si ella es “paya”. Lo gitano como elemento protagónico. Toñi regenta un bar con su marido que solo abre para los desayunos y ambos están en las primeras filas con otros familiares del Tío Antonio Núñez Chocolate. Ella es sobrina y su rostro de felicidad refleja la alegría del momento. Un niño bromea con el parecido del peinado de Antonio con el de Chocolate y explica quién es el cantaor como si fuera obvio conocerlo.
Unos minutos antes, con cuentagotas, la plaza Río de Janeiro se va llenando de gente de los bloques cercanos, de personas de otros lugares de la ciudad y de vecindad lejana que rompen el estigma del territorio con la intención de rendir sus respetos a la memoria. La de las familias gitanas y obreras desplazadas en los años 50 y 60 del pasado siglo, empujadas por una gentrificación de corte desarrollista que veía el beneficio económico en la especulación inmobiliaria, y para ello necesitaba tener fuera a quienes fueron los moradores de los barrios históricos populares. Muchas fatigas y dificultades explican la génesis de los barrios periféricos de Sevilla. Figuras gitanas y obreras que son el testimonio de quienes llegaron para quedarse hasta el final de sus días en un territorio extraño, nuevo, donde criarían a sus familias.
Por una noche el espacio del barrio se llena desde la escena, el sonido y la celebración. La tienda se queda sin botellines, algunos niños corretean, las personas mayores ocupan las primeras filas y aplauden el cante que se les ofrece y les interpela. Todo el mundo coincide en que la gente “se ha portado bien”. Una frase que encierra mucho sentido en lugares donde la pobreza y la exclusión hacen cuesta arriba la vida de tantas personas. Y es que portarse bien significa respetar, convivir, escuchar, interesarse. Una actitud que integra a quien no es del lugar, a quien llega y, de forma confiada, se apropia del conjunto gracias a la belleza del escenario y de lo que acontece. La guitarra templa las relaciones y provoca las condiciones necesarias para el lamento compartido.
Y el barrio se hace de todo el mundo. Las bicicletas se arremolinan pegadas junto a las farolas y aparecen coches VTC por la zona ante la atónita mirada de quienes nunca vieron antes nada igual. Y ha sido posible gracias al cariño y colaboración de la vecindad, entidades sociales, comercios y un equipo multidisciplinar de mediación cultural que impulsa Zona Flamenca, un proyecto e incipiente metodología de intervención social y cultural que reivindica el flamenco como herramienta de expresión crítica y antirracista y que cuestiona, abiertamente, las lógicas intervencionistas de la administración, desde dentro, y las inmanencias apáticas de la participación ciudadana, hacia fuera.
Porque no son solo conciertos flamencos de calidad en lugares estigmatizados. Son piedras en un estanque que provocan ondas de iniciativas para recomponer la historia de los barrios desde los barrios. Y para ello se eligen figuras de interés humano y artístico a quienes se les recuerda para explicar el presente.
Son cinco las figuras que hemos escogido en este primer acercamiento desde el flamenco a la dura realidad de los cinco barrios donde trabajamos. La geografía gitana es diversa, social y políticamente, como lo es la población gitana sevillana. Es la administración quien simplifica el etiquetado. Glosamos a Chocolate, jerezano de la Alameda que vivía en La Barzola; a Pepa la Calzona, que de Triana habitó la calle Utopía de Las Vegas en Polígono Sur; a Carmen del Titi, también del arrabal, que vino a morir en Navío de Argos del barrio de Madre de Dios; al errante urbano hispalense Bizco Amate con familia en Palmete y al también trianero de agridulce figura Tragapanes, desde su refugio final en calle Pino en el barrio de Torreblanca. Resulta cuanto menos desconcertante cómo la pobreza suele atravesar, cincuenta años después, las vidas de quienes les suceden en los barrios que los vieron morir. La raza y la clase unidas como recordatorio de tu posición en el mundo. Zona Flamenca nace para que las voces verdaderas sean oídas. Para hacer frente a discursos de odio que enfrentan a pobres contra pobres, racializados de aquí contra los que lo fueron en otra geografía. Para reivindicar un papel más crítico del Pueblo Gitano en su visualización. Para provocar situaciones desconocidas que devuelvan el sentido del cante como expresión de la realidad. También para hacer llegar el derecho a la cultura (de calidad) allí donde hace más falta, en lugares alejados de los dispositivos y recursos de la ciudad. “Esto es un erial cultural” nos comentó un dirigente vecinal. Así que la tarea consiste en poner en cultivo esas tierras a partir de las semillas que explican la configuración de los propios barrios, muchos de ellos olvidados por el poder pero insistentemente recordados en los medios de comunicación en las secciones de sucesos y tribunales.
La tarea es enorme, pero ineludible. La buena acogida es síntoma de la necesidad que existe de generar propuestas en la calle, pegadas a la acera, conectada a la realidad que convoque a la gente a encontrarse, explicarse y a escribir su historia. El arte, la creatividad, el talento, la expresión musical y la danza son los instrumentos para hacer que las personas se definan a sí mismas. Tomar parte de esa autorrepresentación es el reto al que responde Zona Flamenca.
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Próximo concierto en memoria de Pepa La Calzona el 7 de abril en calle Utopía del Polígono Sur a las 21:00 horas, con Ezequiel Montoya, Diego Amador, Lole Montoya y componentes de la histórica Triana Pura. Más información: Polígono Sur | Pepa la Calzona – Zona Flamenca
Ante la pregunta de Spivak:
¿Puede hablar el sujeto subalterno?
El poeta responde:
¿pero es que acaso le escuchan?
P.S: El subalterno habla
pregunten a los...
Autor >
Antonio Moreno / Miguel Ángel Vargas
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