1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

  315. Número 315 · Diciembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.665 Conseguido 99% Faltan 02.374€

FERNANDO HERNÁNDEZ SÁNCHEZ / HISTORIADOR

“La sucesión de los líderes ha sido un problema crónico de la izquierda española”

Sebastiaan Faber 26/05/2022

<p>El historiador Fernando Hernández Sánchez interviene durante una ponencia sobre el PCE. </p>

El historiador Fernando Hernández Sánchez interviene durante una ponencia sobre el PCE. 

Cedida

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Pocos terrenos del paisaje político español son más complicados de cultivar que el espacio a la izquierda del PSOE. Cada tanto, luce como un huerto que promete una fertilidad electoral prodigiosa. En la práctica, es un campo de minas. 

En 1977, el Partido Comunista, recién legalizado, sacó 1,7 millones de votos (casi un diez por ciento), resultado que se recibió con decepción, dado el protagonismo que habían tenido los comunistas en la lucha contra la dictadura. Pero solo fue el principio de la crisis. En 1982 –con el PSOE arrasando– el PCE perdió la mitad de sus votantes. 

¿Qué ocurrió para que el partido que hizo bandera de la reconciliación nacional y logró generalizar su uso en la conversación civil durante la Transición, sucumbiese justo cuando se daba por clausurada la pugna guerracivilista? ¿Qué pasó para que… dilapidara en tan poco tiempo el capital político acumulado durante décadas? Estas son las preguntas que mueven al historiador Fernando Hernández Sánchez (Madrid, 1961) en El torbellino rojo. Auge y caída del Partido Comunista de España (Pasado & Presente), el último tomo de una tetralogía sobre la historia del PCE del mismo autor. Después de libros dedicados a la guerra, la posguerra y el exilio, este se enfoca en las tres décadas que van desde mediados de los años 50 hasta mediados de los 80.

De sus cuatro libros sobre el PCE, este es el primero que se solapa con su propio ciclo vital. 

De hecho, accedo a la madurez justo durante la Transición. Viví de primera mano algunos de los acontecimientos que narro, aunque tengo que agregar que siempre desde la segunda fila. Procedo de una familia obrera –mi padre fue trabajador metalúrgico– por lo que las huelgas de los años 75-76 las viví en casa. Lo que me aporta mi experiencia vital, ante todo, es una simpatía fundamental por los protagonistas anónimos, de base, que muchas veces se jugaron la vida, y a los que recuerda Brecht en un poema que encabeza uno de mis capítulos. Hago menos concesiones a los protagonistas de relieve, a los que no me cuesta someter a las críticas que se merecen. De todas formas, como decía Marc Bloch, la historia actual no deja por ello de ser historia. Este libro lo he escrito sobre todo en base a la consulta de fuentes primarias, que para mí siguen siendo fundamentales y que, dicho sea de paso, son muy ricas en este caso.

El proyecto era un sistema de partidos basado en un eje dual y con los comunistas fuera de la ley

Me ha llamado la atención, en este sentido, el uso frecuente que hace de los análisis elaborados por la CIA, el Departamento del Estado y del servicio diplomático norteamericanos: informes y comunicaciones desclasificados por el gobierno o difundidos por WikiLeaks. Creo detectar cierto respeto de su parte por la perspicacia de esos análisis “del otro lado”.

Los manejé también en mi libro anterior, La frontera salvaje. Hasta los años 60, los servicios norteamericanos que actuaban en la Europa en reconstrucción adolecían de falta de penetración, eran fácilmente intoxicables. Uno se imagina a aquella generación de informantes, muchos de ellos pertenecientes o aspirantes a la farándula literaria que escribían sus informes desde la Costa Azul o Capri. A partir de los sesenta y setenta, sin embargo, los informes son sumamente precisos y sistemáticos. Realmente tomaban el pulso de lo que ocurría. Contaban con redes excelentes de fuentes. Los norteamericanos no solo anticipan bastantes de los acontecimientos, sino que además saben adaptarse con rapidez cuando ocurren cosas no previstas. Inicialmente, por ejemplo, no son favorables a que se legalice el PCE, porque el proyecto era reproducir en España algo similar a la República Federal Alemana: un sistema de partidos basado en un eje dual, democristianos y socialdemócratas, con los comunistas fuera de la ley. Pero cuando ven que eso no puede ser, modifican sustancialmente sus posiciones. En ese sentido, eran muy leninistas. (Risas.)

Hay un momento precioso en el que vemos a un embajador estadounidense dándole una lección de diplomacia a Juan Carlos I. 

Justo después de las elecciones del 15 de junio de 1977, cuando los diputados del PCE entran al parlamento, Juan Carlos le pregunta al embajador si EE.UU. piensa establecer canales de comunicación con ellos. ¿Seguramente –pregunta el rey–, eso no significaría otorgarles legitimidad? Y el diplomático, muy paciente, le explica que los representantes de Estados Unidos no se pueden permitir quedar “indiferentes a los políticos electos”, por muy comunistas que sean. (Risas.)

También encontramos citado al Comisario Conesa e informes de la Brigada Política-Social. 

En alguna ocasión, me han reprochado que doy demasiada importancia a las informaciones que provienen de los enemigos del PCE. Pero ¿cómo no recurrir a esas fuentes? Fueron ellos los más interesados en escanear lo que estaba ocurriendo en el PCE –para poder frustrarlo, obviamente, ya fuera por la vía represiva antes del 77, ya por la vía política a partir de la legalización–. Desde luego, si me hubiera fiado únicamente de los órganos de propaganda del propio Partido, la historia que habría hecho sería otra. Pero sin duda me habría costado mucho más explicar –como le costó, de hecho, al propio PCE– los bandazos que dio el partido a lo largo de su historia.

El PCE de Santiago Carrillo –que aceptó la monarquía, la bandera rojigualda y los pactos de la Moncloa– jugó un papel clave en la Transición, periodo sobre el cual coexisten dos relatos dominantes hoy. El primero, el de siempre, subraya su éxito y ejemplaridad. El del 15M, en cambio, la lee como una claudicación, o incluso una traición. La explicación crítica que ofrece usted del desplome del PCE en los años ochenta no se sitúa ni en uno ni en otro. No condena al PCE por el sacrificio simbólico del republicanismo. Pero sí dice que la cúpula falló a la hora de explicar el porqué de ese sacrificio ante las bases. “No se hizo pedagogía interna”, escribe, lo que contribuyó a la desmoralización de los militantes. Ese fallo lo atribuye a una cultura de partido aún muy vertical y poco democrática.

Yo distingo entre “la Transición en sí” y “la Transición para sí”. El segundo es el relato mítico que hemos heredado de un proceso superador de los viejos enfrentamientos fratricidas: lo mejor que nos pudo ocurrir, lo mejor que se pudo hacer y que se hizo de la mejor manera posible. Ese es el relato de las elites que lideraron la Transición cuando tenían 30 años y que todavía hoy –algunos con 80 años– siguen manteniendo, porque es el justificador de su propia biografía. 

Distingo entre “la Transición en sí” y “la Transición para sí”. El segundo es el relato mítico que hemos heredado 

Ahora bien, esa lectura teleológica cumplió una función en su momento. Pero no me parece sostenible hoy desde un punto de vista historiográfico. Desde luego, tampoco lo es el relato opuesto. Yo, en ese sentido, me adhiero a la tesis de Vázquez Montalbán: la Transición fue el resultado de una correlación de debilidades donde los que defendían la pervivencia de la dictadura no fueron lo suficientemente fuertes como para poder mantenerla como tal, al mismo tiempo que tampoco lo eran los favorables a la ruptura democrática. No hay que olvidar que el contexto era realmente muy duro. Solo hay que echarle un vistazo a la Junta de Jefes de Estado Mayor en 1977 para darse cuenta de la dureza de los aparatos coercitivos. 

Evidentemente, la Transición dejó flecos por el camino que no tienen por qué quedar abiertos ahí para siempre. Las nuevas generaciones deberían poder concluir el proceso de cambio democrático llevándolo, ahora ya sin las coerciones de entonces, hasta sus últimas consecuencias. Evocando a Thomas Paine, no deberíamos consentir que se siga encomendando a los muertos el gobierno de los vivos. Pero me parece que la impugnación global de la Transición que se ha tendido a hacer es esterilizante. Es absurdo negar que hubo solución de continuidad entre la dictadura y la democracia. Que el resultado no satisficiera a la izquierda no significa que esta le entregue por entero el mérito del alumbramiento del sistema democrático a una derecha cuyo proyecto original era el de un caetanismo [por Marcelon Caetano] a la española. Extrañarse voluntariamente de lo conseguido no hace justicia a las generaciones que lucharon entonces, y coloca a la izquierda en un ámbito de marginalidad, que es donde a la derecha le gustaría verla siempre.

Después de la crisis de los ochenta, el propio PCE llegó a situar el origen del fracaso en el giro hacia la reconciliación nacional a mediados de los cincuenta. Usted, en cambio, argumenta lo opuesto: que las dos décadas que transcurren entre ese giro y la Transición fueron las más exitosas del partido en términos de efectividad. El PCE “logró abrir importantes grietas en las estructuras de la dictadura”, escribe. “Ayudó a hacer inviable su perpetuación”. “Contribuyó decisivamente a asentar las bases de la democracia”, agrega, aunque “se autoinmoló tras su consolidación”. ¿Hasta qué punto cabe atribuir ese auge –y la dramática caída que le sigue– a los aciertos y los errores de la cúpula del partido? ¿No responden más bien a la coyuntura doméstica o internacional? 

La cúpula cuenta. Máxime en una organización que, desde su fundación en 1921, se movió en la clandestinidad durante casi 50 años, un hecho que imprime carácter. Un factor importante, a mi juicio, es el generacional. No es casual que la renovación de los años cincuenta se vea acompañada e impulsada por un relevo al mando: en la dirección, es el momento del relevo de la cohorte de la República y la guerra de España por la de los jóvenes de la generación inmediatamente posterior; en el interior, es cuando entran las nuevas hornadas que liderarán las movilizaciones estudiantiles y sindicales. Sin embargo, ese impulso que conforma un partido de contornos nuevos acabará entrando en contradicción con una vieja cultura política.

Los resultados electorales de 1977 no se corresponden con el papel de liderazgo del PCE en la lucha contra la dictadura

¿Qué ocurre? Los resultados electorales de 1977 –decepcionantes porque no se correspondían con el papel de liderazgo que había tenido el PCE en la lucha contra la dictadura– imponen una prisa, una urgencia por que el PCE consiga una presencia similar al PCI en Italia: un partido respetable, capaz de acaparar un 30 por ciento del voto. Y de ahí vienen una serie de cesiones: la bandera, la institución monárquica, la Constitución, los pactos de la Moncloa, la búsqueda compulsiva de un gobierno de concentración nacional, etcétera. Concesiones que no logran aumentar el apoyo electoral, pero dañan la moral de las propias bases del partido, cuya contribución a la política de la organización, cada vez más institucional, queda reducida a atender a la logística de las campañas electorales y las fiestas. Cuando se empieza a rodar por la pendiente del desengaño es cuando se buscan las causas en un pasado cada vez más remoto: la propia Transición, la primavera de Praga, la reconciliación nacional, el XX Congreso del PCUS… Y se tiene la pulsión de arrojar el agua sucia de la bañera con el bebé dentro.

La estrategia de asalto y derribo de la dictadura dio paso a una guerra de posiciones que quizá tendría que haber sido liderada por un grupo nuevo de gente más joven: la que se había formado durante el periodo de los años sesenta y setenta en el interior del propio país, la que había liderado el movimiento sindical, cultural, vecinal, la que había hecho al PCE hegemónico en muchos sectores. Y dar lugar a una actualización de la cultura de partido, menos rígida, más participativa y abierta. Por contra, persistió la vieja guardia y, con ella, una cultura vertical y autoritaria que obstaculizó la renovación. Alguien lo expresó en los años de la crisis con una certera metáfora: el partido, plural en su conformación y en sus sensibilidades, había dejado de ser una iglesia, pero disciplinariamente seguía siendo un cuartel.

En este sentido, en su libro plantea una pregunta paradójica: ¿la legalización del PCE acabó convirtiéndose en desventaja electoral? 

Cabe preguntarse qué habría ocurrido si el PCE hubiera seguido siendo clandestino, y sus candidatos se hubieran presentado por otras listas electorales. Quizá podría haberse explotado más la dinámica de movilización de 1975-76, prolongada después por las protestas contra la OTAN y la reconversión industrial. Los comunistas tenían la experiencia suficiente para comparecer en frentes o alianzas sin perder su identidad, y quizás así no tendrían que haber pagado un elevado coste en concesiones. Pero esto entra ya en el terreno de la especulación ucrónica. 

Los cambios se consiguen firmando en el BOE

Por otra parte, hay un debate muy interesante que se produce en vísperas de la Transición, en los años 73-74, que apenas se volvió a tocar después: el PCE, ¿debía ser un partido dominante o dirigente? Concediendo que el PSOE era un partido proteico que volvería a resurgir y ocupar el primer lugar, cuantitativamente hablando, en el espacio de la izquierda, ¿podría el PCE, sin ser un partido numeroso en términos electorales, haber imprimido ideas fuerza desde el espacio a la izquierda del PSOE y hegemonizar la conversación política como lo hizo en el tardofranquismo? Es otra línea que quizás hubiese ayudado a superar la frustración del año 77 en adelante. 

Puedes movilizar la calle; pero no sirve para nada si quien está en el gobierno desatiende esas demandas

Bueno, esto nos lleva al presente, ¿no? Me refiero al papel de Unidas Podemos en el Gobierno de coalición actual, y al debate sempiterno de si es mejor presionar por el cambio desde la calle o desde dentro de las instituciones.

Aquí estoy con Togliatti, al que cito en el epílogo: batirse por la democracia implica la lucha por el poder, porque solo desde el poder se dispone de capacidad ofensiva para modelar lo existente. Tú puedes hacer de Pepito Grillo, puedes movilizar la calle; pero no sirve para nada si quien está en el gobierno decide desatender las demandas de la calle y tampoco puedes mantener una movilización de duración indefinida. Además, me parece que ese debate está resuelto por la evidencia empírica de los últimos años, desde el salario mínimo interprofesional, el ingreso mínimo vital y el escudo social antipandemia hasta la reforma laboral o la ley del aborto. Nadie de quienes vivieron los años del turnismo perfecto, anterior a 2011, pensará seriamente que todo esto habría partido de la iniciativa propia de un gabinete socialista monocolor controlado por Escrivás, Robles, Calvos y Calviños. Los cambios se consiguen firmando en el BOE. ¿Hubiera sido mejor que el PSOE gobernara en solitario con un apoyo meramente parlamentario de Unidas Podemos? Creo que no. Ahí está el ejemplo de los pactos municipales después de las elecciones del 79, donde en muchas partes el PSOE llegó a gobernar con el apoyo de –pero no en coalición con– los partidos a su izquierda. Los beneficios de esa política municipal se los llevaron enteros los socialistas, como se vio en las elecciones del 82. En ese sentido, creo que el viejo debate ha quedado resuelto de forma definitiva por la situación actual. Quienes siguen impugnando hoy desde la izquierda la participación ministerial lo hacen enarbolando las viejas señas de identidad supuestamente traicionadas por el pragmatismo de los que gobiernan. Cabe aplicarles otra anécdota de Togliatti que, cuando los dirigentes del PCE le contaron que habían sido apedreados el 14 de abril de 1931 por unas masas que no entendían su consigna de “¡Abajo la república burguesa, vivan los soviets!”, les respondió: “Ese día os dieron una bonita lección de leninismo”.

Esto me recuerda un pasaje de su introducción: “Hubo un tiempo en que quienes cuestionaban radicalmente el orden existente no se refugiaban en las reconfortantes certezas perdidas de un mundo mistificado, sino que se organizaban para la consecución de un mundo mejor”. Entiendo que tiene poca paciencia para la nostalgia.

Es una posición que puede ser reconfortante desde el punto de vista de la identidad de grupo. Pero sirve de poco a la hora de cambiar la vida. Los problemas de la gente no se arreglan remitiéndose a la melancolía de un pasado perdido. 

La única líder histórica de izquierda española que se dejó suceder y colaboró lealmente con su sucesor fue Dolores Ibárruri

Hablando de coaliciones y pragmatismos, ¿cómo lee un historiador de la izquierda española lo que acabamos de presenciar en torno a la lista “Por Andalucía”? ¿Viejas chapuzas de la vieja política, o nuevas chapuzas de la nueva?

O ambas a la vez. (Risas.) Hablando en serio, me cuesta asumir que personas de cierta madurez puedan intentar forzar algo hasta tres minutos antes del cierre del registro electoral. Hay allí algo más de fondo –seguramente–, que yo no tengo suficientes claves para penetrar, y que no conoceremos hasta que pase más tiempo. De todos modos, a mí como historiador me llama la atención el tema de la sucesión, que ha sido un problema crónico de la izquierda española. La única líder histórica de izquierda española que se dejó suceder y que colaboró lealmente con su sucesor fue Dolores Ibárruri, Pasionaria, en 1960. Desde entonces hasta ahora, no han funcionado bonanciblemente los mecanismos de sucesión en los puestos de mayor relevancia. Y el resultado, como podemos ver, es bastante lamentable. 

Relata usted que Carrillo, después de dimitir como secretario general en 1982, pretende continuar como líder desde las bambalinas, convirtiéndose “en la sombra del padre de Hamlet, empeñado en ordenarle a su heredero lo que debía hacer para vengar una muerte política que él consideraba como una transitoria catalepsia.” ¿Hoy está ocurriendo algo parecido?

La frase me parece bastante apta para ambos casos. Tiene algo de síndrome de De Gaulle: “Me retiro, pero volveré. Y volveré porque me reclamaréis”. 

En su libro menciona “la idiosincrática capacidad de los comunistas para la confrontación intestina” y “los episodios recurrentes de autofagia”. 

Desgraciadamente, es una constante invariable. Jorge Semprún recordaba que en una reunión alguien le dijo: “Ahora te voy a hacer la autocrítica…”. El problema general de la izquierda es su dificultad para intersectar proyectos paralelos sin que uno aspire a prevalecer sobre los otros. Hay una viñeta política de Manel Fontdevila realmente reveladora de esa situación estructural. Aparecen dos candidatos de la derecha que dicen: “Innumerables matices nos separan, pero en el fondo estamos por lo mismo.” Y por el contrario aparecen dos de la izquierda, que dicen: “En el fondo estamos por lo mismo, pero innumerables matices nos separan”. 

Y los tiempos no están precisamente para que la izquierda se pierda en estos juegos.

Nos jugamos mucho. Mucho más, probablemente, de lo que nos hemos jugado en 40 años de régimen democrático. El horizonte reaccionario amenaza con revertir derechos que creíamos ya plenamente consolidados. Hay que proceder con menos personalismos y menos táctica de pellizco de monja, y con más vista larga y visión de futuro.

Pocos terrenos del paisaje político español son más complicados de cultivar que el espacio a la izquierda del PSOE. Cada tanto, luce como un huerto que promete una fertilidad electoral prodigiosa. En la práctica, es un campo de minas. 

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Sebastiaan Faber

Profesor de Estudios Hispánicos en Oberlin College. Es autor de numerosos libros, el último de ellos 'Exhuming Franco: Spain's second transition'

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

1 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. ecac

    Inconcebible que se llamen "Centro Izquierda PSOE" cuando actualmente es un amorfo bodrio calamidad en "Internacional Progresismo Izquierdas Globales-Plurales", traicionando "Espíritu Mayo 1879-LA ROSA ROJA", deberían denominarse "Izquierda Socialista", y finalmente en plan CAÍN-Centro ¿Izquierda? PSOE, uso y abuso del poder XIV-Legislatura-Gobierno Coalición: 65 Diputados (mayoría muy precaria), acoso y derribo, por celosos y ruines, contra ABEL-"IZQUIERDA UNIDA-PODEMOS": +35-1 (baja voluntaria)-1 (RODRÍGUEZ, en el "limbo", o mejor dicho en el "infierno" político por orden y cuenta Presidenta Congreso Diputados-PSOE) 33 Diputados.

    Hace 2 años 6 meses

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí