Madriñeando (IV)
El Parque Europa, el turismo y el negocio
Cómo convertir la mayor zona verde de una ciudad en un paraíso capitalista
Álex Blasco Gamero 20/08/2022
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Una valla es una construcción simbólica, una culminación de la seguridad y el control. La idea de vallar implica determinar una propiedad o controlar quién, cuándo y por dónde pasa alguien. Y en ese momento la valla me quería controlar, y me controló. Tras media hora andando, varias puertas cerradas, por olvido o deseo, y una mirada homicida de una vecina desde la ventana de un chalet, llegué. Un arco de hierro adornado con el logo de un árbol minimalista en medio de las doce estrellas de la bandera de Europa y el nombre del recinto: Parque Europa. El parque conocido por sus 17 recreaciones de monumentos de todo el continente. La Europa más turística concentrada en 233.000 metros cuadrados de superficie verde vallada. Pasada la entrada, a un lado del camino, una joven pareja hace una demostración de la famosa canción de Sonia y Selena. Miro la hora en el móvil: 11:02. Si nunca es demasiado tarde, nunca es demasiado pronto. Una estampa que deja claro que quieren “bailar” si no fuese por la diferencia de alturas, una extraña postura forzada por un gusto particular de él por las corvas y porque estamos en un parque municipal. Unos metros más allá del amor, el símbolo: una recreación de la Puerta de Alcalá a escala 1:1,1. Puede que, estando a escasos 25 kilómetros de la original, no tuviese sentido hacerla a escala real, o simplemente puede que no tenga sentido. A sus pies, un puesto cerrado de perritos calientes y helados, y un socavón por obras. Los emblemas de Madrid. Marcianadas y obras.
Este espacio de Torrejón de Ardoz, municipio del este de la Comunidad, es una de las principales atracciones turísticas madrileñas fuera de la capital. Madrid es más que una ciudad, es una región, a pesar de que la ciudad insiste en fagocitar todo lo que tiene alrededor. En este caso, Torrejón es conocida por la “base militar yanki”. En 1955, años después de la caída del bando amigo de Franco y buscando nuevos aliados, el dictador le cedió un espacio al gobierno de Estados Unidos para construir la Base Aérea Estadounidense. Un centro militar destinado a ser un punto estratégico de control de la URSS y de diversos países de Oriente Próximo. Después de la muerte de Franco, varias campañas en contra de la base, de la integración de España en la OTAN y de la caída de la URSS, en 1992 el ejército estadounidense abandonó la base y pasó a ser propiedad única del Ministerio de Defensa. Y a partir de aquí la misma historia que en el resto de Madrid, y parte de España: cesión de terrenos, especulación, constructoras y crecimiento desmedido. Tan desmedido que si en 1985 el municipio contaba con 80.000 habitantes, en 2020 llegó a superar los 130.000. Un desarrollo urbanístico que, para no terminar siendo ciudad fantasma o evitar la espantada de la población tiene que atraer negocios y crear empleo. Y como no hay nada más beneficioso para atraer negocios que hacer la ciudad deseable, qué mejor que montar un parque turístico. El Parque Europa.
“¡Mira los pájaros, mamá! ¡Mira!”, grita un niño pequeño –gorra y mochila compradas con previsión de estirón incluidas– unos metros más allá de la Puerta de Alcalá bis. “Ten cuidado, que son ocas y tienen muy mala leche”, le responde la que supongo que es su madre. Fijo la mirada un par de segundos sobre la familia mientras se hacen un selfi con las ocas de fondo, no sé si por lo tierna que es la estampa o la intriga por la reacción de las aves. Decenas de monumentos icónicos del mundo y actividades de todo tipo, y al final lo que llama la atención es la naturaleza. Entonces, en unos de los carteles informativos del parque, la veo, la Torre Eiffel. Sí, el Parque Europa tiene una Torre Eiffel bis. Un sueño hecho realidad; por fin veré el faro de la ciudad de la luz. Como no me salen las cuentas para ver la original, decido conformarme con esta. Tras un fuerte graznido, acelero el paso sin mirar atrás –las ocas son peligrosas–. De golpe, en mi camino a la luz, me topo con una plaza rodeada de banderas. Veintisiete banderas, todas las de los países miembros de UE, y una serie de carteles que muestran con orgullo toda la información del parque.
Se inauguró el 3 de septiembre de 2010, bajo el gobierno de Pedro Rollán Ojeda (PP). Importante: 2010, época de reconstrucción de la Gran Recesión. El hoy desterrado senador es recordado por su etapa en el equipo de Cifuentes, por su breve interinidad en la presidencia de la Comunidad de Madrid, después de la dimisión de Ángel Garrido y la victoria electoral de Ayuso, y por su campaña de miedo y venta de seguridad con la que consiguió ganar sus primeras elecciones, en 2007, y asentarse ocho años en la alcaldía de Torrejón. Su gestión se basó en políticas xenófobas y aporófobas, que denegaban el padrón a migrantes sin papeles o con visado turístico y a quienes no tuvieran en su vivienda 20 metros cuadrados por inquilino, e inauguraciones de grandes obras, como el Hospital de Torrejón, sostenido con fondos públicos y gestión privada, La Caja del Arte, de propiedad pública y –redoble– gestión privada, y el indefinible Parque Europa.
Los carteles informativos recuerdan al político que lo inauguró pero se olvidan del coste de la obra: 12 millones, según el PP, 15, según la oposición. A los que hay que sumar el mantenimiento –algo habitual en cualquier parque, carretera e, incluso, una farola– de los dos estanques artificiales de la Torre de Belém bis y el Puente de Londres bis que no usan el agua de los pozos subterráneos cercanos. Se construyó como reclamo turístico sobre una vía pecuaria, el arroyo Ardoz, afluente del Henares sin caudal y motivo del apellido de la ciudad, y sobre antiguos terrenos ocupados por “naves abandonadas, infraviviendas y otros espacios marginales (chabolas y huertos ilegales), que representaban un importante foco de insalubridad e inseguridad”, según la web del Ayuntamiento y el cartel informativo de la plaza de las banderas. En ninguna parte se habla de las personas que vivían allí, de qué pasó con ellas. Tampoco se mencionan el interés de especuladores y los chalets adosados colindantes, actualmente valorados en más de medio millón de euros. El especulador pocas veces habla de personas, sí de dinero y “recuperación de zonas degradadas”. Un modelo de ocio y ciudad que demanda atención continua, consumo y dinero, y se olvida de las necesidades o del clima. Una idea tan vieja como el capitalismo. Tan poco rentable que tiende a estar sufragada por una entidad pública y explotada por otra privada. El Parque Europa es un ejemplo: 17 recreaciones de monumentos de toda Europa y la mayor zona verde de Torrejón, rodeados de puestos de comida rápida, restaurantes, puntos de tatuajes de henna y venta de globos, un laberinto láser, un embarcadero, un espacio de animales, obviamente, no autóctonos, una tienda de souvenirs y máquinas expendedoras, muchas máquinas expendedoras.
Tras cruzar la oficina del sheriff/recinto de hípica, un parque infantil/minigolf ambientado en la serie Pesadillas, varios bloques de máquinas expendedoras y una Fontana de Trevi muy poco fontana, me planto frente a la Torre Eiffel bis. Esta vez la escala no intenta ni acercarse a la real. Un décimo. Que, al igual que en la lotería, es la nada. En casos puntuales, una alegría. La mayoría de las veces, un recordatorio de la necesidad y la pobreza. Un recuerdo de un sitio que no has visitado porque no te lo has podido permitir. Una familia numerosa se amontona en la base de la torre para hacerse una foto en plano nadir con el monumento de fondo. “La próxima nos vamos al parque de atracciones directamente”, comenta el que parece ser el rancio de la familia. Dos de los niños salen corriendo. Tras un salto increíble de seto y otro sprint, uno de ellos empieza a escalar una escultura. Entonces me doy cuenta de que es un David de Miguel Ángel bis. La rama de un árbol le tapa la cara y no deja que David de Torrejón vea cómo el niño consigue subir al pedestal. Entonces, el ruido del cierre de uno de los puestos de perritos llama la atención del niño y este cancela la operación. No se entiende muy bien el sentido del parque, lo que es seguro es que hay un exceso de estímulos; son las 12 del mediodía y a mí me está dando un poco de ansiedad.
Una valla es una construcción simbólica, una culminación de la seguridad y el control. La idea de vallar implica determinar una propiedad o controlar quién, cuándo y por dónde pasa alguien. Y en ese momento la valla me quería controlar, y me controló. Tras media hora andando, varias puertas cerradas, por olvido o...
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Álex Blasco Gamero
De Leganés. Estudió periodismo y cª políticas –eso dicen dos papeles muy caros–. Actualmente es miembro de la redacción de CTXT.
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