VITA NUOVA
Los hijos muertos
El Gobierno sabe –y eso se intuye tras las gesticulaciones de la ministra Ribera– que los hijos muertos, el límite de lo soportable en esta guerra, son los cortes en el suministro
Guillem Martínez 22/07/2022
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1- Desde ayer hay dos importantes novedades en el conflicto de Ucrania. Una es que, en Italia, ha pasado lo mismo que en 1943, cuando la anterior guerra. Pero al revés. Hay, al menos, serias posibilidades de que, en esta emisión, salte Badoglio y pongan, tras las próximas elecciones, a, Mussolini. Se dice rápido. En el siglo XXI la Historia ni siquiera se molesta en rimar. Es poesía experimental. Socorro.
2- La otra novedad viene del país favorito de la Divina Providencia. Es comparable a la novedad italiana. Es otro indicio de falta de unidad en tiempos de guerra, lo que va poniendo fecha de caducidad a la guerra, ese conflicto nebuloso entre un bando antidemocrático y otro integrado por países que ilegalizan el aborto, retoman la leva obligatoria, o hacen una reforma de las cuotas de autónomos en modo, no se lo pierdan, punto 9. Deconstruyamos esa otra novedad, que será divertido.
3- España, por medio de Teresa Ribera, ministra de Transición Ecológica, ha anunciado que no asumirá los sacrificios apuntados hace escasas horas por la Comisión –a saber: reducción, primero por las buenas, luego de mal rollito, del consumo de gas en un 15%, en su uso doméstico e industrial–. Lo anunciado por Ribera es una novedad en toda regla. En el caso, claro, de que, además de hablar con los medios españoles, Ribera tenga intención de hablar de ello con la Comisión. Que esa es otra. Un político hablando con una institución a través de los medios es como Federico Jiménez Losantos cuando simula que está hablando con un político –“pasa, siéntate bonito, que me vas a oír”–. Teatro de polichinelas, pero para cobardes.
4- Asumiendo que Ribera/Gobierno van en serio, eso puede significar, como siempre, dos cosas. Cosa a) que el Gobierno, en efecto, va a realizar esa lucha. O cosa b) que no la va a realizar.
5- La cosa a) no tiene por qué suponer un cambio, un giro a la izquierda de esos, en la relación entre Gobierno y Comisión. Si se fijan, en las pelis BDSM no suele haber giros a la izquierda. Por otra parte, el argumentario utilizado por Ribera no ha sido progresista, sino todo lo contrario. Ha aludido a que España ha cumplido con sus responsabilidades, por lo que no tiene que sacrificarse por países que no lo han hecho. Es decir, Ribera ha optado por el discurso codificado, BDSM, de los frugales. Esto es, de la austeridad. Lo contrario a lo progresista. La cosa a) puede suponer, por otra parte, más cosas, no visibles a primera vista, pero sí de forma diáfana en el punto 6.
6- España, según el punto de vista a) ya habría practicado la solidaridad –con la Comisión–. A gogó, según el Gobierno. Por lo que no ha lugar practicarla más. ¿Dónde la ha practicado? En su giro africano. En el riesgo de delegar el control de fronteras a Marruecos, en proveer de gas a Marruecos, en colaborar en la desestabilización política de la región, en intensificar el uso de la fuerza como lógica política en esa zona, en patearse lo que quedaba de la resolución de la ONU al respecto. En pasar del gas argelino y optar, en primera instancia, por el gas USA, más caro, y más caro aún al llegar licuado. Un desparrame. Aún más en crisis climática y de combustibles. Ha practicado la solidaridad aludida con el aumento de gasto en defensa, en detrimento de gastos en Bienestar, en un momento de crisis económica I+D. El Gobierno, en efecto, se la ha jugado. Sin contrapartidas conocidas, esto es, sin conocer los secretos que no conocemos, el Gobierno se ha jugado su prestigio –no parece buena idea ubicarse fuera del trade mark DD.HH. en el Sáhara y en la frontera; es más, eso suele tener consecuencias personales y colectivas imprevisibles–. El Gobierno, en fin, se juega su imagen futura –algo que puede no interesarle en el presente–, pero más aún su continuidad, su existencia –algo que, sin duda, les interesa más que su futura imagen–, si los sacrificios van a mayores. Lo que no implicaría, parece ser, que se mate más y mejor en África, sino que la ciudadanía sufra recortes en los suministros de gas.
La sensación es que todos los gobiernos europeos, conforme se alejan de la frontera rusa, y a quienes históricamente les ha importado una higa los hijos muertos en anteriores guerras, saben que tendrán que irse en globo si se producen cortes de suministros
7- En esta guerra sin hijos muertos –mueren, por ahora, otros hijos, obligados a luchar por dos Estados no democráticos, uno de ellos invadido–, no parece existir una gran y efectiva empatía hacia los damnificados por la guerra. El damnificado, el hijo muerto, y mucho más después del gran cambio cultural habido en la pandemia, es uno mismo en su salón. El Gobierno sabe –y eso se intuye tras las gesticulaciones de Ribera– que los hijos muertos, el límite de lo soportable en esta guerra, son los cortes en el suministro. Lo afirmó, de forma tosca, amenazante, certera y dramática –esto es, sobreactuada– la portavoz del PP en el Debate del estado de la etc.: “¿Cómo puede pedir a la ciudadanía, que sufre el calor, que baje el aire acondicionado a 25 grados?”. Los hijos muertos son, en esta guerra, hombres y mujeres blancos/as, que sufren en silencio temperaturas superiores a 25 grados Celsius. El Gobierno hará todo lo que pueda, parece, para que esos hijos muertos no entren en el salón. La sensación es que todos los gobiernos europeos, conforme se alejan de la frontera rusa, y a quienes históricamente les ha importado una higa los hijos muertos en anteriores guerras, saben que tendrán que irse en globo si se producen cortes de suministros, esos hijos muertos. Un corte es la sombra de la sombra de la sombra del hijo muerto, pero el único hijo muerto que los gobiernos parecen tener presentes.
8- Este mensaje a Putin –mensaje: Europa no tiene muchas ganas; está dispuesta a todo, sí, pero a todo lo que no implique helarse o acalorarse en su salón– tiene todo el aspecto de ser algo sensible de recortar la duración de la guerra. Que una dictadura esté ganando por goleada la guerra propagandística, e incluso la guerra logística, explica la mala calidad de las democracias occidentales, al parecer, y por primera vez en la Historia, menos libres y efectivas para la comunicación que una dictadura con todas las letras. Menos capacitadas, por lo mismo, para la inteligencia. Curioso. Curioso momento de las democracias. Tengo miedo, mamá.
Si bien es poco probable que el Gobierno acepte, tan ricamente, cortes en los domicilios, es, curiosamente, más improbable que los acepte en la industria –salvo la turística/hostelera–
9- La cosa b) –recuerden: que el Gobierno, finalmente, no luche en contra del corte de suministros, la socialización de gas y la energía que la Comisión parece intuir; tiene guasa– viene avalada por la historia. España –y el PSOE– nunca se ha rebotado contra la UE. Nunca ha matizado directrices injustas. Y, si entendemos la UE como una suerte de capas de cebolla que protegen la economía alemana, el PSOE interiorizó ese hecho desde 1974. Y muy bien, al punto de que, desde 1982, desindustrializó la economía española para colaborar con la baraka económica alemana. Si bien es poco probable que el Gobierno acepte, tan ricamente, cortes en los domicilios –punto 6– es, curiosamente, más improbable que los acepte en la industria –salvo la turística/hostelera–. Tras la reconversión industrial, aquella brutalidad económica, política y social –no todo el mundo sirve para hacer esas cosas; para invalidar una generación de ciudadanos hasta su jubilación; para abandonar territorios enteros a su suerte–, es ciertamente anecdótico cerrar un día a la semana el horno de Porcelanosa.
10- Esta semana se han hecho públicos los tramos de pagos a la Seguridad Social para autónomos. Son pagos progresivos. Lo que no implica que sean progresistas. El menor tramo –facturaciones de hasta 670 euros–, pagará un poco menos de lo que paga –unos 230 euros–. Esto es, más de 34% de lo que ingresa. Se dice rápido. El tramo más alto de ingresos –de 6000 euros o superiores–, pagará 500 euros. Unos 150 euros más de lo que pagan los que ganan la mitad. Unos 206 euros menos que los que ganan la mitad de la mitad. No son tanto tramos, como chistes. Un aumento de cuotas, no repartido, no facilita, no corrige, no modera. Intensifica. Espero que, en este caso, nadie hable de giro a la izquierda en esta reforma que –como todos los giros a la izquierda que se producen por aquí abajo– viene de la Comisión, esa Espartakista. Y que son indicios de la escasa cultura de la corrección de la desigualdad que queda en Europa. Algo inquietante, conforme nos aproximamos a una crisis, al parecer, importante. También son indicios de la gran contrareforma que nos falta: la de las pensiones.
11- Llegará. Macron, la casilla previa al fin del liberalismo –Europa está llena de macrones que ni siquiera lo saben; Macron 1.0 parece saberlo—, ha aplazado la reforma de las pensiones a otra legislatura. Ahora, como todo el mundo, Macron y hasta el gato luchan contra los hijos muertos del neoliberalismo. Los hijos muertos/los cortes de suministros son el único hijo muerto que aún les impone algo, parece.
12- Lo que es dramático.
1- Desde ayer hay dos importantes novedades en el conflicto de Ucrania. Una es que, en Italia, ha pasado lo mismo que en 1943, cuando la anterior guerra. Pero al revés. Hay, al menos, serias posibilidades de que, en esta emisión, salte Badoglio y pongan, tras las próximas elecciones,...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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