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Me ha gustado el Atlético de Madrid. Con matices, claro, pero lo digo antes de nada, por aquello de bajar la temperatura. Recuerdo que en la universidad, para explicarnos la combustión, nos hablaban del triángulo del fuego; un esquema que representaba los tres elementos que hacen falta para que se produzca esa reacción química: combustible, comburente y calor. Los tres tienen que coexistir a la vez. Sin uno de ellos, no hay fuego. Y me he acordado de eso esta semana, porque estamos en la cuarta jornada de Liga y parece que el Atleti tenga que vivir constantemente dentro de un mar de llamas. Algo que ni ayuda a caminar, ni me parece que tenga sentido alguno. Poco puedo hacer por influir en combustible y comburente, porque me da que eso es terreno vedado a jugadores, directivos, entrenadores y resultados. En lo que sí puedo ayudar es en reducir la temperatura y aliviar el calor. En reducir la sobreexposición, en tratar de poner perspectiva y en no caer en las trampas dialécticas del frente enemigo. A ver si lo consigo.
Después de una ventana de fichajes esperpéntica, el Atleti salió al Reale Arena con la intención de centrar las ideas y de fijar lo que quiere ser como equipo. Es decir, con intensidad en el juego, adelantando la presión y dando siempre la cara al partido. No era el escenario más fácil para reivindicarse, ya que la Real suele ser un equipo que juega con un ritmo muy alto, especialmente en su casa, pero mi sensación es que la imagen de los rojiblancos ha sido buena. O al menos, una en la que se puede creer.
El Atleti salió al Reale Arena con la intención de centrar las ideas y de fijar lo que quiere ser como equipo
Bien es verdad que todo parece mucho mejor cuando eres capaz de hacer un gol a los cinco minutos de partido. En ese momento Carrasco sacó un córner tan cerrado, que el balón dio en el poste y rebotó para que Morata recogiese el regalo y acertase en el remate a puerta. La Real, dolida, pisó el pedal de esfuerzo y aceleró el partido, aumentando de paso el límite de agresividad con el que se desempeñaba. Algo lógico y perfectamente lícito, que el árbitro no supo gestionar. Su reparto desigual, por injusto, de las tarjetas amarillas hizo que la sensación fuese la de que los guipuzcoanos tenían un poquito más de crédito a la hora de pegar y cortar el juego. Una patada a la cabeza de Le Normand a Saúl no fue nada mientras que la siguiente patada de Saúl fue amarilla para él. Ese ejemplo marcó la tónica de todo el partido.
Entre el empuje vasco, la cesión consciente del balón por parte de los madrileños y un árbitro al que se le empezaba a escapar el partido, el equipo txuri urdin parecía dominar el juego. Digo parecía, porque, aunque tuvieron algunas ocasiones claras, un disparo al palo y un remate flojo de Silva frente a Oblak, las mejores oportunidades creo que fueron para los de Simeone. De hecho, hicieron un segundo gol tras un gran balón al espacio para Llorente, cuyo pase al área acabó en un remate a puerta certero de Morata, que el colegiado, el VAR realmente, anuló por una supuesta mano de João Félix al bajar el balón. En la imagen congelada del VAR efectivamente parece mano (aunque yo con esto de las manos en el área ya saben que soy muy escéptico). La duda, como siempre, es si eso seguirá siendo mano en otras circunstancias. No hizo falta esperar mucho para contestar a esa pregunta.
Antes hubo más ocasiones. Un remate de cabeza de Giménez que no enganchó bien y un disparo desde lejos del mismo uruguayo que Remiro consiguió tocar lo justo para enviar al larguero. Las sensaciones al descanso eran buenas. Se había mejorado la presión adelantada, la defensa daba fiabilidad, arriba se estaba rápido y no se perdía el centro del campo con tanta facilidad. Solamente Saúl desentonaba claramente, y por eso fue sustituido antes de comenzar la segunda parte.
El panorama tras la reanudación no parecía muy diferente, aunque es cierto que el juego se hizo más espeso, lo que aprovechó la Real Sociedad para encerrar al Atlético de Madrid. Un equipo colchonero que no sufría, pero que era incapaz de sacar el balón por la presión de su rival. Es decir, volvimos a ver uno de los eternos problemas de este equipo. En ese contexto apareció una buena jugada de Cho por la izquierda que el debutante Sadiq, que acababa de salir, remató debajo del larguero gracias a una mala defensa de Reinildo. Un error, impropio de él, que aparece cuando uno se preocupa del balón y se olvida del delantero. Aunque eso sí, parece que en el remate el balón dio también en esa parte del cuerpo que en el brazo de João sí que es mano. Y es que ya lo decían los comentaristas de Movistar, unos tipos que no creo que estuviesen ahí precisamente por su concepto de la imparcialidad: no es fútbol, es La Liga.
Qué razón tenían.
Lo irónico del asunto, y lo más positivo que me llevo del partido, es que a partir de ese momento fue cuando vimos la mejor imagen del Atleti. Simeone puso a Griezmann en el campo (algún día tendremos que hablar de esa limitación lamentable de poder jugar solamente media hora), João retrasó su posición, Kondogbia (que había salido por Saúl) se hizo fuerte y el Atleti se adueñó del partido. Podría decirse que el encuentro entró en una fase de toma y daca, pero el equipo colchonero fue el único que me pareció vertical y creo que fue también el que hizo más por ganar. Al menos, tuvo las ocasiones más claras. Correa delante del portero, João por dos veces, Koke, Griezmann… Y todo eso a pesar de la multitud de decisiones erróneas que tuvo un colegiado, que no solo evitaba pitar faltas evidentes (la inquina con Morata rozó el esperpento), sino que volvió a anular un gol al cuadro rojiblanco por no conceder la ley de la ventaja. Un error que es de bulto hasta para un árbitro de solteros contra casados.
En definitiva, creo que se escaparon dos puntos. Porque si existe un triángulo del fuego, también existe otro triángulo de La Liga. Uno que representa los tres elementos que se tienen que dar para ganar un partido: tener ocasiones de gol, meterlas y que el árbitro permita que el fútbol sea fútbol. Pero ya saben, esto no es fútbol, es La Liga.
Me ha gustado el Atlético de Madrid. Con matices, claro, pero lo digo antes de nada, por aquello de bajar la temperatura. Recuerdo que en la universidad, para explicarnos la combustión, nos hablaban del triángulo del fuego; un esquema que representaba los tres elementos que hacen falta para que se...
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