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Aunque el fútbol es un deporte de equipo, los equipos están construidos con jugadores y no todos son iguales. Lo digo, porque ahora mismo el Atlético de Madrid es Griezmann y diez más. Y no sé si es una pena o no, lo que sé es que es así. El francés es el cerebro y el corazón de este equipo. Lo es hasta el punto de que cuando no está en el campo el Atleti se queda sin esas dos cosas: corazón y cerebro. Algo de lo que no puede prescindir un equipo que pretende pasearse por la élite. Pero sabiendo que hace falta que aparezcan más jugadores que se sumen a la causa, mientras tanto, el equipo se ha llevado tres puntos de un escenario complicado como es el Benito Villamarín. Ni tan mal. Tres puntos que le permiten seguir arriba a pesar de todos los pesares. Curiosamente, todos estos atisbos de recuperación suceden siempre lejos del Metropolitano y eso es algo que quizá merecería una reflexión.
La primera parte fue espesa y con relativo dominio del juego por parte del Betis, aunque más disputada de lo que pueda parecer. El Atleti saltó bien al campo y los primeros cinco minutos fueron incluso bastante buenos. El problema es lo que ocurre después de la primera duda. La idea de los rojiblancos parecía ser la de salir jugando desde atrás, pero hubo una jugada que resultó significativa. Oblak cedió el balón en corto a sus centrales que se lo pasaron en horizontal sin que ningún compañero del centro del campo buscase un espacio para continuar la jugada. Ninguno. Todos quietos como muñecos de fútbolín. El balón fue de derecha a izquierda hasta que Giménez tuvo que tirarlo a la banda antes de perderlo. A partir de ahí, el Atleti salió siempre jugando en largo.
Griezmann, que es un jugador excelente, está tan por encima de sus compañeros que su presencia ahora mismo es indiscutible
Con todo, no fue una mala primera parte del Atleti. Sobre todo, si nos ceñimos al aspecto defensivo. Maniató a un Betis en estado de euforia y se mostró dinámico y activo en el campo. Eso sí, con muy poca creatividad, ninguna profundidad y jugando demasiado lento. Nada nuevo, por otro lado. Enfrente, los andaluces tenían el balón sin exponerlo, buscando un hueco o un error del rival que no llegaba. Cada vez que perdían la pelota iban todos a la presión y o recuperaban lícitamente o hacían falta. Mucho córner, mucho tiro lejano, pero pocas jugadas de peligro.
A la vuelta del vestuario el partido comenzó a ser diferente gracias a que los de Pellegrini aumentaron un punto la intensidad del juego y los del Atleti no lo hicieron. Es decir, otra forma de decir que salieron algo dormidos. A punto estuvo el Betis de transformar esa pasividad en disgusto, si el VAR no hubiese anulado por fuera de juego un gol de Luiz Henrique tras un error de bulto de Reinildo. La presión verdiblanca funcionaba, los jugadores colchoneros llegaban un segundo tarde y la sensación creciente era que el partido empezaba a desequilibrarse.
Pero claro, en el campo estaba Griezmann, que son palabras mayores. El francés, que es un jugador excelente, está tan por encima de sus compañeros que su presencia ahora mismo es indiscutible. Si ya en la primera parte fue el único que aparecía entre líneas, el único que aceleraba o ponía pausa cuando hacía falta –y no al revés– y el único que echaba un poquito más de arrojo cuando más falta hacía, en la segunda parte demostró que es el futbolista con más gol de la plantilla. Con el partido complicándose, el francés se sacó un gol olímpico desde la esquina para inaugurar el marcador.
Y no mucho después, el propio Griezmann fue el que inició una jugada por la banda derecha para combinar con los jugadores que le pueden seguir el ritmo, Correa, principalmente, y concluir, ya dentro del área, metiendo el balón en la portería.
El partido debería haber terminado ahí, con un Betis tocado tras el 0-2 que intentaba sobreponerse y un Atleti asentado, sintiéndose capaz de alejar el peligro de su portería. No fue así, desgraciadamente.
El Atleti gestionó muy mal esos minutos finales, tanto en juego como en sensaciones, así que acabó librándose por los pelos
Me había sorprendido la falta de cambios por el lado colchonero. Algo que personalmente agradecí, recordando lo que había ocurrido en partidos anteriores. Y puede que sea una casualidad –o no–, pero fue iniciar Simeone la rueda de cambios y cambiar las sensaciones del equipo. Cunha volvió a no aportar nada, pero peor resultado todavía dieron las otras dos piezas que saltaron al campo, Joao y Carrasco, que ni están en forma, ni seguramente fuesen la mejor opción para encarar un partido que estaba a punto de ponerse emocional y agresivo.
El Betis, lógicamente, se fue arriba con todo. Apoyado en el físico de los recambios (Joaquín, Fekir, Cruz, Ruibal…) y el ánimo de una grada que cree en los suyos, intentó acogotar a su rival. Y en parte lo consiguió. Que envidia me ha dado, por cierto, ver una afición alentando a su equipo a pesar de ir perdiendo por dos goles en el marcador. Envidia y nostalgia, porque eso es algo que pasaba también en la casa del Atleti no hace mucho tiempo.
El Atleti gestionó muy mal esos minutos finales, tanto en juego como en sensaciones, así que acabó librándose por los pelos. Una retención absurda de Kondogbia, que por otro lado ha hecho otro gran partido, provocó una falta al borde del área que un artesano del golpeo como Fekir no fue capaz de perdonar. El marcador se apretó y los locales creyeron durante unos minutos en la remontada, pero afortunadamente el Atleti fue capaz de estirarse un par de veces con el balón y tuvo la suerte de que el remate de cabeza de Álex Moreno en el último minuto de partido diese en el larguero.
Un partido del que aprender y tres puntos vitales para seguir creyendo en la temporada, y en el equipo. Lo que pasa es que no hay tiempo, porque en un par de días vuelve la Champions y la historia volverá a comenzar de nuevo.
Aunque el fútbol es un deporte de equipo, los equipos están construidos con jugadores y no todos son iguales. Lo digo, porque ahora mismo el Atlético de Madrid es Griezmann y diez más. Y no sé si es una pena o no, lo que sé es que es así. El francés es el cerebro y el corazón de este equipo. Lo es hasta el punto...
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