Documental
Cuando la ficción no es suficiente para relatar el horror de los abusos
Entrevista a Isabel Coixet, Goretti Narcís y Violeta Porta, a propósito del estreno de ‘El techo amarillo’
Jesús Cuéllar Menezo 22/12/2022

Goretti Narcís, una de las actrices protagonistas del documental El techo amarillo (Coixet, 2022).
cedida por la distribuidoraEn CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí
La concepción de El techo amarillo, nuevo documental de Isabel Coixet, se puso en marcha hace más de dos años cuando la directora catalana leyó en el diario Ara un artículo, escrito por Albert Llimós y Núria Juanico, sobre abusos de menores registrados en el Aula de Teatro de Lleida entre 2002 y 2008. “Cuando leí el artículo”, afirma Coixet, “lo que vi es que era mucho más que un abusador abusando, que había también una trama económica, política, de connivencia, de silencios”. Al principio Coixet pensó en relatar lo sucedido mediante la ficción, pero desistió porque “toda la ficción que yo pueda crear no estará a la altura de lo que ellas me transmiten”. Así comenzó una larga andadura, más larga de lo que la realizadora había anticipado, llena de baches, obstáculos y falta de interés institucional. “El historial de las nueve primeras denunciantes ha desaparecido [del Aula de Teatro]. En Lleida TV había reticencia porque Antonio Gómez, [creador durante años de esa red de abusos a menores] iba allí a un programa semanal” y, además, tenía muy buena relación con el alcalde de la época, que no ha querido participar en el documental. “Una vez hecho lo compraron TV3 y TVE, pero antes nadie apostó por él sobre el papel”, porque los hechos están prescritos, aunque los dé por probados un informe demoledor de la Fiscalía.
El documental de Coixet, quien confiesa tanto su admiración por maestros del documental como Errol Morris y Frederick Wiseman, como el “aldabonazo” que para ella supuso ver Capturing the Friedmans de Andrew Jarecki, se construye principalmente con testimonios a cámara de varias mujeres que, en su adolescencia, sufrieron los abusos de Antonio Gómez y de Rubén Escartín, su principal colaborador en el Aula. Coixet se sirve de un recurso similar al que ya utilizó, por ejemplo, en el episodio ‘Cartas a Nora’, incluido en el filme colectivo Invisibles (2007), premio Goya al mejor documental en 2008: diferenciar el pasado y el presente utilizando el formato cuadrado (1:1) para el pasado, y el estándar para el presente, cuando las chicas hablan a cámara. Coixet reconoce que, “aunque todos los que hacemos documentales siempre hemos intentado huir de la cabeza parlante”, al final decidió construir el “puzzle” que constituye el documental partiendo de esa base, porque los testimonios de las chicas le impresionaron enormemente.
El documental de Coixet se construye con testimonios a cámara de varias mujeres que, en su adolescencia, sufrieron los abusos de Antonio Gómez y de Rubén Escartín
En 2018 nueve de esas chicas decidieron denunciar los hechos ante la justicia y ante el propio Ayuntamiento de Lleida, garante último de lo que ocurría en esa institución docente de unos mil alumnos. Como relatan Goretti Narcís y Violeta Porta, dos de las víctimas de los abusos, ellas y las demás denunciantes aceptaron el reto de “poner la cara” en un documental porque estaban hartas de toparse con muros, puertas cerradas y “tanta gente que parece que no te ve”. Se preguntaban: “¿Es que tengo que prender fuego a algo para que alguien me escuche?”. Reconocen que no habrían decidido exponerse públicamente con cualquier persona, que Coixet les infundió confianza. Y recalcan que, como queda patente en El techo amarillo, el colectivo teatral femenino Dones a Escena tuvo un papel fundamental en todo el proceso. Primero, porque sirvió para permitirles poner en común que, como en otros lugares, en Lleida también había habido abusos en medios teatrales y artísticos, y segundo, porque las arropó en todo momento y les ofreció la cobertura emocional e incluso logística que necesitaban. Dones a Escena fue un ámbito de hermandad femenina que les fue dando la fuerza para resistir cierto aislamiento social que sufrieron en su ciudad y parar los primeros embates que desató su denuncia de los abusos en la escuela municipal de teatro.
Goretti y Violeta reivindican esa solidaridad entre mujeres, contraria al tópico de que ellas se sabotean mutuamente. “Hay muchísimos ejemplos de comunidades de mujeres que se apoyan. Lo que pasa es que nos han educado para competir entre nosotras”, señala Violeta, y Goretti remacha: “Tenemos que volver al cuidado entre todas; así el movimiento es mucho más sano”. Ese cuidado, esa necesidad de comunidad entre mujeres, que se ayudan en tiempos de dificultad, se aprecia en obras recientes como La maternal, de Pilar Palomero, y también en El agua, de Elena López Riera.
Violeta y Goretti, al igual que Aida, Sonia y todas la que dan su testimonio en el documental, son de una estirpe muy presente en las películas de ficción y documentales de Coixet: la de mujeres que, a pesar de sus vulnerabilidades y difíciles experiencias, encuentran empuje para salir adelante en un mundo en el que, como la directora catalana señala con sorna, como mujer, puedes llegar a estar “muy cansada de todo”, porque has tenido que echarte todo el machismo circundante “a la espalda, y seguir”. Coixet quería, además, abordar “este estigma de la vergüenza, de la culpabilidad, que yo creo que es una tendencia, por lo que sea, muy femenina, de echarte siempre la culpa de todo”. Y eso es algo que la directora reconoce que está presente en muchas de sus películas.
En El techo amarillo brilla casi por su ausencia la presencia de los compañeros que las chicas tenían en el Aula cuando sufrieron los abusos
En El techo amarillo, una obra reveladora y llena de respeto hacia los testimonios que presenta, brilla casi por su ausencia la presencia de los compañeros que las chicas tenían en el Aula cuando sufrieron los abusos. “Hay una cosa que se insinúa en el documental y que yo quería haber explorado”, afirma Coixet, y es que “la conducta de él [de Antonio Gómez], de ellos dos [también de Rubén Escartín], era imitada por otros chicos”. “Quisimos que hablaran, pero no hubo manera”. Respecto a esta ausencia de los varones, Goretti y Violeta añaden que “fue un poco una escuela de pensamiento; es decir, tú tienes 15, 16, eres un chico y ves que las relaciones se establecen así, y piensas que el mundo funciona así”. Pasado el tiempo, una vez estrenado el documental en Lleida y Barcelona, hay compañeros de entonces que, ahora “bastante afectados”, han aducido que en esa época no se daban cuenta de lo que les ocurría a sus compañeras, que no lo vieron. Entre otras cosas porque, en algunos casos, eran amigos de Antonio Gómez y jugaban al baloncesto con él los fines de semana. Goretti y Violeta van más lejos y cuestionan incluso la “normalización” de las relaciones entre chavalas de 18 años y hombres de 45, como era entonces Antonio Gómez, al que el Aula de Teatro despidió con una jugosa indemnización y que se cree que está en Brasil, dando aún clases de teatro. “Tenemos que dejar de ver eso normal”, recalca Violeta. “Puede ser que alguien se enamore de alguien, por supuesto, pero no puede ser algo sistemático”.
Violeta Porta, una de las actrices protagonistas del documental El techo amarillo (Coixet, 2022). | Imagen cedida por la distribuidora.
“Es alucinante que tengas que hacer un documental” para que se crea a unas denunciantes de abusos, se queja Coixet, pero hay que alegrarse de que la película haya tenido como consecuencia la reactivación de las investigaciones judiciales, porque ahora otras chicas se han atrevido a denunciar, y la legislación ya no es la misma que entonces. “Si las primeras nueve chicas hubieran denunciado un poco más tarde, esto no estaría prescrito”, aclara Coixet [la Ley Orgánica 8/2021, que establece que los delitos de abuso a menores de 18 años empiezan a contar, a efectos de prescripción, el día en que la víctima cumple 35 años]. Una vez terminado el documental, que, según Goretti, dio más fuerza al colectivo de denunciantes, el ayuntamiento de Lleida pidió verlo. “Tengo que decir que es la única institución que ha pedido disculpas oficiales”, aclara Coixet.
Antonio Gómez, el depredador sexual aparentemente querido por todos y al que los y las adolescentes que tenía a su cargo en el Aula de Teatro leridana veían como a un “dios”, es un tipo de personaje con el que Coixet afirma que nunca se había encontrado en sus películas. Gómez, y su acólito Escartín, fueron tejiendo una red de abusos basada en la ingenuidad de sus jóvenes, y no tan jóvenes, víctimas (algunas eran incluso profesoras del Aula), en el machismo circundante, y en una supuesta concepción del teatro y la expresión artística que no tenía nada que ver con la realidad. “El documental empezó a cobrar fuerza cuando al final conseguimos planos de las obras que interpretaban que, alucinantemente, todas tienen un componente sexual”, apunta Coixet. “Cuidado, no se trata de puritanismo. Pero, ¿tienes que hacer un striptease con quince años, con un señor allí? A mí me pareció chocante, y también que a nadie le hubiera chocado”, afirma la directora. “Yo nunca le he pedido a un actor que se masturbara de verdad, no me parece necesario”, añade. “No he rodado escenas de masacres, pero si las hubiera rodado no le habría pedido a la gente que se muriera de verdad. La magia de la ficción es esa”. Algunas de las chicas sí han mantenido el contacto con el mundo teatral. Goretti, por ejemplo, es profesora de teatro en Lleida, y no considera que la experiencia con Gómez “manchara” esa vocación; pero Violeta, cuya profesión tiene que ver con la docencia y la expresión audiovisual, sí tiene una relación ambivalente con el teatro, fruto de esa desagradable experiencia juvenil.
“Es alucinante que tengas que hacer un documental” para que se crea a unas denunciantes de abusos, se queja Coixet
¿Cuál es la situación actual en el Aula de Teatro de Lleida? ¿Hay algún protocolo en marcha para evitar la repetición de este tipo de abusos? Para Goretti y Violeta, lo que se ha hecho es insuficiente: “Se hizo un protocolo bastante mal hecho en nuestra opinión, porque pasaba por la dirección del centro, pero no tenía en cuenta que si la persona que está abusando de ti está en la dirección, que es lo que nos pasó a nosotras, la cuestión es muy difícil de resolver”. Además, “el Aula Municipal de Teatro era una concesión a una asociación cultural, una concesión a 20 años desde los años 80 y eso no se había revisado hasta ahora. Gracias a esto, se ha hecho una nueva concesión. Qué pasa, que es Lleida, que no es Madrid, entonces sólo se han presentado los mismos, por lo tanto se les ha concedido a los mismos”.
Al final de esta entrevista, también preguntamos a Isabel Coixet su opinión sobre la, para algunos, polémica colocación de Jeanne Dielman (1975), de Chantal Akerman, en el puesto número 1 de las películas más importantes de todos los tiempos de la revista británica Sight & Sound. La directora catalana es tajante: “A mí es una película que me marcó y yo tuve la fortuna de conocer a Chantal Akerman. Me marcó porque fue la primera película en la que vi que una mujer fregaba los platos. Y esa entrada de la vida cotidiana en una pantalla a mí me marcó profundamente. Que si es la mejor o no. A mí estas listas me parecen la hez”. Y, aún más tajante, añade: “Me han enviado un artículo de un periodista español diciendo que no ha visto la película de Chantal Akerman, pero que le parece que la gente que la ha votado en S&S lo hace para quedar bien con el movimiento feminista. A mí este artículo me ha cabreado mucho, además me parece que es de un periodista que es inteligente. Te pasas siete folios diciendo que muy mal que esta película encabece esta lista, y admites que no la has visto. Joder, cabrón, ¡mírate la película!”.
En la actualidad, Coixet trabaja en un documental para Apple Estados Unidos, encuadrado en una serie titulada Omnivore, que trata de reflejar la vida de un pueblo salmantino de su infancia, La Alberca, a través de una tradición que se celebra allí cada año y que tiene como protagonista a un cerdo. “Te centras en la vida del pueblo. En cómo te relacionas con este animal al que luego te comes”.
La concepción de El techo amarillo, nuevo documental de Isabel Coixet, se puso en marcha hace más de dos años cuando la directora catalana leyó en el diario Ara un artículo, escrito por Albert Llimós y Núria Juanico, sobre abusos de menores registrados en el Aula de Teatro de Lleida entre 2002 y...
Autor >
Suscríbete a CTXT
Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias
Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí