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Borja de Riquer / historiador

“Cambó quería que el catalanismo contribuyera a la gobernabilidad de España”

Guillermo Martínez 29/12/2022

<p>Borja de Riquer, autor de la biografía de Francesc Cambó.</p>

Borja de Riquer, autor de la biografía de Francesc Cambó.

Foto cedida por la editorial Cátedra

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Llegó a ser el político en activo más rico de España, con un patrimonio en gran parte procedente de una empresa corrupta. Intentó modernizar el Estado desde una posición que reclamaba la autonomía catalana. Era el hombre mejor informado del país, desechó la idea de Alfonso XIII de que él fuera presidente del gobierno, y apoyó a Franco durante la Guerra Civil. Aunque su bando ganó, terminó sus días viviendo en Argentina, con miedo a que en Europa se conocieran sus corruptelas. Él era el poliédrico Francesc Cambó, del que Borja de Riquer (Barcelona, 1945) ha escrito una biografía titulada Cambó. El último retrato (Crítica, 2022).

Francesc Cambó, dice usted en su biografía, fue uno de los grandes regeneracionistas españoles, pero hablamos también del líder de un partido significado ante el golpe de Primo de Rivera, de un líder que apoyó a Franco desde el principio de la Guerra. ¿Por qué dice que era un regeneracionista?

Él no apoyó el golpe de Primo de Rivera, eso no es cierto. Por otra parte, apoyó a Franco durante la Guerra Civil, no en el alzamiento militar.

Sobre lo que me pregunta, el proyecto que elabora Cambó a principios del siglo XX implica vincular el catalanismo político con una profunda renovación de España que la haría más democrática. Estamos en la España de la Restauración, con un régimen elitista y caciquil, y Cambó quiere acabar con eso. Sus deseos son que España sea un país europeo más implicado en la vida internacional.

El proyecto que elabora Cambó a principios del siglo XX implica vincular el catalanismo político con una profunda renovación de España que la haría más democrática

¿Qué idea tenía Cambó para España?

Quería que fuera un país homologable a otros de Europa occidental, como la Alemania de Bismarck o Gran Bretaña después de la época victoriana, incluso Bélgica. Son un referente para él porque son países en los que el liberalismo se ha democratizado, se ha impulsado la segunda gran revolución industrial alrededor de la electricidad, y ha mejorado el nivel de vida de gran parte de su población, que ya había sido alfabetizada en su inmensa mayoría. Y esto lo hace desde el reformismo político, es decir, que el cambio debe venir acompañado del impulso económico de los sectores más avanzados, que eran la industria y los servicios.

Francesc Cambó en 1909, retratado por el fotógrafo José Demaría López "Campúa" para la revista Nuevo Mundo.

Usted afirma que la ambición de Cambó “era compatibilizar la reforma y modernización de España con una autonomía catalana plena y no hipotecada”. ¿Cómo se concretaba esta idea?

En varios proyectos que presentó en las Cortes, entre ellos, el primer proyecto de estatuto de autonomía, en noviembre de 1918 . Era muy avanzado y otorgaba muchas atribuciones al gobierno catalán. Cambó sabía que era muy ambicioso y estaba dispuesto a negociarlo y rebajarlo, como hizo con el proyecto que también presentó en enero de 1919. 

En cambio, en el Congreso se encontró con una hostilidad absoluta por parte del partido conservador y del liberal. No hay que olvidar lo que dijo Niceto Alcalá-Zamora: “Autonomía catalana, jamás, jamás, jamás”. Esa actitud tan hostil de los partidos gobernantes españolistas se concreta en que ellos podrían aceptar una descentralización administrativa, pero no la autonomía política de Cataluña.

También sostiene que a Cambó “el catalanismo tradicional lo consideraba demasiado español y estatista, mientras que el nacionalismo español lo veía excesivamente catalán”. ¿Podría explicar esta afirmación?

Se trata de una especie de esquizofrenia política. Inicialmente, Cambó cuenta con un gran consenso y apoyo en Cataluña, pero cuando se ve que su presencia en Madrid y sus proyectos naufragan, hay sectores del catalanismo que empiezan a considerar que su actitud es demasiado inocente y que su presencia en la capital no da los resultados pensados. Así comienzan a aparecer sectores más radicales, como el catalanismo republicano, que consideraba que solo en un régimen republicano se podría conseguir la autonomía y que no tenía sentido apoyar a la monarquía de Alfonso XIII.

En España, además, se encuentra con actitudes muy hostiles ante cualquier planteamiento autonomista, porque lo ven como un catalanista que quiere mandar en Madrid y les parece una especie de intrusismo del catalanismo en la política española, y por eso despierta animadversiones por los dos lados.

De hecho, en 1922 llegó a rechazar la presidencia del gobierno de España porque el rey le exigía, para ello, renunciar a su catalanidad. ¿De qué forma le pesó este hecho en los años venideros?

Cuando le llegó esta propuesta por parte del monarca, Cambó pensó que el rey no había entendido nada de su proyecto catalanista. Cambó quería que el catalanismo contribuyera a la gobernabilidad de España, y por eso quería actuar como catalanista y no solo como político español. En realidad, Alfonso XIII no había entendido nada de lo que Cambó llevaba proponiendo 15 años, y eso le dolió.

Además, él es reticente a la propuesta porque, aunque le ofrecía el poder, se encontraría con unas Cortes muy hostiles en las que tendría que actuar de forma autoritaria, seguramente cerrándolas y gobernando a base de decreto ley, y eso solo le crearía problemas. La propuesta del rey no dejaba de estar algo envenenada.

En 1923, ante el golpe de Estado de Primo de Rivera, Cambó apoyó el nuevo régimen. ¿Por qué lo hizo?

Eso no es cierto, Cambó no apoyó el golpe de Primo de Rivera. Cuando se produjo, él estaba en Grecia, y se entera por la prensa, así que no pudo participar. Los únicos núcleos civiles que lo hicieron fue la gente de la Unión Monárquica Nacional. 

Sí es cierto que, una vez producido el golpe, alguna autoridad de la Lliga Regionalista, el partido de Cambó, hizo declaraciones a la prensa dando su apoyo personal a Primo de Rivera porque, entendían, iba a poner orden y autoridad en una situación de desorden. En cambio, Cambó envió un telegrama desde Atenas diciendo que lo mejor era esperar, no manifestarse ni a favor ni en contra hasta saber en qué terminaba el golpe, porque todavía se desconocía qué pretendía Primo de Rivera. 

Durante la dictadura de Primo de Rivera se dedicó a prepararse para ser el hombre que haría la transición

Durante la posterior dictadura, Cambó no conspiró contra ella, sino que mantuvo una actitud de cierta inhibición expectante. Sí criticó aspectos importantes de la política económica. También pensó que ese régimen provisional no se iba a consolidar, y que pronto llegaría su gran oportunidad. Por lo tanto, durante la dictadura se dedicó a prepararse para ser el hombre que haría la transición, de la dictadura al sistema constitucional. Sería el Adolfo Suárez tras Primo de Rivera, y por eso publica muchos libros en los años 20 y realiza gestiones con intelectuales contrarios a la dictadura como Ortega y Gasset.

Era una época de gran violencia en las calles de Catalunya entre el sindicato amarillo de los empresarios y los sindicalistas de la CNT, los mayores opositores de Cambó. ¿De qué forma reprimía el político a estos obreros?

Cambó es un conservador vinculado a los sectores empresariales, así que consideraba que las pretensiones sociales eran un grave problema que afectaba a su proyecto político. En el momento de crisis social que él vive, se pone del lado de las actitudes patronales, incluso de las policiales más represivas, apoyando una política de orden, pese a que considera que esa no es la solución.

Para él, lo ideal sería un sistema estable en el que los sindicatos de trabajadores y la patronal pudieran llegar a acuerdos, como sucedía en el caso británico. En cambio, en Cataluña hay un sindicalismo revolucionario y una patronal ultraderechista y extremadamente dura.

Él no participó directamente en la represión de los trabajadores porque no tenía atribuciones gubernamentales para ello. En el Parlamento sí que intervino dando su apoyo a la política de orden y por extensión al Ministerio de la Gobernación y el gobernador de Barcelona. Por ejemplo, él apoya la política represiva que el general Milans del Bosch y Martínez Anido aplican en Cataluña desde 1919 hasta 1921, y lo dice explícitamente.

Durante la Segunda República fue elegido diputado en 1933 hasta 1936. En esos momentos, ¿ya se podía vislumbrar un apoyo decidido ante un plausible golpe de Estado, como sucedió después?

Por parte de Cambó, no. Él aceptó la República como un mal menor. No es republicano, pero la acepta democráticamente en la nueva situación que se da en 1931. En esos años en los que está como diputado, defiende gobiernos de centroderecha, sobre todo porque quiere que su partido participe en ellos, pero ni Lerroux, del Radical, ni Gil Robles, de la CEDA, le tienen como aliado parlamentario y no le dejan entrar en los gobiernos, lo que produce ciertas tensiones.

Cambó pensaba que Gil Robles se había radicalizado demasiado hacia la extrema derecha, cuando lo que él defiende es un gobierno de centroderecha. La Lliga solo participará en gobiernos débiles a finales de 1935. Es decir, Cambó jugó una opción, la del centroderecha, que jamás se consolidó.

Quizá fue el político más preparado y mejor informado de las cuestiones no solamente políticas, también económicas y jurídicas

Cambó era de las personas mejor enteradas de la actualidad en Europa a través de su servicio de información.

Quizá fue el político más preparado y mejor informado de las cuestiones no solamente políticas, también económicas y jurídicas. Tuvo un servicio de estudios propio, con economistas de gran prestigio que le hacían dosieres e informes, y así consiguió estar al día de lo que pasaba prácticamente en todo el mundo. Esto también lo consiguió por sus vinculaciones con grandes grupos empresariales internacionales, lo que hace que pueda saber lo que se cuece en países como Gran Bretaña, Estados Unidos o Francia. Es un hombre extremadamente moderno comparado con sus colegas españoles de la época.

La enorme riqueza que siempre acompañó a Cambó le permitió una vida de lujos, pero también la capacidad de hacer favores. ¿Cómo consiguió su fortuna?

La fortuna es resultado de ser el principal protagonista de una operación de ingeniería financiera que hace salvar la principal inversión alemana en el extranjero. La Compañía Transatlántica de Electricidad era propiedad de Alemania y abastecía a Buenos Aires. Era la empresa más importante de Latinoamérica y él la convirtió en española para que no fuera incautada por los vencedores de la Primera Guerra Mundial en 1919 en aplicación del Tratado de Versalles. Pese a que los bancos españoles eran minoritarios, con solo un 15% del capital, formalmente la empresa sí era española y Cambó presidía el comité de dirección y de administración. Es importante remarcar que se trataba de la empresa española multinacional más importante del primer tercio del siglo XX, la tercera más importante del país después de las compañías ferroviarias.

Eso le proporcionó unas relaciones excepcionales en el mundo de los negocios internacionales al sentarse en consejos de administración con los dirigentes económicos y patronales más importantes del momento, como no hacía ningún otro político español.

Además, se beneficia de ello económicamente, ya que se trata de una empresa extraordinariamente rentable que llega a repartir casi un 20% de los beneficios entre los accionistas en algunos años. Eso convirtió a Cambó en multimillonario a partir de 1920, y es lo que le permitirá tener la vida lujosa que tuvo y ser el mecenas más importante de España del siglo XX.

Por ejemplo, sobornó a comités revolucionarios y compró pasaportes falsos para salvar a algunos amigos, y a tantos otros les ayudó económicamente una vez exiliados. ¿Quiénes fueron estas personas a las que prestó ayuda? 

Dada la situación revolucionaria que hay en Cataluña durante la Guerra Civil, mucha gente de derechas fue detenida o tuvo grandes dificultades para salir. Cambó consiguió, mediante un intermediario francés, organizar una especie de red que permitió la salida de personas que corrían peligro de muerte en barcos franceses y con documentación falsa. Todo esto costaba bastante dinero –unos 10.000 francos por persona–, porque todo el mundo quería cobrar en divisas, nadie en pesetas. Tengo constancia de que, por esta vía, sacó a bastante gente de su partido, como Narciso de Carreras, quien sería luego el apoderado de Cambó durante la posguerra.

También he encontrado documentación sobre gente que es procesada en los tribunales populares y condenada a muerte y, mediante el soborno del tribunal, Cambó no solo consiguió paralizar la ejecución, sino que hizo que pudieran salir de España hacia el extranjero. En eso fue bastante discreto, como es lógico, y apenas se dan nombres concretos, solo cantidades. 

“Ciertamente, él se contaba entre los ganadores del conflicto, pero era un marginado sin influencia”, dice en su libro. Tanto es así que decidió residir en Argentina hasta su muerte, en 1947. ¿Por qué cree que Cambó no se quedó en España?

A él le repugnaba el régimen franquista. A pesar de haberle dado apoyo, la dictadura de Franco no era lo que él quería. Él deseaba que, una vez terminada la Guerra Civil, hubiera un proceso de transición hacia un régimen liberal, seguramente monárquico con Juan de Borbón, pero eso dependía exclusivamente de la voluntad de Franco. Evidentemente, el dictador no iba por esa línea.

Cambó, como muchos otros, pecó de ingenuidad respecto a Franco

Cambó, como muchos otros, pecó de ingenuidad respecto a Franco. Pensó que sería una dictadura militar provisional, dura, pero no un régimen totalitario que apoyó a fascistas y nazis.

Usted resalta que Cambó mantuvo una relación constante con los intelectuales más destacados de su época, sumándolos a sus proyectos culturales y políticos. ¿Quiénes eran estos intelectuales? ¿Les sobornaba para ello?

Cambó, sobre todo en los años 20, intentó que los intelectuales se implicaran en sus proyectos políticos. Ahí hay nombres como José Ortega y Gasset, Gregorio Marañón, Ramón Pérez de Ayala y Ángel Ossorio y Gallardo, todos ellos intelectuales que habían mostrado una actitud crítica con Primo de Rivera. En el caso catalán, trabó una relación muy especial con Agustí Calvet, Gaziel, el director de La Vanguardia, pero también otros como Josep Pla.

En cuanto a lo de sobornarlos, no, no lo hacía. Por un lado, entendía que los intelectuales debían jugar un papel importante en la regeneración de España porque los consideraba lo más sano que había, y con estos no tiene relaciones económicas, sino políticas.

Algo diferente ocurre con los intelectuales a los que implica en sus proyectos culturales, a los que evidentemente pagaba y les tenía a sueldo, pero de ninguna manera sobornaba. Algunos de estos casos sí terminaron en una situación de dependencia económica notable, como sucedió con Josep Pla, del que se puede decir que durante una década fue un hombre que estaba al servicio de Cambó y de su política, que era la que le mantenía.

La empresa origen de su fortuna, de la que hablábamos antes, terminó siendo la Compañía Hispano Americana de Electricidad (CHADE). Esta empresa “practicaba sistemáticamente la corrupción” en el país latinoamericano. ¿Cómo ha descubierto que el miedo a que saliera a la luz esta realidad le acompañó durante sus últimos años de vida?

Por una razón muy clara: en sus memorias y meditaciones que publicó nunca habló de esto. En cambio, en su correspondencia privada reconoce que nunca ha pasado por momentos tan amargos y difíciles como en los años desde 1943 a 1947, en Argentina, con motivo de las investigaciones que se estaban haciendo sobre la CHADE. Según escribe en sus cartas, él espera que el escándalo de Argentina no se conozca en España y Europa, porque eso le desprestigiaría notablemente.

¿Pero Cambó no tuvo siempre cierta relación con la corrupción?

La compañía que presidía sí la practicaba en Argentina, como otras tantas empresas de otros países. Se decía que Argentina era el país más avanzado de Latinoamérica, pero también con los políticos más corruptos. Yo no tengo ningún dato que acredite que Cambó practicara la corrupción en España, aunque en algún momento sí que llegó a denunciar ciertas corruptelas e intrigas de otras empresas contra él.

Usted ha intentado calcular la fortuna de Cambó, que fue mucho más considerable de lo que él mismo dio a entender, alega. ¿De cuánto dinero estamos hablando? ¿Y dónde fue a parar?

Es muy difícil hacer cálculos y trasladar las pesetas, los dólares y las libras esterlinas de los años 20 y 30 a los euros de hoy,  porque su dinero lo tenía depositado sobre todo en bancos suizos y americanos. Por el tipo de pistas que he encontrado, podemos decir que, en un momento dado, Cambó debió acumular un patrimonio muy superior a los 500 millones de euros. Estaría entre los 500 y los 1.000 millones, yo creo.

Cambó debió acumular un patrimonio muy superior a los 500 millones de euros

También hay que pensar que donó cuadros a diferentes museos que hoy cotizarían por encima de los 300 millones de euros; es la donación más espectacular que han recibido los museos españoles en toda su historia. Por ejemplo, solo los tres Botticellis que Cambó donó a El Prado le costaron unos tres millones de pesetas en los años 20, lo que hoy serían más de 50 millones de euros.

Su fortuna se repartió entre la viuda y su hija, después de un pleito. La viuda se quedó con la legítima, que era el 50% según la ley argentina, así que la herencia se dividió en dos mitades. Ella se quedó con la mitad del patrimonio de Argentina y Uruguay, que también había algo, y la hija con la otra mitad y la mayoría del patrimonio que tenía todavía en Cataluña.

Como detalle, los nietos de Cambó acaban de vender la casa histórica de Via Laietana por 90 millones de euros, que se los tendrán que repartir entre 14.

Esa misma fortuna le permitió poseer una gran colección de pinturas, entre las que se contaban obras de Botticelli, Zurbarán, Goya y Rubens. Donó algunas de ellas a pinacotecas y ejerció de mecenas. En 1922, además, auspició la creación de la Fundació Bernat Metge, un proyecto editorial que traducía textos clásicos latinos y griegos al catalán. ¿Cambó era un intelectual, un personaje apasionado por las artes, corrupto?

Esa yo creo que sería una definición falsa. Cambó era, básicamente, un político con grandes inquietudes intelectuales. Había pocos como él. Por las noches se dedicaba a leer a los clásicos, Cicerón y Plutarco, y delante de su cama colgaba un Botticelli. Tenía un nivel intelectual extraordinario, muy por encima de lo normal, y era rico, posiblemente el político en activo más rico de España, y también el principal mecenas del país. Su riqueza provenía, sobre todo, de una empresa corruptora como la CHADE. Ahí están las grandes contradicciones del señor Cambó.

Llegó a ser el político en activo más rico de España, con un patrimonio en gran parte procedente de una empresa corrupta. Intentó modernizar el Estado desde una posición que reclamaba la autonomía catalana. Era el hombre mejor informado del país, desechó la idea de Alfonso XIII de que él fuera presidente del...

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