Cartas desde Meryton
‘Sturm und Drang’ en el Congreso
La derecha ha boicoteado el funcionamiento de las instituciones, se ha negado a renovar los órganos judiciales, ha peregrinado a Europa para exigir que se nos retiren los fondos de cohesión y se ha opuesto a todas las medidas sociales propuestas
Silvia Cosio 9/03/2023
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Hacia mediados del siglo XVIII, allá por el año 1765, un grupete de señores de pelo empolvado, levita y corbatín, elegantes, seriotes y sensibles decidieron que la Ilustración no iba con ellos, que donde estuvieran los sentimientos, la pasión desatada y el genio creador, que se quitara la Razón. Estos señores tan educados y leídos inspiraron a una generación de jóvenes mucho más extremos aún, amantes de la patria, las tradiciones, los cantos populares, de que las mujeres dieran a luz bajo un tejo milenario y el Tratado de Viena. Hagamos ahora un pequeño flash forward desde los tiempos del Sturm und Drang y el Romanticismo hasta el 14 de marzo del 2004 –cruzando los dedos para que mis antiguos profesores de Historia no lean este resumen algo acelerado del nacimiento de la Reacción Moderna–, hasta encontrarnos con una versión más joven y fumadora de mí misma echando un piti a la puerta del colegio electoral –que años después sería el colegio de mi hija– donde estoy como interventora de IU, justo en el preciso instante en el que dos veinteañeros se me acercan pegando voces. Pero como yo estoy escuchando mi MP3 (esto suena a Jurásico tardío) mi reacción fue la de acercarme a ellos para ver qué era lo que me estaban tratando de decir, y fue entonces cuando, como salido de la nada, uno de los policías nacionales que custodiaban el colegio electoral me apartó de ellos en un visto y no visto, asombrado ante mi aparente falta de instinto de supervivencia o quizás ante mi sangre fría (solo era que tenía a los QOTSA a todo volumen). Cuando el policía se calmó me comentó que los dos muchachos venían hacia mí gritando muy enfadados cosas del tipo “fue ETA” mientras me llamaban “hija de puta” y amenazaban con “darme una hostia”. Lejos quedan esos días del 2004, pero no viene mal recordar que nos fuimos a votar después de la movilización masiva contra la guerra de Irak y, sobre todo, con la conmoción de los atentados del 11M y las terribles mentiras del gobierno de Aznar acerca de quiénes fueron los responsables de los mismos. Pero, y a pesar del shock, la pena y el cabreo de esos días, logramos salir y votar libres en medio de aquel ambiente violento y enfermizo alimentado por el PP y su prensa cautiva. Ambiente que lograron contagiar a muchos de sus votantes –nunca deberíamos olvidar que las mentiras del gobierno, su actitud desafiante y sus insinuaciones sobre que la izquierda estaba dando nada menos que un golpe de Estado y la defensa acrítica de toda esta teoría absurda de la conspiración por parte de cierta prensa, le costaron la vida a Ángel Berroeta–, creando además una peligrosa tradición política en las derechas españolas de poner en duda la legitimidad de los gobiernos que no son ellos. Durante toda la legislatura, Zapatero tuvo que lidiar con la actitud beligerante del PP, que además aprovechó cada ocasión que encontró para acusar al presidente de haber ganado las elecciones aprovechándose de los muertos del 11M, muertos que casi veinte años después de los atentados las derechas se niegan a respetar y honrar tras haber alentado a que se acosara a sus familiares, al mismo tiempo que sostenían, sin ningún pudor y con la complicidad de su prensa, la teoría ridícula de que los atentados habían sido obra de ETA. Y así pasamos los siguientes cuatro años, aguantando las mentiras y la oposición desleal por parte de aquellos que decían eso de “que se hunda España, que ya la levantaremos nosotros”. Y vaya si la levantaron, concretamente se levantaron unos cuantos milloncejos de nada repartidos en sobres y en préstamos en condiciones muy ventajosas a una banca que devolverá el dinero entre nunca y si te he visto no me acuerdo. Por no hablar de que nos dejaron el estado de bienestar y hasta el de derecho hechos unos zorros. Sin embargo el Rajonato tuvo el final apoteósico que se merecía el 31 de mayo del 2018, con la primera moción de censura exitosa de la democracia moderna española y el milagro de la transfiguración cuando el presidente Rajoy logró transformarse en el bolso (un bolso de marca, ojo) de su vicepresidenta mientras su carrera política se iba por el desagüe de la Historia. Expulsadas del poder por la puerta de atrás, divididas entre derechas reaccionarias y derechas muy reaccionarias, y enfrentadas entre ellas, la formación del primer gobierno de coalición ha sacado a la luz toda la capacidad de sobreactuación de las mismas, hasta el punto de que Nicolas Cage a su lado parece un actor shakespeariano y Pedro Sánchez un tipo de izquierdas. Durante esta legislatura han boicoteado el funcionamiento de las instituciones, se han negado a renovar los órganos judiciales, han peregrinado a Europa para exigir que se nos retiren los fondos de cohesión, se han opuesto a todas las medidas sociales para paliar las efectos de la pandemia y de la guerra de Ucrania y han convertido el Congreso en la barra de un bar cutre en el que escupir el primer insulto que se les viene a la cabeza. Con estos antecedentes, si vuelven a perder las próximas elecciones generales la posibilidad de que las derechas instiguen un Sturm und Drang en el Congreso no parece algo descabellado. Y es que las derechas españolas no parece que necesiten inspirarse en Trump y Bolsonaro, que para estas cosas se las pintan bien solas.
Hacia mediados del siglo XVIII, allá por el año 1765, un grupete de señores de pelo empolvado, levita y corbatín, elegantes, seriotes y sensibles decidieron que la Ilustración no iba con ellos, que donde estuvieran los sentimientos, la pasión desatada y el genio creador, que se quitara la Razón. Estos señores tan...
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Silvia Cosio
Fundadora de Suburbia Ediciones. Creadora del podcast Punto Ciego. Todas las verdades de esta vida se encuentran en Parque Jurásico.
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