Agarrado a su renacida fortaleza en el Metropolitano, donde acumula ocho victorias seguidas, y con la motivación de ofrecer una victoria a los miles de jóvenes aficionados que se acercaron al estadio con motivo del Día del Niño que anualmente celebra el club, un Atleti más solvente y efectivo que brillante, logró imponerse por 3-0 a Osasuna certificando así su undécima participación consecutiva para la Champions. Una meta que, a fuerza de lograrla, se ha convertido en habitual cuando durante muchos años fue algo inusual. Puede que haya a quien le parezca menor, pero lo cierto es que solo otros seis clubes en Europa igualan el registro. Motivo suficiente para que la tarde acabara en fiesta para los rojiblancos ante un rival que cumplió el papel de perfecto invitado.

El Atleti empezó el partido buscando desequilibrar el marcador lo antes posible, siguiendo el camino de sus últimos partidos como local. Utilizando el carril de Carrasco en el juego posicional o aprovechándose de las imprecisiones navarras en los primeros minutos para robar y salir rápido a la contra, los de Simeone generaron varias situaciones de peligro sobre la portería defendida por Sergio Herrera, pero los intentos colchoneros no fructificaron por culpa de los fueras de juego y de los postes. A Morata le anularon un primer gol tras recibir de Griezmann, que estaba adelantado en la acción previa. Y también un segundo por estar en posición incorrecta al recoger un rechace de la madera después de un disparo de Saúl desde la frontal que ya mereció acabar en la red. Por si fuera poco, Griezmann también remató al palo con un tiro raso desde la frontal.

Osasuna salió vivo de ese arreón inicial rojiblanco, empezó a combinar mejor, a llevar el tiempo del partido y logró igualar el juego ante un bajón en la intensidad de los locales. Eso sí, sin progresar mucho ni inquietar a Grbic. Tan solo asustó en un disparo de Chimy Ávila a la salida de un córner que se fue cerca del poste. Pero el Atleti ya no lograba robar y le costaba salir al adelantar un poco las líneas los visitantes. Además, apenas encontró a Molina por la derecha en los primeros 45 minutos, volcando demasiado el juego por la banda izquierda, la de Carrasco, haciéndose más previsible.

Y cuando más parado estaba el partido, al filo ya del descanso, Hermoso envió un balón a Morata que, en el centro del campo y de espaldas a portería, recibió un golpe tremendo por detrás de David García, el balón quedó suelto e inmediatamente Saúl prolongó para el desmarque de Griezmann que, tras avanzar unos metros y entrar en el área, dio un pase cruzado raso a Carrasco, que casi en la línea del área pequeña remató a la red con la pierna derecha. Acierto del colegiado González Fuertes al dar la ley de la ventaja y gol de los llamados psicológicos por llegar justo antes de irse los equipos a vestuarios.

Morata no pudo salir en la segunda parte tras sufrir un traumatismo cervical a raíz de ese golpe, y entró en su lugar Correa. Osasuna pareció tener algo más de voluntad ofensiva, protagonizando un disparo de Aimar Oroz que detuvo Grbic, y un cabezazo de Budimir, tras ganar la posición a la defensa, que se le marchó desviado. Si había alguna duda de la suerte que podía correr el partido, el Atleti la disipó con la consecución del segundo gol en el minuto 61. De Paul envió un pase al área viendo la llegada de Saúl que controló con el pecho y según cayó el balón lo golpeó con pierna derecha metiéndolo en la portería junto a la escuadra. Curioso que ya en el partido de la primera vuelta, en Pamplona, De Paul y Saúl se aliaron para anotar el tanto del triunfo y repitieron en esta ocasión. Una de las mejores noticias del partido fue la buena actuación de Saúl, asistente en el primero, goleador en el segundo, mandando un remate al palo y apareciendo con sentido por varias zonas del campo.

Arrasate buscó revolucionar a su equipo haciendo un triple cambio, pero no consiguió su objetivo. Osasuna llegó a Madrid pensando en ganar para seguir soñando con clasificarse para competición europea, pero la sensación que dio fue de creer poco en poder lograr ese objetivo. Le faltó la intensidad y la frescura que ha mostrado en otros momentos de la temporada.

Con el 2-0, el Atleti jugó con la tranquilidad de saber que era casi imposible que se le escapara el triunfo. Griezmann tuvo dos ocasiones para ampliar la ventaja, la primera al rematar en el área una falta sacada por De Paul, enviando al balón fuera por poco, y la segunda lanzando un tiro raso cruzado desde el área que Herrera sacó con el pie. Pero el que iba a anotar el tercero fue Correa, que en el minuto 82 recibió un pase filtrado de De Paul, buen partido el suyo, para controlar en el área y mandar un disparo colocado junto al poste que no pudo parar el guardameta. Era el momento que Angelito llevaba semanas esperando para poder dedicárselo a su madre, recientemente fallecida. Un 3-0 que eleva la cifra goleadora del Atleti en sus ocho últimas apariciones en su campo a 24 tantos, una media de tres por encuentro. No está nada mal.

Simeone decidió dar minutos a Barrios, Kondogbia y Reguilón, y retiró a Koke, De Paul y Carrasco. A punto estuvieron dos de los recién ingresados de aumentar la cuenta: Reguilón hizo una buena internada y su centro desde la línea de fondo lo cabeceó Barrios; el balón salió a córner junto al palo tras tocar en un rival. Poco después, Griezmann se llevó una ovación al ser sustituido por el canterano Carlos Martín.

No fue el partido más vistoso en esta brillante segunda vuelta del equipo rojiblanco, que anda mermado de efectivos por las seis importantes bajas que tiene, pero esta vez fue contundente en momentos determinados y con eso le bastó para llevarse con comodidad un partido que le vuelve a colocar segundo en la tabla gracias al pinchazo del eterno rival merengue. Conseguido el objetivo de la clasificación a Champions, ahora intentará no bajarse de ese escalón del podio liguero en las tres jornadas que faltan.