La campaña de Tecé y Martínez
El acontecimiento
Señalar okupaciones es un exceso de tiempo libre. En BCN la okupación supone y ocurre en menos del 0,2% de las viviendas
Guillem Martínez 16/05/2023
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Se ha construido un acontecimiento en BCN. Es fácil construir acontecimientos. A la salida del insti, un grupo de gamberros lo hacíamos. Nos reuníamos cuatro o cinco, mirábamos y señalábamos un piso alto y gritábamos: “Señora, ¡no se tire!”. Al rato, había un centenar de personas viendo cosas que nunca habíamos sospechado. Quien quiera dedicarse a construir acontecimientos –ese oficio del siglo XXI– debe saber que se trata de un oficio de a) gamberros, que b) no precisa estudios y que, en tanto que a) y b), no es c) una disciplina que acarree ningún premio Nobel. Bueno. Acontecimiento. BCN. Se trata de un par de inmuebles okupados en plena zona nacional, en un barrio en el que se concentran los rubios y las rubias de dos de las naciones favoritas de la Divina Providencia. No sería difícil establecer cuál ha sido el grupo de gamberros que ha mirado y señalado esos dos inmuebles, al grito de: “Señora, ¡tírese!”. La coreografía de denunciar una okupación que no cesa, y que todo lo copa, es un llenapistas del extremo-centrismo –en BCN: PP, C’s, Vox, como todo el mundo, más, momentáneamente, otro grupito: Valents–, y del extremo-procesismo –en BCN: Junts–. Pero también se suman a señalar puntuales crisis del orden, moduladas por Colau, sus socios, PSC y ERC, partidos muy serios y muy de orden. En todo caso, señalar okupaciones es un exceso de tiempo libre. En BCN la okupación supone y ocurre en menos del 0,2% de las viviendas. Donde hay más okupación –la proporción sigue siendo bajita– es en el mundo rural, protagonizada por una inmigración irregular –ese colectivo que no quiere problemas, pues los tiene todos– que okupa discretamente viviendas que nadie quiere. Esto es, abandonadas, ruinosas. He visitado un par, donde vivía un número grande de personas en cuatro paredes, sin techo. Cuando visitas esas anticasas de nuestros no-vecinos, los que nos recogen la fruta a un precio de risa, no puedes dejar de pensar que esas cosas no se les pueden hacer a las personas. Y que lo pagaremos muy caro. Anyway. El acontecimiento BCN creado sube y baja de intensidad, según el día. Supongo que no desaparecerá de la campaña, pues es la campaña, esa disciplina en la que no hay mucho que decir, pero sí mucho que repetir. El acontecimiento, cualquier acontecimiento creado, busca crear un problema. Y, con él, a los villanos que lo generan y a los héroes que lo solucionarían, si les dejaran mandar un solo día, etc. Pero también crea otras cosas, más importantes. El material con el que la extrema derecha fabrica los sueños: marcos. Un acontecimiento creado amplía los marcos de lo posible, a lo bestia. Y, snif, hacia lo reaccionario. En este caso concreto, ha permitido visualizar a una empresa ilegal, que aporrea personas para desocupar inmuebles –de particulares, no de la Sareb, no de los bancos; el cero coma cero cero algo del total de okupaciones; nada; el empresario que creó esa empresa lo hizo, al parecer, para decirle a su madre que estaba fuera, trabajando, mientras estaba con sus amigotes del gym–. Esto es, ha permitido condenar una actividad humana minoritaria y, en términos generales, dramática –okupar una vivienda como último recurso para vivir–, y normalizar, incluso glorificar, el uso de la fuerza para la solución de conflictos, incluso aquellos conflictos que no existen. El marco de la brutalidad posible dentro de la normalidad ha crecido tanto a través del acontecimiento BCN que el PP de otro municipio Badalona ha aprovechado para anunciar, en caso de victoria el 28M, otro acontecimiento, más I+D, si cabe: el anuncio de la fundación de una concejalía de Okupación. Lo que sería, a su vez, un acontecimiento que duraría cuatro años. Un indicio de que, si vas emitiendo acontecimientos, si creas una irrealidad que debes gestionar, te evitas el engorro de gestionar la realidad.
El acontecimiento empezó en Grecia, como todo, supongo. No obstante, y más para acá, se intensificó en los años noventa del siglo XX, cuando el acontecimiento sustituyó a la política a través de un acontecimiento llamado ETA. Fue un acontecimiento tan grande y dilatado que creó un gran grupo de gamberros profesionales, que lo gestionaron. Y esos gamberros crearon a su vez una manera de emitir y recibir algo muy parecido a la política, si bien no era política, sino mero acontecimiento. El acontecimiento es una disciplina viva. Más viva que ETA, al menos, que murió hace ya la tira. Por eso, en esta campaña hay acontecimientos, incluso, con ETA.
Se ha construido un acontecimiento en BCN. Es fácil construir acontecimientos. A la salida del insti, un grupo de gamberros lo hacíamos. Nos reuníamos cuatro o cinco, mirábamos y señalábamos un piso alto y gritábamos: “Señora, ¡no se tire!”. Al rato, había un centenar de personas viendo cosas que nunca habíamos...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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