Resultados Barcelona
We win. Y sí, no lo parece
Un tripartito de izquierdas sigue siendo la forma de gobierno municipal más probable. Y la más exótica tras el subidón en toda España, y en toda BCN, de opciones que han perdido la época, y han ganado las elecciones
Guillem Martínez 28/05/2023
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La buena noticia es que Coalición por Melilla no ha arrasado en la Península, lo que limita un poco la magnitud del asunto venta-de-votos, esa star-gate hacia galaxias insospechadas. Lo que indica que, tal vez y por esa puerta, esta noche hemos iniciado un viaje galáctico, a otra dimensión. Por lo demás, a lo largo de la noche electoral se ha mascado la tragedia –ese objeto que, comúnmente, no se masca, sino que acostumbra a mascarnos a nosotros–. Algo ha pasado en el Estado. Se trata de a) un error de campaña –el PSOE ha subestimado algo, o se ha equivocado en desmovilizar, en hacer una campaña sustentada en promesas, en visualizar un Gobierno que puede prometer y va y promete; a su vez Podemos puede haber aportado al destino su destino, esa tradición local de grandes líderes mu listos, conduciendo a pocas masas hacia ningún sitio calentito–. O puede tratarse de b) un error anterior, más amplio, difícil de calcular hasta que tengamos los resultados analizados y ordenados by a tube. O, c), simplemente, no se ha podido luchar contra algo novedoso, cuya metáfora es la siguiente: ha ganado, en todo el territorio, y de manera metafórica, quien ha modificado e intensificado la campaña. Esto es, Ayuso. Esto es, algo nuevo. Esto es, alguien conectado a un pinganillo, por el que alguien le dicta, a su vez, las respuestas o, incluso, las preguntas. O las políticas. Ha ganado el político definitivo. Un político que no conocemos, que dicta por un pinganillo políticas de confusión a una política intercambiable, con los ojos raros. No son ojos de majara. Son los ojos abiertos de cuando escuchas precariamente por un pinganillo. Esa Capilla Sixtina del neoliberalismo ha ganado, precisamente cuando el neoliberalismo ha sido abandonado en los USA por ser una amenaza económica, social, democrática y ecológica. La UE no ha hecho esa denuncia y abandono. Como no la haga antes de diciembre, eso podrá validar candidaturas sumamente alejadas de la época. Estamos ganando la época –we win–, pero estamos perdiendo las elecciones. Tiene guasa. La guasa de un pinganillo.
En términos generales, en Catalunya, sin llegar al rodillo-pinganillo, también parecen haber subido las derechas. En lo que es una metáfora, en Ripoll, ha ganado por KO Aliança Catalana, una agrupación neofascista –que no de extrema derecha2.0, esa cosa cada vez más común, como saben allá donde vivan; viene elaborada con tecnología y mitos catalanes. En lo que es otra metáfora, en Vic –ciudad ubicada en una suerte de Dixie catalán–, el líder supremacista, subsector banderita española, Josep Anglada, cuyo partido desapareció del Ajuntament durante el procesismo, ese periodo consagrado a otros esencialismos, vuelve a tener representación en el consistorio con un partido propio. Junts ha conseguido –todo apunta a ello; pero ya veremos, que desde 2011 y el fin de los mecanismos más brutos de la Cultura de la Transición, son más importantes los pactos que los resultados, incluso para las derechas–, aparentemente, quizás, alcaldías importantes. Está por ver, con serenidad y los resultados delante, si Junts ha ganado a ERC, o no. El PP, un partido que usualmente tiene una alcaldía en Catalunya, puede haber doblado, en el momento en el que escribo estas líneas, sus resultados. Lo que es mucho y, a la vez, poco. Vox sube. O/y, al menos, existe en el ámbito municipal catalán. Ese partido poco mencionado en los medios catalanes –lo que, por cierto, me parece una buena idea– ha accedido al Ajuntament de Barcelona. Donde, todo apunta a ello, no podrá pactar con nadie. Solo podrá dar la murga y emitir acciones simbólicas, como casi todo el mundo en Catalunya. En el Cinturón de Barcelona queda por evaluar la apuesta de ERC por sustituir al PSC. En el momento en el que escribo esto, en Santa Coloma, donde esa apuesta se volvió carne en la figura del alcaldable Gabriel Rufián, la cosa, con el 100% escrutado, tan solo ha supuesto un concejal más para ERC, respecto a las últimas elecciones –el PSC, en lo que es otra metáfora, ha arrasado en modo glory days–.
En Barcelona, la noche no solo va a ser larga, sino que lo serán los días hasta que se formalice un pacto. C’s, el partido cuyo local en la ciudad fue ocupado, cuando lo abandonaron, por el Espanyol, también ha bajado a segunda. Por lo demás, hay un triple empate –con cerca del 100% de votos escrutados– entre Junts, PSC y Comuns, separados los tres por menos de un punto. ERC, ese partido que, históricamente gana, hasta que hay algo que tiene algo que decir alusivo a la época –en el 36, el anarcosindicalismo; entre el 36 y el 39, el PSUC–, se queda –en el momento en el que escribo estas etc– con un concejal más que el PP. En BCN, es lo peor que pueden decir de ti. El procesismo –el necroprocesismo, el procesismo varios años después de muerto, cuando los muertos huelen peor en CSI Las Vegas– se ha comido con patatas a ERC, lo que ilustra que lo creado en una década –fake, ese objeto neoliberal– ha caído hacia el lado hacia el que se inclinaba. La derecha. Una derecha destitutiva, que no cree en el calentamiento global, que cree que todo es un desastra, esencialista, que ve en Colau un objeto extranjero y que, en el caso del Junts de Trias, pasa 8 pueblos de la cosa indepe, lo que facilita el voto de ex-votantes del difunto C’s, del PP, del anti-izquierdismo rampante y cabreado. El Junts de Trias, como en Junts a secas, como los partidos.-pinganillos, es un partido del odio, de odiar al contrincante, de campañas sustentadas en el fake. La derecha, esa derecha, va a ser, todo apunta a ello, la más votada en BCN, como ha sucedido en el resto del Estado.
Uno de los peores PSC municipales de la historia, ha sacado unos resultados espléndidos. Solo unos miles de votos le separan a Trias de PSC y Comuns. Y solo una decenas de votos separan a PSC de Comuns, con cerca del 100% escrutado, que queda definitivamente tercera. Un tripartito de izquierdas sigue siendo la forma de gobierno municipal más probable. Un Ajuntament tripartito es, también, la opción más exótica tras este subidón-subidón en toda España, en toda Catalunya, y en toda BCN, de opciones que han perdido la época, pero que han ganado las elecciones. Veremos.
La buena noticia es que Coalición por Melilla no ha arrasado en la Península, lo que limita un poco la magnitud del asunto venta-de-votos, esa star-gate hacia galaxias insospechadas. Lo que indica que, tal vez y por esa puerta, esta noche hemos iniciado un viaje galáctico, a otra dimensión. Por lo demás,...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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