1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

Lectura

Un puñado de sal

Extracto del libro ‘La figura del mundo’

Juan Villoro 11/06/2023

<p> </p>
<p>Mahatma Gandhi en una imagen de 1931.</p>

 

Mahatma Gandhi en una imagen de 1931.

RTVE

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

Con la autorización del autor, ofrecemos a continuación un extracto del capítulo 6 de La figura del mundo (Random House), libro en el que Juan Villoro evoca la figura de su padre, el filósofo mexicano de origen español Luis Villoro (Barcelona, 1922 - Ciudad de México, 2014). El capítulo en cuestión aborda el pensamiento y las posiciones políticas de Luis Villoro, que en unas circunstancias como las presentes, al menos por lo que toca a España, cobran un interés y un aliciente muy particulares. En el pasaje extractado, cuya construcción narrativa admite, casi solicita una lectura autónoma, Villoro trae a colación las diferencias que, sobre todo en los últimos años de su vida –en que se comprometió intensamente con la causa zapatista–, su padre establecía entre sociedad y comunidad, entre democracia representativa y democracia directa o “radical”, entre el sentido de la utopía y el de la posibilidad. Particular incentivo tienen sus consideraciones sobre “la haraganería del pensamiento” y su llamamiento a “recuperar la comunidad perdida pero superándola, levantándola al nivel del pensamiento liberal moderno”.

La figura del mundo constituye un riguroso, conmovedor y a ratos desopilante ejercicio de filiación, de construcción crítica pero comprensiva y cariñosa de la figura paterna, que en este caso era la de un intelectual poco predispuesto a las obligaciones de la vida familiar y aún menos atento a sus complejidades afectivas. Ignacio Echevarría

Cuando agonizaba el siglo XX, mi padre convocó a sus hijos a una comida de fin de año en un restaurante de la colonia Condesa. Mis hermanos viven fuera de la ciudad de México, de modo que la reunión se revestía de un aire de singularidad. En algún momento de la sobremesa, la conversación languideció, como ocurre cuando las cosas urgentes ya se han dicho y escasean las anécdotas de la vida en común.

Para aliviar el silencio, propuse un juego. Siguiendo el ejemplo de la revista Time, debíamos escoger al hombre o la mujer del siglo.

Fiel a su hábito de interrogar antes de responder, usando cuidadas conjugaciones, el filósofo dijo:

—¿Por qué habríamos de escoger a una persona?

—Imagina que integramos la redacción de un periódico y debemos decidir quién fue la figura más influyente del siglo XX —opiné con entusiasmo publicitario.

—¿Y qué clase de periódico es ése? —preguntó mi padre con desconfianza.

—No sé, uno hecho por nosotros.

—¿Y por qué habríamos de fundar nosotros un periódico?

—¡Porque ya no tenemos de qué hablar! —comenté con desesperación.

Esto lo hizo reír y aceptó el juego.

La primera candidatura vino de mi hermano Miguel. Doctor en Física, eligió al científico por antonomasia que quiso hallar las llaves del universo: Albert Einstein. Sabiendo que tenía pocas posibilidades de triunfar, yo elegí a un héroe de la contracultura, capaz de cambiar la vida con la música y de calcular cuántos agujeros se necesitan para llenar el Albert Hall: John Lennon. No recuerdo otras propuestas, pero sí el silencio de mi padre. Para animarlo a participar, recitamos nombres de filósofos, hasta que habló con el hartazgo de un papá que en una fiesta infantil es acosado por las caricias pegajosas de sus niños:

—¡Claro que no! Ningún filósofo ha sido tan importante —hizo una pausa para que aquilatáramos el peso de sus palabras, y añadió—: En el siglo XX nadie ha sido tan significativo como Gandhi.

La discusión sobre los méritos de los distintos candidatos subió de tono. La causa de ello fue mi padre. No hay nada más serio en el mundo que un niño jugando. Lo segundo más serio es un filósofo jugando. Mi padre siguió argumentando con tal enjundia que sentimos que, si no le dábamos la razón, se avergonzaría de nosotros.

—¿Saben ustedes lo que significa dar ejemplo? —nos preguntó.

Un silencio reverencial siguió a sus palabras.

—No estamos juzgando un concepto ni una idea —añadió—, estamos evaluando el peso de una vida. Entender el mundo es más sencillo que cambiar el mundo.

Una vez más comprobamos que ninguno de nosotros podría modificar su parecer. No era un hombre colérico, pero sucumbía con frecuencia a arrebatos de desesperación. En especial, lo alteraban las pequeñeces, las cosas sin mucha importancia. Padecía el dolor, la enfermedad y las pérdidas con estoicismo, pero se irritaba ante las llaves extraviadas, los trámites imprevistos, la música ambiental en un consultorio, los meseros que trataban de llevarse su plato en cuanto dejaba de mover los cubiertos. Sus hijos pertenecíamos a la zona de las molestias menores que sobrellevaba al convertir nuestra presencia en un motivo de interés. Nunca fuimos un tema suficientemente profundo para él, pero podíamos llevarlo a otros temas. En ese sentido, su afecto tenía una condición expositiva.

La mención de Gandhi hizo que recordara dos categorías esenciales de la sociología alemana: Gesellschaft y Gemeinschaft, sociedad y comunidad. Ante las migajas que habían quedado en la mesa, explicó que la sociedad es el conjunto de normas que permiten la vida en común; cada individuo desarrolla su vida en el marco de esas reglas, con mayor o menor fortuna. En cambio, la comunidad depende de valores compartidos que afectan del mismo modo al colectivo entero.

Traté de resumir lo que decía en una frase:

—En la sociedad debes resolver tus problemas sin violar las disposiciones establecidas para todos; en la comunidad, tus problemas son de todos.

Su respuesta, naturalmente, fue otra pregunta:

—¿A qué clases de problemas te refieres?

Nos enfrascamos en una discusión en la que volvió a aparecer John Lennon, que en una canción definió la fugitiva sustancia del presente: “La vida es lo que sucede mientras hacemos otras cosas”. En gran parte, los problemas derivan de no percibir el Aquí y el Ahora. Borges señaló hacia el final de su vida que, en caso de volver a vivir, desearía tener más problemas reales y menos problemas imaginarios. Estar genuinamente en el mundo implica superar obstáculos; en cambio, inventarse obstáculos resulta innecesario.

Mi padre había vivido para alejarse progresivamente de los predicamentos individuales y trataba de entenderse en el Otro (lo cual no necesariamente aludía a personas concretas, sino a la entusiasta idea que tenía de la alteridad). Le interesó definir a qué clase de problemas me refería yo.

John Lennon se había acostado durante días en una cama con su esposa Yoko para protestar contra la guerra. Mi padre desconfiaba de ese gesto, que funcionaba como símbolo, pero servía más para prestarle atención al ex-Beatle que para cambiar el mundo. Si mi padre hubiera conocido la palabra performance, la habría usado en este contexto.

—El problema no es el yo, sino el nosotros.

A continuación, habló de las comunidades indígenas que había visitado en Chiapas. La democracia representativa dota de poder a los votantes durante el domingo de elección, pero la voluntad popular caduca el lunes. Sólo las formas de democracia directa garantizan que se gobierne con vigilancia de los electores, atendiendo a la máxima zapatista de “mandar obedeciendo”.

 Las formas de democracia directa garantizan que se gobierne con vigilancia de los electores

—Ya sé que me van a acusar de utópico —nos dijo.

Nadie pensaba decirle eso, pero se lo habían dicho tantas veces que asumía la queja como un efecto secundario de sus ideas.

Tenía plena razón al suponer que sus propuestas serían consideradas fantasiosas. Cuando analizaban su pensamiento político, sus adversarios solían asumir dos posturas. En el mejor de los casos, lo tildaban de romántico; en el peor, de ingenuo. El pragmatismo de los opinionistas contemporáneos los lleva a descartar por principio cualquier idea que aluda a un entorno que aún no existe. Quien propone bondades todavía indemostrables es visto como alguien que desconoce las procelosas aguas de la realidad y no quiere ensuciarse en ellas. En consecuencia, sus ideas no son entendidas como un proyecto, sino como una simple evasión.

Este malentendido acompañó a mi padre incluso en los homenajes que siguieron a su muerte, en 2014. Su pensamiento filosófico fue valorado con admiración, pero, al abordar su postura política, el veredicto fue distinto. En un panel celebrado en El Colegio Nacional, un articulista de Reforma, un experto en procesos electorales y el director del Instituto de Investigaciones Jurídicas llegaron a un juicio unánime: Luis Villoro había hecho un preciso e irrefutable diagnóstico de los problemas de México, pero había buscado soluciones ilusorias. El coordinador de la mesa era el constitucionalista Diego Valadés, quien tuvo el tino de recordar lo que el homenajeado había dicho desde 1977, durante las discusiones sobre la Reforma Política organizadas por Jesús Reyes Heroles, entonces secretario de Gobernación, y precisó lo que mi padre había dicho sobre la financiación de los partidos y las reglas clientelistas que impedían la participación de candidatos ciudadanos en la partidocracia mexicana. La información sorprendió a los otros panelistas, que en sus columnas de prensa argumentaban lo mismo con casi cuarenta años de retraso. Sin embargo, eso no sirvió para que se convencieran de que todo cambio requiere de cierta pulsión utópica.

Vistos en detalle, los argumentos esgrimidos por mi padre no participaban de las ensoñaciones de un inventor de esperanzas como Charles Fourier, capaz de imaginar un porvenir donde el mar tendría sabor a limonada. No proponía algo rigurosamente irreal, sino una alternativa todavía futura, pero basada en hechos concretos: otra realidad antes de tiempo.

No proponía algo rigurosamente irreal, sino una alternativa todavía futura, pero basada en hechos concretos: otra realidad antes de tiempo

La cercanía con el zapatismo provocó que algunas de sus ideas fueran vistas más como actos de simpatía hacia la causa de los que menos tienen que como una propuesta teórica para cambiar la sociedad en su conjunto. El subcomandante Marcos-Galeano se ha referido con acierto a la “haraganería del pensamiento” que lleva a reiterar caminos intelectuales ya recorridos y a desconfiar de las novedades. Así se abdica del atrevimiento, recurso esencial para la reflexión. La “imaginación sociológica”, como la llamó C. Wright Mills, debe redescubrir lo real, pero también anticipar procesos por venir. De Platón a Giorgio Agamben, pasando por Rousseau y Simone Weil, ésa ha sido la tarea de la filosofía, que los pragmáticos del presente descartan como ilusa. En su libro De la libertad a la comunidad, publicado en 2001, mi padre escribe:

“Parece necesario pensar en un nuevo proyecto de nación. Se habla mucho de ‘reforma del Estado’, de ‘tránsito a la democracia’. Ambas frases mencionan necesidades reales. Pero no bastan. Me parece que detrás de ellas se oculta un problema más profundo: la crisis del Estado liberal. Para empezar a resolverla, la vía no es volver a concepciones políticas rebasadas, renovar ideologías estatistas o populistas, ni menos aún buscar en el reino de la utopía ciudades perfectas que producen lo contrario a lo esperado. La vía está, tal vez, en recuperar la comunidad perdida pero superándola, levantándola al nivel del pensamiento liberal moderno”.

Y en La alternativa, libro póstumo cuyo apéndice recoge su correspondencia con el subcomandante Marcos, agrega:

“La democracia es el poder permanente del pueblo. Y el pueblo no es el representado, está conformado por los hombres y mujeres en los lugares concretos donde viven y trabajan. Porque frente a la democracia representativa podríamos hablar de otra forma de democracia que hemos denominado republicana o aun ‘radical’. Una democracia radical no niega la representación ni rechaza los partidos, pero los sujeta al control de la sociedad. Difusión del poder a los ámbitos donde vive el pueblo, las comunidades, las regiones, los municipios. Sería posible entonces un control permanente de los representantes por los representados, con rendición de cuentas por su labor; con la facultad de destituir a los mandatarios que no cumplieran”.

En 2014, al leer el manuscrito de La alternativa para llevarlo al Fondo de Cultura Económica, no me sorprendió encontrar, una y otra vez, menciones a Gandhi. En esta reflexión casi testamentaria mi padre deseaba asociar el quehacer político con la ética.

Recordé entonces aquella comida de casi quince años atrás en la que evaluamos a la figura más importante del siglo xx. La dilatada sobremesa desembocó en una discusión en la que el filósofo de la familia terminó opinando con vehemencia. El tema le interesó de un modo que resultó preocupante, pues reveló la falta de pasión con que respaldábamos a nuestros propios candidatos.

Yo había propuesto hablar de eso por simple diversión y de pronto nos vimos envueltos en una polémica para la que no estábamos preparados:

—Ustedes me van a perdonar —mi padre usó la frase con la que preparaba a los demás para contradecirlos—, pero todo conocimiento es frívolo comparado con una conducta íntegra.

Recordé algo que me había dicho en la infancia acerca de George Washington. Rara vez mi padre trató de contagiarme sus preferencias; deseaba que yo decidiera las mías, pasándolas por el tamiz de la razón. Su idea de la pedagogía lo llevaba a respetar el libre albedrío de un modo irrestricto, algo incómodo para un niño que desconocía cómo usarlo.

Él admiraba a Washington, no tanto por haber contribuido a la independencia de Estados Unidos, sino porque jamás había dicho una mentira. “¿Ni de niño?”, le preguntaba yo. “¡Jamás!”, respondía él. Había contado esa anécdota al untarle mermelada de naranja a un pan, mientras manejaba su Opel o al hacer cola para el cine. Siempre abordaba el asunto con una pregunta retórica: “¿Sabes quién fue Washington?”. Yo contestaba con afirmativo temor (sospechaba que la palabra “Washington” era una indirecta para aludir a mis mentiras). La educación suele tener resultados paradójicos y acaso ese ejemplo admonitorio sirvió para que yo me interesara en los cuestionables pero liberadores recursos de la ficción.

Muchos años después, en el crepúsculo del siglo XX, mi padre volvía a la carga con otro ejemplo:

—Gandhi derrumbó un imperio con un puñado de sal.

Se refería a la célebre caravana de trescientos kilómetros que duró veinticuatro días. Gandhi salió de su áshram en las afueras de Ahmedabad y caminó hasta la ciudad de Dandi para protestar por el impuesto a la sal. El gobierno británico juzgó que un movimiento que enarbolaba una causa tan precaria estaba condenado al fracaso. Pero el abogado a quien Rabindranath Tagore llamaría “Mahatma” (‘Alma Grande’) sabía que nada es tan urgente como lo más sencillo. ¿Puede ser frenada una revolución que proclama el derecho al aire, al agua o a la sal de la Tierra? Al llegar a la meta, Gandhi tomó un puñado de sal y dijo: “Así estoy sacudiendo los cimientos del imperio británico”.

Mi padre recordó la escena con tal entusiasmo que no advirtió que había tomado un cuchillo. No podía argumentar sin hacer ademanes y blandía el arma blanca ante nosotros.

—Gandhi era pacifista —dije.

—¡Por supuesto!

—¡Y tú tienes un cuchillo en la mano!

Miró con sorpresa ese objeto del mundo real, sonrió ante la comicidad del destino y posiblemente pensó en la azarosa rueda del cosmos, que transforma una cosa en otra; lo cierto es que hizo una pausa, cayó en un trance reflexivo y señaló el salero con la serenidad de quien llega a una conclusión satisfactoria:

—Gandhi, el hombre del siglo es Gandhi.

Con la autorización del autor, ofrecemos a continuación un extracto del capítulo 6 de La figura del mundo (Random House), libro en el que Juan Villoro evoca la figura de su padre, el filósofo mexicano de origen español Luis Villoro (Barcelona, 1922 - Ciudad de México, 2014). El capítulo en cuestión...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Juan Villoro

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí