Alexander Vasudevan / Autor de ‘La ciudad autónoma’
“Okupar implica resignificar espacios perdidos en las ciudades”
Aldo Conway 6/06/2023
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En inglés se le dice squatting a lo que aquí llamamos okupación, y según Alexander Vasudevan, (Fredericton, New Brunswick, Canadá) eso implica resignificar los espacios perdidos para los barrios. Se ha publicado en español un ensayo, instructivo, impertérrito, impecable, de este profesor de Geografía Humana de la Universidad de Oxford titulado La Ciudad Autónoma –publicado originalmente en Verso en 2017– en el que se aborda la historia del movimiento okupa europeo desde mediados del siglo pasado hasta nuestros días. Nos cuenta, por videollamada, que la cuestión de fondo, la colectivización de lo que es de todos, está convirtiéndose en un arma política de enorme alcance y calibre: medios de comunicación, empresas de seguridad privadas y partidos políticos han abanderado la lucha contra la okupación.
En la sociedad española –y, según nos cuenta el profesor, también en la europea– el miedo a que usurpen su propiedad durante una ausencia es cada vez mayor y esos miedos son una herencia de la crisis del ladrillo: los problemas de acceso a la vivienda. El propósito de la charla es la pedagogía: ¿qué es un okupa y qué lo diferencia de todo lo demás? Ya en el prólogo a la edición española de La Ciudad Autónoma (Alianza Editorial, 2023), Javier Gil esgrime una diferencia fundamental entre usurpación –la okupación de inmuebles que no constituyen morada– y allanamiento de morada –que es, efectivamente, allanar una morada ajena– y uno de los principales desafíos es encontrar la terminología correcta para no caer en confusiones.
En inglés se utilizan varios términos para referirse a la okupación, aunque el más repetido es ‘squat’. En España sólo cambiamos la ‘c’ por la ‘k’ y ya le aporta significado.
Squat hace referencia también a reparar, a recuperar un espacio, pero no solo del propio espacio físico del edificio, sino de las conexiones sociales a través de la gran variedad de funciones que cumple y de servicios que provee.
La unidad básica del movimiento okupa son los CSOA [Centros Sociales Okupados Autogestionados]. En un marco urbanístico, ¿qué papel desempeñan estos lugares?
Su papel se ve reflejado en las redes de apoyo que crean [allí donde se establecen], y también en las infraestructuras alternativas que proponen, que sirven de base para la constitución de redes de apoyo mutuo, en puntos focales de microsolidaridad con organizaciones de base.
A través de los Centros Sociales Okupados Autogestionados puede proveerse a los barrios de servicios de los que carecen actualmente
Compensan el vaciamiento de muchos espacios sociales. Y en todas las ciudades en las que existen estos lugares, hay un incremento de la densidad del compromiso social de la población. A través de estas fórmulas de organización colectiva puede proveerse a los barrios de muchos servicios de los que carecen actualmente. Más que un agente, [los CSOA] son un proceso que permite la construcción de un nuevo modelo de ciudad. Cuando se okupa un inmueble, no se ocupa sólo el espacio físico, sino también la sustancia del edificio: sirve como un ecosistema que deviene en plataforma desde la que construir nuevas formas de organización colectiva. También sirven cafés, o hay talleres de todo tipo.
Y, dado el papel tan saludable que desempeñan para los barrios, ¿es posible la coexistencia de estos centros con las entidades municipales o estatales?
Si bien es cierto que en ocasiones se produce un antagonismo entre las actividades de los centros sociales y las de los servicios públicos, no siempre es el caso. De hecho, tenemos ejemplos de políticos que han intentado introducir algunas de las claves de los centros sociales en los servicios municipales o servicios públicos. Es más: en ocasiones esta cooperación mutua puede amplificar el impacto social positivo que tienen sus acciones.
Menciona en el libro el Ungdomshuset [un CSOA de Copenhague], en cuyo desalojo por parte de la policía en marzo de 2007 se utilizó gas lacrimógeno letal. ¿Tiene algún límite la guerra del Estado –y más concretamente, un Estado democrático– por la propiedad privada?
La esencia de la relación entre el Estado y el capital reside fundamentalmente en esa defensa de la propiedad privada. En este sentido, el Estado, que se esfuerza considerablemente en su tarea, hace de ella un elemento central del sistema. Tengo muchos colegas geógrafos, del ámbito de la geografía legal, que argumentan que el aspecto de la propiedad como tal implica exclusión. También implica codependencia. Supone privilegios frente a vulnerabilidad [de los que carecen de propiedad alguna]. Todo radica sobre ese punto.
En Berlín, el movimiento okupa ha tenido un papel clave en los planes de vivienda pública
En Berlín, el movimiento okupa ha tenido un papel clave en los planes de vivienda pública. Utilizando elementos del propio sistema legal, han conseguido demostrar cómo las dinámicas de la propiedad privada pueden contestarse también. Permiten observar los límites del Estado, y cómo se define su poder al respecto.
El diseño funcional de las ciudades está supeditado al sistema económico bajo el que se rigen. En una ‘Ciudad Autónoma’, de la magnitud de Madrid o Londres, ¿cómo varían los usos del suelo y los espacios públicos respecto a un esquema capitalista?
La cuestión aquí es, ¿cómo puede escalarse a algo mayor que forme parte de una política pública de vivienda? Pero, respondiendo a tu pregunta, hay muchas formas de afrontar ese caso hipotético. Lo principal es defender la experimentación creativa, ya podemos tomar nota de las experiencias existentes. Se trataría de ir probando con la masiva diversidad de opciones que se abrirían en este sentido, más allá de la mera propiedad privada. Existen fórmulas, como los community land trust, que permiten una gestión horizontal del espacio de todos. Marinaleda también es una forma de imaginar cómo sería esa vida en comuna, con una propiedad colectiva de la vivienda y del suelo. Un ejemplo menos drástico y escalado a esa realidad de las grandes ciudades es el de Berlín, que plantea una gran cuestión sobre la articulación de la vida comunitaria, y cómo cuestiona el sistema existente de capitalismo crediticio. Se han alcanzado grandes logros por la lucha, entre otras, del movimiento okupa.
¿Y qué hay de los límites tecnológicos del colectivismo? En términos de crisis climática, ¿es un factor de valor?
A la vez que es cierto que puede quedar expuesto cierto límite tecnológico, la contribución a un modelo más sostenible de urbanismo es un hecho.
Parte de las conversaciones más interesantes, en lo que se refiere a la lucha contra el cambio climático, han surgido de las ciudades y de estos movimientos, que buscan dar respuesta a todo tipo de desafíos y que se toman muy seriamente, por ejemplo, los límites del crecimiento. El activismo por la vivienda es un marco muy apropiado para generar el tipo de respuestas necesarias para la crisis climática, y replantear el modelo de crecimiento económico; a menudo se romantiza la abundancia.
El activismo okupa puede llegar a ser una fuerza motora del desarrollo de soluciones y prácticas para poner freno a todo lo que resulte perjudicial medioambientalmente en las ciudades. Por eso utilizamos el término squat: para referirnos a las funciones que desempeña el movimiento okupa en términos de justicia climática, además de que el propio acto de la okupación es una herramienta de protesta muy poderosa.
Comentábamos antes el rol de los CSOA en la logística de los barrios: en Londres, por ejemplo, hay un centro de este tipo donde puedes acceder a un archivo del movimiento okupa de la ciudad mientras te arreglan la bici. Un servicio así supone una democratización de los desplazamientos en la ciudad, a la que contribuyen.
Me gustaría saber qué opina del futuro de la geografía radical [una rama de la geografía basada en la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt]. Milton Santos murió, David Harvey es muy mayor, y la subyugación de los medios científicos al capital es cada vez más grande.
Las relaciones que tienen lugar dentro de la arquitectura del capitalismo y su búsqueda de la plusvalía, las pulsiones y los procesos del movimiento okupa y la mercantilización de la vivienda son objetos de estudio por la geografía radical. Su importancia recae más allá, en realidad, porque provee de un vocabulario, una terminología y una serie de herramientas fundamentales para la comprensión de la realidad social. Mi trabajo se centra en las acciones de okupación, sobre todo en Norteamérica, y he apreciado como están íntimamente conectadas estas acciones con el desarrollo de “contrageografías” [algo así como la contracultura de la distribución urbana] que anticipan otras formas de habitar en las ciudades. Son aproximaciones diferentes a aspectos como la distribución de los recursos, a la manera de afrontar las crisis sociales, migratorias y cómo abordar esos nuevos problemas.
Me alegra que menciones a Santos, porque recientemente han publicado su obra en inglés, por lo que va a ser accesible para muchísima más gente a partir de ahora. Harvey tuvo la idea de convertir sus obras escritas en documentos audiovisuales, y esto le ha otorgado una proyección muy grande, pero ya tiene 88 años y sería necesario conservar ese lugar que ocupa la geografía radical.
La okupación como arma política. La gente, por lo general, la percibe como una amenaza.
He seguido la campaña en España desde la distancia, y he observado cómo en el caso de Barcelona, el movimiento okupa ha tenido un papel relevante. Los medios han intensificado la criminalización del movimiento, pero cuando acudimos a los datos, podemos ver que un número muy alto de okupaciones son de pisos vacíos. De hecho, en un artículo publicado recientemente, se hablaba de que el 90% de las okupaciones son de este tipo, y que el resto corresponden a segundas residencias o más allá, por lo que el número de personas que se ven afectadas por este tema es mínimo. Muchísimo menor aún si lo comparamos con el número de personas que sufren inseguridad a la hora de acceder a una vivienda.
España ha basado su modelo de vivienda en la propiedad, y no ha buscado otras fórmulas
Es curiosa la evolución que ha tenido esto en España. Si miramos atrás, al año 2008, tras la crisis financiera global, que se cebó [en España] con el mercado inmobiliario, podemos ver cómo se ha generado una marcada inseguridad en este sentido, sobre todo porque España ha basado su modelo de vivienda en la propiedad, y no ha buscado otras fórmulas, como el alquiler social, por ejemplo.
Hablamos de desahucios.
Hay un paralelismo entre esa inseguridad heredada de la vivienda con la instrumentalización del miedo a perder tu casa. Es algo que la gente sabía que podía pasar, que era un hecho, tras los años de la crisis de 2008. Se trata de aprovechar ese miedo a perder la vivienda o a perder el acceso a ella para criminalizar al movimiento okupa y amplificar también su utilización para fines políticos. He podido observar en las noticias cómo se ha creado una atmósfera de miedo y ansiedad que no ha construido sobre la base de los datos, sino sólo a base de campañas mediáticas que han tratado de estigmatizar los movimientos de okupación.
Estos días existe una paramilitarización de los grupos antiokupas, ligados siempre a la extrema derecha que tienen una cobertura mediática muy amplia y amable.
Es un tema profundamente preocupante. No sólo por lo que implica en sí, sino porque estas iniciativas parapoliciales tienen por objetivos grupos y colectivos vulnerables, como los migrantes. Temo que los posibles cambios en el Ayuntamiento de Barcelona supongan una vuelta a políticas de vivienda basadas en la financiarización y que se ponga fin al período de iniciativas comunitarias del que venimos.
Esto se enmarca en una historia más larga del activismo de la extrema derecha. En este sentido, en la medida en que el acceso a la vivienda se ha convertido en un problema, en una cuestión política clave en el debate público y político, estos movimientos tratan de aprovecharse, de una manera predatoria, de los miedos y la ansiedad de la gente, aprovechando el contexto actual, explotando a otros.
La subida de los intereses variables de estos meses generará más desahucios.
Por esa razón, en España, ese tipo de tácticas son preocupantes, porque, como decíamos, la mayoría de los propietarios de vivienda lo son en base a una deuda crediticia, una deuda hipotecaria, por lo que la situación financiera puede generar inseguridades de las que se aprovecharán, sin duda, estos movimientos antiokupación.
En inglés se le dice squatting a lo que aquí llamamos okupación, y según Alexander Vasudevan, (Fredericton, New Brunswick, Canadá) eso implica resignificar los espacios perdidos para los barrios. Se ha publicado en español un ensayo, instructivo, impertérrito, impecable, de este profesor de Geografía...
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