A CONTRAFLECHA
Identidad 24 horas
O solucionamos los conflictos con diálogo y con renuncias o le damos más espacio a las pulsiones de muerte que sufrimos diariamente
Paco Cano 19/09/2023
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Creo que era la doctora Elizabeth Klüber-Ross, quien hablaba de los distintos cuadrantes vitales a satisfacer para tener una vida más o menos completa: nuestra parte social, la física, la intelectual, la espiritual y la sentimental. Según la doctora suiza, todo ello debe atenderse en su justa medida. Entregarse en exceso, o en exclusiva, a un solo aspecto de nuestra identidad puede generar tormentos, complejos y desequilibrios mentales. Vamos, que no es sano actuar como obrero, madre, conquense, abogada, madridista o heterosexual todo el tiempo y en todos los lugares. Y si no, que se lo digan a Rubiales.
Después de pasar mi primera Diada en Barcelona, me sorprende –a pesar de haber sido advertido por un amigo– que los asistentes a la ofrenda floral comparten con los del desfile del doce de octubre un aplausómetro y un abucheómetro, que activan según se sea más o menos independentista o más o menos nacionalista español. Así, Aragonés y Sánchez provocan abucheos porque no parecen capaces de ser catalanistas o españolistas 24 horas y en todas las mesas a las que se sientan.
La trampa que proponen los del aplausómetro reside en no asumir lo identitario como una contingencia histórica sino como una esencialidad inmutable que insisten en medir y comparar para generar rentables enemistades. La trampa reside en no reconocer lo identitario como una suma de subjetividades abiertas, vivas y dinámicas. La trampa es defender una identidad granítica que nos condena a atender un solo cuadrante vital por encima de los demás y a volvernos desequilibrados.
Curiosamente, quienes abuchean o aplauden –los altivos medidores de identidad– siempre pertenecen a las derechas: a la económica, a la ideológica, a la siempre asustada y a la nostálgica; aunque algunos se crean de izquierdas. A Aragonés le abuchean los de Junts y muchos de los suyos. A Sánchez, los del sector momia del PSOE. Los del PP y Vox abuchean a todos los que no sean ellos mismos
Pero el caso es que, quienes se sientan a una mesa de diálogo para intentar resolver conflictos están obligados a aparcar algunas de sus señas de identidad para ocuparse del bien común, que suele ser el mal común para los más intransigentes: independentistas ansiosos, temerosos defensores de la unidad de España y dinosaurios de distinta gradación que intuyen la llegada del meteorito final (impugnación o simple superación del régimen del 78). Es decir, González, Guerra o De La Borbolla, por citar algunos.
No entienden los esencialistas de la identidad que negociar no es jugar un partido de tenis donde nunca hay tablas, sino que se trata de un deporte cooperativo en el que todos ganan contentándose con conquistar sólo algunas de las pretensiones iniciales. A largo plazo, además, se genera cohesión, confianza y paz social.
Dice Ignacio Sánchez-Cuenca: “El lado más tenebroso de la llamada democracia española es el legalismo inflexible a la hora de abordar problemas políticos complejos, una visión estrecha de la democracia como Estado de Derecho. Una fuerte resistencia a negociar. Un bajo nivel de tolerancia hacia quienes piensan diferente. Un intento de resolver conflictos políticos mediante causas judiciales” y añade, en un artículo sobre las últimas declaraciones de Alfonso Guerra respecto a la amnistía: “Cualquier medida que se acuerde para ‘pasar página’ será un paso adelante en la recuperación de un espíritu integrador”. Y de eso tratan las identidades, de integrar, no de excluir; y de eso tratan los acuerdos, de resolver conflictos, no de enquistarlos.
Una ciudadanía contemporánea posee múltiples identidades que son compatibles entre sí y la mayoría de ellas nos vienen dadas, así que tampoco hay mucho de qué enorgullecerse. Una ciudadanía contemporánea defiende su identidad fusionándola, proporcionándole espacio de crecimiento mediante diálogos, potenciando su plasticidad. Una ciudadanía contemporánea debería sumar a su ya compleja naturaleza una identidad ética común, una sensibilidad común, unos cuidados compartidos, una identidad moral y poética colectiva. O solucionamos los conflictos con diálogo y con renuncias o le damos más espacio a las pulsiones de muerte que sufrimos diariamente. La doctora Klüber-Ross trabajaba con enfermos terminales.
Creo que era la doctora Elizabeth Klüber-Ross, quien hablaba de los distintos cuadrantes vitales a satisfacer para tener una vida más o menos completa: nuestra parte social, la física, la intelectual, la espiritual y la sentimental. Según la doctora suiza, todo ello debe atenderse en su justa medida. Entregarse...
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Paco Cano
Mis ciudades: Cádiz, Madrid, NY, Washington DC y, ahora, Barcelona. Mis territorios: las políticas culturales, la articulación ciudadana, los cuidados y el común.
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