dentro de la redacción
El hechizo del periodismo se ha roto
Cinco periodistas quemados procedentes de Argentina, Brasil, Panamá y Reino Unido explican los motivos por los que tuvieron que cambiar el trabajo de sus sueños por otra profesión
Murillo Camarotto 14/09/2023
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Cuando todavía era una niña, Débora Duque, que ahora tiene 34 años, decidió que quería ser periodista. Y no cualquier tipo de periodista: quería cubrir información política en el Jornal do Commercio, el periódico más influyente de Recife, su ciudad natal del nordeste de Brasil.
Poco después de licenciarse, Duque consiguió el trabajo de sus sueños y empezó a cubrir política en el Jornal do Commercio. Pero no duró mucho. A su alrededor despedían a periodistas experimentados y el nivel del periódico era más bajo que nunca. Quemada y decepcionada, dejó el trabajo.
En mayo, la BBC publicó una noticia en la que muchos trabajadores se preguntaban si seguía mereciendo la pena invertir en el trabajo de sus sueños. El artículo contaba las historias de personas de distintos ámbitos y mostraba cómo estos empleos se habían vuelto insostenibles, ya fuera por toxicidad, inestabilidad económica o agotamiento.
El artículo menciona incluso un estudio llevado a cabo en Corea del Sur según el cual los jóvenes han acuñado el término “salario de la pasión” para describir los bajos salarios que se pagan a quienes trabajan en lo que les apasiona.
¿Por qué la gente se dedica al periodismo?
¿Sigue siendo el periodismo un trabajo ideal? Muchos jóvenes de todo el mundo siguen abrazándolo como una oportunidad para investigar la corrupción, ser testigos de momentos clave de la historia o informar sobre injusticias, hambrunas y guerras. Algunos incluso renuncian a mejores sueldos para seguir haciéndolo.
“Era un placer que trascendía el dinero. Vivir la historia en tiempo real, participar. Siempre digo que el historiador es un comentarista de un partido ya jugado, mientras que el periodista puede seguir participando en él. Estaba muy emocionado. Era un poco ingenuo, supongo. Sólo quería ser útil”, dice Gabriel Rocha Gaspar, de 40 años, un excorresponsal de Radio France International que dejó el periodismo hace unos años.
De padre y madre periodistas dedicados al sector de la música, Rocha Gaspar nunca quiso dedicarse a otra cosa. Como reportero, trabajó en varias redacciones cubriendo economía, tecnología y noticias extranjeras. Cuando la crisis financiera golpeó a las agencias de noticias, empezó a cuestionarse su futuro en el periodismo.
“Cuando trabajas en una redacción, te encuentras con cosas como la censura corporativa. Los anunciantes tienen un peso desproporcionado en las noticias”
“Hay varias categorías de censura que son invisibles desde fuera”, dice Rocha Gaspar. “Cuando trabajas en una redacción, te encuentras con cosas como la censura corporativa. Te das cuenta de que los anunciantes tienen un peso desproporcionado en las noticias. Algunos modelos de negocio no son sostenibles y eso repercute en las redacciones y crea autocensura”.
Decepcionado con las redacciones tradicionales, Rocha Gaspar se unió a proyectos independientes, pero allí también vio muchos problemas. “Los periodistas eran combativos, pero su producción carecía de calidad. No era muy profesional”, afirma. Decepcionado con la profesión, recurrió a su experiencia en música y tecnología y se incorporó como directivo en una importante empresa musical.
En su nueva carrera profesional y con un sueldo más alto, Rocha Gaspar consiguió comprarse un piso y ya no tiene la necesidad imperiosa de ganar dinero extra con trabajos por cuenta propia. Durante su etapa como periodista, los fines de semana los ocupaba casi todos con trabajos complementarios que no le reportaban mucha satisfacción personal.
“Sólo lo hacía por dinero”, dice.
¿Es una cuestión generacional?
El asesor empresarial Airam Corrêa ve rastros de un cambio cultural y generacional detrás de las decisiones de periodistas como Gaspar y Duque. “Cada generación crea nuevos mitos”, afirma. “En mi ciudad ya no hay aspirantes a estrella del rock y ahora todos quieren ser Mark Zuckerberg”.
Las empresas del sector creativo son más propensas a explotar la pasión de los trabajadores pagándoles salarios más bajos
Una encuesta de 2019 llevada a cabo en el Reino Unido mostró que las empresas del sector creativo son más propensas a explotar la pasión de los trabajadores pagándoles salarios más bajos. Otra encuesta efectuada en 2020 reveló que el 47% de los menores de 30 años había aceptado trabajar gratis durante un tiempo para conseguir el empleo de sus sueños.
“Influenciados por frases como ‘vive tu pasión’, muchos se rinden o bajan la guardia”, explica Corrêa, que subraya que la economía también forma parte de la ecuación. En tiempos difíciles la gente está menos dispuesta a luchar por su trabajo ideal.
En el caso concreto del periodismo, el dinero y la estabilidad siempre han sido factores decisivos para alejar a los profesionales del oficio.
Dejar el periodismo por la política
El periodista argentino Diego Quinteros dejó recientemente la profesión tras diez años trabajando como reportero en La Nación, uno de los principales diarios del país. Consiguió una beca para estudiar en España. El periódico no le dio la posibilidad de tomarse un permiso sin sueldo durante un tiempo, pero decidió irse de todos modos.
De vuelta en Buenos Aires aceptó un trabajo fuera de la redacción para pagar sus facturas. “Cuando tienes 20 años, ganar poco dinero no importa tanto. Cuando tienes 30, sin fines de semana y todavía ganando poco dinero, la ecuación es mucho más compleja”, dice Quinteros, que actualmente trabaja como asesor de un político en su país natal.
Casi el 40% de los periodistas que habían abandonado sus redacciones pasaron a trabajar como asesores de comunicación de políticos
Un trabajo que publiqué en 2019 tras mi etapa como Journalist Fellow en el Instituto Reuters mostraba cómo los políticos brasileños se las ingeniaban para captar a los mejores periodistas del nordeste del país. Según mi encuesta, casi el 40% de los periodistas que habían abandonado sus redacciones en un periodo de diez años pasaron a trabajar como asesores de comunicación de políticos u organismos públicos.
A pesar de que algunos periodistas están cambiando su trayectoria profesional de forma más radical, muchos consideran que convertirse en profesionales de las relaciones públicas o asesores de comunicación es la opción más lógica. El periodista panameño Luis Burón, que trabajó durante 12 años en los diarios La Estrella y La Prensa, trabaja ahora en el departamento de comunicación de una agencia de la ONU. Como otros casos de este artículo, dejó el periodismo por motivos económicos.
“Aunque trabajaba como autónomo, necesitaba un acuerdo más estable”, dice. “Lo conseguí con uno de los periódicos con los que trabajaba. Pero al agravarse la crisis, decidieron rescindirme el contrato, y cuando lo perdí, lo que ganaba con trabajos más esporádicos no me alcanzaba para sobrevivir”, cuenta Burón.
Fuera de la redacción, su vida ha mejorado considerablemente. “Cambiar de profesión me ha permitido mudarme a una casa nueva, comprar un coche mejor y cuidar mejor a mi hijo”, añade.
Tras dejar el periodismo, Débora Duque siguió un camino similar. Empezó a trabajar como responsable de comunicación en una institución pública de Brasil. Su principal objetivo era ganar tiempo y replantearse su pasión: escribir sobre política en su país natal. Hoy tiene un máster en Ciencias Políticas y es doctoranda en la Universidad Brown de Estados Unidos.
Trascender más allá del periodismo
El periodista británico Sam Dubberley siguió un camino similar. Tras más de una década trabajando para la Unión Europea de Radiodifusión (UER), ahora trabaja como director general de Human Rights Watch (HRW) en Berlín. Antes de incorporarse a HRW, aceptó una invitación de Amnistía Internacional, donde vio la oportunidad de repercutir en la sociedad de un modo significativo.
“Me ascendieron a redactor jefe muy rápido y siendo muy joven, y era muy infeliz en ese puesto directivo”, dice Dubberley. “Probablemente estaba quemado. Necesitaba un descanso y un cambio de rumbo. Entonces me ofrecieron un puesto en Amnistía Internacional. Todavía me sentía muy conectado con el periodismo y me gustaba el enfoque de tener repercusión en lugar de simplemente compartir historias”.
Perseguir la felicidad exclusivamente a través del trabajo es la fórmula perfecta para convertirse en una persona infeliz
Para Corrêa, el asesor empresarial, el glamour de una vida adicta al trabajo en el periodismo puede ser cosa del pasado. Puede que algunas empresas sigan intentando atraer a jóvenes en busca de sentido. Pero él cree que perseguir la felicidad exclusivamente a través del trabajo es la fórmula perfecta para convertirse en una persona infeliz.
Corrêa recomienda lo que él llama el lavado de pasiones: “Hay otros motores [en la vida de una persona], como el crecimiento personal, la salud de tus relaciones y la actividad física. ‘Quién soy’ y ‘qué quiero hacer’ son preguntas con las que siempre tenemos que vivir. La clave es tener claro lo que se está dispuesto a aceptar y no abandonar esos otros motores”.
¿Un experiodista sigue siendo periodista?
En el artículo publicado por la BBC, la profesora adjunta de la Universidad de Michigan Erin Cech también aborda la cuestión existencial de las carreras basadas en la pasión. “Si dejas ese trabajo, o la organización desaparece, de repente corres el riesgo de perder una parte esencial de lo que crees que eres, y eso puede ser devastador”, afirma.
Rocha Gaspar afirma que, a pesar del cambio, sigue presentándose como periodista. “El hecho de que ahora haga periodismo sólo por afición me libera de lo que en un principio me apartó de la profesión”, afirma. Burón, el periodista de Panamá, también sigue presentándose como tal. “Ser periodista fue muy enriquecedor”, afirma.
Pero no todo el mundo está de acuerdo con Rocha Gaspar y Burón.
Quinteros, el periodista de Argentina, dice que sigue poniendo “periodista” en los impresos, pero que ya no siente lo mismo que antes. “No siento nostalgia ni me imagino de nuevo en una redacción”, afirma.
Duque, la reportera de Brasil, se presenta como alguien que “se licenció en periodismo” y cree que la profesión sigue formando parte de su identidad. Pero reconoce que “el encanto del periodismo no es el mismo”. El hechizo se ha roto.
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Este texto se publicó originalmente en Reuters Institute.
La traducción es de Paloma Farré.
Cuando todavía era una niña, Débora Duque, que ahora tiene 34 años, decidió que quería ser periodista. Y no cualquier tipo de periodista: quería cubrir información política en el Jornal do Commercio, el periódico más influyente de Recife, su ciudad natal del nordeste de Brasil.
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Murillo Camarotto
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