procesando el yuyu
Walking Feijóo
El PP no se repuso de la ausencia de Sánchez y Díaz. Lleva, desde una semana antes del 23J, varios tramos en los que no se repone tras el susto. Ahí dentro pasa algo. Gordo. Puede ser tan grave que es posible que el líder se quede
Guillem Martínez 27/09/2023
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-RESUMEN DE LO PUBLICADO. Ayer pasó con Feijóo lo que a la falda larga con rajote al canto le pasará el año que viene. De pronto un producto divertido, novedoso y exitoso, zas, cansó. A saber: el uso de la mentira –aplaudido desde hace décadas, un llenapistas allá donde cante, vamos– recibió un correctivo importante. No a través del debate y el método parlamentario, por supuesto, sino a través de lo que todas las toneladas de palabras vertidas aplazaban: todo era un absurdo, en tanto no había, no hay, mayoría para que Feijóo se comiera la rosca. Y no había, no hay, mayoría, precisamente, porque algo más grande que Feijóo –el PP– no ha cambiado, mientras que grandes zonas de la realidad sí lo han hecho. De repente –todo en la vida sucede de repente, más aún aquello acaecido a través de la lentitud de los vegetales, como es el caso– el PP carece de aliados. Carece incluso de la capacidad de tener capacidad para tenerlos, al punto de que, para tener uno, fue preciso que la FAES creara Vox, ese amigo imaginario a quien culpar del jarrón roto por un balonazo.
La derecha y la extrema derecha tienen su vida asegurada, no así las izquierdas, cuyo inmovilismo y léxico cursi garantiza la juerga derechista
-HOLA, SOY OTRO PÁRRAFO. Están en cuestionamiento las tácticas del PP, ese partido sin tácticas. Es decir, solo con una. Y, así a lo tonto, está en cuestionamiento el PP desde su refundación, un invento en dos tramos. Tramo a) la incorporación al pack constitucionalismo –Aznar, los noventa– de la extrema derecha española. Lo que requirió una reformulación, gore e inmovilista, de la CE78 –se trata de la reinterpretación en la que estamos, muy sensible al doble lenguaje, y desde la que les saludo con la manita: hola–. Y tramo b): la experimentación I+D, post-crisis 2008, consistente en la deslocalización de una derecha del PP en Vox. Con eso se pretendía acceder al tren de la historia –cuando no era necesario, pues llevabas todo ese vagón en la chepa–. No ha sido así. Bien, ha sido así, pero, por lo que sea, ese fantasma que recorre Europa, EE.UU. y Sudamérica, no ha recorrido España, salvo en su tramo autonómico. ¿Qué ha pasado? No lo sé. Pero me inclino a creer que ha fallado Vox. Vox tenía que ser un experimento lingüístico, radicalismo libertario, una juerga. Es más, se debería haber podido follar en Vox. Pero la aventura ha culminado en una cruzada antibikini. En algo reaccionario, no revolucionario. Por lo que Vox da miedo. Por lo que el PP a él asociado da miedo. Si bien las mentiras que defiende ese proyecto conjunto, de tan viejunas/antibikini, dan risa. No se rían mucho, no obstante, que la derecha y la extrema derecha tienen su vida asegurada, no siendo así el caso de las izquierdas, cuyo inmovilismo y su sustitución del cambio por léxico chachi y cursi garantiza la juerga derechista por décadas. Lo que será el tema del que tendremos que hablar, me temo, cuando la próxima investidura –si Sánchez consigue la mayoría, y si, no menos importante, su graciosa majestad decide dejar de hacer gracias y monerías y elige un candidato provisto de mayoría–. Y lo que es el tema, ya puestos, del último libro de Rancière aparecido en castellano –Escenas políticas, 1991-2021, en Katakrak–. En su faja, que sintetiza mejor que yo, que no tengo faja, se lee la pregunta del millón: “¿Cómo se convirtió la izquierda en una ideología reaccionaria disfrazada de progresismo?”. Snif. Disculpen la chapa, pero en mis articuletes intento evitar lo que un señor de MAD me explicó que le pasó con su diario: “Creí que me mantendría joven con él, pero he envejecido con él”. Bueno. Segunda jornada de la cosa investidura. Al turrón.
-LO DE HOY: PP. Novedades del día. En Feijóo & Cuca, pocas, si bien un intermitente y enclenque acento libertario. La libertaz esa. Hoy han sido gotas estilísticas, y ayer chorradas absolutas, como mi favorita: “Por cada ley legislada retiraremos tres” –no dos, no cuatro; tres-. El sector anarquista del Republican Party –lo hay– se llama, precisamente, Libertario. El del Democratic Party, Antiautoritario. Y eso explica la llegada al castellano –vía, en primer lugar, Sudamérica– del palabro libertario, así como de cuatro léxicos y cinco actitudes, a través de la Fundación Network –presidida por un argentino; ¿va cuadrando, verdad?–, muy presentes, incluso determinantes, en las maneras de Ayuso & The Pinganillettes. Feijóo y Gamarra utilizan esas figuras, supongo, por decantación, por contacto. Los think tanks están, en fin, para eso. Para que no te enteres y para los que no se enteran. Para la saturación de palabras, en modo gota malaya, en fin. El PP, por otra parte, siguió careciendo de chispa. No se repuso, aun hoy, de la ausencia, de ayer, de Sánchez y Díaz. El PP lleva, desde una semana antes del 23J, varios tramos en los que no se repone tras el susto. Lo que en un partido fundamentalmente comunicativo –carece de políticas confesables, por lo que debe recurrir a la comunicación constante, para evitar el silencio engorroso– es algo sorprendente. Ahí dentro pasa algo. Gordo. Puede ser tan grave que es posible que Feijóo se quede. Simplemente por terror al silencio engorroso.
El PP ha perdido, pero queda su obra: varios gobiernos autonómicos que dibujarán con noticias durante varios años el pacto PP-Vox
-LO DE HOY, PACK VASCO Y GALLEGO. Tenía interés la participación vasca de hoy. Por dos razones. No suelen a) hablar confuso y, b) tanto Bildu como PNV están en campaña electoral, previa a unas elecciones en las que puede haber un relevo en el nacionalismo vasco, lo que puede incidir en el punto a). El campañaelectoraling en un momento de posible releving es, por cierto, una maniobra peligrosa, que envió al nacionalismo catalán, aquel filón antaño estable, al garete, a través del nerviosismo y de esa nada denominada procés. Algo que no tiene por qué repetirse en otra cultura, por supuesto. No obstante, el hecho de que Bildu esté adaptando léxico y actitudes procesistas –algo difícil de entender, cuando se dispone de léxico propio, de cuadros propios y de trayectoria propia– me despista, en ese sentido. El relevo que va a hacer el PNV respecto a Junts con el tema nacional en el Estado, puede, a su vez, culminar o no en el muro habitual, pero también puede, crash, desembocar en un procesismo/nada. Habrá que verlo. De hecho, estoy ansioso por saber más de la Conferencia, esa reinterpretación de la CE78 que propone, por ahora sin muchos más datos, el PNV. El PNV, a su vez, tiene fama de partido serio, constante y bla-bla-bla. No lo es. Posee, no obstante, algo particular, que le impide caer en el absurdo español. La separación entre el líder político y el institucional. Les funciona. Se tendría que exportar. Vaya, se me ha ido la bola. Lo reintento en el siguiente punto.
-LO DE HOY, PACK VASCO Y GALLEGO, BRRRR. PNV/Esteban, de hecho, ha convocado el pragmatismo vasco –“¿gato blanco?, ¿gato negro? Lo importante es que esté bueno al ajillo”–. Ha recordado a Feijóo que la procesión es larga y corta la vela. Vamos, que el futuro de dos fuerzas derechistas, siendo inescrutable, no lo es tanto. Y ha recordado cuál es el problema insolucionable con el PP: su asociación con Vox y, asociada a ella, su incapacidad para cultivar aliados. Ese problema, al menos el primero, no existiría si Vox volviera a su casa-matriz. Bildu/Mertxe Aizpurua, a su vez, ha estado programática. En ese sentido, ha sido la única fuerza que, estando más o menos en el ajo, ha empezado a dibujar ese “Compromiso Histórico” del que habló Puigdemont –que no tiene ni idea de ese concepto, que igual proviene, por lo tanto, de Yolanda Díaz; veremos–. Consiste en “una profundización democrática que la Transición dejó inconclusa” –y, agrego, para hacer un más-difícil-todavía: el bajo énfasis democrático no solo es un ingrediente del 78, sino que se ha ido intensificando periódicamente; la última, con la contrarreforma del Estado, tras 2008–. Bildu une, en ese sentido, una intensificación del soberanismo al desarrollo de un “escudo social”, creado en la pandemia –vamos, que no se confía mucho en el Bienestar anterior, tal y como quedó–. Importante: Bildu ha sido la única fuerza de izquierdas que también ha teorizado lo que ha pasado desde el 23J, y quien lo teoriza, suele quedárselo. Y eso es lo que ha hecho, planteando que el soberanismo será determinante en un próximo gobierno progresista. Nota mental: Bildu y, en general, las izquierdas soberanistas deberían buscar un palabro propio para el soberanismo, sintagma que en el resto de Europa se lo ha quedado la extrema derecha. Lo que no es justo, pero es. BNG/Néstor Rego, a su vez, ha vuelto a incidir/demostrar un hecho fundamental para el PP actual: las personas con un periplo autonómico determinante, tan largo y/o intenso que hay cadáver en ese armario, no pueden acceder a la presidencia del gobierno. Caso Feijóo, como se vio ya en la campaña electoral. Y caso Ayuso, como aún no se ve.
-OJO. Pero, ojo, han pasado más cosas dentro y fuera del Congreso. Ojo 1: en lo que es un síntoma, los juegos del lenguaje más lúcidos –nada del otro jueves, pero los únicos: “La ballena en la piscina”, de Esteban, o el “hacerse trampas al sudoku”, de Gamarra– fueron emitidos por la derecha. Ojo 2: en lo que es un resumen de la cosa catalana, mientras este pleno se extendía por el espacio-tiempo, en Catalunya se producía el Debate de Política General –¿recuerdan cuando esas cosas paralizaban la agenda política?–. Aragonès y Junts insistieron en un referéndum, pero la sensación es que ya todo el mundo sabe que eso es literatura. Ojo 3: ¿recuerdan la crisis en Waterloo de la que les hablaba ayer –sinopsis: 30 representantes de un parlamento sito en Bélgica habían escrito un manifiesto, manifestando actitudes poco democráticas en el exilio, cultivo de la mentira en el exilio, y estraperlo en el exilio–? Pues la cosa es seria. Es toda una revuelta contra la mentira –a estas alturas; por lo visto, los 30 trabajaban en el metro en 2017–. Una suerte de revolución como la de 1905 en las Rusias: pequeñita, a favor del zar, contra su primer ministro, muy malo y que, sin duda, no informaba al zar, tan bueno, y que puede acabar igual. Con la caballería del zar repartiendo magdalenas. En todo caso, si esto se pone muy chungo, peligraría el pacto con PSOE, pues el zar debería atender a sus siervos. Ojo 4: el PP ha perdido –veremos si el espíritu de Tamayo nos da un piquito el viernes, día de la última votación–. Pero queda su obra: varios gobiernos autonómicos sin cuadros, sin posibilidades de discreción, furiosos, que dibujarán con noticias, cada día, durante varios años, el pacto PP-Vox. Es una crisis. Absoluta, tal vez lo dicho. Ojo 5: la próxima parada, Sánchez. Para entonces sería deseable que Sánchez haya aclarado conceptos como compromiso histórico, amnistía y sexo-en-grupo –he metido este último a ver si también se anima y legisla algo mono antes del sábado, ese día siempre tan complicado–.
-RESUMEN DE LO PUBLICADO. Ayer pasó con Feijóo lo que a la falda larga con rajote al canto le pasará el año que viene. De pronto un producto divertido, novedoso y exitoso, zas, cansó. A saber: el uso de la mentira –aplaudido desde hace décadas, un llenapistas allá donde cante, vamos– recibió un...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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