
Acto del Cerro de Chacarillas en honor a los 77 jóvenes chilenos que murieron en el combate de La Concepción. 9 de julio de 1977. / Imagen de archivo
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Quizá lo menos interesante de indagar en el poder de representación de los lugares comunes sea dirimir qué tienen de verdadero o de falso. Resulta más provechoso rascar en aquello que ocultan, valorarlos en cuanto mecanismos de distracción. Centrarse en lo que afirman los lugares comunes (los tópicos, los clichés) es menos productivo que centrarse en lo que implícitamente dejan fuera, porque ese acercamiento abre un campo de posibilidades más amplio y por tanto habilita complejidades más fértiles. Pongamos como ejemplo los lugares comunes sobre la Historia. Se dice que “quien no conoce la Historia está condenado a repetirla” y también, puede que sea el tópico sobre la Historia más escuchado en boca de la Reacción últimamente, que “los hechos del pasado no deben juzgarse con los ojos del presente”. Estos tópicos tienen en común que dejan a un lado el elemento legitimador profundo de la historización: la posibilidad de establecer cadenas de sentido, relaciones causales, entre los hechos del pasado, la configuración del presente y la imaginación del futuro.
Ahora que se han cumplido los 50 años del golpe de Estado en Chile, tanto el periodo de gobierno de Salvador Allende como la dictadura cívico-militar y la llamada Concertación, así como sus efectos en las dinámicas políticas y sociales del país, están siendo analizados y tratados desde perspectivas muy diversas, que van del arte a la literatura, el teatro, el cine y las ciencias sociales. En este contexto, lo que propone el antropólogo, ensayista y poeta chileno Yanko González (experto juvenólogo) en Los más ordenaditos. Fascismo y juventud en la dictadura de Pinochet y sus vínculos con el régimen de Franco (originalmente publicado en 2020 y editado en España por Ediciones Lastarria & De Mora en 2023) es un “viaje al entorno y al interno de la otredad probable”: la investigación sobre un programa sistemático y orquestado en detalle para inducir a la juventud chilena –tras el golpe de Estado y el magnicidio de 1973, una vez purgados los elementos “contaminados” por medio de la “desaparición”, el asesinato, el destierro o el disciplinamiento por la tortura– a una adhesión ideológica y emocional a los valores de la nueva religión política, por medio de la formación de lo que se dio en llamar “Juventudes de Estado”. Planteado como un sistema complejo de adoctrinamiento a través de ritos de iniciación teatralmente coreografiados y una extensa red de campamentos de verano, actividades deportivas, certámenes y actividades escolares, etc., la Junta de Gobierno apuntaló la narrativa nacionalista, católica y anticomunista en los ejes de la renovación y el sacrificio.
La Junta de Gobierno apuntaló la narrativa nacionalista, católica y anticomunista en los ejes de la renovación y el sacrificio
Deificación de la juventud y la conexión española
Para dotar de contenido semántico y poner en marcha aquel programa, se construyó un relato con tintes mitológicos sostenido en un hecho de la historia militar chilena hasta entonces relativamente marginal: el combate de La Concepción de la Guerra del Pacífico (1879-1884), en el que 77 jóvenes chilenos se “inmolaron” en el intento de mantener una posición en la localidad peruana de La Concepción los días 9 y 10 de julio de 1882. El héroe-mártir de esa batalla legendaria (comparada en la hipérbole nacionalista con la de las Termópilas) fue el subteniente Luis Cruz Martínez, de apenas 15 años de edad. Sobre esta figura y sobre aquellos hechos gravitará la puesta en escena de toda una parafernalia palingenésica enfatizada en una “efebolatría discursiva” que durará al menos una década (1975-1985). “La construcción mnemónica que hace la dictadura, centrada en el ‘héroe y mártir juvenil’, copará la narrativa mítica y juvenilizante del régimen que exige, a través de su ejemplo, una entrega total”. El diseño y la teatralización responden, por un lado, a la participación de un arquitecto italiano exiliado en Chile tras la Segunda Guerra Mundial, Vittorio di Girolamo, que había conocido y estudiado las construcciones simbólicas y ceremoniales del fascismo de Mussolini, y a la febril actividad de dos organizaciones juveniles chilenas ampliamente sufragadas e impulsadas por el régimen, que bebieron de las experiencias españolas del franquismo, lideradas por dos personajes que acabarían teniendo gran relevancia en la vida política vernácula: Jaime Guzmán (SNJ: Secretaría Nacional de la Juventud) y Javier Leturia (FJUN: Frente Juvenil de Unidad Nacional).
Con estos mimbres dramáticos, que incluyen ceremonias nocturnas con antorchas, un escenario natural arrebatador con terrazas labradas y una gran pirámide de piedra (Cerro Chacarillas en Santiago de Chile), musicalización ritual y liturgias de adoración sincrética, Yanko González indaga en este aspecto poco explorado de la dictadura de Pinochet para revelar el contenido, el funcionamiento y las intenciones de un proyecto aterrador de adoctrinamiento y cohesión que se filtró en las profundidades del imaginario de la sociedad chilena. Acompañado de un análisis pormenorizado de los elementos constitutivos de aquel programa y del despliegue de documentación y bibliografía precisa y oportuna, su ensayo resulta esclarecedor sobre un procedimiento de fascistización en toda regla que abunda en y concreta la relación ya señalada y estudiada entre la Junta de Gobierno presidida por el general Augusto Pinochet y las estructuras supervivientes pero en decadencia de la dictadura española. La aportación de documentos inéditos, testimonios orales y correspondencia que especifican el interés de las asociaciones juveniles chilenas por las estrategias del Movimiento sobre el colectivo juvenil, suponen un hito en el estudio del vínculo entre las dictaduras chilena y española.
Parte de los hallazgos más esclarecedores de Yanko González se producen en el Archivo de la Administración en Alcalá de Henares y en el Archivo del Ministerio de Relaciones Exteriores de Chile, donde –a pesar de la sistemática destrucción de materiales– encuentra las evidencias de la fluida y firme disposición de las autoridades españolas (Delegación Nacional de la Juventud y Organización Juvenil Española) para transmitir el bagaje y los conocimientos de la Academia de Mandos José Antonio, por medio del intercambio de “documentos doctrinarios” y “planes de estudio”, así como la entrega de obras y publicaciones editadas por la Editorial Doncel, dependiente de la DNJ, y del ofrecimiento de becas a jóvenes chilenos para acudir a formarse en España (así como la organización de viajes de delegaciones españolas a Chile, enmarcadas en la renovación del relato “hispánico” que el pinochetismo quiso imprimir al régimen). Todo ello, sumado al fervoroso entusiasmo de Jaime Guzmán por el sustrato ideológico y contrarrevolucionario del franquismo, hacen que la ligadura más fuerte entre las dictaduras, especialmente activa entre 1974 y 1976, se llevase a cabo en el terreno de las estrategias de adhesión y adoctrinamiento de la juventud.
El trabajo de Yanko González destaca por el minucioso análisis de los discursos de Pinochet
A la par que aporta material de estudio y documental novedoso en este campo, el trabajo de Yanko González destaca por el minucioso análisis de los discursos de Pinochet y otros cargos importantes de la Junta de Gobierno, en los que poco a poco va permeando esta estrategia de adoctrinamiento propuesta por Jaime Guzmán y que pone a la juventud en el primer plano de un proyecto de renovación nacional ambicioso y manifiestamente inspirado en la experiencia del franquismo.
Historia para pensar el presente
Este trabajo profuso y riguroso abre la puerta a la detección del alcance de las solidaridades fascistas transoceánicas de la década de 1970, a la insistencia sobre la importancia cardinal de sus raíces nacionalcatólicas y anticomunistas y su relación con las modulaciones del discurso neoliberal o anarcocapitalista hoy en auge, hermanado con el resurgimiento y la estabilización de partidos políticos de extrema derecha o con posiciones radicalizadas de partidos tradicionalmente conservadores, tanto en América Latina como en Europa y los Estados Unidos.
Sin apartarnos de la actual situación política chilena y española, cabe señalar que una de las figuras emergentes más destacadas y aparentemente poderosas de la derecha española, Isabel Díaz Ayuso, encontró cobijo en su juventud, muy a finales del siglo XX, en los rescoldos nostálgicos del falangismo, y que el principal representante de la oposición actual en Chile, José Antonio Kast, es hermano de un pope del pinochetismo (y ambos hijos de un antiguo oficial de la Wehrmacht radicado en Chile). Puede inferirse, sin demasiado margen para el error, que buena parte de los sectores conservadores o reaccionarios que añoran las batutas autoritarias e identitarias de Franco o de Pinochet fueron influenciados, de una u otra manera, por aquellos programas fascistas de adoctrinamiento de la juventud que alcanzan las costas del presente impulsados por las poderosas mareas del pasado.
En este sentido destaca el memorándum, hasta ahora desconocido, que Jaime Guzmán envía a finales del año 1973 (apenas unos pocos meses tras el golpe de Estado) a la Junta de Gobierno, donde establece “las bases de una política de juventud”. Este documento, incluido en forma de anexo en Los más ordenaditos, es relevante por su inmediatez visionaria y por la solvencia mefistofélica que se desprende de su articulación; y es revelador porque sus reverberaciones se detectan en la configuración del presente y en algunos escenarios imaginados para el futuro. Allí leemos pasajes cuyo espíritu, si no directamente su letra, podría figurar en un manual de uso interno de cualquier partido político con tintes reaccionarios: “La juventud se mueve fundamentalmente por sentimientos, emociones y hasta caprichos, y no por un juicio equilibrado y global de la gestión gubernativa [...] La Junta de Gobierno ha señalado reiteradamente su voluntad de no ser un gobierno de mera administración, sino de calar hondo en la vida nacional, cambiando profundamente la mentalidad del país [...] Junto al idealismo que caracteriza la vocación castrense, cabe resaltarse que las Fuerzas Armadas y de Orden son jóvenes en una parte importante de ellas, y han trabajado junto a la juventud desde los orígenes de la República [...] El deporte permite un espíritu competitivo que impulsa a la superación personal, en cuanto a expresión colectiva exitosa resulta incomparable como manifestación de la grandeza y el poderío nacional [...] Un Gobierno nacionalista tiene que preocuparse de evitar una invasión cultural extranjerizante, a la que la juventud ha sido proclive en el último tiempo, y de restituir el valor de nuestro verdadero folklore y arte nacional [...] Conviene desarrollar una temprana vinculación entre el universitario y la aplicación de su carrera y los Colegios Profesionales u otras instituciones públicas o privadas. Esto, aparte de producir un más pronto retorno a la sociedad de la inversión que ésta hace en el estudiante, imprimiría a los universitarios un mayor realismo que evitaría ese espíritu teorizante que solo es posible mantener en la cómoda perspectiva de las aulas, y del cual se nutren en parte importante el marxismo, la politiquería y la demagogia [...] La oposición a la Junta de Gobierno, que inevitablemente surgirá, debe enfrentarse en forma agresiva y no a la defensiva, denunciando que corresponde al esfuerzo de quienes, por opción u omisión, destruyeron moral, institucional y económicamente el país”.
Isabel Díaz Ayuso encontró cobijo en su juventud, muy a finales del siglo XX, en los rescoldos nostálgicos del falangismo
Este hueso queda expuesto para comprender la naturaleza fascistoide de los discursos que cuestionan la validez del concepto de justicia social, la reapropiación deformante de la idea de libertad y el intento de captación de la juventud a través de estrategias chabacanas aunque operativas como la agitación del espantajo amenazante de la “cultura de la cancelación” o la “dictadura de lo políticamente correcto” o la “tiranía woke” (ingredientes emulsionados con habilidad en su némesis cremosa, encarnada por el “progresismo”), así como el retorno al biologicismo más obtuso y al misticismo revisionista, que apelan a la tendencia rebelde, que podríamos definir como propia de la juventud, pero también a la senilidad gruñona propia de algunas vejeces, formando una inesperada pinza entre viejos chotos (clásicos y sobrevenidos) y jovencitos confusos o temerosos de no llegar a catar los privilegios de clase, raciales o de género que les han sido prometidos. Todo ello combinado con los ataques programáticos a las políticas colectivistas y asociativas, a las políticas de protección del medio ambiente, de minorías étnicas o sexuales o racializadas, así como con el auge del nacionalismo pasivo-agresivo (pero siempre engalanado) que desdibuja su historicidad en el magma corrosivo de lo naturalizado.
La investigación llevada a cabo en Los más ordenaditos brinda material muy valioso para pensar sobre las estructuras políticas y los procesos históricos que han decantado en posicionamientos ideológicos reaccionarios que se postulan para seducir a un electorado en constante renovación, en un escenario de tensiones entre un sistema económico y jerárquico en permanente crisis y el afianzamiento de sensibilidades y preocupaciones que cuestionan la hegemonía de una doxa que resulta jibarizante y anacrónica para una porción cada vez más grande de la sociedad.
La recepción de la obra
Yanko González comenta para El Ministerio algunos pormenores sobre el recorrido de su ensayo, desde su publicación original en 2020: “Aunque sabía que era un libro que tenía bastante fundamento –diez años de investigación y dos de escritura–, no pensé que tuviera la amplia recepción que tuvo. Es un libro de ensayo que teniendo vocación comunicativa, no renuncia a un sostenido trabajo empírico, ya con fuentes orales, ya con fuentes documentales, objetuales, visuales, etc., con perspectiva transnacional y exégesis o discusión teórica. Creí era una lata para leer a cabalidad, aunque no para entrar, para ponerle un ojo inicial, entre otras cosas porque tanto la tesis –identidad política ligada al fascismo del régimen de Pinochet en los primeros diez años–, como sus fundamentos –las juventudes de Estado y el intento de establecer una religión política– no habían sido suficientemente explorados, ni evidenciados, por lo que era en parte un descubrimiento, que aparecía, además, por la boca de sus protagonistas en Chile y España. Aunque salió hace algunos meses el libro en España, pareciera que no hay conciencia del apoyo directo del franquismo a Pinochet, fundamentalmente al disciplinamiento y adoctrinamiento de las y los jóvenes chilenos por mano directa –además– de los máximos dirigentes de la OJE y la Delegación Nacional de Juventudes, dependientes del Movimiento”.
Quizá lo menos interesante de indagar en el poder de representación de los lugares comunes sea dirimir qué tienen de verdadero o de falso. Resulta más provechoso rascar en aquello que ocultan, valorarlos en cuanto mecanismos de distracción. Centrarse en lo que afirman los lugares comunes (los tópicos, los...
Autor >
Ernesto Bottini
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