Cartas desde Meryton
Gaza en casa
Nadie bombardea mi casa, mi barrio, mi ciudad, ni conozco, el horror de buscar a mi familia, a mis amigos, entre los escombros. Pero sí sé distinguir una limpieza étnica cuando la perpetran frente a mis ojos
Silvia Cosio 17/11/2023
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Quería escribir sobre Gaza pero en el fondo sé que cualquier cosa que diga o escriba no serán más que palabras. Al fin y al cabo estoy segura en mi casa escribiendo esto mientras perro bonito duerme plácidamente a mis pies. Fuera está frío pero brilla el sol por lo que hace un precioso día de otoño asturiano. Escribo esto con la tranquilidad de saber que mi hija está ahora mismo en clase acribillando a preguntas a la profesora de química porque lo quiere saber todo y lo quiere saber ya. Y sé que su profesora le está diciendo que tenga paciencia que todo tiene una explicación y un tiempo. Y también sé que mi pareja está en su despacho tratando de que su instituto funcione como un reloj y que si tiene un rato libre me mandará un wasap para preguntar si todo va bien. A estas horas mi madre estará cuidando su jardín y seguramente por la tarde la llamaré para que me aconseje cómo cuidar mi palmera de salón porque la veo un poco mustia. Y mi padre habrá cogido el camino largo para ir a por el pan. Y pienso que a los dos les vendría muy bien volver a adoptar un perro pero que tienen todavía que superar el duelo del pequeño Choco. Y cuando acabe de escribir mi carta mensual para CTXT me tengo que poner a revisar guiones y seguramente los reescribiré enteros, y mi productor se reirá y me pedirá que, por favor, no duren más de cincuenta y cinco minutos. “Haré lo que pueda” le prometeré. Y esta noche mi hija celebrará Halloween en casa con su amigo viendo películas de terror y comiendo gominolas, y yo les pediré que, por favor, bajen el volumen mientras me pego un maratón de La Remesa Mala porque al día siguiente no hay que madrugar y si, además, hace un buen día, seguramente quedaré con mi amiga Isa para hacer yoga en el parque, aunque ya nos quedan pocos días de yoga bajo nuestro árbol porque ya llegó el frío.
Y es de estas pequeñas cosas de las que está hecha la vida, mi vida. No es nada espectacular, ni glamurosa, ni excitante, es solo agradable y muy buena. Y desde la paz de mi casa, donde solo se oyen los ronquidos de mi perro, apenas me puedo imaginar qué se siente si, de repente, unos desconocidos llegan a mi casa y me dicen que ahora es suya y que me tengo que ir. Y que lo hacen, además de a la fuerza y protegidos por el ejército, con la anuencia del poder. Aunque quizás solo tengo que preguntar qué se siente a los cientos de miles de españoles que han sufrido un desahucio, que han visto cómo la policía que tendría que protegerles les ha derribado la puerta con un ariete Z13 y se les han puesto en la puta calle. Tampoco puedo imaginarme qué significa vivir sin electricidad, sin embargo no me tengo que ir a otro continente para saberlo, a poco más de 400 kilómetros de mi casa, la gente que vive en la Cañada Real me lo puede explicar, pues lleva más de dos años viviendo sin electricidad con la complicidad del Gobierno y las instituciones madrileñas. Otros miles de españoles lo saben bien también, pues en lo más duro de la crisis de 2008 se permitió que se cortara la luz a los más vulnerables. A mi nunca me han comparado con un animal, pero a las personas migrantes en este país se las ha deshumanizado, se les ha acusado de vivir de las paguitas, de robar los empleos, de traer enfermedades, de ser una plaga.
Cierto es que nadie bombardea mi casa, mi barrio, mi ciudad, ni conozco, afortunadamente, el horror de tener que buscar a mi familia, a mis amigos, entre los escombros. Pero sí que sé distinguir una limpieza étnica cuando la perpetran frente a mis ojos. Como también sé que solo tengo palabras para condenarla y exigir a Europa que deje de permitir a Israel cometer un genocidio en prime time. No es mucho pero es todo lo que tengo, es todo lo que tenemos, que no nos callen.
Quería escribir sobre Gaza pero en el fondo sé que cualquier cosa que diga o escriba no serán más que palabras. Al fin y al cabo estoy segura en mi casa escribiendo esto mientras perro bonito duerme plácidamente a mis pies. Fuera está frío pero brilla el sol por lo que hace un precioso día de otoño asturiano....
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Silvia Cosio
Fundadora de Suburbia Ediciones. Creadora del podcast Punto Ciego. Todas las verdades de esta vida se encuentran en Parque Jurásico.
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