1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

  311. Número 311 · Agosto 2024

  312. Número 312 · Septiembre 2024

  313. Número 313 · Octubre 2024

  314. Número 314 · Noviembre 2024

Ayúdanos a perseguir a quienes persiguen a las minorías. Total Donantes 3.347 Conseguido 91% Faltan 15.800€

COMO LOS GRIEGOS

El pitu de Caleya

He sido muy feliz en Asturias, donde tengo amigos, esa palabra improbable. Y donde, en ocasiones, comemos juntos un pitu, esa carne roja, oscura, profunda

Guillem Martínez 17/01/2024

<p>El pitu, un pollo mítico. / <strong>G.M.</strong></p>

El pitu, un pollo mítico. / G.M.

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

-HOLA, POLLO. El yacimiento de Göbekli Tepe, al sureste de Turquía, está destapando una serie de templos descomunales, en modo Neolítico y Stonehenge –ese círculo espectacular de piedras del sur de Inglaterra, del 3000-2000 aC–, si bien edificados en el Paleolítico, entre el 9000 y el 8000 aC. No se sabe por qué lo construyeron, pero sí que se empieza a comprender que, en el trance de hacerlo, los cazadores-recolectores –nuestros amiguitos en esta sección y siempre–, mientras construían todo eso, dejaron de serlo y, como mínimo, domesticaron el trigo. Es decir, edificaron los pilares sobre los que, con el tiempo, se formularía el monoteísmo, la bomba atómica, el yoyó. Lo que resulta impresionante, pues es difícil encontrar el testimonio físico del nacimiento sincrónico de un alimento perdurable y de un edificio. Que yo sepa, eso solo sucede con Göbekli Tepe y el trigo. Y, claro, con el edificio formado por los sistemas políticos post-1945 y el pollo. Hola. Bienvenidos a Como los griegos, una serie que recuerda que cocinamos con las mismas manos con las que construimos templos neolíticos, castillos de arena, o caricias en la cintura de la persona amada. Hoy presentamos, tachán-tachán, el pitu caleya –en castellano, pollo de la calle–, un ser tan incomprensible como el ser amado, si bien, afortunadamente, carece de cintura. Pero para hablar del pitu es preciso aludir antes a su antecesor sumamente lejano. Su Göbekli Tepe. El pollo.

Lo que conocemos hoy como pollo es una bestia que empieza a nacer en 1946, a través de un concurso promovido por el Departamento de Agricultura del Gobierno Truman

-LOS POLLOS HERMANOS. En una de mis épocas favoritas, la postguerra USA –cuando se puso a prueba al New Deal, y funcionó; no se dejó a nadie atrás; por primera vez se recibía, se atendía y se le ofrecía trabajo, estudios o granjas a quienes volvían de la guerra contra el fascismo, por lo general rotos, muy rotos, o extremadamente rotos; entre ellos, a nuestro Salinger, a quien tantas copas debemos–, nace un alimento del que tal vez hayan oído hablar. Se llama pollo. Y es un animal completamente diferente al que, previamente, se había conocido bajo el nombre de pollo, con el que comparte parecido fonético, de la misma manera que una regata comparte algunos sonidos con un reguetón. Lo que conocemos hoy como pollo es una bestia que empieza a nacer en 1946, a través de un concurso promovido por el Departamento de Agricultura del Gobierno Truman, denominado Chicken of Tomorrow Contest. El concurso se fue prolongando hasta los años 50. De hecho, se convocaron más de 70 concursos en todos los EE.UU., que fueron formulando un nuevo ideal de pollo. Con la construcción de ese concurso, de ese Göbekli Tepe para pollos, de esa OT aviar, se pretendía hacer del pollo –un bicho canijo, escuálido, sin pechuga, con muslos precarios, y que tardaba en criarse, en el mejor de los casos, 4 meses–, un súper alimento, que incorporaría la carne, de forma cotidiana, a la dieta del grueso de la población norteamericana. La idea era, por tanto, buena y emocionante. Como todas las constituciones europeas post-45, propone el reparto de calorías de los pollos, que no la incautación de las terneras. Pero, aún así, y como todas las constituciones etc, la cosa acabó de forma chunga y poco lucida, varias décadas después.

-AND THE WINNER IS. Si bien, en la gala final del concurso, en 1951, ganó el dream team pollero formado por Charles y Kenneth Vantress, a lo largo de esa década consagrada a la carrera pollal, diversos ganaderos, aficionados a la cría y participantes en el concurso, consiguieron, en breve, ser los grandes productores mundiales de pollos –los ganadores del concurso fundaron la firma Cobb-Vantress, y los subcampeones, la actual marca Aviagen, entre los dos se reparten el 60% de los pollos masticados en este preciso momento–, pero también los mayores propietarios de registros genéticos patentados, lo que les hace poseedores de la propiedad intelectual de ese animal antaño conocido como pollo, y hoy llamado pollo. Pero, lo más divertido es que, desde 1951 hasta nuestros días, ha seguido existiendo el concurso que depuraba los pollos a su mínimo gasto y máximo peso, si bien ya sin concurso alguno y de la mano de ese psicópata denominado capitalismo, que, una vez evolucionado a neoliberalismo, ha acabado no solo con el pollo, sino también con los sistemas del Bienestar post-45. En 1957, por ejemplo, un súperpollo del Chicken of Tomorrow Contest tardaba 56 días en pesar 900 gramos. En ese mismo tiempo, un postpollo pesaba casi dos kilos en 1978 –dos años antes del advenimiento de Reagan–, y más de cuatro kilos a principios del XXI. Un postpollo del XXI –el que compramos en el súper o, incluso, en la pollería–, al contrario que un prepollo anterior a 1946, es adulto en cuatro semanas. Para acceder a su peso de tres kilos de media, ha consumido cuatro kilos de alimento. Un alimento que hace que ese pollo tenga unos huesos raros, que no pueden mantener estructuralmente un pollo más de cinco semanas. Ese neopollo posee, además, un corazón canijo para tanto peso, y un ADN completamente diferente al que la naturaleza, con suma elegancia, le proporcionaba de serie y de forma gratuita. Aquel animal que nació como consecuencia de la lucha por el reparto de oportunidades, incluso en la cazuela, ha acabado, como pueden ver, de manera poco edificante. Como la CE78, con una reforma exprés que lo cambia todo. Y eso que el pollo, antes de ser pollo, era un animal poseedor de una historia noble y fabulosa. No se la pierdan.

-EL CAPITÁN COOK, ESE POLLO. Lo que sabemos del pollo, esa bestia mítica, desaparecida, salvo en las cada vez más escasas razas locales –como el pitu, que, para acabarlo de liar, y como todas las cosas buenas, no es una raza; ya verán–, es fascinante. En su La variación de animales y plantas domesticadas, Darwin, ese genio, intuye que el origen de la especie debe ser el gallo bankiva. Que, como demuestra el ADN pre-1946 del pollo, fue domesticado, en efecto, tres veces, en tres momentos y en tres puntos distintos de Asia –Tailandia, India y, la primera vez, hace 10.000 años, cuando aún no existía Göbekli Tepe, al Norte de China–. Esos tres orígenes son el punto de partida de todos los pollos del mundo. Y, de manera más remota e improbable, de los pollos peruanos, ese misterio del siglo XVI –los españoles, que no encontraron ningún pollo en América, los encontraron en Perú–, dilucidado por el Capitán Cook, en el siglo XVIII, cuando observa que, en todas las islas polinesias que iba descubriendo, tenían patatas y boniatos, inexistentes entonces en Asia. Hubo, pues, contacto comercial entre los polinesios y los incas. Los polinesios, por cierto, tenían un conocimiento de la navegación único y perdido, y del que nos informa el Capitán Cook. Observaban las estrellas, pero también el movimiento de las olas en el horizonte, que informaba, a los sabedores, de islas lejanas. Construían cartas marinas con cuerdas y, en caso de despiste en una ruta, tenían un sistema de orientación sensacional, consistente –creo que he empezado a hablar del pitu solo para explicar esto– en que un polinesio desnudo se sumergiera en el agua, y encontrara la dirección adecuada percibiendo las corrientes a través de su escroto. Pero será mejor que empiece a largar sobre el pitu, o perderé la subvención del Pitu of Tomorrow Contest.

Asturias es una nación que se comporta como si no lo fuera. Está repleta de referentes propios, cotidianos

-EL ZOO D’EN PITU. El pitu caleya, aka pitu, es un pollo grande, descomunal. Es la prueba viva de que las aves provienen, en efecto, de Jurassic Park. O, incluso, de Godzilla. Si por la noche avanzas por una caleya oscura de Avilés, y te topas con un pitu de frente, tu primer impulso sería darle la cartera y el peluco y salir pitando, mientras que el primer impuso de un líder de Junts sería exigir, vehementemente, competencias para expulsarlo al Pollo Sur, su país. Se trata de pollos recios, malotes, criados a su bola, al aire libre. Es decir, que comen lombrices y, en general, todo aquello que es más lento que un pollo. Por ejemplo, yo mismo cuando ando despistado, pensando en si el sistema de orientación polinesio a través del escroto funcionaría aquí para las líneas de metro. Por lo que entiendo, la razón para ser denominado pitu caleya, alude, antes que a un árbol genealógico, a su forma de vivir y de ser criado. Son pollos, vamos, educados desde su nacimiento en una suerte de Escuela Libre de Ferrer i Guardia. Pero, estadísticamente, provienen de una raza autóctona, denominada Pita Pinta Asturiana. Esa raza, por cierto, es uno de los 5.000 alimentos integrados en el Arca del Gusto –la última incorporación fue la miel de Tapoa, de Burkina Faso–, un inventario de alimentos particulares, únicos, y en el trance de extinguirse, elaborado por el movimiento Slow Food. Para el pack península Ibérica hay unos 300 ítems. Denominaciones de origen de aceite o de otros productos, especies cultivables y ganaderas. Muchas son vascas, ese punto de Europa tan parecido solo a sí mismo, en el que se encuentra, verbigracia, la betizu, esa vaca que parece la prima cabreada de un uru de Altamira –la probé el año pasado en estofado; atómica–. En efecto, y como dicen los australianos para aludir a Australia, la sensación es que la Cornisa Cantábrica –donde hasta los pollos son de otra talla– quiere matarte. Asturias, es preciso decirlo aquí y ahora, es el Texas peninsular. Allí todo es grande y, lo dicho, al estilo Texas. Un plato de fabada asturiana, en el resto del mundo es aquello conocido como jacuzzi. Asturias es, por otra parte, y esto la hace estremecedora y encantadora, una nación que se comporta como si no lo fuera, que es lo mejor que le puede pasar a una nación, esa cosa que puede ser tan pesada y sobreactuada como sabemos todos los nacionales de cualquier nación cósmica. Está repleta, como su nombre indica, de referentes propios, cotidianos. Todo el mundo, como en las pelis de Fellini, sabe el secreto de hacia dónde va. Y los malos mataron a una generación hace varias generaciones, lo que imprime una mirada particular y cómplice a sus nietos. En Asturias se habla una lengua propia, que se parece al esperanto o a los morreos –ese otro idioma–, en que, sin ninguna razón aparente, la entiendes. He sido muy feliz en Asturias, donde tengo amigos, esa palabra improbable, y esos seres con los que puedes hablar mirándote a los ojos. Y donde, en ocasiones, comemos juntos un pitu, esa carne roja, oscura, profunda. Cuando comes pitu, de hecho, tu escroto polinesio puede creer que se trata de vacuno, y orientarte de morros hacia la peligrosa costa Betizu.

-LA RECETA. La receta del pitu es sencilla. El único ingrediente complicado es el propio pitu. Que yo sepa, los venden solo en Asturias, como su nombre indica. Se puede adquirir también online, si bien por un ojo –del escroto–. Pueden conseguir así uno de la Red, como si fuera porno. O de algún amigo/a asturiano/a, que se lo enviaría sin pedir nada a cambio, como lo contrario del porno. Sale sobre los 50 pepinos. Caro. Pero, como decía Proudhon, pueden asociarse incluso para eso. De un solo pitu, que alcanza los cinco kilos sin inmutarse, puede comer una tuna, o todos los votantes de Ciudadanos. Bueno, receta. Deben trocear el pitu, y macerarlo en aceite, con media docena, o así, de dientes de ajo cortados a láminas. Unas ocho horas asturianas después, empieza el festival. Unos enharinan el pitu. Otros no. En todo caso, deben sellarlo: ponerlo en aceite –sin los ajos– a fuego muy alto hasta que se dore. Para verificar si la temperatura del aceite es la acertada, pueden optar por el método polinesio. Una vez dorados, se reserva el pitu, y su lugar es ocupado en la cazuela por cuatro cebollas en juliana, un pimiento verde a trocitos, y los ajos anteriormente macerados. Se les deja a su aire por 20 minutos. Entonces se echa un chorro generoso de jerez. Y, cuando el sofrito haya asumido ese destino, un chorro, también extrovertido, de brandi. Una vez evaporado el alcohol, meta el pitu, y agregue algo menos de medio litro de agua. Se deja que haga chup-chup a fuego lento. Se tapa. Se olvida por 3 horas, que pueden invertir en buscar en google Göbekli Tepe, o en Onlyfans escroto polinesio. Hasta la próxima, que les hablo de patatas, por cierto.

-HOLA, POLLO. El yacimiento de Göbekli Tepe, al sureste de Turquía, está destapando una serie de templos descomunales, en modo Neolítico y Stonehenge –ese círculo espectacular de piedras del sur de Inglaterra, del 3000-2000 aC–, si bien edificados en el Paleolítico, entre el 9000 y el 8000 aC. No...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes iniciar sesión aquí o suscribirte aquí

Autor >

Guillem Martínez

Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí