1. Número 1 · Enero 2015

  2. Número 2 · Enero 2015

  3. Número 3 · Enero 2015

  4. Número 4 · Febrero 2015

  5. Número 5 · Febrero 2015

  6. Número 6 · Febrero 2015

  7. Número 7 · Febrero 2015

  8. Número 8 · Marzo 2015

  9. Número 9 · Marzo 2015

  10. Número 10 · Marzo 2015

  11. Número 11 · Marzo 2015

  12. Número 12 · Abril 2015

  13. Número 13 · Abril 2015

  14. Número 14 · Abril 2015

  15. Número 15 · Abril 2015

  16. Número 16 · Mayo 2015

  17. Número 17 · Mayo 2015

  18. Número 18 · Mayo 2015

  19. Número 19 · Mayo 2015

  20. Número 20 · Junio 2015

  21. Número 21 · Junio 2015

  22. Número 22 · Junio 2015

  23. Número 23 · Junio 2015

  24. Número 24 · Julio 2015

  25. Número 25 · Julio 2015

  26. Número 26 · Julio 2015

  27. Número 27 · Julio 2015

  28. Número 28 · Septiembre 2015

  29. Número 29 · Septiembre 2015

  30. Número 30 · Septiembre 2015

  31. Número 31 · Septiembre 2015

  32. Número 32 · Septiembre 2015

  33. Número 33 · Octubre 2015

  34. Número 34 · Octubre 2015

  35. Número 35 · Octubre 2015

  36. Número 36 · Octubre 2015

  37. Número 37 · Noviembre 2015

  38. Número 38 · Noviembre 2015

  39. Número 39 · Noviembre 2015

  40. Número 40 · Noviembre 2015

  41. Número 41 · Diciembre 2015

  42. Número 42 · Diciembre 2015

  43. Número 43 · Diciembre 2015

  44. Número 44 · Diciembre 2015

  45. Número 45 · Diciembre 2015

  46. Número 46 · Enero 2016

  47. Número 47 · Enero 2016

  48. Número 48 · Enero 2016

  49. Número 49 · Enero 2016

  50. Número 50 · Febrero 2016

  51. Número 51 · Febrero 2016

  52. Número 52 · Febrero 2016

  53. Número 53 · Febrero 2016

  54. Número 54 · Marzo 2016

  55. Número 55 · Marzo 2016

  56. Número 56 · Marzo 2016

  57. Número 57 · Marzo 2016

  58. Número 58 · Marzo 2016

  59. Número 59 · Abril 2016

  60. Número 60 · Abril 2016

  61. Número 61 · Abril 2016

  62. Número 62 · Abril 2016

  63. Número 63 · Mayo 2016

  64. Número 64 · Mayo 2016

  65. Número 65 · Mayo 2016

  66. Número 66 · Mayo 2016

  67. Número 67 · Junio 2016

  68. Número 68 · Junio 2016

  69. Número 69 · Junio 2016

  70. Número 70 · Junio 2016

  71. Número 71 · Junio 2016

  72. Número 72 · Julio 2016

  73. Número 73 · Julio 2016

  74. Número 74 · Julio 2016

  75. Número 75 · Julio 2016

  76. Número 76 · Agosto 2016

  77. Número 77 · Agosto 2016

  78. Número 78 · Agosto 2016

  79. Número 79 · Agosto 2016

  80. Número 80 · Agosto 2016

  81. Número 81 · Septiembre 2016

  82. Número 82 · Septiembre 2016

  83. Número 83 · Septiembre 2016

  84. Número 84 · Septiembre 2016

  85. Número 85 · Octubre 2016

  86. Número 86 · Octubre 2016

  87. Número 87 · Octubre 2016

  88. Número 88 · Octubre 2016

  89. Número 89 · Noviembre 2016

  90. Número 90 · Noviembre 2016

  91. Número 91 · Noviembre 2016

  92. Número 92 · Noviembre 2016

  93. Número 93 · Noviembre 2016

  94. Número 94 · Diciembre 2016

  95. Número 95 · Diciembre 2016

  96. Número 96 · Diciembre 2016

  97. Número 97 · Diciembre 2016

  98. Número 98 · Enero 2017

  99. Número 99 · Enero 2017

  100. Número 100 · Enero 2017

  101. Número 101 · Enero 2017

  102. Número 102 · Febrero 2017

  103. Número 103 · Febrero 2017

  104. Número 104 · Febrero 2017

  105. Número 105 · Febrero 2017

  106. Número 106 · Marzo 2017

  107. Número 107 · Marzo 2017

  108. Número 108 · Marzo 2017

  109. Número 109 · Marzo 2017

  110. Número 110 · Marzo 2017

  111. Número 111 · Abril 2017

  112. Número 112 · Abril 2017

  113. Número 113 · Abril 2017

  114. Número 114 · Abril 2017

  115. Número 115 · Mayo 2017

  116. Número 116 · Mayo 2017

  117. Número 117 · Mayo 2017

  118. Número 118 · Mayo 2017

  119. Número 119 · Mayo 2017

  120. Número 120 · Junio 2017

  121. Número 121 · Junio 2017

  122. Número 122 · Junio 2017

  123. Número 123 · Junio 2017

  124. Número 124 · Julio 2017

  125. Número 125 · Julio 2017

  126. Número 126 · Julio 2017

  127. Número 127 · Julio 2017

  128. Número 128 · Agosto 2017

  129. Número 129 · Agosto 2017

  130. Número 130 · Agosto 2017

  131. Número 131 · Agosto 2017

  132. Número 132 · Agosto 2017

  133. Número 133 · Septiembre 2017

  134. Número 134 · Septiembre 2017

  135. Número 135 · Septiembre 2017

  136. Número 136 · Septiembre 2017

  137. Número 137 · Octubre 2017

  138. Número 138 · Octubre 2017

  139. Número 139 · Octubre 2017

  140. Número 140 · Octubre 2017

  141. Número 141 · Noviembre 2017

  142. Número 142 · Noviembre 2017

  143. Número 143 · Noviembre 2017

  144. Número 144 · Noviembre 2017

  145. Número 145 · Noviembre 2017

  146. Número 146 · Diciembre 2017

  147. Número 147 · Diciembre 2017

  148. Número 148 · Diciembre 2017

  149. Número 149 · Diciembre 2017

  150. Número 150 · Enero 2018

  151. Número 151 · Enero 2018

  152. Número 152 · Enero 2018

  153. Número 153 · Enero 2018

  154. Número 154 · Enero 2018

  155. Número 155 · Febrero 2018

  156. Número 156 · Febrero 2018

  157. Número 157 · Febrero 2018

  158. Número 158 · Febrero 2018

  159. Número 159 · Marzo 2018

  160. Número 160 · Marzo 2018

  161. Número 161 · Marzo 2018

  162. Número 162 · Marzo 2018

  163. Número 163 · Abril 2018

  164. Número 164 · Abril 2018

  165. Número 165 · Abril 2018

  166. Número 166 · Abril 2018

  167. Número 167 · Mayo 2018

  168. Número 168 · Mayo 2018

  169. Número 169 · Mayo 2018

  170. Número 170 · Mayo 2018

  171. Número 171 · Mayo 2018

  172. Número 172 · Junio 2018

  173. Número 173 · Junio 2018

  174. Número 174 · Junio 2018

  175. Número 175 · Junio 2018

  176. Número 176 · Julio 2018

  177. Número 177 · Julio 2018

  178. Número 178 · Julio 2018

  179. Número 179 · Julio 2018

  180. Número 180 · Agosto 2018

  181. Número 181 · Agosto 2018

  182. Número 182 · Agosto 2018

  183. Número 183 · Agosto 2018

  184. Número 184 · Agosto 2018

  185. Número 185 · Septiembre 2018

  186. Número 186 · Septiembre 2018

  187. Número 187 · Septiembre 2018

  188. Número 188 · Septiembre 2018

  189. Número 189 · Octubre 2018

  190. Número 190 · Octubre 2018

  191. Número 191 · Octubre 2018

  192. Número 192 · Octubre 2018

  193. Número 193 · Octubre 2018

  194. Número 194 · Noviembre 2018

  195. Número 195 · Noviembre 2018

  196. Número 196 · Noviembre 2018

  197. Número 197 · Noviembre 2018

  198. Número 198 · Diciembre 2018

  199. Número 199 · Diciembre 2018

  200. Número 200 · Diciembre 2018

  201. Número 201 · Diciembre 2018

  202. Número 202 · Enero 2019

  203. Número 203 · Enero 2019

  204. Número 204 · Enero 2019

  205. Número 205 · Enero 2019

  206. Número 206 · Enero 2019

  207. Número 207 · Febrero 2019

  208. Número 208 · Febrero 2019

  209. Número 209 · Febrero 2019

  210. Número 210 · Febrero 2019

  211. Número 211 · Marzo 2019

  212. Número 212 · Marzo 2019

  213. Número 213 · Marzo 2019

  214. Número 214 · Marzo 2019

  215. Número 215 · Abril 2019

  216. Número 216 · Abril 2019

  217. Número 217 · Abril 2019

  218. Número 218 · Abril 2019

  219. Número 219 · Mayo 2019

  220. Número 220 · Mayo 2019

  221. Número 221 · Mayo 2019

  222. Número 222 · Mayo 2019

  223. Número 223 · Mayo 2019

  224. Número 224 · Junio 2019

  225. Número 225 · Junio 2019

  226. Número 226 · Junio 2019

  227. Número 227 · Junio 2019

  228. Número 228 · Julio 2019

  229. Número 229 · Julio 2019

  230. Número 230 · Julio 2019

  231. Número 231 · Julio 2019

  232. Número 232 · Julio 2019

  233. Número 233 · Agosto 2019

  234. Número 234 · Agosto 2019

  235. Número 235 · Agosto 2019

  236. Número 236 · Agosto 2019

  237. Número 237 · Septiembre 2019

  238. Número 238 · Septiembre 2019

  239. Número 239 · Septiembre 2019

  240. Número 240 · Septiembre 2019

  241. Número 241 · Octubre 2019

  242. Número 242 · Octubre 2019

  243. Número 243 · Octubre 2019

  244. Número 244 · Octubre 2019

  245. Número 245 · Octubre 2019

  246. Número 246 · Noviembre 2019

  247. Número 247 · Noviembre 2019

  248. Número 248 · Noviembre 2019

  249. Número 249 · Noviembre 2019

  250. Número 250 · Diciembre 2019

  251. Número 251 · Diciembre 2019

  252. Número 252 · Diciembre 2019

  253. Número 253 · Diciembre 2019

  254. Número 254 · Enero 2020

  255. Número 255 · Enero 2020

  256. Número 256 · Enero 2020

  257. Número 257 · Febrero 2020

  258. Número 258 · Marzo 2020

  259. Número 259 · Abril 2020

  260. Número 260 · Mayo 2020

  261. Número 261 · Junio 2020

  262. Número 262 · Julio 2020

  263. Número 263 · Agosto 2020

  264. Número 264 · Septiembre 2020

  265. Número 265 · Octubre 2020

  266. Número 266 · Noviembre 2020

  267. Número 267 · Diciembre 2020

  268. Número 268 · Enero 2021

  269. Número 269 · Febrero 2021

  270. Número 270 · Marzo 2021

  271. Número 271 · Abril 2021

  272. Número 272 · Mayo 2021

  273. Número 273 · Junio 2021

  274. Número 274 · Julio 2021

  275. Número 275 · Agosto 2021

  276. Número 276 · Septiembre 2021

  277. Número 277 · Octubre 2021

  278. Número 278 · Noviembre 2021

  279. Número 279 · Diciembre 2021

  280. Número 280 · Enero 2022

  281. Número 281 · Febrero 2022

  282. Número 282 · Marzo 2022

  283. Número 283 · Abril 2022

  284. Número 284 · Mayo 2022

  285. Número 285 · Junio 2022

  286. Número 286 · Julio 2022

  287. Número 287 · Agosto 2022

  288. Número 288 · Septiembre 2022

  289. Número 289 · Octubre 2022

  290. Número 290 · Noviembre 2022

  291. Número 291 · Diciembre 2022

  292. Número 292 · Enero 2023

  293. Número 293 · Febrero 2023

  294. Número 294 · Marzo 2023

  295. Número 295 · Abril 2023

  296. Número 296 · Mayo 2023

  297. Número 297 · Junio 2023

  298. Número 298 · Julio 2023

  299. Número 299 · Agosto 2023

  300. Número 300 · Septiembre 2023

  301. Número 301 · Octubre 2023

  302. Número 302 · Noviembre 2023

  303. Número 303 · Diciembre 2023

  304. Número 304 · Enero 2024

  305. Número 305 · Febrero 2024

  306. Número 306 · Marzo 2024

  307. Número 307 · Abril 2024

  308. Número 308 · Mayo 2024

  309. Número 309 · Junio 2024

  310. Número 310 · Julio 2024

CTXT necesita 15.000 socias/os para seguir creciendo. Suscríbete a CTXT

FIEBRE BÉLICA

De la guerra económica y de la economía de guerra

Endeudamiento, militarización, robo, mercado negro, tráfico de armas, opacidad sin rendición de cuentas, financiación y preparación para la contienda se unen en esta UE de Von der Leyen que recuerda a la era preguillermina

Martin Sonneborn / Claudia Latour 24/03/2024

<p>Ursula Von der Leyen y Thierry Breton en 2020. / <strong>Etienne Ansotte - Comisión Europea </strong></p>

Ursula Von der Leyen y Thierry Breton en 2020. / Etienne Ansotte - Comisión Europea 

Etienne Ansotte

En CTXT podemos mantener nuestra radical independencia gracias a que las suscripciones suponen el 70% de los ingresos. No aceptamos “noticias” patrocinadas y apenas tenemos publicidad. Si puedes apoyarnos desde 3 euros mensuales, suscribete aquí

“¡Mi Führer, puedo caminar de nuevo!”

Dr. Strangelove

Tras agotar todas sus existencias de granadas de artillería y ser incapaz de producir más, ahora la UE, liderada por un país corrupto hasta los tuétanos (Chequia), quiere adquirir 800.000 unidades en remanentes internacionales y en los mercados sombríos e inescrutables de África por 1.500 millones de euros, sin revelar ni siquiera algo del cómo, el qué, el porqué y el quién.

¿Ha suspendido la Unión Europea, junto con su misión de paz, también los estándares mínimos de una administración conforme a la ley? La mera sospecha de planificar negocios opacos con traficantes de armas habría llevado a la renuncia en bloque de toda la Comisión... al menos hasta hace poco.

¡Y Alemania está involucrada en esta operación con una suma de millones de euros de tres dígitos! ¡Varios miles de euros por granada, qué buen precio! –celebra el diario Süddeutsche Zeitung, que informa sobre esta locura escalofriante con una seriedad sagrada, como si de la resurrección de la sandalia del pie derecho de Jesucristo se tratase–. 

Al mismo tiempo, Macron, agraviado en su honra napoleónica liliputiense, llama con un susurro sombrío al europeo medio, que ya vegeta por las condiciones de vida complicadas por la guerra, a “no ser un “cobarde” y a enfrentarse finalmente con esta “historia” que se le acerca con la embestida de un Lada pasado de moda.

¿Es esto lo que se obtiene como resultado cuando se convierte en presidente a un yerno de los mercados financieros con ojos de cachorrillo? Su principal argumento por aquel entonces era que su malvada oponente (Le Pen, hija) llevaría inmediatamente a la hermosa Francia “a la guerra más cercana”.

Economía de guerra à la carte

En Bruselas, por último, se encuentra el multimillonario Thierry Breton, que es una experimentada correa de transmisión entre el gran capital (privado) y la administración (pública), así como comisario de la UE para todo lo extraño o poco confesable. Bajo acrónimos a menudo crípticos (después de “EDIDP” y “ASAP” ahora “EDIP” y “EDIS”), presenta el programa de la Comisión para transformar los últimos restos de la economía europea en una “economía de guerra”: subvenciones, préstamos, exenciones fiscales de 100.000 millones de euros para el complejo industrial militar (que se libra así de cualquier riesgo previsible de pérdidas), todo financiado mediante préstamos, activos extranjeros confiscados, fondos propios y donaciones de necesitados (¡lo de las donaciones era una broma!). 

La portadora del Premio Nobel de la Paz, la Unión Europea, ha rechazado rotundamente durante dos años usar la invención europea de la diplomacia para pacificar su propio continente, y ha preferido en su lugar armarse para el “gran conflicto” con dinero prestado (en los mercados financieros), robado (activos estatales rusos) y artesano (impresora de patatas del BCE), mientras se niega con obstinación a detener dicho conflicto.

Endeudamiento, militarización, robo, mercado negro y tráfico de armas, opacidad sin rendición de cuentas, financiación y preparación para la contienda se unen en un ensordecedor grito de guerra con reminiscencias de la era preguillermina: una Unión Europea tal, con todos los respetos, nunca fue fundada en Europa. 

Economía de guerra

Que la Unión Europea, que ni siquiera es un Estado, hubiera declarado, pudiera declarar o debiera declarar la guerra, (asociándola además obligatoriamente a una economía de guerra) a cualquier otro aparato administrativo supranacional (¿al FMI? ¿a la OMS? ¿a la Unión Postal Mundial?); eso, ciertamente, es algo nuevo para nosotros. Y la Comisión misma deja esta pregunta, confusa tanto en la lógica como en la argumentación, en la imprecisión conveniente y simple de una difuminación a lo Richter. 

Economía de guerra, entonces. Prepárense ahí fuera, abróchense los cinturones, por precaución, porque la experiencia histórica muestra que las proclamaciones de este tipo, a menudo son seguidas por racionamientos de recursos, requisamientos forzosos (campanas de iglesias, neumáticos de automóvil, reservas de Nocilla), directrices semiinstructivas en caligrafía estilo Sütterlin (“¡Ahorra jabón! ¿Pero cómo?”) y cupones de alimentos monocromáticos. Es posible que a todo ello le suceda un estado conocido como el “invierno del hambre”, que haría brotar lágrimas de sincera autocompasión en los ojos de los belicistas lifestyle de hoy.  

Al menos la Comisión de Von der Leyen, en un raro momento de lenguaje libre de tapujos, delata abiertamente a qué se dedican desde hace un tiempo: a la formación desinhibida de conceptos compuestos de las palabras “economía” y “guerra”.

Desde hace tiempo, la Unión ha transformado la economía, su tradicional campo de acción, que ha pasado de ser un instrumento para asegurar la prosperidad material a ser un arma para el control (remoto) ideológico. Parece que la era de las campañas de la globalización y los lemas neoliberales de victoria ha llegado a su fin de manera definitiva. Después de décadas de luchar por el libre comercio mundial y la apertura de los mercados, la UE ahora lucha por lo diametralmente opuesto, en especial desde que se ha involucrado en el gran negocio de las sanciones.

Dado que ninguno de sus trece paquetes de sanciones (impuestos bajo la influencia de una autoestima ilimitada) pudo producir el efecto que se esperaba de ellos de forma errónea, la UE incluso ha ingresado hace poco al terreno minado ética y legalmente del uso de sanciones secundarias. Estas apuntan a la aplicación extraterritorial de sus propias leyes. En ellas se concentra lo que Occidente ha aportado al mercado global en términos de comportamiento geopolítico predemocrático y voluntad de sumisión (post)colonial, todo ello bajo una denominación eufemística.

La Unión Europea, al imponer sanciones secundarias, adopta la conocida práctica de intimidación de matón del patio del colegio de los Estados Unidos y viola de forma consciente el derecho internacional. ¿Una UE que, con plena conciencia de sus responsables, utiliza un medio que ella misma, según una serie de sus propias regulaciones, leyes y declaraciones, clasifica como sin lugar a duda ilegal? Con la señora Von der Leyen, la UE ha adoptado un embrutecimiento transatlántico que no tiene consideración por el derecho internacional, los principios administrativos, los tratados internacionales ni los más mínimos modales.

Según un informe del Financial Times, en enero el Consejo elaboró un “plan confidencial” para desestabilizar de forma intencionada la economía y la moneda de un miembro de la UE, Hungría, y asegurar una transferencia de 51.000 millones de euros a un país no miembro, Ucrania. La UE pasa así de la retención de fondos (al menos legítima según el denominado instrumento del Estado de derecho), a hacer que sus propios estados miembros se sometan a su dictado mediante métodos de guerra económica y chantaje puro y duro.

La nueva justicia por cuenta propia clandestina

No es necesario ser amigo de Orbán, Putin o Al Capone para comprender la explosividad de este documento y descubrir el patrón de pensamiento que contiene, con el cual la UE se propone, en última instancia, socavar el derecho de veto contractual de un Estado miembro, no a través de un proceso legitimado de forma democrática, o mediante la aplicación de una disposición legal, sino mediante una justicia por cuenta propia clandestina.

El hecho de que la Unión, cuya función principal es representar los intereses de sus miembros, especialmente en asuntos económicos, planee, en serio, tomar medidas contra uno de sus propios miembros es un desarrollo casi de pesadilla que no parece en absoluto una expresión de “defensa”, sino que retuerce por la fuerza el propósito fundamental de la Unión. La UE está dispuesta a permitir que sus propios ciudadanos (húngaros) sean arrastrados de forma deliberada al torbellino del colapso existencial por parte de la misma institución a la que han confiado la protección de su bienestar económico.

La UE está dispuesta a permitir que sus propios ciudadanos sean arrastrados de forma deliberada

No podemos entender, incluso después de una reflexión exhaustiva, cómo algo así podría corresponder con algún valor europeo. Tal vez se trata de los diez mandamientos de la mafia.

Por cierto, nosotros consideramos que amenazar con la destrucción económica a un Estado miembro de la UE para robarle dinero para un tercero es un enfoque bastante digno de ser mejorado. Tan pronto como estemos en el poder, lo primero que haremos será quitar un montón de dinero del saco europeo de Luxemburgo para Brot für die Welt [Una ONG alemana contra el hambre, NdelaT]. O de ese Estado quesero francés para todas las áreas explotadas por él durante siglos, especialmente en África Occidental. Y si la UE sobrevive –incluso en contra de nuestras expectativas– a su autodestrucción económica, por último extraeremos el dinero que ha retenido a sus ciudadanos durante décadas, para reparar aunque sea de forma provisional el deterioro generalizado de todas las infraestructuras en toda Europa y la vergonzosa tasa de pobreza de la UE, que ronda el 22%.

También se rumorea que la UE está decidida a confiscar activos de la banca central rusa, a pesar de las advertencias desde hace semanas, no solo de los bancos centrales de Alemania, Francia e Italia, sino también del BCE y Euroclear (la empresa que custodia los activos): enormes riesgos para la estabilidad financiera de Europa, impacto en los mercados, consecuencias legales imprevisibles. Los activos estatales gozan de inmunidad según el derecho internacional. Si la UE subvertiera este principio de manera abrupta, “se produciría una ‘grave afectación de la confianza’ en el sistema Euroclear, en los mercados de capital europeos, en el euro como moneda (de reserva)”, según Lieve Mostrey, la directora ejecutiva de Euroclear. Que la UE esté considerando seriamente hacerse con la propiedad ajena no solo supone –una vez más– que evidentemente es perjudicial para sí misma, sino también –una vez más– que es claramente ilegal, sin importar el cómo se mire. 

En los códigos legales de los estados civilizados todavía se consideran “robo” y está sujeto a castigo (si es que la Comisión Europea aún no lo ha cambiado) la apropiación ilegítima de los bienes de otra persona. Todos aquellos incompetentes que hoy en día aplauden este comportamiento no parecen haber comprendido las implicaciones de tal acto: una organización transnacional con una base de legitimación semidemocrática ha comenzado a socavar uno de los fundamentos más importantes del orden social que ella misma promueve: la propiedad. 

Si el brillante término de propiedad (protegido por el tratado) en la UE del futuro ya no vale ni el papel en el que una vez estuvo escrito, y cualquier propiedad queda desprotegida y se convierte en presa arbitraria de sus cazadores; bueno, ¡entonces, que se suelten las amarras! Tan pronto como estemos en el poder, confiscaremos los activos de Pfizer, Rheinmetall, McDonalds y el periódico Bild, para distribuirlos por fin entre todos aquellos que han sido dañados por ellos durante años luz. Blackrock y Vanguard pueden olvidarse de su llamada propiedad, al igual que Von der Leyen y Thierry Breton, quien por cierto acaba de adquirir su propio castillo con altas almenas en Gargilesse-Dampierre (departamento de Indre) para estar a salvo de las previsibles consecuencias de la economía de guerra que él mismo ha declarado.

Cómo serían las compras centralizadas de armas de la UE bajo Von der Leyen en términos de transparencia, optimización de costos y cumplimiento de normas puede imaginárselo todo aquel que siguiera la tramitación de los contratos de vacunas, que se supone servirán de modelo para diseñar los contratos de armas de la UE, que según la presidenta de la Comisión serán “muy exitosos”. 

‘Follow the Money’

Desde 2018, la Defensora del Pueblo Europeo, Emily O’Reilly, ha instado una y otra vez, en vano, a la Comisión para que elimine la escandalosa falta de transparencia en el flujo de fondos de la UE hacia la industria armamentística, la cual ha sido defendida a capa y espada por las instituciones involucradas en la UE durante años. No son públicos ni siquiera los nombres de los “expertos” externos que la UE consulta para financiar proyectos militares, ni tampoco los informes que llevan a invertir sumas millonarias. Mucho menos se garantiza de manera alguna que dichos expertos no estén de forma directa o indirecta en la nómina de las empresas de armamento que se benefician a posteriori de los fondos europeos liberados.

Además, según O’Reilly, la Comisión pone en peligro “la integridad de la administración de la UE” al no tomar medidas decididas contra las prácticas de puertas giratorias. Esto también se aplica al ámbito de la defensa, donde, por ejemplo, Jorge Domecq, director de la Agencia Europea de Defensa (EDA), se convirtió en lobista para el gigante aeroespacial Airbus apenas meses después de dejar su cargo en 2020 –una de las mayores contratistas de la agencia de la UE que él mismo había dirigido–. ¡LOL!

Podemos estar expectantes sobre la industria en la cual reaparecerá el Comisario de Industria, Thierry Breton, que ha pasado toda su vida en alternancia entre puestos de CEO y cargos políticos. Esto, una vez finalizado su mandato como comisario. Si no logra obtener el puesto actual de Von der Leyen, al que también, por supuesto, aspira. “Es el viejo asunto Watergate, ¡sigan el dinero!”, recomienda la Defensora del Pueblo Europeo, O’Reilly, mientras tanto. Tal vez, sobre todo, el dinero de los comisarios de la UE (emoticono de guiño con una sonrisa).

“¡Te miramos a los ojos, complejo de ceguera europea!”. (Una frase del dramaturgo René Pollesch, actualizada). [N. de la T.: La frase original es “¡Te miro a los ojos, contexto de ceguera social!”].

Además, la Comisión debería hacer desaparecer cuanto antes su nuevo eslogan de adquisición de armamento del mismo cajón del que lo sacó: “Buy european!”. Las empresas militares europeas que se benefician de los fondos de armamento de la UE están en todo caso en manos de grandes fondos de inversión, al igual que sus contrapartes estadounidenses. BlackRock, Vanguard, Capital, etc., poseen con astucia acciones tanto de empresas de armamento de la UE como de sus competidores estadounidenses. Este problema de propiedad común, conocido como el problema “common ownership”, no solo crea incentivos para aumentar los precios y reducir la producción, sino que también conlleva distorsiones conocidas en la competencia y el riesgo de formación de un verdadero trust. En cualquier otro sector económico, la Comisión haría cumplir sus propias reglas de competencia con guantes de boxeo. Sin embargo, en ese ámbito nunca lo ha hecho. 

Todo esto ya ha generado arrugas en la frente (muy profundas) al European Network Against Arms Trade (ENAAT), mucho antes de que, con la guerra en Ucrania, se rompieran las últimas barreras de la reorientación del capital certificado por la UE hacia el complejo militar-industrial: “Abrimos la caja de Pandora. Europa se convierte en una vaca lechera de cash (para la industria armamentística), en una fuente de financiación ilimitada”.

¡Da igual! ¡Arriba la bandera europea rasgada! ¡Arriba la bayoneta interna!, grita la Comisión, que anima a sus masas sedadas, que, por su parte, no pueden reconocer la flagrante contradicción. Sin darse cuenta siquiera de que la UE ahora añade a su inagotable suministro de palabras vacías un suministro igual de vacío de verdaderos estallidos de balas, con un gran estruendo en esta gran “paz”, cuya cáscara de palabras todavía está grabada en mayúsculas en su Carta.

Sin ánimo de ofender, pero una Unión Europea así nunca fue fundada en Europa.

Los ideales fundacionales europeos, pulverizados

Las contorsiones teleológicas e interpretativas que la UE debe realizar en su camino desde la guerra económica a la economía de guerra son, no hay sorpresa, legión. El Diccionario de Economía Gabler nos advierte de algo alarmante, y es que las economías de guerra mantienen un mercado formal, pero desactivan sus mecanismos centrales para reemplazarlos por un “sistema administrativo orientado a propósitos militares”. Europa, el bastión de la economía de libre mercado sin compromisos. ¿Dónde en concreto se puede encontrar la autoridad de la Comisión en los tratados pertinentes de la UE para establecer esta “forma especial de economía centralizada para fines de armamento”? Solo los dioses lo saben.

Los esfuerzos de la Comisión se han dirigido a la erradicación total de los ideales fundacionales europeo

Desde hace tiempo, los esfuerzos de la Comisión se han dirigido a la erradicación total de los ideales fundacionales europeos, a través del sistema clásico de escalada gradual: primer golpe, segundo golpe, pulverización final con el bumbum atómico. Porque, al contrario de lo que se nos hace creer hoy en día, la UE no se adapta de manera reactiva o repentina a ningún desarrollo geopolítico sorprendente del presente. Más bien, presenta ahora los resultados acumulados durante años de su transformación frankensteiniana en un proyecto de militarización contraproducente.

En el interior de la Comisión ya estaban preparados a la perfección para esta guerra que, para ustedes allá afuera, había llegado por completo por sorpresa. Con la East StratCom Task Force, el Equipo de Comunicación Estratégica del Este, la UE ya había creado su propia herramienta de combate en 2015 para el campo de batalla de la guerra “híbrida” sobre la hegemonía interpretativa: una oficina oficial para combatir la desinformación, rectificar el conocimiento y garantizar la creencia informativa, que está tan cargada de ideología militante y es tan engañosamente confusa que solo parecía “neutral” para los absolutos idiotas.

La percusionista mayor Von der Leyen transformó con rapidez la Comisión que había heredado de un instrumento de consenso democrático vivo en uno de obediencia ciega y estructura de mando vertical: “De la Comisión Juncker a la Comisión búnker”, como la llamaron los periodistas al comienzo de su mandato. Tan sabia, amable y previsora como es Von der Leyen, ya en 2019 consideró una necesidad absoluta añadir al organigrama de esta Unión Europea, que en 2012 fue declarada (por accidente) Premio Nobel de la Paz, el punto oficial de división de un departamento para armamento –un verdadero acto de ruptura de un tabú que hacía que los pesimistas, las Casandras y nosotros mismos nos quedáramos sin aliento poco a poco–.

Von der Leyen es la primera presidenta de la Comisión que ha dedicado a las armas una dirección general propia

Von der Leyen es la primera presidenta de la Comisión en los 60 años de historia de la UE que ha dedicado a las armas una dirección general propia, una competencia ministerial propia y un comisario propio: el comisario de guerra Thierry Breton, que lleva más de un año trabajando en la configuración de esa economía de guerra que ahora anuncia oficialmente en nombre de la UE.

Si nuestros padres hubieran tenido la oportunidad de presenciar esto... o los padres de nuestros padres. O al menos aquellos fundadores de la UE tan citados, que –por completo ingenuos– habían realizado el trabajo sucio intelectual previo a la “integración” europea sin siquiera imaginar a dónde llevaría eso en 2024, bajo una erudita humanista como Von der Leyen.

Estarían asombrados ante un desarrollo como el actual, que –con pleno conocimiento de sus actuales líderes– conduce a la sistemática militarización de Europa. Después de todo, esto entra en directa contradicción con los tratados de la Unión que ellos mismos firmaron, en los que con el Artículo 41, Párrafo 2 del Tratado de la Unión Europea –también con pleno conocimiento– establecieron una estricta prohibición de financiación para bienes de armamento, específicamente para todos los “gastos” con “referencias militares y de defensa” de los fondos de la Unión. En el pasado, la Comisión nunca tuvo problemas para encontrar ideas creativas para eludir esta prohibición, ocultando las donaciones a la industria de guerra en partidas presupuestarias para ciencia, investigación, desarrollo, modernización, infraestructura, promoción de la competencia, cohesión o (nuevo en el programa) transición verde. Y creó además estructuras financieras paralelas de corte orwelliano para garantizar el flujo seguro de fondos al complejo militar-industrial a través de presupuestos paralelos. Por supuesto, sin dejar de recurrir precisamente a esas reinterpretaciones semánticas que George Orwell había previsto para los sistemas de dominación sin alma de los tiempos venideros, como el Fondo Europeo de Apoyo a la Paz, que desde su creación solo ha financiado operaciones militares. O bien el mencionado punto de la lucha contra la desinformación, del cual, aparte de su ideología anclada en un barato gris feldgrau, no se puede extraer nada informativo. Nada, al menos, que no sea su intención antiilustradora de hacer imposible cualquier competencia autónoma, crítica o simplemente culta de evaluación y contextualización fuera de sus cuatro propias paredes de hormigón de ahora en adelante.

Medios y formas, programas y financiaciones, reasignaciones y etiquetados falsos –con la ayuda (nunca del todo altruista) de un bloque negro parlamentario-burocrático de lobistas conservadores de armamento y neconservadores transatlánticos, que desde siempre (y no solo en Bruselas)– están unidos como los nibelungos. Hasta ahora, no hemos convencido con nuestra profética demanda de “¡Gofres en lugar de armas!”, aunque es mucho menos alocada que todo lo que ha surgido en la UE militarizada en los últimos años.

Estamos ante una maniobra en el límite de la legalidad, una “militarización sobre los escombros de la ley”, como escribió el jurista constitucional Andreas Fischer-Lescano en 2018.

Si la UE ahora pasa realmente a utilizar, además de todos los pasos previos de militarización ya ilegales, sus recursos presupuestarios propios (y robados directamente) para sus fantasías de armamento, sería una violación abierta de la ley. La Comisión Europea estaría violando el texto y el espíritu de su propio tratado. 

Y por mucho que los juristas (armamentistas) se esfuercen por explicar en retorcidos bucles de interpretación por qué podría ser sin embargo legalmente conforme a la ley eludir esta disposición jurídicamente vinculante de la Constitución de la UE mediante una flexión jurídicamente efectiva de la ley, todas sus piruetas jurídico-semánticas deberían fracasar si nos atenemos al tan cacareado ESPÍRITU de estos tratados, a saber, la INTENCIÓN con la que los Estados europeos han entrado a formar parte de una comunidad común y a la que las instituciones europeas no se cansan de referirse en otros contextos.

De hecho, aquellos padres fundadores –a diferencia de las hijas de sus hijos hoy en día– aún estaban bajo la impresión más directa de las devastaciones continentales de las dos guerras mundiales. Podemos suponer con seguridad que las palabras bélicas referenciadas con frecuencia por la generación de la guerra y la posguerra europea, “guerra nunca más”, estaban cargadas de la convicción más profunda y de la firme intención de no querer caer de nuevo en una locura que pareciera razonable de manera distorsionada. No dedicando sumas ingentes de capital financiero y político a la felicidad y el bienestar de los europeos, sino al negocio mortal con equipos letales. 

La permanencia del estado de excepción se ha sumado bajo Von der Leyen a la permanencia de la violación de las normas y a la traición absoluta a los principios. Con la declaración de economía de guerra, la UE, que apenas podía ocultar ya su estado mental interno, ha dejado caer incluso la última de sus máscaras de camuflaje azul cobalto.

Y mientras la UE, junto con la vergonzosa mayoría de los gobiernos europeos, sigue dispuesta a alabar en todas partes a esta OTAN (que todavía no es parte de la UE), podemos pedir al asombrado resto del mundo que asista al entierro final de los valores europeos, ya que la señora Von der Leyen lo ha anunciado en su reciente discurso bélico: “La Unión Europea debe comenzar a producir una nueva generación de armas para triunfar en el campo de batalla”.

Si no supiéramos que el espíritu del mundo ya está bajo tratamiento psiquiátrico, lo internaríamos, especialmente con esta voltereta dadaísta, porque ya no podemos reconocer una “razón objetiva” que atraviese y ordene Europa (o el mundo) en el mejor de los casos... Al menos ninguna benigna.

Y tal vez también nosotros nos estemos volviendo locos aquí gradualmente, porque nos bastaría con que los astutos monstruos administrativos, surgidos del pensamiento fundacional europeo, se atuvieran a las reglas de sus propios tratados.

Nunca pensamos que llegaríamos a la desagradable situación de tener que defender tratados europeos, porque tenemos muchas críticas y objeciones a ellos. Pero defenderlos incluso contra aquellos que están destinados a protegerlos, una Comisión Europea en funciones junto con su presidenta en funciones, eso ni siquiera se nos habría ocurrido. Ni en nuestros sueños más febriles y coloridos.

Porque, con todo respeto, tal Unión Europea nunca fue fundada en Europa.

---------

Martin Sonneborn es un cómico, periodista y político alemán con una larga trayectoria como director de la revista Titanic y reportero en programas de televisión. Es líder y eurodiputado desde 2014 del partido político satírico “Die PARTEI”.


Claudia Latour es economista y asesora de Sonneborn.

Este texto se publicó originalmente en el diario Berliner Zeitung y en el canal de Youtube de Sonneborn

La traducción es de Carmela Negrete.

“¡Mi Führer, puedo caminar de nuevo!”

Dr. Strangelove

Tras agotar todas sus existencias de granadas de artillería y ser incapaz de producir más, ahora la UE, liderada por un país corrupto hasta...

Este artículo es exclusivo para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí

Autor >

Martin Sonneborn /

Autor >

Claudia Latour

Suscríbete a CTXT

Orgullosas
de llegar tarde
a las últimas noticias

Gracias a tu suscripción podemos ejercer un periodismo público y en libertad.
¿Quieres suscribirte a CTXT por solo 6 euros al mes? Pulsa aquí

Artículos relacionados >

3 comentario(s)

¿Quieres decir algo? + Déjanos un comentario

  1. Pilar

    Schaubel ministro alemán de economía, ya arruinó a Grecia durante la Gran Crisis económica de 2008, para demostrar quién mandaba y advertir al resto de países. Varoufakis lo certifica. Ya Von der Layen prefirió, durante la pandemia COVID, callar ante el incumplimiento de contrato por parte de la farmacéutica norteamericana Pfizer, que envió vacunas a Israel antes que a Europa porque Israel pagaba más. Esos son nuestros dirigentes. Las elecciones europeas están a la vuelta de la esquina. Veremos que votan los ciudadanos europeos.......

    Hace 3 meses 3 días

  2. Fernando

    Veraz y divertido, formidable artículo. A Ursula y al resto de miembros de la UE, habría que imputarles cargos de colaboración con el genocidio, robo, extorsión, falsedad documental y traición a los valores en los que supuestamente se fundó la UE. ¿Ante qué Tribunal?.

    Hace 4 meses 1 día

  3. victor1

    Gracias por este iluminador artículo, aunque triste y premonitorio. Sólo por textos así merece la pena apoyar este medio.

    Hace 4 meses 2 días

Deja un comentario


Los comentarios solo están habilitados para las personas suscritas a CTXT. Puedes suscribirte aquí