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Se vaya o se quede, bienvenido Pedro Sánchez
Se habla poco de que esta nueva forma de gobierno, en la que la democracia está sometida por jueces y medios de comunicación corruptos, se sustenta en una amplia mayoría social
Gerardo Tecé 25/04/2024
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Cuando el caso contra Mónica Oltra llegó a su fin, en el sillón donde antes había una política de izquierdas que peleó durante años para denunciar la corrupción del PP valenciano, ahora había un torero de Vox poniéndose la democracia por montera. Tras demostrarse la inocencia de quien había sido imputada judicialmente y señalada mediáticamente por encubrir abusos sexuales contra una menor mediante una acusación basada en un bulo, los acosadores de Oltra se dividieron en dos grupos. A un lado, quienes callaron y nunca pidieron perdón. Al otro, quienes celebraron que la estrategia de este tiki-taka mediático-judicial había funcionado a las mil maravillas. “A tomar por culo, zorra”, reflexionaba en redes sociales un simpatizante de derechas valenciano el día que fue absuelta tras dos años de calvario.
Toda España sabe que Puigdemont no lidera ninguna organización terrorista, pero a la mitad del país le parece bien que el juez García-Castellón intente explorar esta vía, a ver si así cae el Gobierno. Todo el mundo sabía que la enésima imputación contra Podemos acabaría en nada al igual que las veinte anteriores. Pero a la mitad de quienes nos rodean les parecía aceptable hundir la reputación de una opción política a base de fabricar acusaciones falsas y sacarlas en portada. Es burdo, pero…
Todo el mundo sabía que publicar fotos del domicilio de un político o mandar nazis a acosar a su familia a las puertas de su casa era algo inédito en la política española, pero la mitad de la población concluyó que también era algo inédito tener como vicepresidente a un tipo al que odiases tanto, así que hicieron bromas al respecto. Todo el mundo sabía que el diputado Alberto Rodríguez nunca habría sido condenado si militase en el PP porque ningún policía se hubiese atrevido a denunciarlo y mucho menos un juez a condenarlo sin una sola prueba en su contra. Pero era un tipo con rastas que desentonaba en el Congreso y a la mitad de este país no le pareció grave que la presidenta de la Cámara le arrebatase el escaño.
Todo el mundo sabe que cuando alguien llega a La Moncloa, te guste o no el inquilino, lo hace respaldado por una mayoría social lograda en las urnas. Pero la mitad del país empezó a hablar de golpe de Estado y de presidente ilegítimo siguiendo el argumentario del partido que le hubiera gustado que ganase. Todo el mundo sabe que las televisiones tienen dueños, pero a la mitad de la población no le importó ver cómo de la pantalla de casa desaparecía la información para convertirse en un vertedero porque la basura lanzada iba contra la cara de quien no debía ser presidente. Todo el mundo sabe que la periodista Silvia Intxaurrondo tenía razón cuando en directo desmintió una mentira de Feijóo, pero la mitad del país la ha puesto en la diana. Si la derecha lanza bulos por patriotismo, desmentirlos es, además de maleducado, profundamente antipatriota. Todo el mundo sabe que el gobierno de los jueces lleva cinco años con el mandato caducado y que el PP ha puesto cinco millones de excusas diferentes para no renovar uno de los tres poderes del Estado que pertenecen al pueblo. Pero a la mitad de la población le parece bien que sean los suyos los que controlen la Justicia por encima del voto popular. Todo el mundo sabe que el caso de la mujer del presidente Sánchez ha sido admitido a trámite sin un solo indicio de delito, pero a la mitad del país le parece justo empatar así con los dos delitos reales reconocidos ante Hacienda por la pareja de Ayuso.
Se habla mucho de lawfare en estas horas en las que el presidente del Gobierno de España se plantea si todo esto merece la pena. Sin embargo, se habla poco de que esta nueva forma de gobierno, en la que la democracia está sometida por jueces y medios de comunicación corruptos, se sustenta en una amplia mayoría social. No hay forma de Gobierno que funcione sin el apoyo de la mayoría y este caso no es diferente. A la mitad de la población encantada con la fórmula de que los suyos siempre manden tengan o no los votos, hay que sumarle todos aquellos que no quieren darse por enterados de que la democracia en la que la justicia se dedicaba a hacer cumplir la ley y los medios a informar con sus sesgos, ha muerto. Pedro Sánchez ha pertenecido sistemáticamente a ese segundo grupo. El pasado verano descubrió que los medios manipulaban hasta envenenar a la sociedad. Esta primavera ha descubierto que la Justicia es una herramienta que las derechas usan a su conveniencia para perseguir a rivales políticos. Se vaya o se quede, bienvenido y ánimo. Aquí no sobra nadie.
Cuando el caso contra Mónica Oltra llegó a su fin, en el sillón donde antes había una política de izquierdas que peleó durante años para denunciar la corrupción del PP valenciano, ahora había un torero de Vox poniéndose la democracia por montera. Tras demostrarse la inocencia de quien había sido imputada...
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Gerardo Tecé
Soy Gerardo Tecé. Modelo y actriz. Escribo cosas en sitios desde que tengo uso de Internet. Ahora en CTXT, observando eso que llaman actualidad e intentando dibujarle un contexto. Es autor de 'España, óleo sobre lienzo'(Escritos Contextatarios).
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