AMISTADES PELIGROSAS
El giro neoliberal de Marine Le Pen
La campaña de las europeas en Francia no solo se ha visto marcada por el favoritismo hacia la ultraderecha lepenista, sino también por el acercamiento entre esta formación y parte de la patronal
Enric Bonet París , 8/06/2024
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Una tendencia igual de preocupante que las imponentes intenciones de voto. Los sondeos prevén una amplia victoria de la Reagrupación Nacional (RN, ultraderecha) en las elecciones europeas en Francia. Le otorgan una intención de voto de entre el 34% y el 29%, es decir, el doble de lo pronosticado para un decadente macronismo (14%-17%). Salvo una sorpresa mayúscula, la formación xenófoba de Marine Le Pen quedará primera en los comicios del 9 de junio, en que la izquierda juega un papel secundario debido a su fragmentación. Más que el suspense sobre si RN logra 25 o 31 eurodiputados, otro hecho, aún más preocupante, ha marcado la campaña: el acercamiento entre el lepenismo y una parte de las élites empresariales y tecnocráticas.
Le Pen y su mano derecha, Jordan Bardella, de 28 años y cabeza de lista el 9J, han centrado sus esfuerzos en los últimos meses en una operación de seducción de la patronal. Esta estrategia está empezando a dar los primeros resultados. Ante un presidente, Emmanuel Macron, contra las cuerdas, una parte del empresariado –de momento, minoritaria– ve en Le Pen un posible recambio, sobre todo si compusiera una alianza con Los Republicanos (LR, afines al PP), los ultras de Reconquista de Éric Zemmour y los sectores más conservadores del macronismo.
“Hace mucho tiempo que RN intenta mejorar sus relaciones con la patronal. Durante años fracasó en ese objetivo, pero ahora se observa un cambio evidente sobre esta cuestión”, advierte en declaraciones a CTXT el sociólogo Ugo Palheta, profesor en la Universidad de Lille. Los empresarios, sobre todo los responsables de grandes grupos, se habían opuesto en las últimas décadas al lepenismo, porque lo percibían como demasiado radical y menos neoliberal que la derecha republicana. La presidenta del MEDEF (el equivalente galo de la CEOE), Laurence Parisot, no se mordió la lengua en 2011 a la hora de criticar a Le Pen en su libro Un piège bleu Marine. Pero, desde entonces, esos anticuerpos se han debilitado.
El factor Bardella
Hasta un 20% de los ciudadanos que se declaran “cercanos a una organización patronal” votaron a Le Pen en la primera vuelta de las presidenciales de 2022, mientras que en 2017 ese porcentaje fue del 8%, según un estudio del instituto IFOP. “Los propietarios de las grandes empresas no se interesan demasiado por RN, pero sí que hay un espacio intermedio (directivos, empresarios medianos…) que siente una curiosidad creciente. No les interesan sus propuestas económicas, sino que consideran que hace falta más autoridad”, explica el periodista Dominique Seux, director delegado de Les Echos, el principal diario económico en Francia, propiedad de Bernard Arnault, el hombre más rico del planeta.
Fue en ese rotativo donde Le Pen publicó a finales de febrero una tribuna en la que explicó sus propuestas para reducir la deuda pública de Francia (del 112% del PIB). Muchos la vieron como un símbolo de su intento de seducción de la élite empresarial. Titulada “Ante el muro de la deuda, la urgencia de una estrategia nacional”, resultaba un compendio de tópicos neoliberales con un barniz de xenofobia y chovinismo. “Esta deriva de las finanzas públicas no solo representa un asunto contable, sino también un peligro para la soberanía nacional”, defendió Le Pen en ese artículo.
Desde la salida de Francia del euro hasta la jubilación a partir de los 60 años, RN ha ido renunciando a aquellas propuestas que hicieron que en 2017 tacharan su programa de social-chovinista. Ahora apuesta por medidas de corte neoliberal, como la disminución de los impuestos para las empresas, acompañadas por un mayor proteccionismo en el comercio exterior. Los políticos “no conocen mejor la realidad que los empresarios”, afirmó durante un encuentro con la patronal el candidato ultra Bardella, que ha insistido en un discurso business friendly a lo largo de esta campaña.
El presidente de RN, y número dos del lepenismo, ha multiplicado en los últimos meses sus reuniones con empresarios. Después de su participación a principios de abril en un debate con los candidatos de los otros partidos, organizado por el movimiento empresarial Ethic, los 150 empresarios que asistieron como público lo designaron como el más convincente. Su perfil “gusta más a aquellos partidarios del liberalismo económico”, recuerda el politólogo Jean-Yves Camus, codirector del Observatorio de las radicalidades políticas, sobre el político de moda en Francia. “Así lo hacen pensar las bajas perspectivas de voto de Los Republicanos (8-7%) y del partido de Zemmour (7-5%)”, añade este experto.
“Ningún gran patrón ha caído en la trampa”
Los dirigentes lepenistas “intentan lograr una mayor respetabilidad acercándose a los grandes empresarios y que esto los legitime como un potencial partido de gobierno. Pero, de momento, ningún gran patrón ha caído en la trampa”, destaca el sociólogo Michel Offerlé, profesor emérito en la prestigiosa Escuela Normal Superior (ENS) y autor del libro Patron. “El MEDEF considera que Bardella no vale gran cosa”, añade Seux, bien informado sobre los gustos y los humores de las élites empresariales.
A pesar de ello, cada vez más responsables empresariales asumen sus afinidades ultraconservadoras. El caso más conocido es el de Vincent Bolloré. El propietario de Canal + y Vivendi ha desarrollado un potente conglomerado de medios de extrema derecha, como la cadena CNews, la emisora Europe 1 o el Journal du Dimanche. También ha dado que hablar en los últimos meses el libertario y ultracatólico Pierre-Édouard Stérin, responsable de un fondo de inversiones y que está negociando la compra de la revista Marianne –una publicación históricamente de izquierdas y que en los últimos años ha adoptado una línea editorial más conservadora–.
Además del empresariado, Le Pen quiere seducir a sectores de la tecnocracia. Incorporó como número tres para la lista de las europeas a Fabrice Leggeri, el polémico exresponsable de Frontex que renunció como jefe de la agencia europea ante las sospechas de su implicación en las devoluciones en caliente. También fichó a la ensayista Malika Sorel, una exintegrante del Consejo Superior de la Integración durante la presidencia de Nicolas Sarkozy, cuyo nombre sonó a principios de año como posible ministra de Macron. Y en la ENA –incubadora de las élites francesas– “una parte de los estudiantes muestra su preferencia por RN. Ellos son los futuros altos funcionarios. No pasaba algo así desde hace diez años”, lamentaba un dirigente de Los Respublicanos en declaraciones a Mediapart.
El efecto Giorgia Meloni
Una parte de las élites, tanto actuales como futuras, “está cansada de Macron, a pesar de que ha aplicado políticas favorables a sus intereses”, afirma Palheta. Según el autor del libro La possibilité du fascisme, “los grandes empresarios no suelen poner todos los huevos en la misma cesta”. Algunos de ellos ya los han depositado, al menos una parte de ellos, en la de Le Pen y Bardella. “Pero lo hacen solo por hacerse una idea, sin grandes esperanzas con las políticas económicas” que aplicaría la extrema derecha, asegura Offerlé.
Probablemente, las opciones preferidas por los grandes empresarios sean la derecha republicana o los sectores más conservadores del macronismo (el exprimer ministro Édouard Philippe, Gabriel Attal…). Estas mismas élites conocen, sin embargo, las dificultades de estas formaciones. Por este motivo, valoran otras opciones para defender sus intereses de clase. Una de ellas consistiría en la fórmula italiana. Es decir, una coalición entre la ultraderecha y la derecha mainstream.
“Hay un efecto Giorgia Meloni”, sostiene Seux. Según este periodista, una parte de las élites se autoconvence de que “si Le Pen llegara al poder, no aplicaría las políticas que propone en la oposición, siguiendo el ejemplo de la derecha italiana”. Aunque RN mantiene una posición menos conservadora que Hermanos de Italia respecto a los derechos civiles –por ejemplo, una parte de sus diputados respaldó la constitucionalización del aborto–, su visión económica es más parecida.
El giro neoliberal de la ultraderecha francesa representa, según Palheta, una oportunidad para la izquierda: “Si las fuerzas progresistas logran politizar las renuncias en materia económica de RN y su acercamiento a las élites, esto ofrece un nuevo camino para los progresistas”. Esta vía no solo requiere unidad de las fuerzas de izquierdas, sino también la capacidad de ilusionar a las clases populares a partir de la ruptura con el neoliberalismo y sus estragos. Es una ecuación tan compleja como esperanzadora.
Una tendencia igual de preocupante que las imponentes intenciones de voto. Los sondeos prevén una amplia victoria de la Reagrupación Nacional (RN, ultraderecha) en las elecciones europeas en Francia. Le otorgan una intención de voto de entre el 34% y el 29%, es decir, el doble de lo pronosticado para...
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