El abandono escolar temprano se ha reducido de forma notable en las últimas dos décadas tanto en España como en Portugal, según un estudio de los investigadores portugueses Ligia Ferro y Pedro Abrantes con el apoyo del Observatorio Social La Caixa. En Portugal, la proporción de jóvenes entre 18 y 24 años que no ha completado la educación secundaria y ha dejado de estudiar ha pasado de superar el 40% en 2002 a no llegar al 10% en 2022. De estar casi 15 puntos por encima de la media europea a situarse por debajo. En España, el descenso ha sido menos pronunciado en las últimas dos décadas (aunque fue mayor en los años 90) y la tasa de abandono ha pasado del 31% a menos del 15%, pero continúa por encima de la media de la UE. Curiosamente, la proporción de jóvenes con educación superior en nuestro país también están por encima de la media comunitaria, lo que lleva a los investigadores a hablar de un escenario “polarizado” que plantea riesgos de “segregación social”.

Entre la población de 25 a 34 años en España, el 52% tiene educación superior, diez puntos por encima de la media europea, pero el 25% tiene educación secundaria básica o menos, y esta cifra también está diez puntos por encima de la media. El nivel educativo intermedio –en nuestro caso, bachillerato o FP de grado medio– es muy poco frecuente en nuestro país. Solo el 22% de los jóvenes se sitúa en este nivel. Es la cifra más baja de la UE y está 20 puntos por debajo de la media. En Portugal, los datos son más similares a la media europea.

Los dos países contaban con una proporción elevada de jóvenes de entre 25 y 34 con educación básica o menos en 2004 respecto a la media de la UE. En España eran el 37% y en Portugal el 60%. En ambos casos esta proporción se ha reducido en las últimas décadas, pero mientras en Portugal ha ido aumentando el porcentaje de jóvenes con estudios intermedios, lo que ha llevado a una cierta convergencia con la media europea, en España esta se ha mantenido estable y en su lugar ha crecido la educación superior.

El estudio señala que, pese a las “dudas” que se han generado en la opinión pública española y portuguesa respecto a la capacidad de la educación superior de proporcionar mejores oportunidades en el mercado laboral, los datos muestran que la tasa de paro es menor entre las personas que tienen títulos superiores que entre las que solo cuentan con el bachillerato o equivalente. Estas, a su vez, tienen una tasa de paro menor que la juventud con bajo nivel de escolarización. Señala que las desigualdades entre jóvenes según su nivel de estudios han crecido tanto en los dos países ibéricos como en el conjunto de la Unión Europea. 

Sin embargo, admite que las políticas de austeridad puestas en marcha a partir de la crisis del 2008 han agravado la precarización general del empleo en los dos países y que se ha producido una “fuga de cerebros”, es decir, muchos profesionales con altas cualificaciones han emigrado a otros lugares donde son mejor remunerados. “Aunque las cualificaciones tienen un efecto positivo en la empleabilidad, su impacto es limitado”, matizan los investigadores.  

Más allá del mercado laboral, la investigación apunta que los jóvenes con educación superior son más propensos a participar en actividades cívicas y culturales, aunque recuerda la existencia de espacios creativos “informales” en las periferias desfavorecidas de las grandes ciudades.

La investigación concluye que Portugal y España han realizado progresos significativos en la convergencia con la Unión Europea en el ámbito educativo. Sin embargo, todavía mantienen un porcentaje relativamente alto de jóvenes que abandonan el sistema educativo sin obtener siquiera un título de nivel secundario postobligatorio, y estos jóvenes se encuentran hoy en situaciones de vulnerabilidad y riesgo de exclusión más acentuadas que en el pasado.