SI BREVE…
Lo que hay
En el momento en el que escribo estas líneas, el TS ha facturado la ley de amnistía al TC. Sobre los puntos oscuros: a) el TS defiende su sentencia al procés, atacando a los manifestantes de 2019, a los que llama b) golpistas, con todas las letras
Guillem Martínez 24/07/2024
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1- Ahora mismo, los temas candentes en Cat –Cat no es una seta; es el punto dos años antes de la política Esp, de su funcionamiento– son dos. A saber: a) el apoyo de ERC a una Presidència PSC, y b) el posible retorno de Puigdemont. Lo más divertido es que tanto a) como b) están transcurriendo a través de la gran especialización de la política y del periodismo nativo esp/cat: el periodismo de declaraciones. No solo todo son palabras, sino que lo pueden ser, es un decir, eternamente. Lo que aquí sigue es un intento de desambiguar las palabras vertidas al respecto del tema a). No se vayan, amiguitos.
2- ¿ERC va a apoyar al PSC? Les explico cómo están las cosas. El PSC sostiene que sí, que las conversaciones al respecto están avanzadas. La tradición del PSC, en todo caso y en estos trances, es no dramatizar las negociaciones, no mentir, o no mentir mucho, lo que todo ello supondría indicios que darían la razón al PSC. Hay otros. Por ejemplo, la emisión de gestos. El gesto, el gesto-sutra, es algo radicalmente importante en una cultura política que, definitivamente, ha cedido la fuerza de sus escasos cimientos al peso de la Guerra Cultural. Gestos: Illa ha pedido a los jueces que se estiren con la amnistía, porfi –sobre cómo va la amnistía, no se pierdan el punto 12–, ha permitido la fantasía procesista de autorizar el voto telemático a los exiliados, y el PSC ha participado, a través de los cargos PSC de la Mesa del Parlament, en los actos de recepción –procesistas, en modo misa civil; hum, quiten lo de civil– a Rovira y a Wagensberg, recién vueltos del exilio –sin mucha pena ni mucha gloria, sin participación ciudadana, sin mixed-emotions; el procesismo está, como todo el mundo en el siglo XXI, cansado de sí mismo–. También se han producido esas cosas que ya no son gestos, pero que no dejan de serlo, como, por ejemplo, la condonación del 20% de la deuda del FLA (Fondo de Liquidez Autonómica) –unos 15.000 millones de euros–, algo que sería espectacular, si no se hubiera anunciado hace más de un año, y si no fuera de aplicación general –otras CC.AA. se beneficiarán, en la misma medida, de ese sablazo–. Y también se han producido medidas más comprometidas que el gesto, como la aceleración del traspaso de Rodalies/Cercanías –una pirueta no exenta de peligro para ERC/Junts del futuro: los partidos procesistas, que no han sabido ni podido gestionar educación, sanidad y bienestar, ahora exigen, quizás con más ímpetu del saludable, gestionar, ay, uy, trenes– y el traspaso de la cosa Ingreso Mínimo Vital. Son asuntos importantes, pero que dejan frío al votante procesista, que en su día quería asombrar al mundo, y no gestionar trenes y pobres, esas cosas tan sucias. El traspaso de la implantación del IMV, por cierto, no es una implantación de nada, lo que alude al fracaso del autogobierno –de la implantación de la educación, de la sanidad, del bienestar– que les comentaba. No se lo pierdan, que la cosa da risa, y explica en qué ha quedado la cultura del autogobierno en Cat, nacida en el XIX y comenzada a morir a partir de 1981, hasta acceder a la muerte clínica en 2017.
A la política cat le importa más anunciar una transferencia que detentarla. Y no te digo ya practicarla
3- La Gene no asume las competencias para la cosa IMV, sino que, sencillamente, hará de gestoría para el Estado, que decidirá, desde las Quimbambas, y a partir de lo que digan los informes de la Gene, quién tiene derecho o no al IMV. A cambio de esas labores de gestión, la Gene, yupi, podrá contratar más personal. Vamos, que a la política cat le importa más anunciar una transferencia que detentarla. Y no te digo ya practicarla. Sobre la frivolidad de todo este asunto: en Cat –ocho millones de habitantes– hay más de 710.000 personas en pobreza severa –imaginen cuál sería ese censo si sumáramos las personas que, por 100€, 500€ o 1.000€ burlan esa categoría–. Lo que es una cifra trágica, que habla de una crisis social colosal, y de su defectuosa gestión. De estas 710.000 personas, menos de 160.000 acceden a la Renda Garantida, una paga autonómica, y menos de 200.000 al IMV, estatal. Es decir, que ambas pagas no llegan a satisfacer al 50% de los afectados. La contención de la pobreza en Cat no es, ni tan siquiera, paliativa, sino que es un desastre, una metáfora de un fracaso autonómico del que –educación, sanidad, bienestar– se habla poco, y se evalúa menos.
4- Otro gesto a tener en cuenta es la emisión de gestos de Sánchez. Sánchez, en modo reconocimiento del Movimiento de Liberación Vasco, se ha aplicado al festival del gesto. Ha utilizado los palabros financiación-singular –próximos al vocabulario de ERC– para aludir a un cambio en la financiación de la Gene. Y, hace escasas horas, ha asistido a una minicumbre, o un miniencuentro, con el minipresi de la miniGene, que vendría a satisfacer la bilateralidad soñada por el procesismo, una fantasía, nunca producida –las fantasías son más longevas que los logros–, y que arranca en la Edad Media, cuando Cat pensaba que mantenía una relación bilateral con la Corona de Aragón, algo que nunca pensó el rey de Aragón. La bilateralidad es, en fin, el federalismo, la relación entre el Estado Federado y la Federación, una opción tan lejana como siempre, tras 1874. Pero a lo que aspira la Gene es tan poca cosa –gestos bilaterales; nada–, que uno no acaba de comprender que no se lo den. Cosas como lo que ha hecho Sánchez en su tour: venir, decir cuatro palabrejas y firmar grandes e irrelevantes tratados con el Gobierno de Vietnam del Sur/Murcia/la gestoría del IMV.
5- La emisión de gestos, paragestos y postgestos nos lleva a la pregunta, dos puntos, ¿eso es suficiente para ERC? Y aquí es donde empieza el pitote.
6- ERC parece marcar las líneas del acuerdo en el concepto soberania financera que, como todo en el procesismo, no significa nada. O algo distinto a lo pretendido: ERC, los partidos procesistas, algunos de ellos de izquierda, utilizan el palabro soberanía/soberanismo muy a la ligera, sin evaluar que esos palabros, en Europa y USA, se los han quedado los malos. Y no se puede hablar como Le Pen o como Meloni, sin que eso repercuta. Incluso en el alma. En efecto, en el procesismo faltan palabras, conceptos. Por dos razones. Y una de ellas, la más inocente, es la preferencia por conceptos que no signifiquen nada, ni obliguen a nada. Como –¿los recuerdan?– consulta –significaba esto-no-es-por-los-clavos-de-Cristo-un-referéndum–, o como Estructures d’Estat –algo con un significado tan abierto que nunca se supo lo que era–. Se supone que soberania financera vendría a sustituir otros conceptos claros y útiles, como cupo vasco/concierto económico, un sistema en el que la autonomía asume la recaudación de todos los impuestos y le da un cacho al Estado. Algo, por cierto, defendido en solitario por una sola persona durante la redacción del Estatut de Núria. El ponente de CiU. En contra de la opinión de las izquierdas de entonces –defendían que el foralismo era el medievo, mientras que el catalanismo sería el futuro; finalmente, el catalanismo no fue ni una cosa ni la otra–, y del propio Jordi Pujol –no quería que la Gene recaudara impuestos/fuera odiada–. Qué tiempos aquellos.
7- En todo caso, ¿es posible la soberania financera? Todo es posible en la vida. Y más, si lo propuesto posee otro nombre, que permita desactivarlo. El alias de ese alias no es otro que el ya citado concepto financiación singular, utilizado, lo dicho, por Sánchez, para no decir nada. ¿Financiación singular, ese crecepelo sin significado claro, será la opción elegida para un acuerdo ERC-PSC? En todo caso, incluso eso es improbable. O, al menos, no es probable a corto plazo, pues requiere la modificación de la LOFCA –una ley orgánica, no te digo más– y un improbable alineamiento de planetas –el planeta PP, el planeta Vox, los planetas autonómicos valenciano, andaluz y madrileño–. Sería más probable, en todo caso, someter el concepto financiación singular a procesismo esp y cat, y retorcerlo hasta que no signifique estructuralmente nada operativo. No descarten esa posibilidad.
Junts está sumamente nervioso. Está chuleando al PSOE
8- ¿Están pactando ERC y PSC, en todo caso? Puede ser. O, al menos, los mayores indicios de que así es provienen de fuera. De Junts. Junts está sumamente nervioso. Está chuleando al PSOE, recordándole que Junts es fundamental para la mayoría gubernamental. Esta semana, si se fijan, ha votado con PP y Vox contra la Ley de Extranjería. En el trance de hacerlo, Junts –y PP, y Vox– ha vuelto a descubrir, por cierto, que estos tres grupos mantienen parecidos razonables. Y ha vuelto a ver, por fuerza, algo cargado de futuro: que suponen 177 escaños, la mayoría absoluta. Lo que permite recordar a Mola y una frase suya emitida, dicen, antes del 18J, cuando los generales no se ponían de acuerdo por la bandera a utilizar en el golpe: “A ver si ahora nos vamos a pelear por la banderita”. Junts ha anunciado también que votará en contra de los objetivos de estabilidad presupuestaria, un indicio de que también enviarían a paseo los presupuestos. Otra pista de que las negociaciones ERC-Junts pueden ir en serio son las continuas filtraciones y contraprogramaciones de Junts a los medios sobre el inminente retorno de Puigdemont. Las condiciones para que vuelva son las mismas que hace siete años, salvo una: ahora podría enviar un govern PSC a paseo. ¿Volverá? Una pista: Lluís Puig, político exiliado, analizando el hecho de que la amnistía no garantiza su vuelta, en vez de emitir épica del retorno, vino a declarar que se veía volviendo a los 90 años. Es decir, que por ahí arriba prefieren cualquier opción, menos la vuelta, si eso supone trullo.
9- Sea como sea, la gran duda para saber si ERC está negociando de manera efectiva es su carácter inestable y tóxico. Ahora mismo, el staff está a la greña por el asunto Maragall –sinopsis: ERC colgó carteles anónimos, sin el palabro ERC, contra los Maragall y el alzheimer, para provocar la indignación de sus votantes en las pasadas municipales; ahora mismo varias personas del staff ERC, todas provistas de grabaciones de conversaciones recriminatorias, se acusan mutuamente de este despropósito–. El carácter tóxico de la ERC de la etapa Junqueras-Rovira fue tal que estableció una gramática, un lenguaje de lo cotidiano, sustentado en la falsedad. Ahora mismo, esa gramática, de la mano de Rovira, es la utilizada para hablar de las negociaciones con el PSC –continuamente, dramatizándolas, aportando sentimentalidad–. Lo que invita un tanto al escepticismo.
10- Sobre el carácter tóxico de ERC. Twitter –cuando era Twitter, y no X; no era ninguna ONG, si bien no había llegado a ser lo que es hoy, de la mano de Elon Musk– hizo tres denuncias curiosas sobre la difusión de falsedades. La primera, en 2010, señalaba a Rusia e Irán como epicentros del fake. A principios de 2019 señaló también a Venezuela y Bangladesh. Y ese mismo 2019, si bien en junio, hizo una denuncia, específica a ERC, por el uso de cuentas falsas –unas 130– para potenciar mensajes no autentificados ni verificados. Lo que es sorprendente y, sin duda, injusto, pues debe haber más partidos con esa tendencia, tanto en Cat como en Esp. Pero, en todo caso, con todo ello se dibuja una tendencia sostenida en ERC, una dinámica con la información y, más aún, con la desinformación. Que no ha tenido consecuencias. Como no las tiene el asunto de los carteles de Maragall/Alzheimer. Ni la política tóxica durante el procesismo, fundamentada en la mentira.
La gran duda para saber si ERC está negociando de manera efectiva es su carácter inestable y tóxico
11- Bueno, este oficio no consiste en adivinar, pero sí en prever. Y creo que lo he hecho. En todo caso, recapitulo. Se está negociando, parece. Y parece que se llega a acuerdos. Pueden ser acuerdos más espectaculares que reales, como siempre en Cat, esa dinámica en progresiva exportación a Esp. De hecho, se están retrasando los acuerdos, su culmen, hasta agosto –me dicen en el PSC que la cosa puede cerrarse sobre el 18A; leo en otros medios que mucho antes; vete a saber/nadie lo sabe–. Es necesario cerrarlo en agosto para que, en la consulta a la militancia de ERC –8.000 personas–, el máximo de militantes estén de vacaciones, me dicen. Si bien, claro, todo puede ser un cúmulo, otro, de toxicidad, que finalizaría con la retirada de los acuerdos de ERC, en el último momento. No sería la primera vez. Veremos.
12- BREAKING NEWS. En el momento en el que escribo estas líneas, el TS ha facturado la ley de amnistía al TC. Ha tardado, y no ha ido en línea recta. Lo que indica que el TS está midiendo sus pasos. O que, incluso, está improvisando, sin una idea diáfana, consciente de que también camina sobre lo desconocido, y hacia puntos oscuros. Sobre los puntos oscuros: a) el TS defiende su sentencia al procés, atacando a los manifestantes de 2019 contra aquella sentencia. A los que llama b) golpistas, con todas las letras. También en esta emisión denomina c) golpistas a los líderes procesistas de la sentencia de 2019, como hace, usualmente, C’s y/o Vox, sin ajustarse a la sentencia de 2019. En aquella sentencia del TS, recordemos, los condenados no eran golpistas, en tanto no fueron condenados por rebelión. Y, ahora, pues sí. Lo que indica, en primer lugar, que el TS está como una moto. A esto, amiguitos, lo llamamos inseguridad jurídica. Bueno, ha empezado el pitote. Y no por un gran ideólogo, sino por un manifestante, condenado en su día por desórdenes. Lo que puede ser un presagio del endurecimiento en la aplicación de una amnistía que, sobre cerca de 500 casos, solo se ha aplicado, por ahora, en menos de 90, la mayoría de ellos FF.SS. La amnistía, parece ser, solo por esos datos, ha fracasado.
1- Ahora mismo, los temas candentes en Cat –Cat no es una seta; es el punto dos años antes de la política Esp, de su funcionamiento– son dos. A saber: a) el apoyo de ERC a una Presidència PSC, y b) el posible retorno de Puigdemont. Lo más divertido es que tanto a) como b) están transcurriendo a...
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Guillem Martínez
Es autor de 'CT o la cultura de la Transición. Crítica a 35 años de cultura española' (Debolsillo), de '57 días en Piolín' de la colección Contextos (CTXT/Lengua de Trapo), de 'Caja de brujas', de la misma colección y de 'Los Domingos', una selección de sus artículos dominicales (Anagrama). Su último libro es 'Como los griegos' (Escritos contextatarios).
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